Encuesta Zuban Córdoba Enero 2024
ANÁLISIS
por Gustavo Córdoba y Ana Paola Zuban
Al escribir estas primeras líneas que acompañan nuestros informes a veces sentimos que somos repetitivos. Hay conceptos que hemos reiterado tantas veces que se vuelve realmente agotador. Sin embargo, esa repetición no es por una cuestión de indolencia de nuestra parte, sino porque los fenómenos que analizamos desde la óptica de la investigación de la opinión publica y la comunicación política, tienen una persistencia que asombra y cuya única variable que parece cambiar es la aceleración.
Tanto durante el gobierno de Alberto Fernández como con el de Mauricio Macri advertimos en numerosas oportunidades la existencia de “consensos precarios”. Esto es, procesos de aceptación social sobre las gestiones en general o sobre medidas en particular que suelen ser efímeros y acotados en el tiempo. Sin embargo, los gobiernos actúan siempre como si esos consensos fuesen eternos o permanentes y abusan de ellos hasta desgastarlos, generando procesos agravados de colapsos de la confianza o credibilidad pública, que terminan luego afectando seriamente el resto de sus mandatos.
En el gobierno anterior, en tan solo meses pasaron de imagen positiva en torno al 80% y el comienzo de sus periodos de negatividad, marcados por hechos puntuales como la foto de la fiesta de Olivos y el intento de intervención en Vicentin. Nunca se recuperó.
La existencia de consensos precarios, entendemos, son ya la regla y no la excepción en el sistema de gobernabilidad en Argentina. Los gobiernos asumen y consumen rápidamente el capital político inicial. Iniciando luego etapas de auténtica agonía política, donde todo se hace más difícil y cuesta arriba.
Dicho todo eso, el proceso político durante el primer mes y medio de gobierno de Javier Milei ha sido extremadamente vertiginoso, incluso desde la óptica de los consensos precarios.
La imagen personal de Javier Milei y la de su gobierno han sufrido una caída desde su asunción hasta fines de Diciembre con el impacto de las primeras medidas económicas. Sin embargo, entre diciembre y enero no han mostrado grandes variaciones, sosteniendo un 44,3% (la imagen de Milei) y 45,7% (la aprobación del gobierno nacional) de positividad. Estos datos cobran sentido a pesar de la pérdida de poder adquisitivo entre en este mes y medio de mandato, al considerar que casi la mitad de argentinos (45,9%) cree que la mala situación económica que atravesamos hoy es responsabilidad del gobierno de Alberto Fernández.
Por otro lado, lo que podríamos catalogar como “frame opositor” parece haber crecido a un ritmo moderado pero saludable. Que el paro nacional de la CGT cuente en nuestro estudio con un margen de diferencial positivo es una señal en ese sentido, sobre todo tomando en cuenta que los gremios eran de los actores públicos con peor valoración hasta hace meses. Sin embargo, enfrentado a una oposición que aún carece de un liderazgo claro capaz de capitalizar los errores del Gobierno, las propuestas y dichos de Milei parecen gozar de un piso de 30% a 35% de aprobación – el famoso tercio “núcleo duro”- con un techo aproximado del 45%, dependiendo de los distintos temas.
Este estudio fue realizado en medio del proceso de confrontación entre el gobierno nacional y las provincias, por lo que probablemente no hayamos llegado a detectar gran parte de las consecuencias de esa confrontación en la opinión pública. Pero las señales son preocupantes: un 58% está en desacuerdo con la idea de que el ajuste lo paguen las provincias.
La confrontación con las provincias sea probablemente, uno de los errores políticos más costosos para el gobierno de Javier Milei. La inmensa mayoría de los gobernadores en Argentina cuentan con grandes márgenes de imagen positiva en sus territorios. La legitimidad que tienen los gobiernos provinciales suele superar en creces a la legitimidad de las gestiones nacionales. Pensar que es buena idea confrontar con esas figuras, poniéndolas en lamisma categoría de “casta” que sirvió para confrontar con figuras nacionales mucho más desgastadas, es una maniobra peligrosa que puede poner al gobierno en una situación de debilidad inédita y les da a los gobernadores un halo de guerreros en defensa de sus provincias. Regalar capital político a los gobernadores no parece ser buena estrategia.
Con todo, nos quedamos con la reflexión sobre la denominada “Ley Ómnibus”. Solo un 34% de las personas que respondieron esta encuesta, está de acuerdo con la idea de aprobar sin más trámite el contenido de la ley enviada por el gobierno de Milei al Congreso. Pero si sumamos el 17,5% de quienes afirman que diputados y senadores deberían ponerle límites a Milei con el 46,7% de quienes piden rechazar la ley, tenemos mas de un 64% de personas que hoy tienen un perfil opuesto a la aprobación de dicha ley. Todo un panorama político que debe leerse en su verdadera magnitud. ¿Tiene Milei su tercio núcleo duro intacto? Lo tiene. ¿Tiene una oposición fragmentada y con mucha responsabilidad de la crisis económica? También tiene eso.
Pero también tiene una sociedad con derechos adquiridos sobre el papel del Estado en salud, educación, cultura, ambiente, DDHH, etc. No obstante, es una sociedad fragmentada, dividida. Sigue tensionada por la polarización político/ideológica en la que las posiciones frente a uno u otro tema son extremas. Así las cosas, una de cal y una de arena para un gobierno que quizás deba ver sus propias limitaciones al momento de analizar y construir estrategias. Y seguiremos insistiendo, el camino es el consenso político y social.