Por Liliana Piñeiro
Algo huye del lenguaje pero deja allí su rastro: este libro lo encuentra entre el murmullo del mundo. Poesía que asoma entre líneas, sonido de los márgenes, respiración sobre el abismo.
A través de sus cinco libros, El Silencio… nos lleva a los confines de un territorio inacabado. Geografía de continente. Se despliegan el amor y la pérdida, la disolución y el advenimiento, y en este desplegarse se le pide a la palabra que aceche, con paciencia de cazadora, eso que se escurre. Aunque siempre queda el recurso de “hacerle trampas a la lengua” (esa feliz expresión de Barthes) y recuperar en ella la fusión inicial.
Libro I
Temblorosos son los Cuerpos del Amor. Cavado en profundidad, el secreto de una mujer vestida es el mejor guardado del crepúsculo. El deseo sigue una huella antigua y hay un gemido en la penumbra: si fuera en ti si pudiera no serme. Pero al alba, sólo quedan los pliegues de tristeza que prolongan cada desvestir. El amor se disuelve en desencanto y el malentendido se filtra en la tibieza de los cuerpos.
Libro II
La claridad posterior a la noche de los colgados ilumina las Texturas neogóticas. Es el tiempo del miedo, esa huella atroz de una dentellada. Una hechicería de mujeres pende de los árboles, desnudez expiatoria de una conjura posible. Hay avidez de corazones profanados y en los ojos de los niños, la luz de los candiles arroja fantasmas.
¿Habrá que redoblar la guardia? La pregunta es hamletiana: ¿será la materia de los sueños/ la sombra eterna de una duda?
Libro III
Deshacerse de Los cuerpos del amor en un área de catástrofe es una estampa de melancolía que abre sus variaciones. Ora se pide, en voz baja, un gesto amoroso: por esta noche sólo por esta noche/cierra con dulzura los ojos de mis muertos; ora el poema toma la forma de los lamentos, porque si nada enseña la distancia y el olvido, ¿será el temblor la medida del desamparo?
Como sea, la infancia tiene el sonido de campanas lejanas, y si el amor es un vano refugio, sólo queda la palabra creadora. el verbo como último amparo en un paisaje desolado.
Libro IV
En este libro hay canciones de Disolución que se presentan con la estructura de cajas chinas: soy otro cuando callo/soy otro cuando hablo/soy otro que nunca soy (…) detrás de mi olvido hay otro olvido.
Caja tras caja, la de Pandora entreabre su tapa y los versos se despeñan sin coordenadas de rescate. A esta altura, todo salto es mortal, como cuando dejas de mirarme y no me veo. Demandado en lo que no se es, sujetado a un deseo, el poeta busca guarecerse bajo un nombre en la tiniebla.
Libro V
El Advenimiento surge a partir de la resistencia de lo impronunciable. Ya no se puede retornar a casa: no se cesa de no partir y el padre tiene ojos de color indescifrable.
Se añoran los gestos del amor, se dividen los bienes sin saber cuál es el exacto momento en que un cuerpo amado entra en el pasado. Excedido el alfabeto, un lenguaje agrietado sirve de morada.
El silencio continente nos deja ecos de una travesía que ignora su trama. Desde la fusión: qué importa dóndeterminadóndempieza el otro / hombremujer / pronuncian grandes palabras, a la disolución: nada / que me limite o delimite / apenas / algo de buen dolor, perdición y magia de antaño, este libro nos interpela.
Porque
se crea o se ama desde la muerte contra la muerte
para afirmarse en la belleza de cada tibieza posible
mientras nos dure esta sangre
nada en él habrá que nos sea ajeno.
mientras nos dure esta sangre
nada en él habrá que nos sea ajeno.
Hola!!! Estoy de vuelta: he recuperado Internet. Esto es muy bueno Liliana, realmente extrañaba estos trabajos. Unbeso: Martha
ResponderEliminarHola, Martha. Bienvenida nuevamente. Te cuento que Liliana está de vacaciones, de modo que quizá no recibas una respuesta inmediata
ResponderEliminarsaludos
Sí, a Liliana se la extraña y éste es un libro que recomiendo, donde los ecos de Hölderlin y de Heidegger se mixturan en un sinfín de cuerpos librados a la intemperie y a la belleza.
ResponderEliminarSaludos
Lilián
Bueno, no me van a extrañar más porque estoy de vuelta...
ResponderEliminarGracias a Martha y a Lilián. Y es cierto: el libro de este poeta es imperdible...
Saludos
Un beso. Voy a ver si queda el mensaje porque a veces se borra. Martha
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