miércoles, 30 de marzo de 2022

Madres paralelas: melodrama e historia

En Patologías Culturales (26/3/2022)



En la emisión del 26/03/2022 de Patologías Culturales, Oscar Cuervo y Maximiliano Diomedi hicieron un análisis de la película Madres Paralelas. Después de su magistral Dolor y Gloria, Pedro Almodóvar hace un intento falllido de amalgamar una intriga melodramática como las que otras veces obtuvo resultados notables con un conflicto histórico de la historia española contemporánea: el olvido de los crímenes de la larga dictadura franquista y las fosas comunes sobre las que Francisco Franco construyó un sistema al que hoy la sociedad española se amolda. 

En su país, Almodóvar despierta controversias porque la enorme mayoría de la sociedad no quiere saber nada con revisar su pasado. Pero más allá de ese estimable compromiso político que el cineasta asume, el problema reside en que el eje melodramático y el histórico no resultan bien ensamblados. Al establecer una analogía entre el cruce accidental de dos bebés en una maternidad -eje melo- y el borramiento de la memoria de los crímenes de la dictadura -eje histórico-, Almodóvar termina banalizando involuntariamente el terror estatal. Los discursos que proliferaron alrededor de la película confundieron el problema de la identidad como construcción histórica colectiva -como puede ser la lucha por Memoria, Verdad y Justicia de los movimientos de derechos humanos en Argentina- con una simple pesquisa que se resuelve mediante estudios científicos. Y los resultados científicos son tan insuficientes en el campo de las narraciones como en el de las luchas políticas. Esta falla de la estructura narrativa es rara en un director que se caracteriza por desplegar dispositivos muy complejos, emocionantes y precisos. En Madres Paralelas, el resultado del cruce de estos dos ejes conduce a la confusión y una cierta niebla emocional perniciosa para el cine y para la política.. 

En nuestra columna también analizamos la actitud de los consumidores de cine en streaming que tienden a celebrar el acopio de productos que consumen y esquivan la instancia de la crítica. La crítica no es una profesión especializada sino una posición que cualquier espectador de cine puede ejercer. Pero el consumidor de plataformas se vuelve un reactivo adorador de sus consumos.
 

martes, 29 de marzo de 2022

Secuencia: no hay otra

1- El 10 de diciembre pasado, en un acto al que asistió también Lula y el Pepe Mujica, Cristina le propuso públicamente al presidente Fernández el proyecto de solicitar a EEUU la colaboración para identificar a los evasores de las cuantiosas fortunas que se fugaron durante la administración macrista. Que la deuda la paguen los que la fugaron. AF la oyó como quien escucha caer la llovizna. Porque en realidad el presidente se dedicó a... ¿qué?

2- El entornus albertero sin votos durante todos estos meses de inercia política le estuvo comiendo el oído a Fernández para que se deshaga de la molesta presencia de Cristina y que gobierne con el apoyo del macrismo y la derecha pejotista. Una nueva mayoría parlamentaria formada por los "moderados" de Larreta y Alberto. El presidente no se animó a romper el Frente de Todos con el que llegó al gobierno (el Poder es otra cosa, ¿no?), pero fue convenciéndose de que los votos que sacó en 2019 los obtuvo por su irresistible carisma, mientras los cuatro millones que perdió en 2021 se debían a la "radicalización" impulsada por el kirchnerismo. 

3- Kristalina, atenta, señaló que el escollo principal para que en Argentina se hagan las reformas estructurales que el país necesita y el FMI recomienda es la "izquierda radicalizada" del peronismo. O sea: Cristina. Una vez más, el Resto del Mundo.

3- Carlos Pagni el lunes de la semana anterior en su programa del canal macrista lanzó el rumor de que Cristina estaba redactando con la ayuda de Horacio Verbitsky (?) su renuncia, con una carta durísima cuyas consecuencias podrían desestabilizar al gobierno de Fernández, y que la carta iba a ser publicada el 24 de marzo, durante la Marcha a Plaza de Mayo.

4- El 24 Cristina y Máximo mostraron quiénes tienen el poder de movilización popular. La carta fue la Marcha. Alberto Fernández se dedicó a ignorar puntillosamente la principal movilización popular que se produce anualmente en Argentina. Los diarios Clarín y La Nación, igual que el presidente, trataron de invisibilizar la movilización.

5- No hubo carta de renuncia: era una operación de Pagni nomás, con la que la derecha tiró toda la semana y que hasta los alberteros -Beliz, Katopodis, Zabaleta, el Chino Navarro- compraron (¿o deseaban?). Operaciones como esta forman parte de la narrativa del establishment desde que se propuso erradicar a Cristina de la política argentina, sin éxito desde 2007.

6- Cristina retomó ayer desde la bancada del FdT en el Senado el proyecto que le había propuesto hace tres meses al presidente moderado.

7- CFK ayer también se reunió con el embajador de USA y hablaron del problema del lavado de activos, de la trata de personas  y de la defensa de los derechos humanos. Al término de la reunión Cristina hizo pública la foto, la segunda parte del mensaje que empezó a emitir con la Marcha multitudinaria del 24. Hay una dirigente del Frente de Todos, detestada por el conjunto del establishment financiero, judicial, mediático y agroganadero, que hace política en Argentina.

8- Juntos por el Cambio inmediatamente salió a repudiar el proyecto, claro, porque ese sector político representa a los fugadores.

