por Oscar Alberto Cuervo
El título del ciclo de cine que estamos organizando en el auditorio La Tribu (Lambaré 873) los sábados a las 19:30, La más grande historia del cine jamás contada + una yapa, tiene algo de broma, pero toda broma tiene algo de serio. Cualquier aspiración de escribir una historia monumental, de lo que sea, es un poco ridícula, sobre todo por el pequeño detalle de que el tiempo no para y toda perspectiva que se pretenda definitiva caduca un rato después. Cualquier historia está condenada a la incompletud, defecto que en el ciclo tratamos de esquivar (sin éxito) mediante el recurso desesperado de sumarle a la magna historia una yapa.
Dentro de esta hipótesis de conflicto, la gran historia constaría de 10 películas: el sábado pasado empezamos por Notorious (evidentemente la mejor manera de empezar, o al menos eso creía en el momento de programarla). Se me antoja decir que Notorious es el más alto resultado artístico que logró el cine de estudios norteamericano, también es la mejor película de Hitch y contiene a la segunda mejor pareja jamás reunida. Es decir, estamos tocando el cielo. El ciclo va a seguir durante 9 semanas hasta llegar a tocar fondo (porque nos habremos hundido en las oscuras cavernas del sentido) con un doblete que causará temor y temblor: Easy Street (Charlie Chaplin) y Autohystoria (Raya Martin).
No se trata entonces de los 10 mejores momentos de la historia del cine, porque no hay intención de fijar un canon semi-oficial-semi-alternativo. Se trata de ver con entusiasmo cuántas cosas distintas pueden sucedernos ante una pantalla.
Y si esta semana queremos que haya un lugar para el clacisismo, para las películas narrativas, para las historias de amor y de guerra, y si además queremos un film de fantasmas, y si la película es hermosa, misteriosa y delicada, entonces mejor que sea Ugetsu, Cuentos de la luna pálida de agosto, de uno de los grandes maestros del cine japonés de todos los tiempos, el cineasta que Serge Daney prefería, Kenji Mizoguchi.
Pero además, este ciclo es un tributo no tan secreto a alguien a quien tanto le deberemos siempre: Jean Luc Godard. Nuestra historia está atravesada por sus Histoire(s) du cinema. El sábado pasado empezamos con él, con su El control del universo y su presencia impresionante impregnó la posterior proyección de Notorious. Y así volverá a ser cada sábado. Esta vez veremos, antes de Ugetsu, Belleza fatal, otro capítulo de sus Histoire(s).
Hay espectadores que se sienten intimidados por Godard, porque lo tienen etiquetado como un cineasta demasiado intelectual. Su figura un tanto desaliñada, sus gruesos lentes, el habano que fuma cuando aparece en la pantalla (dicen que para verse siempre envuelto en brumas), su susurro áspero, la cantidad de citas por segundos que arroja, la polifonía de voces simultáneas que nos hablan en diversos idiomas, hacen que muchos no puedan asistir relajados a sus películas. Quizá la imagen del intelectual severo les hace perder de vista la posibilidad de verlo como el último gran cómico, por ejemplo, o el primer gran jazzman del cine, el que es capaz de improvisar variaciones modales sobre las base de los más bellos standards del siglo de cine.
Yo creo que a Godard se lo disfruta más si uno se relaja, si se dispone a escuchar sus films como variaciones musicales. Una idea parecida encuentro en un texto que el crítico francés Alain Bergalá escribió en 1999 en Cahiers du cinéma:
"Todo sucede como si Godard, en sus declaraciones a propósito de estas Histoire(s), programara implícitamente una lectura legítima de ellas, un poco intimidatoria, en la que nosotros, espectadores, tendríamos la vocación de desplegar todos los vínculos lógicos cuya red ha tejido y comprimido cuidadosamente para nuestra consideración. Hay otra manera de contemplar estas Histoire(s), en un estado de atención más flotante, menos crispada con las intenciones del montaje, pero más sensible a la forma en que estos planos elegidos por Godard sacan a la superficie de lo visible, proponiéndolos a nuestra compasión, estos cuerpos y estos gestos (célebres o desconocidos) aprisionados en la emulsión de un siglo de celuloide. (...)
"Quizá lo más emocionante en las Histoire(s) du cinéma sea ver surgir de improviso de entre las aguas del olvido los rostros y los cuerpos que estas ocultaban, aletargados por una larga espera en las tinieblas, que regresan a la vida y al movimiento -un movimiento todavía titubeante y entrecortado- (...).
"Si se deja llevar por las corrientes subterráneas que hacen subir estos planos a la superficie de las Histoire(s), el espectador-oyente será sin duda más sensible al 'montaje a distancia' que actúa en esta película, un montaje musical, al nivel de la preconsciencia, que ignora la planificación por entregas. (...)
