martes, 18 de agosto de 2009
Lovely Revolution
por Daniel Cholakian
El sábado pasado en la sala del CELCIT, donde un rato después se hizo un lugar en este mundo la presencia mágica de Juan Carlos Gene con su inolvidable Minetti, pude presenciar la obra teatral Lovely revolution, con texto de Enrique Papatino, dirección de Enrique Dacal y dirección musical del Pablo Dacal.
Ficción de la historia de la historia, la obra recupera dos claves en la vida de Mariano Moreno: su maximalismo revolucionario y el amor apasionado por su mujer, Guadalupe Cuenca. Con estos ejes, la obra se organiza a partir de una serie de canciones. Pequeñas obras de cámara, son piezas que, en su concepción y ejecución, se presentan como clásicas, pero contienen rupturas con el clasicismo, de acuerdo con cierto anacronismo que atraviesa el relato histórico original. Al poner en juego lo clásico y moderno, los ejercicios de cambio de registro, las letras que juegan dialécticamente con el sostén musical, Dacal – Papatino – Dacal, resignifican la historia contada y sabida. Al cuestionar el clasicismo estético con la sutileza con que lo hacen, cuestionan a la vez la misma historia que relatan.
Cuatro personajes, presentes y ausentes, un inglés fabuloso que sostiene al encendido Moreno, a la amante Lupe y al escurridizo y traicionero Pedroza, juegan a cantar/contar la historia que va desde la jabonería de Vieytes hasta la muerte del secretario de la Primera Junta.
La obra, que sorprende y seduce, se afianza sobre todo en su extraña propuesta musical (extraña en tanto es difícil de ser clasificada) y en su dinámica concepción escénica. El uso del espacio, la movilidad y la interacción de los personajes en una escena que propone siempre distintos puntos de atención, son las claves de la atracción que ejerce Lovely Revolution.
Sin embargo, su riqueza no sería tal si no contara con la participación de un cuarteto de actores / cantantes y un cuarteto de músicos que hacen su trabajo con gran talento personal y un ajuste colectivo notable. Difícil destacar labores, pero sorprende la calidad canora de Jessica Schultz y la riqueza de recursos actorales en la mínima gestualidad de Enrique Dacal, dando cuerpo a un inglés que acompaña a cada personaje, casi en un modo subalterno.
Yo estuve en la misma función. Un gran trabajo. El texto es soberbio. La propuesta es sorprendentemente original. Ya ví a Papatino con Ordano trabajando antes en una obra de Kafka. Son geniales.
ResponderEliminarhola oscar... soy felipe, alumno de cine y pensamiento en lacamera.
ResponderEliminareste es mi blog por si queres verlo...
www.felipetesti.blogspot.com
saludos
Enrique Dacal es un director maravilloso, me impresionó cuando lo entrevistamos en Artes Escénicas del CCC EN EL AÑO 2007 .
ResponderEliminarallí estaba con Cartas de amor a Stalin de Juan Mayorga, con Ordano,Papatino y también Jessica
Schultz, obra muy bella, por cierto.
martha