9- Movilización y liderazgo, lo que andaba faltando, no roscas palaciegas y moderación posibilista, es lo único que nos puede sacar del atolladero.

10- Hasta que no aparezca otro, no se sabe cuándo, el pueblo necesita el liderazgo de Cristina. No hay otra.

lunes, 28 de marzo de 2022

En medio del trap

por Ezequiel González

“El tiempo pasa, nos vamos poniendo Tecnos”

 (Prodan, Cover Milanés) 

1/ Postergando el juicio de que el Trap es una basura

Los debates como las ideas no se matan, mueren solas. Mueren por desinterés y se archivan hasta que algún curioso las vuelve a activar. Hoy el debate que vuelve a la escena musical es el que tuvo lugar en el programa de televisión Sábado Bus entre Pappo y DJ Dero, donde se discutía si lo que hacía Dj Dero era hacer música o pasar música. ¿Qué triunfó al final? ¿La música tocada por seres humanos o aquellos que aprietan botones?

Para saber en qué anda la música hoy hay que ir a buscarla, como propuso Mark Fisher -el intelectual de moda en Palermo Soho-, que se preguntaba cuánto puede vivir una cultura sin la renovación de ideas que trae la juventud. 

La juventud hoy trae una música en la que se mezclan los géneros y pareciera que expresa la sensibilidad de los robots. Entre el autotune, pistas lanzadas por una computadora,  improvisaciones y samplers. Lo que llaman “trap” es una denominación que viene de Norteamérica -los bautizadores de las cosas-, palabra que significa “trampa”. Una especie de rap más sucio en sus líricas, ayudada por el autotune, como para definir rápido el concepto. Lo bueno del trap es que todos pueden hacerlo. Parece que tiene el espíritu de ese espectacular disco de los Auténticos Decadentes, Cualquiera Puede Cantar. Hoy, con la tecnología como gran prótesis celeste, todos puedan cantar y sonar igual.

Como todas las cosas, el trap tiene sus detractores. Más si tiene éxito. Y el éxito hoy los mismos pibes lo miden con “viewers” (tener escuchas o vistas en las plataformas) y hacer tagui

En el estrado de la verdad, es decir twitter, están los que los aceptan. Y están los que dicen que el trap es una basura pasajera. Que ya, con pandemia mediante, lleva cinco años en Argentina y unos diez en España. Hoy el rótulo trap se va desdibujando y pasó a llamarse: “música urbana”... ¿Una mutación? (parece que le tienen fobia a encasillarse en un rubro). Este nuevo concepto es ahora: más mezcla.  Reggaeton, bachatas, cumbias, rave, música disco, punk robótico, rock y todo lo que se le quiera agregar a esta salsa. Como explicaba Cioran en su silogismo: “Una moda filosófica se impone como una moda gastronómica: se refuta igual una idea que una salsa”.

Es más: hoy uno llamado Lit Killah hizo un sampler con el hit del Chaqueño Palavecino “La ley y la trampa” al que apodó “La trampa es Ley”.

2/ ¿Qué es entonces el trap?¿Música Cyborgs? 

La breve y veloz historia de esta musiquita que por lo menos hoy suena acá en Argentina es la historia de un manojo de pibitos que hacían riñas de gallos en las plazas de Capital, replicadas en algunos territorios del conurbano y el interior. ¿Qué era eso? Se juntaban a rapear con una base -la hacía un beat bot, que por lo general es un gordito que la hace ruiditos con la voz- y se peleaban con palabras. El que combinaba mejor llegaba a la final y había un campeón. Era un piberío tremendo, con un espíritu amateur descomunal. La competencia les dio algo. El “Quinto escalón” fue como el gran semillero, fue como The Cavern Club, pero a cielo abierto, sentados en la escalinata. Hoy se pueden ver esas batallas en YouTube y están los traperos de hoy, más chiquitos y sin tatuajes. De esa movida quedaron las batallas, pero ya no en las plazas, sino como recitales: “peleas de gallos Red Bulls”, ahora sí con sponsor y entrada paga. Si hay un éxito y no se cobra ticket, ¿es un éxito? se pregunta el capitalismo. Ahí quedaron varios, otros se fueron a hacer música. Se armaron estudios en casas alquiladas y se pusieron a hacer canciones. Comenzaron y el sistema los recibió. Algunas disqueras salieron a apadrinarlos, cómo se iban a perder estos nuevos diamantes en bruto que escucha la gente en YouTube. 

Pero muchos artistas dijeron que no, aún con la cara llena de granos, los pibitos mostraban un hipo de ética, un “no me vendo”, como una acción anticapitalista o antisistema -aunque hilando fino, nada sucede fuera del sistema pero, bueno, usaron dos tanques para promocionarse,  YouTube y Spotify, diciendo no a las discográficas. Dos empresas Unicornio que les empezaron a armar las mansiones con sus canciones, ahora que no necesitaban llevar demos y miles de horas chupando p*** a Mario Pergolini. El impacto era inmediato. Mataron a los intermediarios, las sanguijuelas del arte. 

Lo que a las bandas en los 90 y principios del 2000 les costaba entre diez y quince años, hoy se acortó a tres meses. Los panes han sido multiplicados convirtiendo en celíacos a casi todos. Ya hay una saturación. Ya  hacen conciertos sin tener todavía 10 canciones. Decí que llegó la Pandemia y se tuvieron que guardar un año, cosa que usaron para hacer canciones o discos “subiendo el level”, como ellos dicen. Este boom hispano-urbano fue total. Podemos mencionar el caso de L-Gante, que arrancó estampando y vendiendo barbijos al comenzar la pandemia y al terminar el encierro salió de la caverna como una superestrella. “Se pegó”, como dicen los pibes.