"Ante la fantasía de un almacenaje generalizado de todas las imágenes que harían las veces de memoria, la selección de Godard ha consistido en elegir arbitrariamente algunos pobres planos, entre todos los millones que constituyen el pasado del cine, por su misma precariedad, vaciados de su antiguo prestigio, del mismo modo que uno salva un gato del tejado en su casa con la misma fe que anima a quienes parten a salvar los últimos elefantes. (...) Una vez recogido ese puñado de planos, durante una parada de tren que le ha ocupado diez años, Godard puede concluir con humildad al mostrárnoslos: 'Yo era ese hombre'".
El título del ciclo de cine que estamos organizando en el auditorio La Tribu (Lambaré 873) los sábados a las 19:30, La más grande historia del cine jamás contada + una yapa, tiene algo de broma, pero toda broma tiene algo de serio. Cualquier aspiración de escribir una historia monumental, de lo que sea, es un poco ridícula, sobre todo por el pequeño detalle de que el tiempo no para y toda perspectiva que se pretenda definitiva caduca un rato después. Cualquier historia está condenada a la incompletud, defecto que en el ciclo tratamos de esquivar (sin éxito) mediante el recurso desesperado de sumarle a la magna historia una yapa.
Dentro de esta hipótesis de conflicto, la gran historia constaría de 10 películas: el sábado pasado empezamos por Notorious (evidentemente la mejor manera de empezar, o al menos eso creía en el momento de programarla). Se me antoja decir que Notorious es el más alto resultado artístico que logró el cine de estudios norteamericano, también es la mejor película de Hitch y contiene a la segunda mejor pareja jamás reunida. Es decir, estamos tocando el cielo. El ciclo va a seguir durante 9 semanas hasta llegar a tocar fondo (porque nos habremos hundido en las oscuras cavernas del sentido) con un doblete que causará temor y temblor: Easy Street (Charlie Chaplin) y Autohystoria (Raya Martin).
No se trata entonces de los 10 mejores momentos de la historia del cine, porque no hay intención de fijar un canon semi-oficial-semi-alternativo. Se trata de ver con entusiasmo cuántas cosas distintas pueden sucedernos ante una pantalla.
Y si esta semana queremos que haya un lugar para el clacisismo, para las películas narrativas, para las historias de amor y de guerra, y si además queremos un film de fantasmas, y si la película es hermosa, misteriosa y delicada, entonces mejor que sea Ugetsu, Cuentos de la luna pálida de agosto, de uno de los grandes maestros del cine japonés de todos los tiempos, el cineasta que Serge Daney prefería, Kenji Mizoguchi.
Pero además, este ciclo es un tributo no tan secreto a alguien a quien tanto le deberemos siempre: Jean Luc Godard. Nuestra historia está atravesada por sus Histoire(s) du cinema. El sábado pasado empezamos con él, con su El control del universo y su presencia impresionante impregnó la posterior proyección de Notorious. Y así volverá a ser cada sábado. Esta vez veremos, antes de Ugetsu, Belleza fatal, otro capítulo de sus Histoire(s).
Hay espectadores que se sienten intimidados por Godard, porque lo tienen etiquetado como un cineasta demasiado intelectual. Su figura un tanto desaliñada, sus gruesos lentes, el habano que fuma cuando aparece en la pantalla (dicen que para verse siempre envuelto en brumas), su susurro áspero, la cantidad de citas por segundos que arroja, la polifonía de voces simultáneas que nos hablan en diversos idiomas, hacen que muchos no puedan asistir relajados a sus películas. Quizá la imagen del intelectual severo les hace perder de vista la posibilidad de verlo como el último gran cómico, por ejemplo, o el primer gran jazzman del cine, el que es capaz de improvisar variaciones modales sobre las base de los más bellos standards del siglo de cine.
Yo creo que a Godard se lo disfruta más si uno se relaja, si se dispone a escuchar sus films como variaciones musicales. Una idea parecida encuentro en un texto que el crítico francés Alain Bergalá escribió en 1999 en Cahiers du cinéma:
"Todo sucede como si Godard, en sus declaraciones a propósito de estas Histoire(s), programara implícitamente una lectura legítima de ellas, un poco intimidatoria, en la que nosotros, espectadores, tendríamos la vocación de desplegar todos los vínculos lógicos cuya red ha tejido y comprimido cuidadosamente para nuestra consideración. Hay otra manera de contemplar estas Histoire(s), en un estado de atención más flotante, menos crispada con las intenciones del montaje, pero más sensible a la forma en que estos planos elegidos por Godard sacan a la superficie de lo visible, proponiéndolos a nuestra compasión, estos cuerpos y estos gestos (célebres o desconocidos) aprisionados en la emulsión de un siglo de celuloide. (...)
