Balance teatral 2008 y breve perfil del 2009

Por Martha Silva

La otra intentó en su momento dar cuenta de algunas obras teatrales interesantes del año pasado, que fue especialmente prolífico. Resultó imposible para todos cubrirlo totalmente.

En cuanto a este año, la temporada ha comenzado muy tempranamente los primeros días de enero -cosa inusual- con algunos estrenos y reponiendo obras que los espectadores siguen acompañando, como Fin de Partida, de Beckett, Crónicas de un Comediante, de Santos Iñurrieta, y La única manera de contar esta historia es con mandarinas, basada en un cuento de Cortázar, por nombrar unas pocas. Y en este mes de febrero se anuncia que volverá de su gira La Pesca de Ricardo Bartís, en su emblemático recinto del Sportivo Teatral, habiendo conquistado algunos galardones.

Venimos observando que entre los dramaturgos nacionales surgidos en los últimos quince años se produce un fenómeno digno de resaltar: la creciente disociación de las obras que son presentadas en distintos circuitos. Se estrenan trabajos que bordean lo comercial, como lo hace Daniel Veronese con Gorda de Neil LaBute en la calle Corrientes, causando cierto impacto y generando polémica. En su haber anotamos el descubrimiento de la española Mireia Gubiana, prodigio de encanto y espontaneidad, que fascinó en el papel central de su primera obra. Veronese parece estar muy interesado por el cineasta y dramaturgo estadounidense LaBute, director del recordado y urticante film En compañía de los otros, pero también de la mediocre Posession. Veronese reincide este año con La forma de las cosas y declara que La Bute merecería tener un lugar en su propio teatro “off” Corrientes, que tradicionalmente reserva para dar a luz su propia producción, con características más experimentales.

Javier Daulte ha dado un giro similar al presentar obras propias donde sus dotes sobresalen, en las que se manifiesta todo su talento. Pero en 2008 también dirigió Baraka, una obra de no mucho relieve de la holandesa María Goos que, no obstante, constituyó uno de los más grandes éxitos, con actuaciones sobresalientes del cuarteto famoso constituido por Arana, Grandinetti, Leyrado y Marrale, a los que supo dirigir como nadie. Pero evidentemente, esta no era “una obra de Daulte”, como muchos hubieran querido.

Otro sobresaliente ex Carajají, que se mantiene fiel a sus obsesiones, es Alejandro Tantanián, que se presentó con obras en las que no bajó el nivel que se espera de él, como ocurrió también en presentaciones musicales.

Algo similar se puede decir de Rafael Spregelburd con La Paranoia, incluída en la Heptalogía de Ieronimus Bosch, en el recuperado teatro 25 de Mayo. Intrincada y despareja, pero siempre original la producción del Rafa.

En el Teatro San Martín, hoy “cerrado por melancolía”, se respiró un aire fresco, con la troupe de Paco Jiménez en Los últimos felices, y con Willy Landin en una obra clásica, Las mujeres sabias de Moliere, que él mismo no respetó mucho: “he hecho mejores cosas y se me aplaude por esto” –declaró. Pero al público le encantó, aun con el toque de Locomía en pleno baile cortesano.

Entre los estrenos absolutos del 2009 hoy lleva la delantera Grande y Pequeño, con Ingrid Pelicori y Horacio Roca, dirigidos por Iedvabni, con dramaturgia del alemán Botho Strauss, obra sobre la cual nos extenderemos próximamente.

Una decepción del año que comienza resultó Nina, con la excelente dramaturga Heidi Steinhard (El trompo metálico) como actriz protagónica, que evoca en forma vacilante y errática a la heroína de La Gaviota de Chejov. Paradójicamente, la puesta es de Jorge Eines, especializado en dirección de actores.