No llego aún a hablar de sus músicas, sino como un sociólogo de bar, pensar lo que esa generación está viviendo de manera muy veloz. 

3/ 

Hoy el trap lleva eso, suena a la época en que vivimos. Velocidad y cinismo. Y tiene el eco del espíritu indie y no punk, como explica Ernesto Castro es su libro El trap: Filosofía millennial para la crisis en España. Sus letras muestran fiestas de revientes, drogas y una devoción por las marcas. Educados por los mass media, usando mucho la comparación, ya que si les sacamos el “como” la estructura de muchas canciones se hacen líquido. Salvo WOS, del que habría que hacer un capítulo aparte, los traperos están a gusto con su realidad. Escriben sobre el amor, el desamor, las drogas, las salidas y se tiran beef con otros artistas, se acusan de copiarse, de no ser originales, de no ser reales porque no hablan de sus vidas, de que no saben lo que es ser gangstas o andar con fierros. Chicos jugando al rap que siguen hablando de sus cosas y canciones en vivos de instagram. Están transmitiendo sus vidas, su horas de ocios, hay miles de pibes viendo eso en vivo. 

Antes uno compraba un cassette y desde un walkman habitaba el mundo como un polizonte; hoy cada play repercute en el artista financieramente. Miles de dispositivos enchufados a la matrix en la edad del dato y el cálculo. Y otros miles haciendo reacciones a estas canciones. Parece que los que escuchan su música van a buscar que otros las autoricen y digan que la canción es buena o mala, hay un mercadito en esto de las “reacciones”. 

Si el rock quedó para los nostálgicos, como planteaba otro teórico pop-choclero, Simon Reynold en su libro Retromania, en el que decía que hoy existe una adicción al pasado, el trap habla de hoy y el futuro. Es ficción y simulacro. Pibes que se hacen los pandilleros pero en realidad juegan a la playstation y graban en sus piezas acondicionadas cuando tienen una idea. Pero, ¿cuánto puede durar el trap? 

4/ 

Habría que hacer un decálogo de todos los músicos, artistas y traperos. Pero mientras uno se detiene, nace otro rizoma y sólo basta darle play para conocerlo. Esa es toda la búsqueda. El impacto dura lo que la canción y ya se espera la próxima. Pero esa música hoy está ahí, sonando en los autos, en los negocios, en las radios y en los celulares. 

Volvamos ahora a esas carreras en las que, a fuerza de talentos en bruto y con la tecnología que supieron conseguir, desde las netbooks del gobierno de Cristina hasta las Apple de padres con contactos, van apareciendo discos. Discos que pueden llegar a representar una época. O al menos suenan como tal. Algunos la llaman la música de la decadencia, porque suena todos iguales y no dicen mucho. Hay que ver qué siguen haciendo. 

Los clones como la Oveja Dolly mueren jóvenes

Los 90-2000 también fueron la fiesta de bandas clones, entre Charly y Spinetta. Como esa ciudad de Star Wars, Tatooine, que tenía dos soles. Hoy no se puede limpiar todo ni decir que todos son iguales. La permanencia sigue siendo lo más difícil.   

Hoy estos pibes clones apenas están comenzando. La música que hoy hacen, que a mucha gente le puede no gustar, puede ser una etapa de sus carreras, como las tuvieron los pintores y los escritores. Hoy se copian desde el banco del fondo en la escuela. Pero de vez en cuando sale algún disco. Hoy se puede escuchar Post Mortem de Dillom, un rapero menor que ya desde el nombre del disco entiende que el género está muerto y hay que buscar estilos nuevos. Parece ser el que mejor escribe, con mucho humor, riéndose de varios de la escena y haciendo una gran puesta en sus videos:

 

En el Lolapallooza 2022, tocó el disco y fue uno de los que mejor sonó esa noche. 

Esto es un recorte atroz de un montón de años, no es revisionismo. Pero en un país que tiene una gran cultura musical, los pibes que hoy hacen, crean y gestionan sus movidas, no vienen de afuera productores a fabricar Mambrúes y Bandanas. No hay que caerles con todos los fiscales. Yo les tengo les fe a muchos. Las bandas que escuchaba de pibe ya suenan en Radio Aspen. 

Pienso en dos carreras adelantadas, como son las de C-Tangana y Rosalía, dos españoles que comenzaron en la escena under y hoy son artistas conceptuales. Fueron a la tradición española y la actualizaron a la web 3.0. Hoy graban con Calamaro, Drexler, Pharrel y The Weekend. En mi humilde gusto, crearon dos grandes discos. 

C-Tanga tocó para el Tiny Desk, un ciclo de conciertos en el que los invitados muestran su obra en 15 minutos. Ahí llevó su disco El Madrileño:

Rosalía sacó su segundo disco. Para sus seguidores era muy esperado, porque el primero había sido muy bueno. El disco llamado Motomami se lanzó desde TikTok para que pueda ser visto en celulares: 

viernes, 25 de marzo de 2022

Me mandaron una carta

Hace dos años los organismos de Derechos Humanos decidieron suspender el tradicional acto del 24 de marzo, la fecha cívica más potente de la Argentina contemporánea. Las normas de aislamiento social preventivo ante la pandemia que se había desatado semanas antes lo exigía, algo que no había sucedido nunca, ni en los momentos más oscuros de la dictadura. Fueron dos años de desmovilización provocada por una contingencia y aprovechada por los sectores más reaccionarios de la sociedad, que había querido borrar del calendario esta fecha ni bien asumió el macrismo en 2015 sin lograrlo.