"Quizá lo más emocionante en las Histoire(s) du cinéma sea ver surgir de improviso de entre las aguas del olvido los rostros y los cuerpos que estas ocultaban, aletargados por una larga espera en las tinieblas, que regresan a la vida y al movimiento -un movimiento todavía titubeante y entrecortado- (...).
"Si se deja llevar por las corrientes subterráneas que hacen subir estos planos a la superficie de las Histoire(s), el espectador-oyente será sin duda más sensible al 'montaje a distancia' que actúa en esta película, un montaje musical, al nivel de la preconsciencia, que ignora la planificación por entregas. (...)
"Ante la fantasía de un almacenaje generalizado de todas las imágenes que harían las veces de memoria, la selección de Godard ha consistido en elegir arbitrariamente algunos pobres planos, entre todos los millones que constituyen el pasado del cine, por su misma precariedad, vaciados de su antiguo prestigio, del mismo modo que uno salva un gato del tejado en su casa con la misma fe que anima a quienes parten a salvar los últimos elefantes. (...) Una vez recogido ese puñado de planos, durante una parada de tren que le ha ocupado diez años, Godard puede concluir con humildad al mostrárnoslos: 'Yo era ese hombre'".
Este sábado, antes de Ugetsu, va Belleza fatal, de Jean Luc Godard. Que empieza con esta canción (pero para escucharla hay que estar a las 19:30 en punto):
Siempre me pareció que el Godard de los últimos 15 años propone una competencia con un espectador que sea capaz de detectar todas las citas que sobrecargan sus películas, un entretenimiento para intelectuales. Y también me pregunto en qué quedó el compromiso político que Godard tenía en los años 70. No sé si este post alcanza a despejar mis dudas al respecto.
ResponderEliminarMi recuerdo favorito de las Historia(s) del cine es una imágen de Fassbinder sobre la que se imprime la palabra solo y Godard se queja de su soledad. No se si era exactamente así o si mi memoria me traiciona, de todas maneras creo que una imágen así sería muy bella.
ResponderEliminarFABIO
Ls Histoires están llenas de imágenes muy bellas, y es muy significativo cuáles son los pocos cineastas más jóvenes que Godard que son citados. Fassbinder es uno de los pocos casos.
ResponderEliminarYo sólo he visto una vez todos los "capítulos" de las Histoire(s). Se las podría ver tres, cuatro, diez veces y siempre se verían cosas diferentes, se sumarían sentidos diferentes, despertarían emociones diferentes. Una y cada vez.
ResponderEliminarEs demasiada imágen, demasiada poesía, demasiada historia como para poder apropiarse de ella de un saque. Nuestra mente y nuestro cuerpo no pueden tanto!
Godard no es uno de mis directores favoritos, pero nadie más se ha animado, a nadie más se le ha ocurrido hacer un homenaje-testamento de lo que significó el cine del siglo XX tan cargado de belleza.
Espero este sábado llegar a tiempo para no perderme "Belleza fatal"
Lo que dice el anónimo del principio sobre el Godard entretenimiento para intelectuales parece que fuera por falta de valor para disfrutar de la belleza de la que hablan los coments que vienen después.
ResponderEliminarY en cuanto al compromiso político, no creo que Godard lo haya dejado atrás sino que solamente estuvo atento a los cambios que tuvo el mundo. Las consignas de los 70 no se pueden repetir idénticas a menos que uno tenga el cerebro embalsamado.
La canción de paco ibañez es maravillosa, emocionante, magnifica y las dos de calamaro también. Hoy entré al blog sólo para escuchar música hermosa.
ResponderEliminarOscar: ¿Me podrías comentar qué imágenes de las Hoistoires son las que acompañan este post? Una Cosa que me pasa con esa ¿peli? es que soy muy madera para descubrir tan siquiera algunas de las innumerables escenas de los innumerables film que amalgama JLG.
ResponderEliminar¿Han dicho por ahí que una de las imágenes es de "La dama de Shangai"?
Mariana T:
ResponderEliminartodas las imágenes que ilustran este post son de las Histoire(s). (No así la tapa de Paco Ibañez, obvio).
Las imágenes de La Dama de Shangai que aparecen aquí están intervenidas por Godard. La dama de Shangai no está programada en este ciclo, aunque va a aparecer en la cita godardiana.
Okey. Pero luego, las otras imágenes que aparecen aquí...? A quoi sont?
