Sí, soy una bruja, soy una puta,
no me importa lo que digas.
Mi voz es real, mi voz dice la verdad,
Mi voz es real, mi voz dice la verdad,
no encajo en tus modos.
No voy a morir por vos,
podrías animarte a encarar la verdad.
Me voy a quedar por acá todavía un rato más.
Cada vez que no decimos lo que queremos decir,
Me voy a quedar por acá todavía un rato más.
Cada vez que no decimos lo que queremos decir,
nos morimos.
Cada vez que cerramos nuestras mentes para sentir,
Cada vez que cerramos nuestras mentes para sentir,
nos morimos.
Cada vez que nos atrevemos a hacer lo que queremos hacer,
Cada vez que nos atrevemos a hacer lo que queremos hacer,
revivimos.
Cada vez que nos abrimos a lo que vemos y oimos,
Cada vez que nos abrimos a lo que vemos y oimos,
revivimos.
Te liberaremos de los ghettos de tu mente,
te liberaremos de tus temores y vendas.
Sabemos que querés que las cosas sigan como están
pero van a cambiar, nene.
te liberaremos de tus temores y vendas.
Sabemos que querés que las cosas sigan como están
pero van a cambiar, nene.
Hacia 1967 el mundo entero estaba fascinado por los Beatles y no era para menos. Semejante confluencia de talentos no se había dado nunca en la música pop y creo que no se volvió a dar hasta hoy. Ellos hacían las mejores canciones y cada uno de sus discos desde Help en adelante era asombrosamente bueno. Pero algo más: había un pensamiento detrás del asunto. Y eso es imposible de imitar. Quiero decir: podés contratar a los mejores productores, podés escribir un estribillo pop delicado y perfecto, pero si no tenés algo más en la cabeza y en el corazón, difícilmente puedas conmover al mundo como los Beatles lo hicieron. Es verdad que entonces los vientos soplaban en esa dirección y que había un montón de gente, músicos, pero también poetas, directores de cine, críticos, sacerdotes, periodistas, profesores, estudiantes, a los que aún se les daba por buscar algo. La gente tenía las antenas paradas y los cuatro de Liverpool estuvieron a la altura de las circunstancias.
Pero en el momento de llegar al pico de su capacidad creativa, los Beatles estaban ya sometidos a una fuerte entropía interna. Puede ser que las expectativas del mundo centradas en un cuarteto musical terminen por producir una idolatría malsana, o quizá que esa fuerza vital que ellos generaban empezara a ser asimildada por el sistema sin que ellos pudieran hacer nada para evitarlo. La cosa es que el malestar ya era inocultable en el momento mismo de estar grabando el álbum blanco.
Hay una canción allí que es un síntoma: Todos tienen algo que ocultar excepto yo mi mono:
Vamos, vamos
el adentro es afuera
el afuera es adentro
todos tienen algo que ocultar
excepto yo y mi mono.
El mono era Yoko. Dice Paul en el libro Hace muchos años (su versión de cómo fueron las cosas) que él se sentía incómodo con John y Yoko porque estaban tan centrados el uno en el otro que excluían a todos los demás. Y agrega: “También el uso de drogas de ambos tornaba difícil la comunicación”. Ya tenemos todos los elementos para la leyenda negra: “Nos decepcionó que adoptara la heroína, porque en realidad no veíamos cómo podríamos ayudarlo”.
Podríamos poner “Yoko” donde dice “heroína”. De hecho, la referencia al mono en la canción puede ser leída de ambos modos. El escándalo con Yoko es que es japonesa; o que es fea; o que es unos años mayor que John; o que el arte conceptual que ella había cultivado desde antes de conocer a John es algo intragable. Por ese entonces era muy común una costumbre que todavía se practica aunque ya no tanto: si un ídolo pop tiene una pareja más vale ocultarlo, porque un soltero disponible para todas (aunque sea en el terreno de la imaginación) vende más que un hombre casado. John había estado casado con Cynthia Lennon y ella viajaba de incógnito en las giras de los Beatles. Pero cuando apareció Yoko en su vida, se ve que él ya no tuvo más ganas de esa tonta simulación. Entonces “John” pasó a ser “John y Yoko”. En todas partes.
En los ensayos que dieron lugar al documental y al disco Let it be, la crisis de los Beatles era terminal: “La filmación de los ensayos muestra la tensión palpable que pende en el aire cuando George, Paul y Ringo intentan completar una canción, mientras Yoko distrae a John besándolo o susurrándole al oido. A los camarógrafos les resultaba virtualmente imposible hacer una toma de ellos cuatro sin Yoko.” (Otra vez la versión Mc Cartney, en la cual Yoko distraía a John... ¡porque lo besaba!).