Las circunstancias actuales son como todos sabemos muy difíciles, en el aparente final de la pandemia, ante las consecuencias apiladas de esa catástrofe planetaria, sumadas a las críticas condiciones socioeconómicas en las que el macrismo dejó el país y que el gobierno del Frente de Todos no supo hasta ahora desactivar. El reciente acuerdo con el FMI, como resultado de la disparatada deuda contraída por el gobierno de la derecha derrotado en 2019, dejó al frente gobernante en estado de crisis deliberativa, la mitad de los argentinos viven en la pobreza, la situación bélica en Europa disloca las condiciones externas en un momento en que los sectores exportadores quieren acaparar todas las ventajas comerciales que la situación produce y no hacerse cargo de ninguna de las desventajas: el resultado de esta combinación de factores es un país más desigual, con cada vez más pobres y una minoría enriquecida cada vez más rica. Las desaveniencias del gobierno del FdT y un ejercicio errático de la autoridad por parte del presidente Fernández favorecen un malestar colectivo que repercute en la relación entre los diversos sectores de la coalición gobernante.

En este marco, las operaciones de acción psicológica de los medios corporativos funcionaron a full preanunciando una inminente ruptura del FdT por decisión de su dirigente más importante y su creadora: Cristina Fernández de Kirchner. El vocero de la derecha Carlos Pagni echó a correr el lunes pasado que se esperaba para este 24 la aparición de una durísima carta de Cristina que podría anunciar su alejamiento del gobierno. Pagni llegó a "adelantar" que Horacio Verbitsky estaba colaborando en la redacción de la temida (o ansiada) "carta de Cristina". 


Cualquiera que no se dejara operar por el calvo locuaz de los lunes podría inferir que los movimientos políticos de Cristina no suelen ser nunca lo que todos esperan. Pero la operación lanzada por Pagni pareció tener eficacia persuasiva incluso en algunos sectores del Frente que desearían que Cristina se vaya para que AF gobierne con una coalición del peronismo ortodoxo y las "palomas" del JxC (como si tal especie zoológica existiera).

Si hay una cosa previsible en esta Argentina donde es tan difícil de predecir algo para el corto, mediano o largo plazo, es que Cristina nunca hace lo que todos esperan. Parte de su peso político (que mantiene como ningún otro dirigente desde hace un par de décadas) consiste en la imprevisibilidad de sus tácticas, unida a la firmeza de su estrategia. Escribir un libro, postularse a vicepresidenta, acompañar en la fórmula a un dirigente no demasiado popular que durante varios años se paseó por los canales criticándola, ganarle con esa fórmula al Resto del Mundo: un analista político medianamente sagaz ya debería saber que lo Cristina decide no lo anuncian los medios una semana ni tres días antes. Probablemente el propio Pagni lo supiera, pero tenía que lanzar la especie para cumplir con el deseo de sus empleadores. Por su prestigio periodístico no debería abusar de esas falsas profecías, porque su única eficacia radica en que alguien le crea.

Horas antes desde sectores cercanos a Cristina salió el mensaje que parecía más probable: "La carta es la marcha". Significa dos cosas: que Cristina no va a hacer lo que esperan cuando lo esperan, además de que una intervención pública suya no va a colaborar para opacar la fecha más importante del año político. Efectivamente, Pagni había lanzado una mentira, la movilización fue inmensa, el movimiento de Derechos Humanos es uno de los haberes más poderosos con que cuenta la democracia argentina y La Cámpora se afianza como la organización política más articulada y numerosa del país. Fernández Alberto deberá decidir si quiere terminar su mandato recostado en el poder de la movilización popular de los que estarían en condiciones de sostenerlo ante las movidas desestabilizadoras o ceder a los aprietes del establishment local e internacional.

La marcha fue la más grande de los últimos años y probablemente las maniobras de la derecha en la oposición y en el propio Frente de Todos ayudaron a que cientos de miles de personas en todo el país salieran a ganar la calle. La ocupación de un territorio público y la manifestación de las consignas directrices son el lenguaje en el que habla el pueblo mientras los operadores lanzan sus intrigas en canales de televisión y redes sociales.

Me gusta esta frase que ayer tuiteó Carla Maglio. A las 15 había tuiteado: 

"Vamos a pisar la Plaza, le dice un hombre a su mujer, mirntras cruzan Bolívar. Es algo... no sé... griego".

Un rato antes ella misma había tuiteado:

"Todas las marchas, todos los 24, son también el lugar de las disputas en curso, de la coyuntura. Eso no quiere decir que no sean sobre todo el momento en que aparece el pueblo, y lo que buscamos en común. Y lo que no queremos".

El momento en que aparece el pueblo. El 24 el pueblo no falta.

