jueves, 9 de julio de 2009

Unas fotos en la ciudad de Sylvia, un lado B


por oac

Este sábado a las 19:30, penúltima función del ciclo La más grande historia del cine jamás contada + una yapa.

Esta vez veremos Unas fotos en la ciudad de Sylvia, lo que podría considerarse el "lado B" de En la Ciudad de Sylvia (ambos films realizados simultáneamente por José Luis Guerín en 2007).

Acerca de la cualidad de "lado B" de Unas fotos..., puedo decir lo siguiente: allá por 2004 el director español se propuso contar en una película una experiencia personal que vivió 22 años atrás, cuando viajó a la ciudad de Estrasburgo, fascinado por la historia que cuenta Goethe en El joven Werther (que transcurre precisamente en Estrasburgo). En ese viaje Guerín conoció a una chica, Sylvia, con quien tuvo apenas un encuentro, pero de la que no pudo olvidarse nunca más. 22 años después, entonces, Guerín vuelve a Estrasburgo en busca de esa mujer inolvidable... o para hacer una película acerca de la imposibilidad de olvidar a esa mujer.

Esa película sería En la ciudad de Sylvia, una película de ficción filmada en los mismos lugares en los que años antes conoció a esa chica. Pero en el proceso de realización de este film de ficción, Guerín se dedicó a deambular por diversas ciudades (además de Estrasburgo, Madrid, Roma, Florencia) fotografiando a mujeres que el cineasta veía en las calles, para encontrar la clave visual del film que iba a realizar. El patrón a seguir era: ver a una mujer hermosa y empezar a seguirla para fotografiarla. Fotografiar a mujeres hermosas para hacer el boceto de una película o hacer una película que sirva de pretexto para seguir a mujeres hermosas y sacarles fotos. Contar la historia de aquella mujer que no pudo olvidar desde su juventud para intentar reconstruir aquella imagen fantasmal acechada por el tiempo y el riesgo del olvido o usar ese recuerdo acechado como pretexto para acosar con la cámara a mujeres nada fantasmales, bien carnales.

La cuestión es que Guerín filmó esa película llamada En la ciudad de Sylvia (que vimos en el ciclo La otra el año pasado); pero de ese proceso también le quedaron cientos de fotografías de mujeres que Guerín persiguió por diversas ciudades europeas, que usó como boceto del film de ficción. En determinado momento Guerín advirtió que en ese boceto de imágenes fijas y mudas había otra película... que contaba la misma historia de un modo muy diferente. Unas fotos en la ciudad de Sylvia es esa película, realizada enteramente con fotos fijas (bueno, casi enteramente) y sin ningún sonido en absoluto. Un misterio dentro de otro misterio. El lado B de una película hermosa.



Hay quienes dicen que los lados B de los discos contienen las mejores canciones, aquellas en la que las bandas se atreven a tomarse riesgos que el mercado puede no aceptar. Son grandes canciones eclipsadas por los hits que contienen los lados A. Los fans de los grupos, a menudo, cultivan un amor especial por el lado B de los discos. Creo que este concepto se puede aplicar a Una fotos en la ciudad de Sylvia. Cuenta la misma historia, recorre los mismos lugares, pero de un modo enteramente diferente. Quizá En la ciudad de Sylvia haya sido nada más que un pretexto para que Guerín se pudiera dar el lujo de filmar una película tan extraña como Unas fotos en la ciudad de Sylvia.

Editada finalmente en 2007, esta película del siglo XXI es también un intento de volver al origen: al origen del cine, al origen de la fotografía, al origen de una obsesión amorosa.

Algo de esto dice Andrés Di Tella:

"Guerín es casi como un hombre del Renacimiento, o en todo caso de altri tempi, en el sentido de que parece vivir en un lugar muy alejado no sólo de Freud sino de cualquier contemporaneidad. Sus referencias cinematográficas, de las que habla con pasión ni bien alguien parece saber de qué está hablando, son Griffith, Murnau, Dreyer, Flaherty. Pero también Marey y Muybridge. No es casualidad que haya llegado a hacer una película muda. Pero, más que nada, Guerín tiene en la cabeza nombres, como Piero della Francesca, Paolo Uccello, Masaccio, que para mí suenan muy lejanos, como de otra galaxia. Hablar con él me ayudó a entender que es de esa galaxia que vienen sus películas. La mirada sobre la mujer que propone el ciclo de "la ciudad de Sylvia" (la película de ficción llamada En la ciudad de Sylvia, el experimento documental Unas fotos en la ciudad de Sylvia y la instalación Las mujeres que no conocemos) puede efectivamente parecer demasiado estetizante y estereotipada, incluso machista. Pero hablar con Guerín me hizo recuperar el primer impacto que me produjo la visión de Unas fotos... y, a la vez, advertir que la gran originalidad del proyecto tiene que ver, precisamente, con esa pasión de Guerín por los orígenes, por los orígenes del cine y de la fotografía, y por la imagen primigenia de la mujer que se puede apreciar en el arte que él ama. Y entrar en contacto con ese universo, tan lejano, es una experiencia que vale la pena. Y la Florencia medieval, el marco más apropiado imaginable".

Antes de Unas fotos en la ciudad de Sylvia, proyectaremos el último capítulo de las magníficas e inolvidables Histoire(s) du cinéma de Jean Luc Godard. Para ver ambas maravillas hay que llegar puntualmente (sábado 19:30, Lambaré 873).

3 comentarios:

  1. cece: el sábado llevá tu cámara. hay que hacer Unas fotos en la ciudad de SylviO ya...

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  2. me gustó mucho esta peli. más que "en la ciudad de sylvia". besos.

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  3. Alguien ayer decía que Fotos en la Ciudad de S nos hace reparar sobre las imágenes que cotidianamente veímos en la ciudad, quizás, creo que decía, muestra lo interesante que esas imágenes son. No estoy de acuerdo. La ciudad de S y fotos en la ciudad... me hacen sufrir la experiencia de ver la realidad como se ve en la ciudad moderna. Se ve mucha gente, pedazos de personas, reflejos, sombras, una mujer parecida a otra, tanto que no tiene importancia si es esa o cualquiera, figuras humanas superpuestas. Todo con un ritmo rápido, sin posibilidad de detenimiento, sin que esas personas puedan decirte algo, sin que les puedas decir alguna cosa. Casi siempre se ve gente sola, yéndose. En eso, sí coincido. Los edificios, los puentes, algunos paisajes naturales, tienen imágenes más contundentes, perduran.
    Vivimos en ciudades donde mucha gente pasa ante nuestros ojos.Será cuestión de cerrar los ojos y elegir a algunos para arrastrarlos hasta nuestras casas. Será mejor quedarse ciegos.

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