jueves, 1 de julio de 2010

Sublevando al ojo domesticado

Next Attraction, de Raya Martin



por Eduardo Chinaski

Esto es cine, señores. Este pequeño gran film es un milagro que surge entre las junturas del cine monolítico de hoy, como una hiedra salvaje. La demostración cabal de que al cine no le hace falta ningún tipo de aditamento. Nada de puesta en escena (teatro), guión (literatura), ni planos bellos, solo una hermosura áspera, desafiante e incómoda. Una poesía desapacible que juega a las escondidas en el reverberar de la luz.

La anécdota es, como podría esperarse, ínfima: apenas el making of de un cortometraje. Nada más. Pero Raya Martin utiliza esa leve fábula para saltar al vacío y sumergirse de cabeza en las cuestiones que inquietan al cine contemporáneo.



Cruzar las fronteras entre el cine de ficción y el documental, reflexionar sobre la materialidad del discurso fílmico, inquirir sobre los modos de representación, preguntarse por la constitución y el funcionamiento de la mirada, son los tópicos de Martin en Next Attraction (título que podría ser irónico), teniendo en cuenta que la historia de Filipinas en clave de mito no es lo único que interesa a este director, sino también la historia del propio cine.

Por otra parte, Next Attraction recalca, por si hiciera falta, que ningún film es su tema o su argumento, ilustrando textos pretéritos. No hay “historia” en Next Attraction, apenas un diario de filmación de un melodrama que mezcla cuestiones familiares con la temática homosexual. Es que cualquier film se remonta más alto cuando se libera de las cadenas de lo estrictamente narrativo, del impacto, de la verosimilitud, de los géneros. Tampoco Next Attraction depende de la ilusión de la técnica: ciertas partes parecen haber sido hechas con video digital, y otras con video analógico muy rudimentario (este aspecto se repite en otras películas de Martin).



El cine como sesión de espiritismo, invocando fantasmas en un eterno presente. Una apuesta a la perennidad, desde el hoy más inmediato. Un código traspasado por otro. Cine en su opacidad esencial.

Es muy interesante como Martin trabaja las influencias de Godard, por ejemplo, evidenciando el intervalo entre las imágenes en el montaje, trabajando el fuera de campo y la erotización de los límites del cuadro.

Al final, veremos lo que se ha filmado, y comprendemos que la anécdota no tenia tanta relevancia, pues como todo poeta (e investigador) cinematográfico, Martin trabaja sobre paradojas y contradicciones, con una aparente pobreza que se yergue desafiante ante el ojo domesticado de hoy.

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