Video tomado por integrantes de la Cámpora

 

Documental de la marcha desde el Espacio Memoria y Derechos Humanos ex Esma a la Histórica Plaza Mayo. Este documental fue realizado por los militantes de La Cámpora de La Pampa, que participaron de la Marcha del 24 por Memoria, Verdad y Justicia.

sábado, 19 de marzo de 2022

Contra la falacia de la moderación: hay que ser precavidos y audaces al mismo tiempo

El hambre no se modera


por OAC

El liderazgo político de Alberto Fernández está dañado de manera irreparable. Pero es imprescindible que los plazos constitucionales se cumplan a rajatablas, porque su salida anticipada pondría en peligro la democracia y la integridad del campo popular. La fórmula del Frente de Todos ideada por Cristina fue un gran paso para ganarle las elecciones al Resto del Mundo (literalmente hablando: tengamos en cuenta el escandaloso y descomunal préstamo del FMI a macri). Esta misma fórmula tenía una falla que hoy se vuelve imposible de desconocer: Alberto Fernández, su retórica apagada, su grisura y su apariencia inofensiva eran muy convenientes para captar votos decisivos del gran sector del electorado despolitizado, el que en cada período se inclina a uno y otro lado de los proyectos políticos en pugna. Sobre la indefinición de la apariencia de Fernández millones de votantes proyectamos lo que deseábamos ver. Así logramos desalojar a macri del gobierno, a pesar del apoyo del Resto del Mundo. Fue un triunfo que agradecemos a la perspicacia de Cristina.

Esa misma indeterminación se hace insostenible ahora para un pueblo que necesita que se tomen decisiones que frenen a quienes apuestan desde hace décadas a la disolución nacional y que, después del desastroso gobierno de macri y su fracaso electoral, están particularmente ensañados en destruirlo todo: en disolvernos como pueblo.

¿Debería haber encabezado la fórmula del FdT un candidato que sumara a su votabilidad para atraer a sectores despolitizados una determinación para enfrentar a enemigos implacables? La respuesta depende de si esa persona existiera. Fernández fue peor que lo que las más pobres expectativas depositaron en su voto. No fue capaz de tomar una decisión en favor del pueblo. Dilapidó con una cadena sorprendente de errores una oportunidad histórica que Cristina le cedió. Durante unos meses, la aprobación que AF pareció conquistar fue esfumándose, cada vez más rápido. Hoy lo vemos atrapado en la misma irresolución de sus primeras semanas, cuando todavía tenía la fortaleza de desarticular la trampa que la derecha nos había tendido. Hoy parece incapaz de registrar el rechazo que produce a un lado y otro, incapacidad que una descripción benevolente caracteriza como "moderación". Políticamente AF no es moderado: todas sus decisiones aumentaron la desigualdad y cavó un abismo más profundo en la fractura social. Si quería venir a cerrar una grieta, hoy pedalea en el abismo ensanchado entre unos pocos cada vez más ricos y millones cada vez más pobres. Alberto Fernández -no conocemos su interioridad- actúa como si no se diera cuenta de que sus continuas claudicaciones le siguen restando legitimidad política.

El FdT no puede romperse hoy, cuando el campo popular aún no resolvió cómo reorganizarse para enfrentar la ofensiva de la derecha. Fue un instrumento apto electoralmente en 2019, funcionó mal como dispositivo de gobierno y en 2023 puede volverse nocivo para los mismos intereses populares. Una bi-coalición que neutralice la resistencia popular en nombre de la "moderación posibilista" nos condenaría como pueblo. No queremos permanecer en un esquema que ya no brinda resultados dignos. El arreglo con el FMI es ruinoso y compromete el futuro de una generación. La deuda no la contrajo el FdT ni AF, pero la negociación resultó un fracaso que, con un mínimo de información que nos fue retaceada, deberíamos haber impedido hace tiempo. El acuerdo implica pérdida de soberanía e intromisión del imperio en las decisiones más sensibles para el futuro popular. Un error de cálculo en los procedimientos del economista Martín Guzmán -que ya va a encontrar empleo en organismos financieros internacionales, una vez que sus hipótesis de trabajo se hayan mostrado ruinosas para el país-, una deficiencia insanable en la formación política de Alberto Fernández -que se sumará a la galería de los presidentes que no estuvieron a la altura de los desafíos históricos, Guzmán y Fernández algún día se van a ir pero el pueblo se queda. La votación en ambas cámaras legislativas del acuerdo que entrega nuestra soberanía al FMI fue posible por el entusiasta apoyo de aquellos a quienes pretendimos vencer y generó un desaliento en nuestras filas difícil, no imposible, de revertir.

Alberto Fernández gobernó con miedo: miedo al poder económico, el mismo miedo que en el siglo pasado tuvieron los presidentes radicales. Como llegó con nuestros votos, su ineptitud produjo un daño adicional. 

Un documento elaborado por un conjunto de autopercibidos "intelectuales" pretendió plantear el dilema de esta hora como una dialéctica entre "moderación" y "radicalización". Falso dilema: los resultados de las defecciones de Fernández y su equipo no son moderados sino excesivamente perjudiciales para nuestro pueblo. La "carta" pone por delante de cualquier objetivo la exigencia de unidad del Frente de Todos, pero en la práctica es una unidad cuya conducción política se inclina invariablemente por caminos impopulares. Un solo y decisivo ejemplo: el ajuste económico que Guzmán decidió en medio de la pandemia, subjecutando presupuestos, suspendiendo la asistencia estatal para damnificados por la situación, en pleno año electoral, significó la ruina para millones de familias y la pérdida de las elecciones legislativas que debilitaron dramáticamente las posibilidades del campo popular. El ajuste de Fernández y Guzmán es la explicación suficiente de la derrota electoral, mientras se negociaba un acuerdo con el Fondo cuyo resultado fue nocivo en todos los niveles. El documento de los autopercibidos "intelectuales en favor de la unidad" carece por completo de la capacidad de preguntarse para qué sirve esta unidad. Al 50% de argentinos que vive bajo la línea de la pobreza no les sirve. A las organizaciones populares que el año que viene se enfrentan a la probabilidad de ser castigadas una vez más por la derecha salvaje tampoco. Entonces, ¿qué nos proponen los que aconsejan moderación y unidad?

