Vi Berlin Alexanderplatz en la Lugones en el 95 o 96. Tiempo después conseguí una copia en VHS grabada del cable, pero por algún problema de norma (o de velocidad, o de vaya a saber qué), el sonido desaparecía y reaparecía y volvía a desaparecer en ciclos cada vez más largos, hasta que al final se quedaba completamente en silencio. Me resultó imposible volver a verla sin música.
Oscar decía de la música de Berlin Alexanderplatz que no se terminaba de saber si era triste o alegre, tal vez porque es las dos cosas. Para mí es la imagen más perfecta de la melancolía (un sentimiento triste provocado por el recuerdo de un tiempo alegre), como para otros ese lugar lo ocupa la música de Nino Rotta. Hay un aforismo de Nietzsche que dice: “La vida sin música sería un error”. Siempre me pareció una idea extraña, no sería más pobre o menos placentera; sería un error. No sé por qué me acordé de esta frase. Creo que porque la música de Peer Raben parece eterna, es difícil pensar que pudiera no existir.
La música de Twin Peaks también es triste y hermosa. Mi impresión es que su melodía lenta y acongojante remite a un quiebre del que no se puede volver, como una música de funeral, pero íntima y sin pompa. Twin Peaks comparte con Berlin Alexanderplatz el hecho bastante fácil de detectar de que se trata de la banda sonora de una miniserie (creo que el dato no es menor, por la ceremonia que significa asistir periódicamente a la cita y cómo influye eso en la emoción que produce). Y también comparte lo que yo entiendo como una alusión a un pasado fatalmente irreversible.
NICOLÁS SAAD
Como a muchos, me ha pasado de no saber si una música es alegre o triste (Eleanor Rigby, Bajan). ¿Cuántas palabras hay para señalar "eso"? Quiero compartir la que me resulta más felíz: "agridulce".
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