domingo, 27 de julio de 2008

Setentistas 2


Por Oscar A. Cuervo

"Nunca hubiera pensado que alguna vez podía llegar a estar de acuerdo con el hijo de puta del ex general Luciano Benjamín Menéndez. Y sin embargo, ayer" dijo Martín Caparrós hace pocos días. "La indignación es más fácil que el pensamiento", dijo Caparrós, paradójicamente indignado, en un artículo publicado esta semana en Crítica, el diario dirigido por Jorge Lanata. Indignado, pero jactándose de ejercer un pensamiento que les niega a “casi todos”, a los que él cree que se hacen los boludos; Caparrós cree que le toca a él la lúcida tarea de darle la razón al “hijo de puta” de Menéndez en contra de casi todos.

Si hay una cosa que creo que falta en la rencorosa diatriba caparrosiana es precisamente pensamiento: mecha algunas observaciones acertadas con otras visibles contradicciones, una autoatribuída vocación por la verdad descarnada y un presunto conocimento de la Cosa (que puede ponerse en duda precisamente a partir del momento en que se arroga el derecho a relatar, el solito, lo que realmente fue la Cosa). Si Caparrós termina coincidiendo con Menéndez podría no deberse a que ambos dicen lo que los demás callan, porque ambos formaron parte de algo que los demás -“boludos”, para Caparrós- miraron desde afuera. Podría ser que el columnista de Lanata haya descripto una parábola ideológica que lo acerca finalmente a Menéndez. Puede ser que no se trate de una paradoja sino de un simple acuerdo. Quizá responda a este peculiar clima político argentino en el que, por un lado, finalmente y por primera vez, se condena a un genocida a la cárcel común, mientras que al mismo tiempo una pléyade de opinadores ha empezado a usar el término “setentista” como una mofa. Veamos lo que dice Caparrós:

"Ayer, en su alegato final, el ex Menéndez, ex jefe de una de las unidades militares más asesinas, el Tercer Cuerpo de Ejército, hombre de cuchillos tomar y de presos matar, peroró en su defensa. Dijo, en síntesis, que las fuerzas armadas argentinas pelearon y ganaron para “evitar el asalto de la subversión marxista”. Y yo también lo creo.

Con algunos matices. La subversión marxista –o más o menos marxista, de la que yo también formaba parte– quería, sin duda, asaltar el poder en la Argentina para cambiar radicalmente el orden social. No queríamos un país capitalista y democrático: queríamos una sociedad socialista, sin economía de mercado, sin desigualdades, sin explotadores ni explotados, y sin muchas precisiones acerca de la forma política que eso adoptaría –pero que, sin duda, no sería la “democracia burguesa” que condenábamos cada vez que podíamos.

Por eso estoy de acuerdo con el hijo de mil putas cuando dice que “los guerrilleros no pueden decir que actuaban en defensa de la democracia”. Tan de acuerdo que lo escribí por primera vez en 1993, cuando vi a Firmenich diciendo por televisión que los Montoneros peleábamos por la democracia: mentira cochina. Entonces escribí que creíamos muy sinceramente que la lucha armada era la única forma de llegar al poder, que incluso lo cantábamos: “Con las urnas al gobierno / con las armas al poder”, y que falsear la historia era lo peor que se les podía hacer a sus protagonistas: una forma de volver a desaparecer a los desaparecidos. Me indigné y, de tan indignado, quise escribir La voluntad para contar quiénes habían sido y qué querían realmente los militantes revolucionarios de los años sesentas y setentas.

(A propósito: es la misma falsificación que se comete cuando se dice, como lo ha hecho Kirchner, que este gobierno pelea por realizar los sueños de aquellos militantes: esos sueños, está claro, eran muy otros. En esa falsificación, Kirchner y el asesino ex se acercan; ayer Menéndez decía que “los guerrilleros del 70 están hoy en el poder”, sin ver que, si acaso, los que están alrededor del gobierno son personas que estuvieron alrededor de esa guerrilla en los setentas y que cambiaron, como todo cambió, tanto en los treinta últimos años que ya no tienen nada que ver con todo aquello, salvo para usarlo como figura retórica.)