Poné la fecha, la puta que te parió...

El punto ciego de la falacia de la moderación es que no se interroga con quién hay que unirse ni tampoco para qué sirve la unidad. El jueves en la puerta de la Casa Rosada aparecieron el presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, y Héctor Daer, integrante del Consejo Directivo de la CGT, para anunciar que la semana que viene van a ser convocados al "diálogo" para acordar las políticas del post-acuerdo con el Fondo. Si estos son los sectores a los que Fernández convoca a dialogar, ya podemos anticipar los resultados.

El análisis de los medios corporativos, verbalizado también por varios legisladores de la derecha, asumido incluso por autopercibidos intelectuales moderados, es que el problema al que se enfrenta el país es la actitud inmoderada de los que rechazamos la claudicación. Pero a una claudicación no se la puede rechazar moderadamente. Si tenemos necesidad de medir nuestra capacidad para responder a la ofensiva del poder económico, es por nuestra autopreservación, para ser capaces de dar respuestas más eficaces a los ataques reaccionarios, no por la virtud de la moderación. 

El nombre que le pone al problema argentino todo el establishment, nacional e internacional, los respresentantes del macrismo que votaron a favor del acuerdo ruinoso, sectores conservadores del peronismo e incluso los autopercibidos intelectuales de la moderación es "kirchnerismo", la "izquierda peronista radicalizada" de la que habla Georgieva, cristalina. La figura a la que hay que denigrar, demoler, si es posible encarcelar o agredir física y simbólicamente es Cristina Fenrnández de Kirchner. Integrantes del círculo que rodea a Alberto Fernández, el Grupo Callao, la derecha pejotista integrada al FdT, los gordos cegetistas, el Evita e incluso sectores mediáticos que se definen oficialistas hacen  esfuerzos extras para aislar al kirchnerismo como el obstáculo a remover para que la Argentina moderada -y sometida- se afiance. El círculo más cercano de AF opera continuamente contra el liderazgo de Cristina -destinataria de los votos que llevaron a AF al sillón presidencial- y presiona a AF a que desplace al kirchnerismo de la coalición gubernamental. Quizá un resto de autopreservación, tal vez su propio carácter timorato, hacen que Fernández no se decida a ejecutar esos consejos. Pero toda su gestualidad se empeña en agraviar a los sectores políticos y sociales que lo hicieron presidente.

La paradoja que nos desafía es que necesitamos sostener a Fernández en su cargo hasta el final del mandato, a pesar de que cada día él parece idear nuevas formas de dañar los intereses populares, incluso de mellar su propia autoridad, a la que necesitamos sostener. Es la derecha la que ansía que un gobierno salido de la voluntad popular, con un discurso electoral reparador, termine volando por el aire. Parte de esa derecha opera también en el círculo cercano a Fernández y en varias de las organizaciones que se declaran "albertistas".

Así de difícil es para nosotros este momento. La dificultad nos obliga a extremar nuestra capacidad de análisis y agudizar la firmeza de nuestros movimientos políticos. Por eso no pedimos romper todavía con el Frente de Todos. ¿Qué hacer? Resistir en las calles el ajuste pactado por el FMI, las clases dominantes, el macrismo y la derecha del peronismo. Hay identidades que no se borran fácilmente. 

Nos vamos a encontrar en las Plazas del país el próximo 24 de marzo, en una nueva jornada de repudio a la dictadura, cuyos efectos quieren prolongarse en el reciente acuerdo con el Fondo, a los que seguiremos resistiendo. 

No a la claudicación. 

No a la desmoralización de la militancia. 

Sí a la unidad del campo popular que resiste la entrega de la soberanía nacional. 

Los instrumentos electorales no son fines en sí mismos. No es solo una cuestión de elecciones. 

La suerte que corramos no espera hasta las elecciones de agosto y octubre de 2023: depende de lo que hagamos desde este mismo instante.

No nos han vencido.

viernes, 18 de marzo de 2022

Nunca más vas a trabajar en televisión - The Smile

No temas, mi amor, es puro humo

huesos jóvenes amontonados

chicas que se cortan las muñecas

vuelven a escena para el beso por la canción de cuna.


Detrás de algunas rocas, debajo de algún puente

un crápula te promete la luna.


Sí, claro

sueño profundo

la noche entera.


Un chico encadenado en oro

un par de sogas flojas

apenas una puntada fácil de descoser

incluso mi pie izquierdo.


Dejá que oscurezca, bunga bunga 

o no volverás a trabajar en televisión.


Sí, claro

los mastica, los escupe

como sea que se llame el genio mecánico

tantas esperanzas hermosas y tantos sueños jóvenes

arruinados por esas miradas malvadas y esas patas de cerdo.


