lunes, 8 de abril de 2019

Bafici devaluado II: London, the modern Babylon


por Marcos Perilli

Uno de los focos más interesantes de este BAFICI devaluado es el dedicado al cineasta y realizador de videoclips inglés Julian Temple. Con solo ver la lista de clips que dirigió en su extensa carrera -y que no han sido incluidos en este foco, lo que es una verdadera lástima, porque es uno de los aspectos más destacados de su creación- se puede entender su importancia en la historia de ese género: "God Save the Queen" de Sex Pistols; "Hey Hey, My My (Into the Black) y "Harvest Moon" de "Neil Young; "Do You Really Want to Hurt Me" de Culture Club; "The Meaning of Love" de Depeche Mode; "Come Dancing" de The Kinks; "Too Much Blood" de Rolling Stones; "Smooth Operator" de Sade; "Too Much Information" de Duran Duran o "Beautiful Night" de Paul McCartney. Hubiera sido muy bueno incluir algunos de sus notables aportes al género... pero se ve que el presupuesto o la imaginación de los programadores no dio para eso. Algo de la destreza rítmica adquirida en la realización de estos clips se percibe en el ritmo vertiginoso de su documental London, the modern Babylon (2012) en el que puede mantener ese vértigo a través de vibrantes 125 minutos.

London, the modern babylon es un collage de sucesos que oscilan entre el presente y el pasado -y a veces, gracias a su uso libre de la musicalización, un pasado narrado con la sensibilidad pop del presente-, contándonos no solo recordables sucesos de su historia, que emana de los protagonistas que la habitan, la sufren, la conquistan y disfrutan, sino también sus contrastes culturales y sus conflictos violentos.

Toda idea preestablecida de la famosa cultura inglesa, tan formal y almidonada, representada por hombres de traje y sombrero bombín, queda relegada en la mirada de Temple a un mero lugar común. En la ciudad que alguna vez fue centro del imperio más extendido de la Tierra, que supo sufrir guerras mundiales y pobreza digna de otras latitudes, se suceden revueltas, trifulcas y desacatos al orden establecido. La película se desenvuelve a través de su vasta y excitante cultura pop y las continuas peleas callejeras del pueblo con la policía.

La vanguardia en cuestión de rebelarse la llevaron las mujeres feministas británicas a principios del siglo xx y a partir de ahí los trabajadores, los inmigrantes, los jóvenes o los basureros se las ingeniaron siempre para desafiar las reglas y enfrentar a las fuerzas del orden. Otro punto que Temple destaca en su película es la conflictividad racial permanente, renovado en cada oleada inmigratoria (los judíos perseguidos en Europa, los negros, los africanos y asiáticos...) que en toda época generaron reacciones de un nacionalismo retrógrado y hasta la actualidad no dejan de chocar con un muro de defensores de la inmigración que le ha permitido a la ciudad establecerse como una sociedad multicultural.

El documental claramente es contado por las clases populares, "desde abajo hacia arriba", como dijo Temple al final de la proyección, mirando de reojo a la realeza y las clases dominantes; como si su verdadero corazón radicara en su puerto y suburbios y la sangre que anima a sus trabajadores. La Britania que Temple muestra es la de las rebeliones callejeras indómitas y no la del ridículo ornato monárquico, hoy ya decadente.

En la charla, Temple se refirió a la realización de este documental -que le llevo 7 años-, como una montaña rusa de emociones, en las que a veces estaba muy deprimido y en otras llegó a sentir un verdadero colapso nervioso. Por lo que no es extraño, al verlo, experimentar los subibajas del tiempo, transportados gozosamente por una música irresistible (desde The Kinks hasta los Sex Pistols y The Clash, desde las viejas melodías del music-hall hasta Linton Kwesi Johnson, sin olvidar por supuesto a los Stones), en torbellinos de imágenes y canciones que nos cantan y nos cuentan una ciudad turbulenta y vibrante.




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