ResponderEliminarAy, Mariana, parece que no redacto con claridad, te lo voy a decir con otras palabras: "todas las imágenes que ilustran este post son de las Histoire(s)".
ResponderEliminar¿Lo habré explicado mejor ahora?
ahhh hermoso tema! recién ahora puedo escuchar las canciones. ya estoy en buenos aires!
ResponderEliminarcuándo es lo de la peli de LA???
ResponderEliminarAy, Oscar, parece que no redacto con claridad, te lo voy a decir con otras palabras:
ResponderEliminarYa sé que TODAS las imágenes son de las Histoire(s). Pero alguien habló de que aparecía una imagen de una peli de Fassbinder en un capítulo, luego se reconoce una imágen de "La Dama...". Yo quería que me nombraras (si sabés) las OTRAS películas de donde JLG recorta imágenes y las interviene o no en sus Histoire(s), y que vos subiste a este post. ¿O yo soy venusina o en las Histoires no aparecen un sinfín de escenas de innumerables films que Godard recoge para hacer un collage increíble?
¿Lo habré explicado mejor ahora?
Ah, sí, lo habías explicado mal, Mariana. Ahora que lo entendí te encargo que hagas vos el laburito de detectar TODAS LAS OTRAS imágenes que cita Godard. Te aclaro que en cada fotograma hay varias capas de imágenes superpuestas, provenientes de distintas fuentes, épocas y géneros. Fijate si para mañana me podés hacer la lista.
ResponderEliminarQué suerte que nos entendimos Oscar!
ResponderEliminarPaso a tratar de realizar la tarea encomedada, hoy que tengo tiempo.
Mmm... A ver... La imágen montada con un dibujito animado puede ser Jean Gabin en el "Muelle de las brumas" o en alguna película de la misma época, junto a una señorita de la animación de los años 50 (no me animo a jugarme a que sea Jessica Rabit, que por otro lado era un émulo de aquellas mujercitas toons)
La del tipo de la paloma... paso.
La de la mujer o es Juliet Binoche, o Ana Carina, o... con otra cosa superpuesta que la vuelve pelirroja.
La última imágen de principio de siglo XX,o fines del XIX, bien parece una imágen de puesta en escena de Godard, o de una película más moderna y no de alguna reliquia histórica.
¿Hice bien la tarea?
Espero que más o menos. Si adiviné me gustaría de premio una entrada gratis para el Taller de cine de La Otra a elección.
Saludos.
Nooo! Ahora que lo miro bien, el tipo con la minita en dibujitos puede ser (y hasta me animo a decir que es) Alberto Sordi en "El Sheik".
ResponderEliminarY el tipo de la paloma, algo de Bresson (ja ja).
Esto sí que es un ejercicio de superación de uno mismo.
Mariana:
ResponderEliminarno hay palomas en Bresson y no identificaste al Pájaro Loco. Perdiste. Vas a tener que seguir garpando los 10 mangos...
¡Y cómo iba a reconocer al Pájaro Loco si no está!
ResponderEliminarY si vos decís que cada fotograma tiene imágenes superpuestas, la mano que aferra la paloma, puede no pertenecer al mismo cuerpo de la cabeza del tipo que aparece. Y no decís nada de que adiviné a Alberto Sordi y a la Binoche.
No che, la próxima vez que vaya al taller pago $5. Por más que sea, por el esfuerzo mental.
El pájaro loco está en el ángulo superior izquierdo, arriba de la cabeza de Sordi. Si seguís metiendo la pata, entonces vas a tener que pagar una multa de $ 20.
ResponderEliminarLo que está en el ángulo superior izquierdo arriba de la cabeza de Sordi (... y me estás reconociendo que es Sordi) es un cartoon cincuentoso que bien puede ser Pluto, el lobo malo de Drugui, el Coyote o cualquier otro bicharraco de caricatura. Lo que caracteriza al Pájaro Loco es su entrañable piquito de pájaro carpintero que aquí COMO NOTARÁS no está. Salvo que vos veas cada fotograma armado por Godard con rayos gamma.
ResponderEliminarQuiero mi entrada gratis para ver la peli de Bodganovich.
Saludos.
mARIANA:
ResponderEliminaral no haber reconocido la INCONFUNDIBLE mirada del pajaro loco, vas a pagar la entrada por el resto de tus dìas.
Todo por no largar un mango.
ResponderEliminarLos ojitos son de Pluto y vos un (lúcido)cocodrilo Juancho.
(Me tomo una licencia con el pobre lagarto Juancho).
Y me salió todo en verso.
entonces siempre acuérdate
ResponderEliminarde lo que un día yo escribí
pensando en ti
pensando en ti
como ahora pienso
hermosa canción. hermosa.
nos vemos el sábado.