Es curioso cómo se reescribió aquella historia. Hoy la mayoría de los argentinos tiende a olvidar que estaba en contra de la violencia revolucionaria, que prefería el capitalismo y que estuvo muy satisfecha cuando los militares salieron a poner orden. “Ostentamos el dudoso mérito en ser el primer país en el mundo que juzga a sus soldados victoriosos, que lucharon y vencieron por orden de y para sus compatriotas”, dijo el asesino –y tiene razón. Pero la sociedad argentina se armó un relato según el cual todos estaban en contra de los militares o, por lo menos, no tenían ni idea. Es cierto que no podían haber imaginado que esa violencia era tan bruta, tan violenta, pero había que ser muy esforzado o muy boludo para no darse cuenta de que, más allá de detalles espantosos, las fuerzas armadas estaban reprimiendo con todo.

El relato de la inocencia mayoritaria se ha impuesto, pese a sus contradicciones evidentes. Los mismos medios que ahora cuentan con horror torturas y asesinatos las callaron entonces; los mismos partidos políticos que se hacían los tontos ahora las condenan; los mismos ciudadanos que se alegraban privada y hasta públicamente del retorno del orden ahora se espantan. Y todos ellos conforman esta masa de ingratos a la que se dirige el muy hijo de exputa: “Luchamos por y para ustedes” –les dice y, de hecho, los militares preservaron para ellos el capitalismo y la democracia burguesa. Pero la sociedad argentina se ha inventado un pasado limpito en el que unos pocos megaperversosasesinos como éste hicieron a espaldas de todos lo que ellos jamás habrían permitido, y les resulta mucho más cómodo. Como les resulta mucho más cómodo, ahora, indignarse con el ex que repensar qué hicieron entonces, a quién apoyaron, en qué los benefició la violencia de los represores, y lo fácil que les resultó, muchos años después, asombrarse, impresionarse e indignarse.

El ex Menéndez es, sin duda, un asesino, y ojalá que se pudra en la cárcel. Es obvio que no es lo mismo la violencia de un grupo de ciudadanos que la violencia del Estado, pero es tonto negar que nosotros proponíamos la guerra popular y prolongada como forma de llegar al poder. Y también es obvio que la violencia de los militares no les sirvió sólo para vencer a la guerrilla: lo habrían podido conseguir con mucho menos.

Durante mucho tiempo me equivoqué pensando que los militares habían exagerado: que la amenaza revolucionaria era menor, que no justificaba semejante despliegue. Tardé en entender que los militares y los ricos argentinos habían usado esa amenaza como excusa para corregir la estructura socioeconómica del país: para convertir a la Argentina en una sociedad con menos fábricas y por lo tanto menos obreros reivindicativos, para disciplinar a los díscolos de cualquier orden, y para cumplir con las órdenes reservadas del secretario de Estado USA, su compañero Kissinger, que les dijo en abril de 1976 que debían volver a convertir a nuestro país en un exportador de materia prima agropecuaria.

Es lo que dijo el ex: “¡Y nosotros estamos siendo juzgados! ¿Para quién ganamos la batalla?”. Porque es cierto que la ganaron, y que su resultado principal no son estos juicios sino este país sojero.

Ése es el punto en que casi todos se hacen los boludos. La indignación siempre fue más fácil que el pensamiento. Supongo que es mejor que muchos, para sentirse probos, prefieran condenar a los militares antes que seguir apoyándolos como entonces. Pero no deja de inquietarme que todo sea tan fácil y que sólo un asesino hijo de puta suelte, de vez en cuando, ciertas verdades tremebundas."



