El poder ejecutivo recientemente electo por el 55% de los votantes está llevando a cabo un golpe de estado que pone al país fuera del estado de derecho. La legitimidad del resultado electoral no se extiende al ejercicio del poder, que está arrasando con la vigencia de los derechos ciudadanos, la división de poderes y el orden jurídico constitucional.
Hoy sabemos cómo y cuándo las clases dominantes han decidido abandonar la dificultosa senda democrática. Lo que no sabemos es cómo y cuándo este gobierno de facto se termina ni en qué condiciones quedará el país al cabo de esta aventura temeraria.
Sabemos que lo que hoy parece un poder de avasallamiento irresistible terminará cayéndose como un piano y que este 20 de diciembre de 2023 Argentina ingresó en una caverna dictatorial.
Simular normalidad institucional no funciona por muchos días. Hay que hacerse cargo de que hemos sido despojados de nuestros derechos ciudadanos, no importa cuántos votos tengan ni qué parte de la diligencia política, judicial, empresarial y sindical, por acción u omisión, se allanará a este golpe.
Nuestra actual debilidad no les da la razón a los golpistas. Tarde o temprano el pueblo argentino deberá reparar este daño que se infligió a sí mismo.
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