Boludo triste, tirás unas monedas

sacá tus sucias manos de mi amor

Dios sabe dónde más anduviste

Dios sabe dónde más anduviste.

 

En mayo del año pasado Thom Yorke y Jonny Greenwood, integrantes de Radiohead, presentaron una banda paralela llamada The Smile. El baterista Tom Skinner (de Sons of Kemet). El productor es Nigel Godrich, habitual colaborador de Radiohead. Ya dieron a conocer cuatro temas, entre ellas esta "You Will Never Work In Television Again", de un carácter cercano al post punk. Trasmitieron un ensayo por Instagram Live. También hicieron algunos conciertos en streaming. El lema de la banda es "where work is more fun than fun".

 


Como para desorientar un poco más a los fans de Radiohead, ayer dieron a conocer otra canción, de estilo más cercano al que tiene la banda en la actualidad:

 

Y un par de días antes el propio Thom Yorke sacó un tema solista:


¿Entonces?

sábado, 12 de marzo de 2022

Año Querelle


por O. C.

En 2022 se cumple el 40 aniversario de Querelle, la película póstuma de Fassbinder que se estrenó pocas semanas después de que su autor fuera encontrado muerto en su casa sin ventanas, a los 36 años, con el cuerpo estragado de alcohol, cocaína y píldoras. En la cama Fassbinder tenía bocetos de cinco nuevos guiones para filmar en los próximos meses. Querelle era su largo número 41, si no contamos las series y telefilmes que también hizo. Pasó por el siglo del cine como tromba inolvidable para sus testigos, aunque la administración de la memoria cinéfila para las nuevas generaciones privilegia modelos clasicistas más conciliables con el conformismo de época. La radicalidad estética de Fassbinder es todavía, quizá aún más que antes, indigerible.

No hay un estilo Fassbinder sino tres, cuatro. Pero Querelle no parece encajar totalmente en ninguno de ellos. Cuando se estaba muriendo, él estaba reinventándose como cineasta, inventando el cine. A Querelle, no una adaptación de Jean Genet al cine, sino una película "sobre" Querelle de Brest, la novela de Genet, no le cabe ninguna de las acepciones de la palabra adaptación. Fassbinder no acerca a Genet a "su" mundo sino que se aleja de sí, genera nuevas coordenadas para la obra cinematográfica que, tanto en su estreno fue recibida con comprensible desconcierto. Entre la cinefilia obediente de hoy resultará más rara.


"Tensión formal" es un concepto al que acudir para nombrar su anomalía, y Querelle ya es en sí una anomalía dentro de otra anomalía. Si un rasgo persiste en el gesto fassbinderiano, es el de desconcertar los hábitos por los que un espectador acomoda su ojo, su oído y su identificación ante a lo que ve y oye. Algo está fuera de lugar en su cine, a veces casi todo está fuera de lugar. Eso se ve en las picos de su extensa obra: Alemania en otoño (1977), En un año con 13 lunas (1978) y por sobre todas Querelle.

La intensidad de su compulsión productiva lo hacía filmar sin pausas, ir de los estilos más ásperamente realistas a una resaca difusa y vibrante. Era su respuesta artística a su litigio con el mundo. El cine de Fassbinder no es más grande que la vida porque no está afuera de la vida, sino que se ubica en sus bordes turbulentos.



Vincent Canby, el crítico de Variety del New York, es decir, la voz del establishment, manifestó inmediatamente su perplejidad y rechazo en su "FASSBINDER'S LAST" del 29 de abril de 1983:

"Querelle es un desastre y tiene valor principalmente por la forma en que define las fortalezas y limitaciones particulares del cineasta europeo más importante de su generación. En relación con las grandes películas que marcan su corta pero prolífica carrera, Querelle es un desvío que lleva a un callejón sin salida. (...) Querelle (...) es una de las películas más arriesgadas que jamás haya hecho Fassbinder, resultado de cientos de elecciones audaces, algunas de ellas inteligentes, pero casi todas equivocadas". De ahí en adelante, Canby se dedica a comparar penosamente las diferencias entre el original literario y la versión cinematográfica. Su texto es un ejemplo de cómo a veces la recepción crítica de una obra queda atrapada por la estrechez de su contexto.

En Querelle la coordenadas usuales de organización espacio-temporal estaban siendo alteradas con una resolución que hasta hoy no encontraron continuidad. El espacio que los críticos de su época desacertadamente interpretaron como "teatral" tuerce ligeramente el eje vertical unos grados hacia la izquierda, lo que produce una extraña sensación de inestabilidad, el mundo cayéndose para un costado, a la vez que su estallido cromático dislocaba la noción fotográfica de balance de blancos que obligaba al ojo a reorganizar su rutina perceptiva. En la banda sonora, el rumor místico magistralmente sostenido por Peer Raben es herido por ruidos disonantes de videojuegos anacrónicos. Esos son los conflictos que Fassbinder plantea al espectador. ¿Si su corazón no se hubiera detenido esa noche de junio de 1982 Querelle hubiera sido el comienzo de un nuevo ciclo? No podríamos saberlo nunca. Pero no ha habido cineasta capaz de avanzar por los senderos que Fassbinder abrió hace 40 años.