El problema radica en el “nosotros” desde el cual Caparrós habla: “La subversión marxista quería, sin duda, asaltar el poder en la Argentina”. Da por hecho que las fuerzas armadas le declararon la guerra a la subversión marxista; que él lo sabe muy bien porque era parte de esa subversión. Menéndez, dice, tiene razón: las fuerzas armadas pelearon y ganaron la guerra. Tiene razón Menéndez cuando dice que los Montoneros no peleábamos por la democracia. Dice Caparrós. El “nosotros” que asume es la subversión marxista nombrada así por el militar asesino; para mayores precisiones, “nosotros, los Montoneros”. De esta forma, el relato que Caparrós construye va perfilándose en las palabras de Menéndez que lo han interpelado, hasta dejarlo a él (su “nosotros”) sólo con Menéndez. Así que la Cosa fue con los Montoneros. "Nosotros" y él lo sabemos. Dice Caparrós que se indignó al escuchar a Firmenich decir en 1993 que los Montoneros peleaban (“peleábamos”) por la democracia. De modo que Firmenich queda a un lado y Caparrós queda indignado. Contra Firmenich y también contra el relato que ha imperado de lo sucedido en la década del 70.

Dice Caparrós: Creíamos muy sinceramente que la lucha armada era la única forma de llegar al poder. Y al escuchar el relato "mayoritario" que según él se ha impuesto, Caparrós se dijo a sí mismo “que falsear la historia era lo peor que se les podía hacer a sus protagonistas: una forma de volver a desaparecer a los desaparecidos”. Entonces escribió La voluntad, para contar “quiénes habían sido y qué querían realmente los militantes revolucionarios de los años sesentas y setentas”.

Subversión marxista, revolucionarios, militantes de los años sesentas y setentas, nosotros: esas capas de identidades se superponen en el discurso en primera persona del plural de Caparrós. Hace poco, en otro artículo de Crítica, Caparrós se indignó con los Kirchner y les exigió que nunca más hablaran de la militancia de los años setenta. Caparrós le ha declarado la guerra a todo otro uso de la memoria que no sea el suyo. El sabe la verdad y puede contar lo que “realmente” “éramos” y lo que “realmente” “queríamos” “nosotros”, la “subversión marxista”, “nosotros los Montoneros”.

Así que despejen la zona, que la historia argentina y la memoria es un asunto exclusivo del hijo de puta de Menéndez (que tiene razón) y “nosotros” (Caparrós).« Los milicos “vencieron por orden de y para sus compatriotas”, dijo el asesino –y tiene razón». La historia ha quedado de pronto simplificada, porque entre Menéndez y Caparrós han venido a hacer caducar el relato mentiroso que se ha impuesto (¿entre quiénes?) de la inocencia mayoritaria. Fueron los “compatriotas” (en la jerga de Menéndez a la que Caparrós adhiere) los que le dieron la orden de vencer(nos a los Montoneros).

¿Fueron los compatriotas? ¿Quiénes eran o son los compatriotas de Menéndez y Caparrós? ¿Cuándo, cómo, dónde, dieron esa orden? ¿Las fuerzas armadas acataron la orden de unos compatriotas que no somos “nosotros” (los militantes revolucionarios, la subversión marxista, los Montoneros)? Ergo: ¿los compatriotas que dimos la orden a las fuerzas armadas somos nosotros, todos los que no quedamos incluidos en el “nosotros” de Montoneros, en la subversión marxista, los militantes revolucionarios cuya voz cantante Caparrós exige para sí? Es decir: ¿los compatriotas (así dicho, rara manera de hablar para un marxista) le pidieron eso a los milicos? ¿Pero no había clases sociales en los setenta? ¿Esas clases sociales se agruparon en un “compatriotas” para pedirle esto a Menéndez: que derrotara a ellos?

¿Eran los Montoneros revolucionarios? ¿Eran marxistas? ¿Los que no eran Montoneros -todas las clases sociales, los trabajadores, los sindicalistas, la clase media, el diario La Nación, la Sociedad Rural, Clarín, Timmerman, Mirtha Legrand, Grondona, la familia Massot- fueron todos juntos a reclamarle a Menéndez que los (“nos”) derrotaran? ¿Eran Montoneros todos los militantes de los setenta? ¿Todos los militantes de los setenta estaban en la lucha armada? ¿Decidieron entre todos (entre todos los militantes de los setenta) el asesinato de Aramburu, la bomba en Coordinación Federal, la bomba que hizo volar a Margaride, la creación de focos guerrilleros en Tucumán, la contraofensiva? ¿Era la derrota a los Montoneros el objetivo que se planteó la dictadura militar? ¿Es la memoria de Caparrós (la que le da la razón a Menéndez, la que descalifica a “casi todos” por mentirosos, la que exige a los Kirchner que no “hagan memoria”) el ámbito en el que reside la verdad de los militantes de los años setenta?

