sábado, 13 de diciembre de 2008

El cetro



Por Oscar A. Cuervo

Inclasificable en términos de género musical, Juana Molina hace lo suyo con manifiesto desdén hacia toda norma standard. A comienzos de los 90 era una cómica (una extraordinaria actriz cómica) que de pronto se rayó y dejó de hacer aquello que todos le reclamaban para dedicarse a una música que nadie entendió.

El primer cd se lo produjo Santaolalla, lo cual implica una normatización que aún no dejaba a Juana afirmarse sobre sus propios pies. El disco se llamó Rara y, a pesar de que sonaba raro en el formato de cantante pop noventista que Santaolalla le había diseñado, no era lo suficientemente raro que Juana necesitaba. Sin que nadie le diera bola, con gente que iba a sus recitales esperando que hiciera los personajes de la coreana, Judith o la maquilladora, Molina construyó un formato a la medida de su propio cuerpo, de su vocecita de registro escueto, de sus modos de señora difícil, de su humor de pocas pulgas, de su ajenidad a todo concepto de entretenimiento.

Juana hace lo que se le canta y el mundo ha debido aceptarla. De a poco algunos se fueron dando cuenta de esto que es hoy evidente: Juana es lo más parecido a un genio musical que viva por estas actuales pampas, la única que no parece estar haciendo retro-nada. Su referencia musical decisiva es un tipo tanto o más raro que ella: Eduardo Mateo. Juana es la mejor discípula de Mateo, en la intrincada textura rítmica que va tejiendo a partir de algunos pocos acordes irregulares y en la demencia con que se aplica a sus intuiciones. Su filiación mateística no necesita ser declamada: ajena a todo sentimentalismo, Molina hace mateísmo sin tratar de parecerse a su mentor. Los últimos años, Eduardo Mateo vivió obsesionado con las posibilidades maquínicas de una tecnología que a fines de los 80 eran apenas incipientes: su música se cuadratizó y ese fue su último gesto radical, vislumbrando la posibilidad de una música que por entonces nadie más vio y que hoy se hace visible en la obra de Juana.

Molina hace un uso artesanal del tecno, es una mujer que se calza la criolla y construye, con la viola y con su voz, pequeñas secuencias que empiezan a rotar cuando ella dispara sus pedales. Construye una escalera rítmica por la que va ascendiendo, devenida sacerdotiza de un rito contemporáneo. Las correntadas sonoras que desencadena mediante este procedimiento aparentemente simple dan cuenta de una prodigiosa inspiración musical, algo que ella no “representa” en el escenario, sino que simplemente ejerce con naturalidad.

Todo esto de lo que estoy hablando es lo que pude presenciar en la noche de ayer en el ND Ateneo, en la presentación de su nuevo disco, Un día.

Así nomás se adueña del cetro y del centro de la escena musical argentina: lo mejor del año y, casi casi, de la primera década del nuevo milenio.



Un día voy a ser otra distinta,
voy a hacer cosas que no hice jamás.
No va a importarme lo que otros me digan
ni va a importarme si resultará.

Voy a viajar, voy a bailar.
bailar, bailar, quiero bailar.
Voy a vivir en el medio del campo
y a las mañanas me he de desnudar
para ordenar, me va a costar
me gustará, cuando será.

Un día voy a hacer todo distinto
voy a arreglar las ventanas de atrás.
Voy a cantar las canciones sin letra
y cada uno podrá imaginar:
si hablo de amor o desilusión,
si hablo de voz o de color,
si hablo de música, nuestra pasión.

Un día voy a ser otra distinta,
voy a hacer cosas que no hice jamás.
Voy a cantar las canciones sin letra
y cada uno podrá imaginar.

8 comentarios:

  1. Cuervo, tu descripción de la personalidad de J. Molina es perfecta. Parece, sí, una señora tan difícil como misteriosa. Se adivina mucha riqueza dentro de ese cuerpo lánguido. Y la letra de la canción lo confirma.

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  2. Estrella:
    sí, me da un poco de miedo de acercarme a ella y decirle algo que le caiga mal.
    Jota:
    es así, que le vamo a hacer.

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  3. como siempre una máquina de lugares comunes de "la modernidad", espera a que salga inrocks y hacer copy paste para su pasquín...un pobre tipo este cuervo. me da mucha lastima. no me interesa que conteste. solo quiero que lo sepa.

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  4. Bajé el disco por insistencia de Jotafrisco, me gustó aunque no me maravilló ni tampoco lo seguí escuchando toda la semana como sí hice con otras recomendaciones (Arcade Fire, Feist).
    Me encantaba Juana con Gasalla y me gustó aún más cuando se cortó sola, un verdadero programa de culto.

    Igual lo primero que me viene a la mente cuando la nombran es el reportaje que le hizo Guinsburg en Mañanas informales, la cara de Juana cuando Jorge le pregunta por qué en su momento apoyó a Duhalde (?) Obviamente Juana le repreguntó si era una joda que le estaban haciendo y Jorge le contestó que no, que esa info la había leído en Internet!!!!!! Me pareció un momento rarísimo.

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  5. Koba:
    la música de Juana no es de esas que se abren en un par de oídas. Hay muchas capas de sonido, experimenta con timbres que no son los que se escuchan habitualmente, no pone la percusión en el plano en que lo ponen los productores de música radiable. Usa un timbre de teclado que a veces se consfunde con su voz, a la que a la vez la usa a veces como si fueran teclados.
    Yo creo que requiere una atención muy concentrada, con unos buenos auriculares y no usarla como música de fondo.
    En vivo es algo distinto, porque vos ves como va armando en tiempo real un plano sobre otro, construye la canción a la vista del público.
    Es una precursora, estuvo 15 años haciendo algo que nadie aceptaba hasta que pegó en Japón. Se parece mucho a Mateo, en que nunca serán aceptados como mainstream.

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  6. Oscar, el que puede y logra hablar asi de un artista, el mismo lo es, gracias por acercarnos esos comentarios.
    cassandra

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