Ahora se verá si al menos algún festival puede hacerse cargo de su ya prolongada ausencia.

jueves, 3 de marzo de 2022

100 años de Pier Paolo Pasolini (5 marzo 1922 – 2 noviembre 1975)

por Lidia Ferrari

Inmediatamente antes de su asesinato en 1975 Pasolini escribe una serie de notas polémicas en diarios de la época. Épocas antiguas en las que los diarios de circulación masiva producían interesantísimos debates intelectuales. Se ocupa de ese nuevo fascismo que emergía en los jóvenes de los años ’70 y hace un contrapunto con lo que denomina el fascismo “normal”, el de la sociedad de consumo capitalista que producirá una mutación antropológica de los italianos.

Para Pasolini siempre fue posible distinguir entre diferentes culturas en Italia, pero esas culturas cedieron a la homologación de la sociedad de consumo, realizando el sueño interclasista. Dirá que ese nuevo poder no es fácil de reconocer y no está ni en el Vaticano, ni en las fuerzas armadas, ni en los potentes democristianos, ni tampoco en la gran industria italiana. Ese nuevo poder tiene rasgos modernos de una falsa tolerancia. Para Pasolini este nuevo poder capitalista es en realidad una forma “total” de fascismo porque ha homogeneizado culturalmente a Italia.

En 1974 concluye una nota que titula “El poder sin rostro” diciendo: “Porque el viejo fascismo, aunque más no sea a través de la degeneración retórica, distinguía: mientras el nuevo fascismo no distingue más: no es humanísticamente retórico, es americanamente pragmático. Su fin es la reorganización y la homologación brutalmente totalitaria del mundo”.

La reacción de diversos intelectuales fue inmediata. Lo acusaron de añorar el pasado rural de Italia. Pasolini los despacha a leer a Gramsci y a ver sus propias películas. Lo que le interesa es afirmar que el centro cultural del consumo ha destruido la diversidad de culturas a escala mundial y esto supone, para Pasolini, “el nuevo y más represivo totalitarismo que nunca se haya visto”. Como Italo Calvino había escrito que no conocía a los jóvenes fascistas ni querría conocerlos, Pasolini le dice que su respuesta es muy desafortunada, por dos razones. Primero porque no reconocería a un joven fascista de uno que no lo es, pero, sobre todo, le propone lo acertado que sería encontrar a alguno de estos jóvenes fascistas pues ellos “no son los fatales y predestinados representantes del Mal: no nacieron para ser fascistas. Nadie […] les puso de manera racista la marca de fascistas. Es una atroz forma de desesperación y neurosis que empuja un joven a una tal elección; y quizás habría bastado una sola pequeña diversa experiencia en su vida, un solo simple encuentro, para que su destino fuera diverso”. Un Pasolini lúcido y sensible que nos explica el terrible error que se comete cuando se hace sustancia del ser de un sujeto.

Me detengo en estas palabras de Pasolini porque considero que nos ayudan a pensar el momento presente y a no practicar el mote de fascista livianamente.

Comenta el filme Fascista de Luca Naldini, hecho con imágenes de archivo de la época de Mussolini y dice que hay que verla para constatar que esa gente ya no existe más. Pasolini, tan sensible a los rostros humanos, nos dice:

“Basta un instante de posar tus ojos en esos rostros para ver que esa multitud ya no existe más, que están muertos, que están enterrados, que son nuestros abuelos. Esto es suficiente para comprender que el fascismo no se repetirá de nuevo. Es por eso por lo que una buena parte del antifascismo de hoy, o al menos lo que se llama antifascismo, o es ingenuo y estúpido o pretencioso y de mala fe: porque libra batalla o pretende dar batalla a un fenómeno arqueológico muerto y enterrado que ya no puede dar miedo a nadie. En resumen, un antifascismo cómodo y aplacado. Creo, lo creo profundamente, que el verdadero fascismo es lo que los sociólogos han llamado demasiado bien “la sociedad de consumo”. Una definición que parece inofensiva, puramente indicativa. Pero no. Si uno observa bien la realidad y, sobre todo, si sabe leer en los objetos, en el paisaje, en lo urbano y, sobre todo, en los seres humanos, ve que los resultados de esta despreocupada sociedad de consumidores son la consecuencia de una dictadura, de un verdadero y propio fascismo”.

Para Pasolini la sociedad de consumo es el verdadero fascismo de los años ’70. En términos actuales hablaríamos de neoliberalismo. Todo el tiempo el periodismo publicitario y hasta intelectuales y políticos nos alertan sobre los fascistas redivivos. Esos espejos deformados de los fantoches fascistas de antaño podrían ser una coartada. La coartada para conducir una lucha antifascista que, si seguimos a Pasolini, esconde el vero fascismo en ese neoliberalismo cuyo rostro cambia, muda, se transforma hasta ofrecernos su mejor rostro: el rostro que más te guste, mientras su verdadero rostro, si lo tuviera, perpetra tropelías que conducen a lo peor.

(Hasta aquí un fragmento de mi texto ‘Jorge Alemán y Pasolini contra el retorno de los demonios’, publicado en la revista #LacanEmancipa el 5/07/2019, que se puede leer completo acá).

En esta semana, después de haber visto en Italia en acción una caza de brujas sobre ciudadanos rusos y hasta una censura de un curso sobre Dostoievski en una universidad de Milán, procedimiento de censura que ha visto la aprobación de tanta gente, casi se podría pensar que se trata de un retorno fascistoide, de antiguo cuño. Sin embargo, se hace en nombre del ‘mundo libre’. ¿Qué pensaría Pasolini en estos tiempos?