Muchas preguntas, justo en un momento en el que el adjetivo “setentista” es un campo de lucha por el sentido de nuestra historia.

11 comentarios:

  1. Caparros siempre fue un pedante, eso está claro. Pero no es un dato menor (y creo que por ahi recorre el rio que tanto irrita y molesta) que los Kirchner se dedicaban a prestar guita a tasas altisimas mientras toda una generación luchaba y caía muerta a manos de hijos de puta como Menendez.
    Haber sido usurero en los 70 y ferviente menemista en los 90 y luego vender un relato heroíco, conmovido y desgarrador, es lo que creo intenta recordar Caparros en este tipo de intervenciones en los medios, por cierto irritantes pero irrefutables si se las arroja contra la mascara cínica de la pareja K.
    ¿Como se construye un discurso progre que se desmarca horrorizado de la decada del 90 desde el mismo kirchnerismo y despues de ver este video http://es.youtube.com/watch?v=74nfonDxAy4 ?
    Un poquito de razon tiene el soberbio de Caparros, no?

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  2. http://es.youtube.com/watch?v=74nfonDxAy4

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  3. Caparrós no habla de la presunta usura de la pareja K ni de constriur un discurso progre, él habla de lo que REALMENTE eran los militantes setentistas y de lo que REALMENTE querían, coincide con lo que al respecto dice Menéndez, dice que los setentisas eran la subversión marxista y que eran Montoneros (usando todas estas caracterizaciones como equivalentes), dice, adhiriendo a Menéndez, que los "compatriotas" les pidieron a las FFAA que derrotaran a los militantes setentistas (a los Montoneros) y que en eso consistió la dictadura.

    Dice Caparós que tiene que adherir a Menéndez porque dice la verdad, en contra de todos los "boludos" que no quieren verla.

    Eso es lo que yo planteo como relato a cuestionar, esa operación de sustituir una "mentira mayoritaria" a sustituir por una "verdad" a la que sólo se atreven a reconocer Menendez y Caparrós porque ellos si saben de que se trató.

    A eso vos, anónimo, respondés con el discurso obsesivo de la pareja de usureros, como si eso fuera lo que se está discutiendo o lo que puede aclarar qué eran los militnates setentistas. Ahora, este cualunquismo bloggero que vos practicás, quiere imponer con una pobreza política miserable que también los setenta se explican por la pareja "perversa" que por además es culpable de todos los males actuales de la argentina.

    Todos estos interrogantes sobre el desempeño de la sociedad argentina, según tu neo-cualunquismo bloggero se resuelven no meidante la elaboración de conceptos políticos, ni mediante la indagación de la memoria histórica, sino mediante fragmentos de youtube.
    Una discusión histórica-política se quiere sustituir por un you tube. De ese modo, no hace falta pensar qué hacía cada uno de nosotros o de nuestros padres en los años 70 y qué quedó de todo eso.
    Cretinismo puro y duro.

