jueves, 27 de marzo de 2008
Síndromes
Bien, con los canales de noticias trasmitiendo el lock out y los cacerolazos en tiempo real -incluso antes de que empiecen-, con el país entero participando en un reality desbordado, con cámaras-en-todas-las-rutas, con los movileros de TN editorializando las 24 horas del día, con Delía convertido en personaje de Titanes en el ring para que la "gente" chifle sus desopilantes apariciones, con los blogs trabajando a full, donde pueden leerse todo tipo de análisis sobre retenciones, precios de tractores, patria sojera, los negros no aprenden más, los desaparecidos fueron menos, andate hija de puta, con fracciones del trosquismo movilizadas en favor de las entidades rurales, con Lilita viviendo su momento de gloria y un gobierno que no acierta a encontrarle la vuelta al berenjenal que él mismo contribuyó a armar... creo que estamos todos en una olla a presión, y muchos hablan y gritan sin saber muy bien qué quieren.
Se impondría extrema sobriedad en el uso de la palabra y racionalidad para entender qué pasa. De eso hay desabastecimiento.
Para endulzar un poco estos días crispados, llegan dos grandes exponentes del cine del nuevo milenio a esa isla de belleza que gobierna Luciano Monteagudo (la Lugones, yo digo). Si aún tienen un poco de estima por el cine y no se los impide algún piquete paquete, procuren llegarse este viernes y sábado a Corrientes 1555, 10° piso, y ver: el viernes: Syndromes and a century (Apichatpong Weerasethakul) y el sábado I don't want to sleep alone (Tsai Ming-liang). De I don't want... ya les hablé anteriormente (mañana voy a mandarles algo que escribió Liliana) . Así que ahora paso a hablarles de Syndromes:
La revolución de Apichatpong (a) Joe es suave, de una comicidad leve y un lirismo casual. Frente a la densidad aceitosa de Tsai, el cine de Weerasethakul nos propone unas viñetas luminosas, casi realistas, cuya potencia está en ese "casi". En Syndromes nos va llevando por tenues desvíos y cuando queremos acordarnos ya no hacemos pie. Estamos en un sueño amable e inconsistente, que apenas remotamente puede insinuar lo siniestro. Hay rasgos que llevan su firma: la estructura partida, con un nuevo comienzo en mitad de cada película. Y la coexistencia de un mundo primitivo al lado (o adentro de) otro de un futurismo desconcertante. Hay en esta película un par de escenas que están en lo alto de la creatividad del siglo XXI: el dentista cantándole con ternura a su paciente, el monje budista, y la delicadísima canción que hace mecer suavemente a un grupo de enfermeras. ¡Qué lindo! Yo que ustedes el viernes iría a verla.
OSCAR ALBERTO CUERVO
Oscar, gracias por el aviso y compartir tu visión de este asunto.
ResponderEliminargracias tambien, un poco de respiro a las noticias apocalìpticas de la tv
ResponderEliminar¡Por fin de acuerdo en el análisis de una situación política!
ResponderEliminar¡Vamos, Oscar, todavía!
Hola, Tatiana!
ResponderEliminarEstamos de acuerdo? ¡Por fin!
Hmmm.
Pensàndolo bien... nosotros que en polìtica nunca nos hemos puesto de acuerdo... ¿me habrè expresado bien? (Porque por ahì yo no estoy de acuerdo conmigo mismo y vos estàs de acuerdo con la parte mìa con la que yo no estoy de acuerdo.
Hmmmm
Después de leer el último post y tu comentario sobre él, me parece, Oscar, que estoy de acuerdo en que no te habías expresado bien y que, en realidad, yo estoy de acuerdo con la parte tuya con la que vos no estás de acuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ahora sí estamos de acuerdo: no estamos de acuerdo.
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