jueves, 9 de noviembre de 2017

Movimiento Evita: el hijo de Pérsico irrumpe con una patota en una cooperativa para manijear una asamblea y se come alguna piña


El Evita fue una de las organizaciones sociales más importantes del país durante muchos años. Desde la asunción del macrismo cayó por una barranca de degradación política por responsabilidad directa de sus dirigentes Emilio Pérsico y Chino Navarro, quienes, de haberse proclamado fervorosos adherentes al kirchnerismo pasaron a operar como el ala asistencial del ajuste llevado a cabo por el actual régimen, gracias a sus buenos arreglos con la gobernadora María Eugenia Vidal y la ministra de desarrollo social (un decir) Carolina Stanley. Los arreglos con el poder económico que hoy oprime al país no redundaron en favor de los empobrecidos a los que el Evita dice representar, sino que, por el contrario, sus dirigentes usaron a los sectores más vulnerables como piezas negociables para regular el conflicto social, tensado por el creciente nivel de desocupación, que Pérsico y Navarro intentan relajar mediante las migajas concedidas hacia los más necesitados. Lo decisivo para estos dirigentes ("chupasangres" los llaman los propios trabajadores) es engordar sus estructuras.

En este descenso vertical al infierno de la traición de clase, el Evita fue una pieza fundamental para el diseño electoral macrista, al impulsar a un candidato a senador bonaerense de fantasía como Florencio Randazzo, que desempeñó un triste papel, disputando lastimosamente el cuarto puesto con el FIT, y arrastrando a los pocos intendentes que se prendieron en la aventura a una situación de ingobernabilidad en sus distritos. Su magra recompensa fue que el operador del macrismo Emilio Monzó agradeciera a Randazzo por todo lo que contribuyó a que los candidatos de Cambiemos ganaran, gracias a la pequeña cantidad de votos que arañó al campo popular para ofrendárselo al régimen, votos escasos pero suficientes para restarle a Unidad Ciudadana los puntos que le habrían dado la victoria. Como contrapartida a este agradecimiento del macrismo, los serviciales dirigentes sumieron al Evita en un abismo político que no tocó aún el fondo.

Son muchos los militantes del Evita que reniegan de sus sinuosos jefes, desoyeron la línea bajada por Pérsico y Navarro y votaron a Cristina. La legitimidad política de los jefes parece agotada: ellos, que le reclamaron "autocrítica" a Cristina, después de su fracasada aventura electoral se muestran incapaces de formular su propia autocrítica ante resultados tan vergonzosos.

La base del Evita ahora es un tembladeral: los trabajadores desconocen a sus dirigentes y lo que mantiene a la burocracia asistencial con sobrevida asistida son los fondos que el macrismo le sigue girando.


El escándalo protagonizado ayer por Facundo Pérsico es una puesta en escena de esta debacle política: los trabajadores de la cooperativa "Néstor Vive" inscripta en el plan "Argentina Trabaja" se disponían a hacer una asamblea cuando el hijo de Emilio Pérsico irrumpió en el lugar con una patota de desconocidos, que fueron señalados claramente como ajenos a la cooperativa por sus trabajadores. La intención de la patota comandada por Pérsico Jr. era inclinar el resultado de la votación de la asamblea haciendo participar a personas que no formaban parte de ella y poder echar así a algunos de los trabajadores.


Puede verse en el video: "ustedes son chupasangres, le sacan el laburo a la gente", les dice un cooperativista a la patota de Pérsico. "Acá este chabón no sé ni cómo se llama y quiere meterse en mi lugar laboral, yo trabajo hace una banda en la cooperativa y ahora vienen a levantar la mano" dice el trabajador señalando a uno de los que Pérsico intenta infiltrar. Facundo Pérsico, como puede verse en la grabación, pretende humillar a una de las trabajadoras que lo repudian y le dice: "vos tendrías que llamar a mi papá y decirle gracias por todo lo que te dio". Otro de los trabajadores le exige a uno de los patoteros que llevó Pérsico: "si vos sos asociado, tendrías que saber el nombre de cada uno de acá y no sabés nada, sos un chupasangre como aquel [señalando a Pérsico]". En un momento, Pérsico quiere echar a uno de los trabajadores de la cooperativa para que no participe de la asamblea: "andá para afuera, negro". La ofensa desencadena una trifulca por la que Pérsico se come algunas buenas piñas. Los patoteros traídos por Pérsico amenazan a los trabajadores: "ustedes se van a quedar sin trabajo si no hacen la asamblea" [invadida por los extraños].

Después del fracaso de la aventura electoral, la debacle humanitaria del Evita.

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