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  4. No. Primero no se de donde sacas tantas palabritas nuevas (neo-cualunquismo bloggero! ¿Se te ocurrió a vos solito?). Me haces acordar a Raul Portal de tan ocurrente que sos.
    En ningún momento refutas el triste papel de la pareja K tanto en los 70 como en los 90, eso es bueno. Armas berrinche y acusas, moderas con un "presunta", pero no refutas. Por si no leiste bien yo no creo que Caparrós tenga razón ni explico el kirchnerismo todo por una de las tantas evidencias que desnudan su doble discurso y oportunismo. En absoluto. Simplemente interpreto hacia donde quiere ir Caparros con su texto o como aclaro "con este tipo de intervenciones en los medios" ya que lo escuché algunas veces por televisión o leí articulos suyos con este mismo tono pedante que a vos te sacó de quicio, aquel de "sss a mi me vienen a hablar de lucha armada".
    Creo humildemente que a Caparrós le encanta ser el único que habla sobre algo, el que rompe consensos y deslumbra y no acepta formar parte de este coro kirchnerista politico-cultural que en su gran mayoria desde un progresismo bastante berreta a frivolizado los años 70. Aquí creo que se equivoca, lo traiciona su propia vanidad y suena como Sanfilippo y sus 1300 goles (en este caso serían las páginas de La Voluntad).
    Pero donde no se equivoca en absoluto (y no me refiero exclusivamente a este articulo que vos traes) es en enrostrarle a mas de uno su penosisimo papel en la época de la dictadura (caso los K) y por sobre todas las cosas demoler esa imagen candorosa del luchador de los 70 construida por muchos. Si se instala esa idea de que eran soñadores que repartian margaritas en los supermercados y una banda de asesinos acribilló, se les esta faltando el respeto a los muertos, así de simple. Eran luchadores sociales que querían tomar el poder a traves de las armas, aclara Caparros y una banda de hijos de puta y asesinos hizo desaparecer. Pero en su inmensa mayoria no luchaban para defender la democracia un carajo. Esto es lo que intenta decir y ahi creo que no se equivoca mucho.
    Que hacia cada uno o nuestros familiares durante la dictadura es un tema interesante si no se lo aborda desde una óptica policial. Yo te podría dar detalles de todo lo que sufrió mi familia por culpa de los militares y no creo que eso me de una opinión mas calificada que la de cualquier otro.
    A diferencia de Caparrós no creo en ese tipo de cocardas que sirven como ancho de espadas en las discusiones (y mucho menos si son heredadas).
    Pero en fin, simplemente estaba dando mi punto de vista sobre el post que subís, pero veo que te exasperaste un poco de mas. No se bien por que. Te juro que no sé. Tal vez que yo no tenga ganas de sacar un usuario alienta tu paranoia.
    Que te mejores.
    Marcelo.

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  5. Marcelo:

    a mí me resulta curioso que vos reproduzcas la idea de romper consensos acerca de algo, cuando hablás con frases hechas que puden leerse 10.000 veces por día en distintos lugares, escucharse en radio y tv todo el tiempo. Por ejemplo: "un progresismo bastante berreta a frivolizado los años 70". ¿No te llama la atención encontrarte diciendo exactamente la misma frase que dicen tantos otros "rompedores de consensos"? "Progresismo", "berreta", "frivolizar": repetir una cadena de palabras que no se detiene a pensar jamás lo que dice, ni a quién se lo dice ni a cuento de qué se dice.

    Yo creo que frasecitas así proliferan en cientos de blogs y configuran ese nuevo cualunquismo que encima se auto-atribuye romper consenso ¿cuál consenso? Si hay un consenso en el microclima pequeño burgués actual es decir lo que vos decís acerca del "progresismo berreta". Si quisieras romper algún consenso tendrías que buscar otras ideas y no esas tan ajadas en los últimos años.

    Fijate cómo leés mi frase: "hace falta pensar qué hacía cada uno de nosotros o de nuestros padres en los años 70 y qué quedó de todo eso." Yo me refiero a que cada uno de nosotros piense... etc. Y vos me respondés con la sospecha de que eso lo pregunte desde una óptica policial, de si tenés que darme detalles de lo que hacía tu familia, o de no usarlo como una cocarda como ancho de espadas, etc. ¿Te das cuenta de la distancia que hay entre mi propuesta y la manera persecutoria como vos la leés? Yo no necesito que me digas nada sobre lo que vos o tu familia hizo o pasó; y me resulta sorprendente que puedas interpretar la frase "que cada uno piense..." como un interrogatorio policial.

    Cuando yo digo "que cada uno piense..." me estoy refiriendo a apelar a una memoria histórica, familiar y también corporal, porque esas marcas las podés encontrar en tu propio cuerpo o en el de tus padres (depende de la edad que tengas). Y no hace falta que Caparrós, Menéndez ni nadie te vengan a contar como fueron "realmente" los años 70, qué hicieron los militares, qué hicieron los que asumieron algún compromiso político, alguna militancia, qué hicieron los que no se comprometieron, los que tuvieron miedo, los que no entendían qué pasaba, los que no sabían qué pasaba, los que no querían saberlo, quiénes (qué compatriotas) les fueron a pedir a los milicos que derrotaran a los Montoneros (así es como lo relata Caparrós), etc. Yo digo que esto pasó en la Argentina, que no fue hace tanto, que gran parte de los que estábamos entonces estamos todavía, y que ahí hay una experiencia potencial a indagar.