La versión del propio Lennon es algo distinta: “Escribían que ella tenía un aspecto lamentable en Let it be. Sentate vos a lo largo de 60 sesiones con la gente más engrupida y careta de la tierra (así es como John se refiere a los Beatles en 1971 en una extensa entrevista dada a la Rolling Stone) y vas a ver cómo mierda es, que te insulten solamente porque querés a alguien.”
Y también: “Resulta que tenía que casarme con ellos o con Yoko. Elegí a Yoko. Y acerté.”
Esto le ha valido a Yoko pasar a ser “la bruja” que hechizó a John, la principal responsable de la disolución de los Beatles. A nadie se le ocurre que el ensueño que producían los Beatles – con sus hermosas canciones, pero también con el arranque de una maquinaria de marketing global que en ese entonces estaba haciendo sus primeros pininos – tuviera que romperse necesariamente. Personalmente creo que John y Yoko, ahí, en medio de los ensayos, sin que los camarógrafos pudieran lograr un encuadre de los cuatro sin ella, Yoko y John, digo, eran un shock de realidad. Como el que producen al posar desnudos para la tapa de Two virgins, el disco experimental que editaron juntos, aún bajo el sello Apple. Los ejecutivos de la EMI, la discográfica que los comercializaba, objetaban no tanto la desnudez, sino que los cuerpos de ambos no fueran “estéticos”. O sea: que fueran reales. Los dichos del establishment acerca de su fealdad son el mejor argumento para comprender ese gesto político de la pareja, hoy, bajo el imperio del fotoshop, más desafiante aún que antes.
John y Yoko parecieron darse cuenta de que cualquier gesto suyo tendría una repercusión global. Y, tal vez por primera vez en la historia de la humanidad, dos artistas usaron el dispositivo de los medios masivos para producir intervenciones políticas a nivel global: la cama de la paz, el “War is over (if you want it)”, aquel “La mujer es el negro del mundo”...
Hacemos que se pinte la cara y que baile
si no quiere ser esclava nuestra decimos que ya no nos ama
si es real decimos que está tratando de ser un hombre
la mujer es el negro del mundo
y si no me creés mirá a la que tenés al lado.
...fueron otras tantas intervenciones políticas de repercusión mundial. Quizá se pueda ver de este modo: los Beatles habían llegado a un callejón sin salida, a pesar de todas las apariencias en contrario; sus canciones seguirían siendo muy bonitas hasta Abbey road, su última obra. Pero la continuación del efecto liberador que ellos habían logrado al principio estaba en serio riesgo, aún con sus gemas pop perfectas. O precisamente por ellas. Hay veces que el error puede resultar un acierto. John, al conocer a Yoko, con todo su background de experimentación y dadaísmo, percibió –lejos de estar atontado por las drogas, quizá haya sido el más despierto- que lo de los Beatles ya no le interesaba tanto como el universo que descubrió a través de Yoko. Que la perfección de Sgt. Pepper o Abbey road está muerta al lado de la cruda desnudez de Plastic ono band (un par de discos gemelos, con tapa casi idéntica, que editaron John y Yoko ni bien se separaron los Beatles) es una noticia que no podía caer muy bien en quienes estaban decididos a vivir muchos años de la gallina de los huevos de oro. No sólo que ella era japonesa y vieja y fea y cantaba mal, sino que era un aguafiestas.
Yoko: ¿Cree la gente que realmente soy una embaucadora? John duró sólo dos meses junto al Maharishi. Dos meses. Yo debo ser la embaucadora más grande del mundo, porque hace 13 años que vivo con John.
John: Quieren aferrarse a algo que nunca les perteneció. Cualquiera que afirme tener interés en mí como artista individual o aún como miembro de los Beatles, no ha entendido absolutamente nada de todo lo que yo dije si no ve por qué vivo con Yoko. Y si no son capaces de verlo, tampoco pueden ver nada. Se aferran a... mira, podría ser cualquiera, Mick Jagger o cualquier otro. Que se peguen a Mick Jagger, ¿no? Yo no necesito nada. Que persigan a Wings, que se olviden de mí. (de la entrevista concedida por ambos a Playboy en 1980, aparecida una semana antes del asesinato de John.)
Yoko Ono nació en Tokio en 1933, en una familia de banqueros (esta semana cumple 75 años). En 1951 la familia se trasladó al estado de New York. Cursó estudios en el Sarah Lawrence College. Se casó dos veces antes de conocer a John. Desde los años 50 se vinculó a artistas de la vanguardia neoyorquina. Como muchos de ellos, fue influida por John Cage, compositor de música experimental que a su vez tomó mucho del arte oriental. En 1961 Yoko hizo su primer concierto y un año más tarde se sumó al movimiento Fluxus, fundado por George Maciunas, del que también formaron parte artistas como La Monte Young, Oldemburg, y el videoartista coreano Nam June Paik. Se dice que la muerte de John la sumió en una profunda depresión a lo largo de 6 años, hasta que en 1986 retomó su labor artística.
