domingo, 25 de agosto de 2013

Un arte del desajuste

El cine de Werner Schroeter en La otra.-radio
Medianoche FM La Tribu - online





Un poco tardíamente y gracias a la gran retrospectiva que presenta el Instituto Goethe en la Sala Lugones, estoy descubriendo a este increíble autor cinematográfico, evidentemente uno de los más grandes del cine moderno, Werner Schroeter. Como ha contado Ricagno, Schroeter vino dos veces a la Argentina, una en el 83 -se tuvo que ir corrido por las amenazas de los fachos- y otra en 2001, al BAFICI, donde el propio Ricagno lo conoció (cuenta esta historia en revista La otra 24); años después Schroeter se enfermó, se murió en 2010 (Ricagno escribió su emocionante texto al enterarse) y yo lo vengo a ver recién ahora. Las cosas suceden cuando suceden.

Y el cine de Schroeter invita al goce, el ensueño y el éxtasis, su galería de mujeres apasionadas -que muchas veces tienen la cara de Magdalena Montezuma, pero también de otras-, su exploración de los bordes de lo sublime, como buen romántico, quizás el anteúltimo, deslizándose en la ironía, a punto de volcar en el ridículo, volviéndose de pronto un poco extremadamente grave, sometiendo a los elementos de la sintaxis cinematográfica, que descompone y recompone mediante un arte del desajuste, a una presión inusitada, como pocos cineastas se animan a hacer con total resolución (pienso que Raúl Perrone lo amaría, o al menos admirará su actitud): por eso Fassbinder decía de él:

"Cuando se lo consideraba un cineasta underground, fue el realizador más importante y valiente de Alemania. Va a ocupar sin duda un lugar importantísimo dentro de la historia del cine, solo comparable, en la literatura, con una suerte de síntesis entre Láutremont, Céline y Novalis... Werner Schroeter tiene, como muy poca gente en esta tierra, el don de la mirada artística y también, quién sabe, el extraño privilegio de entrar en los misterios del universo": lo dice el más grande, Rainer Werner, un tipo con una mirada afilada como casi nadie en este puto mundo.

Y el propio Schroeter hablaba así de Fassbinder:

"Tuve una relación estrecha con él, desde 1969 hasta su muerte. Es la más importante amistad que he tenido en Alemania. También estaba basada en el contraste. El me llamaba 'el ángel blanco', y a sí mismo 'el ángel negro'. Es el título de un texto teatral alemán. En aquella época él tenía un carácter muy difícil, y la imagen que tenía de mí era la de alguien muy lindo, blanco, también más naif tal vez. Aunque eso no es verdad" y reía.

De reputación dudosa, Schroeter pertenece a una tradición artística que hunde sus raíces húmedas y oscuras en el romanticismo, mezcla la cultura alta y la baja, hibrida, comenta, distancia, glosa, tajea y exalta la ópera y el folletín, la danza contemporánea y las vanguardias mudas, kistch por sobre todas las cosas, de una vitalidad fúnebre y un humor desconcertante.

De su paso en dos etapas por Argentina queda una película que se llama, precisamente, De la Argentina, y se va a ver este viernes en la Lugones:

"Era una película muy subjetiva, que hablaba de mis experiencias previas en este país. Por ejemplo, del seminario que vine a dar en 1983, sobre el tango y la realidad social argentina de ese entonces. Pero era poético como lo son todos los documentales, en una cierta manera. Ese filme cuenta un poco la historia de todos esos años. [En el primer viaje] Cada una hora recibía un llamado telefónico. 'Habla la muerte', me decía una voz desde el otro lado. Esos señores querían matar a mis alumnos. Cuando las amenazas llegaron al director del Instituto Goethe, su mujer y sus niños, tuve que irme. No podía hacerme cargo de esa responsabilidad. Las amenazas no fueron nunca contra mí. Eran muy inteligentes. Iban dirigidas a la gente que me rodeaba. Yo no sentía miedo. Aquella gente, a todo esto, todavía está en contacto conmigo. En medio del peligro, el sentimiento hacia el otro se fortalece".

Cuando en 2001 volvió para participar en el BAFICI se reencontró con el Abasto: "Este shopping es una locura. Recuerdo cuando vine a filmar aquí, en el Abasto. Una de las actrices cantaba en voz alta el Himno Nacional Argentino y el eco de su voz repercutía en la inmensa estructura. Ahora esto es un shopping".

Esa actriz que cantaba el Himno y quedó registrada en la película estará esta noche en La otra.-radio. Se llama María Chemes. Fue amiga de Werner por más de 20 años, y ademas de trabajar en el documental también hizo teatro con él, en una puesta de El Misántropo de Molière, en la Shauspielhaus de Hamburgo. María Chemes es cantante, performer y poeta. Y junto a Alejandro Ricagno recordará la figura de Schroeter hoy a medianoche en FM La Tribu.

Los distraídos: ya se perdieron la mitad de una retrospectiva extraordinaria. Los afligidos: aún pueden ver una semana más de películas de Schroeter en la Lugones.

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