    Uno se lo puede preguntar a sí mismo, le puede preguntar a sus padres, etc: nada más alejado de un interrogatorio policial.
    Yo dije también que la manera de elaborar estos interrogantes es con la ayuda de conceptos políticos. Con eso quise significar que no pretendo que la memoria estrictamente personal o
    familiar sea suficiente, que hace falta acudir a conceptos políticos para que la memoria no se quede en anecdotario.

    Por eso es que, ya que hablás de frivolidad, me resulta frívolo que quieras forzar la discusión hacia lo que hicieron los Kirchner en los 70. Te digo la verdad: no sé qué hicieron y no me importa, como tampoco necesito saber qué hiciste vos o tus padres. ¿Te parece que esa indagación estaría a la altura de tratar de comprender por qué nos pasó lo que nos pasó y por qué hicimos lo que hicimos? ¿No te cansa escucharte repitiendo como un loro que la clave sobre las luchas de los años 70 (luchas evidentemente no cerradas) la tiene TAMBIÉN el matrimonio Kirchner? ¿No te parece un discurso conformista, fatigoso, mediocre, autocomplaciente, encontrar a cada momento de nuestra historia un chivo expiatorio de nuestros graves déficits sociales, poner siempre la "culpa" en algún personaje, sólo para mientras tanto volver a hacer una y otra vez lo mismo: mirar para otro lado, quedarse siempre afuera del cuadro, no pensarse a sí mismo jamás?

    Por eso no esperes ni por un segundo que yo analice el youtube que usás para pensar la política, ni refute en absoluto nada de lo que hayan hecho los K en ningún momento de su vida. Ponerse a perder tiempo en plantear las cosas de esa manera me parece una de las ideas más idiotas que se puedan concebir.

    El partido cualunquista bloguero ha encontrado una idea fantástica, la que le permite volver a quedar a salvo de su feroz auto-complacencia: la década del 70 fue una lucha entre los milicos y los montoneros, mientras los Kirchner eran usureros. Fenómeno, genial, buenísimo: todo está claro. Digamos alguna monigotada del progresismo (esas frases que hoy en día cotizan tan bien en el mercadeo de los charlistas), intentemos hacer alguna gracia sobre el reparto de margaritas de los cándidos luchadores y después embellezcámonos como implacables rompedores de consensos.

    Que sigas bien.

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  6. Dije que al que le encanta romper consensos es a Caparrós, no a mí. Ya que vas a escribir respuestas kilométricas tomate al menos la molestia de leer lo que puse.
    Y la discusión queda y quedará estancada por que vos le restas importancia al matrimonio K. Convencido de que ellos forman parte de algo mucho mas profundo, y que a lo sumo surfean sobre la imparable ola de la lucha de clases. Una ola que con la fuerza de un tren bala arrastrará la pobreza y desbaratará los miserables anhelos de la clase media y alta cacerolera.
    Pensando así es lógico que no tengan importancia los K. Que su hipocresía, corrupción y autoritarismo sean un detalle a olvidar, en el afán de alcanzar a la zanahoria mayor de la ancha patria popular del frente para la victoria.
    Ahora los que pensamos que toda esta vuelta de la Política es pura saraza, que los empresarios transfieren igual que en los 90, que las torres y los shoppings no gotean sobre las villas, que los subsidios benefician mas a los ricos que a los pobres, que nadie da cuenta del uso de los fondos públicos y que bien podría pensarse al kirchnerismo como un nuevo menemismo (mal que te pese), mas que como la vuelta del peronismo. Los que pensamos de esta forma prestamos mucha atención a los humores del matrimonio, ya que de ellos depende gran parte de las decisiones politicas de este país.
    Antes de que me acuses, te aclaro: me alegra profundamente que el empecinamiento de Nestor haya llevado a este gobierno hasta donde está, me encanta que hayan dilapidado gran parte del caudal político que tenían y me entusiasma saber que el año que viene hay elecciones y dentro de tres años hay otra mas.
    Tambien me gusta que Moyano y Scioli esten esperando para saltar del barco como hizo Alberto Fernandez.
    Digo, antes de que lo digas vos, lo digo yo.
    Saludos
    Marcelo