En el período de su vida que compartió con Lennon, Yoko desarrolló una discografía que quedó inevitablemente opacada por el fulgurante brillo de su esposo. Ahí están los gemelos Plastic Ono Band como ejemplo: salieron simultáneamente, lo que habla del espíritu desafiante que la pareja encarnaba. El de John (aquel de Mother, God, Working class heroe, Isolation...) es una cumbre artística difícil de superar y casi cualquier disco que se le pusiera al lado iba a perder en la comparación. El arrojo estético de John consistía en publicar una obra confesional, de un dramatismo nunca visto en el pop. Su base instrumental es de un despojo radical, opuesto al barroquismo de las grabaciones de los últimos Beatles. Hoy ese disco sigue sonando como un desafío. El de Yoko, publicado simultáneamente, ha funcionado en la historia como un lado “b”, de esos a los que muy pocos prestan atención, pero que las bandas reservan para probar recursos arriesgados. Y vaya si lo es. Desde el comienzo, con esa descarga eléctrica de Why?, una banda en la que participan Eric Clapton, Klaus Vormann, Ringo Starr y el propio John sirve de marco para que Yoko extraiga de su voz áspera sonoridades que hasta ese momento estaban reservadas a la distorsión guitarrística. O ese increible En la mañana de Greenfield yo arrastré un cochecito de bebé vacío por toda la ciudad, que desde el propio título nos instala en un ánimo lejano al standard.
En su discografía Yoko ha alternado pasajes arduamente aleatorios; se hizo construir instrumentos capaces de hacer sonar “el aire” que según Lennon ella sabía tocar; también su voz se volvió de una dulzura frágil para entonar melodías chiquitas, con aires orientales, como la bellísima Toyboat o Good bye, sadness (ambas del disco Season of glass), la dramática Mrs Lennon (de Fly) y la profunda O’Sanity (del disco póstumo que compartieron con John, Leche y miel). Por la senda conceptual, Yoko llegó a momentos precursores del punk o a un pop danzable de peligrosas disonancias como Kiss, kiss, kiss (en Double Fantasy).
Es natural que, con el rechazo de parte de los fans de los Beatles primero y con el menosprecio con que se la trató como la “mujer de”, tuvieran que pasar muchos años hasta que encontrara oidos abiertos que revalorizaran el peso propio de su música. Es bastante lógico que la caída del antiguo prejuicio se haya concretado a partir de una nueva generación de músicos como The Flaming Lips, Peaches, Le Tigre, Cat Power, la banda coral Polyphonic Spree, Spiritualized, representantes de lo que la prensa suele clasificar como "vanguardia". Todos ellos se juntaron para recrear algunas de sus antiguas canciones, renovando el potencial creativo que ya tenían las versiones originales. Eso pasó hace un año, cuando se editó el CD “Yes, I’m a witch” (Sí, soy una bruja, canción publicada originalmente en el LP A story).
"Trabajar en un tema como «Kiss Kiss Kiss» hizo que me volviera a dar cuenta de cuán futurista, intrépida e inventiva ha sido Yoko en su acercamiento a la música", dijo Peaches, la artista que visitó Buenos Aires en 2003. Y Wayne Coyne, héroe de nueva psicodelia pop y lider de Flaming Lips acotó: "tomamos los gritos primales de Yoko y los gemidos de John del tema Cambridge 69 y los metimos dentro de una especie de melodía de Ornette Coleman... Tengo miedo de haber vuelto inofensiva a una de las obras de rock más inquietantes, performáticas, artísticas e improvisadas de la historia del género”.
Hace poco le preguntaron a Yoko si no tenía miedo de quedar a la sombra de John Lennon. Y contestó:
“Yo no quiero librarme de la sombra de John. Para mí, la idea de estar bajo su protección no es peyorativa. Siempre lo he sentido como un árbol que proyecta sobre mí su sombra y me da fuerzas. Así era cuando vivía y continúa siéndolo después de su muerte. Siento su presencia de alguna manera y quiero que siga siendo así. Me gusta esta sensación.”.
Feliz cumpleaños, Yoko.
L. O.
En los ataques a Yoko hay mucho machismo, también racismo, siempre tiene que haber una "mala" que tiene la culpa... t para colno es japonesa
ResponderEliminarMe gusta escuhar a Yoko mientras paseo por el blog aunque no sea ni joven ni linda.
ResponderEliminarPara mandar comentario me parece que hay que tener cuenta gmail o entrar como anónimo.
Carmen Cuervo
Hola me encantó tu comentario sobre Yoko. Siempre me fascinó su obra, la descubrí hace poco y es como un arroyo que no para de lavarme los ojos!, lástima que la "descubrí", porque quiere decir que estaba "encubierta", como taantas cosas que nos tapan. No importa, la divulgación de su obra y su talento es siempre imprescindible, gracias por tu aporte a la conciencia de todos.
ResponderEliminarDarío.