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  7. No, quedate tranquilo, decilo vos si te pone feliz.
    A mí lo únic que me pesa es que seas tan aburrido, haberte invitado a pensar juntos es un deseo inútil

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  8. Que esten esperando para saltar del barco tocado me pone feliz.
    Glup-Glup

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  9. Y que aparezca un Caparroz hablando en nombre de los "setentistas" es culpa de estos mismos. Los que participaron activamente en esa corriente de pensamiento y movilizacion . Porque despues del Proceso hasta ahora, fueron pocos los que hablaron y si lo hicieron fue muy timidamente. Para avalar o para hacer una autocritica de su movimiento.
    Vi "montoneros , una historia", vi otros documentales, pregunte a los que vivieron esa epoca que no vivi.
    Y siempre me parece lo mismo: quisieron o quieren un bienestar social, economico y cultural para la sociedad toda, cueste lo que cueste. Sin importar medios , ni formas. Y ahi, el pueblo , los deja afuera. Porque estan los mezquinos que solo quieren bienestar para ellos y tambien estamos lo que no queremos bienestar, cueste lo que cueste.

    Sino , estamos en lo mismo que el Proceso o el menemato.
    Es decir, hay que TRABAJAR y PENSAR, y persuadir, como diria el general, para llevar a cabo una idea por el colectivo social.
    De todos modos, no creo que los K, sean este tipo de setentista. Me lo han demostrado con evitar la violencia en el conflicto con el campo. Creo que aprendieron la leccion.

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  10. Land:

    el problema es que toda proposición sobre los setentistas es una generalizacion apresurada: no todoslos militantes eran montoneros, ni todos sostenían la lucha armada, ni todos eran peronistas, ni todos eran marxistas, no todos fueron audaces luchadores que le declararon la guerra a as FFAA. Había también sindicalistas que jamás pensaron en usar la violencia, había guerrilleros que despreciaban a los montoneros como un grupo oportunista. Había trosquistas que nunca simpatizaron con el peronismo. Había militantes sociales no encuadrados en partidos, había críticos muy duros de las organizaciones armadas. Había gente que sólo salió a luchar en defensa de los derechos humanos, habia peronistas no montoneros. también hubo Comunistas que decían que Videla era el ala democrática del ejercito y maoistas que festejaron la caida de Pinochet. Hubo periodistas que ayudaron a preparar el golpe y despues terminaron secuestrados por los milicos (Timmermann), hubo militantes sindicales que iban por una vía pacífica y terminaron asesinados en la marcha previa a la invasión de Malvinas. Es decir: hablar de los setentistas como un colectivo homogéneo es un disparate.

    Caparrós puede que lo haya sido, pero también Agustín Tosco, Dalmiro Flores, Augusto Conte Mc Donell, Juan Gelman, Schiaretti, Kirchner, Perdía, Santucho, los pibes de la noche de los lápices, los curas palotinos y las monjas francesas: todos muy diferentes entre sí.

    Una película que a mi me parece muy buena es Montoneros de Di Tella, que deja más preguntas que respuestas: y M de Prividera, que tal vez involuntariamente deja flotando la pregunta de cómo atravesó a la estructura familiar la militancia política de aquellos tiempos.

    De lo que sí estoy seguro es de que repitiendo acriticamente las consignas del cualunquismo aprendidas a la sombra de gente como Abraham, Quintín o el insoportable Lanata, jamás se puede llegar a COMPRENDER algo sobre el así llamado setentismo.

    Si querés, pasa algo parecido a lo del post de arriba sobre abuso sexual. Hay muy pocas ganas de pensar.

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  11. No será que a veces duele pensar, por eso cuesta?

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