por Jorge Quiroga
(Fragmento del "Encarte 1 Ricardo Zelarayán", publicado en el número 21 de revista La otra, que ahora está en los kioscos).
La escritura de Ricardo Zelarayán merodea una vertiente central de donde se desprenden historias interrumpidas, fragmentos de una memoria, que son secuencias desafiantes. El núcleo de su poética es un estallido, un ramalazo de invenciones contados como viajes. Se parte de una fijeza donde el lenguaje es distorsión, sintonía, como si fuera una escucha interferida.
Se trata de una literatura averiada, con cortes, a empujones, a pujos. Se concentra en descartes residuales, cascoteando, apareciendo en epifanías, volviendo a ver. Forjando entresueños diurnos de una vigilia neblinosa, a tientas, encuentros fortuitos y tensos.
LATA PEINADA
Atención a los colados que pueden ser más importantes que los invitados. Atención al número anónimo que le puede ganar a la larga al principal…Atención al huevo roto de la docena... Atención al anónimo, príncipe al final… Atención a las coladas, sobre todo a las crecidas, entre el viento negro de la miseria… Atención a las turcas que pechan siempre y no se desaniman…Y atención a las turcas falsas ganadoras… No era para menos. El rengo se agranda en la adversidad. El tuerto se las arregla para intrigar. El asesino puede ser el héroe. ¡seguro! Porque no hay cosa sin otro lado y todo puede darse vuelta ¿no es así traidor? Las vueltas de la vida terminan por juntar y separar. Pero la vuelta de uno es jugarse, las de la vida no dependen de uno y ¿qué tal?, al papagayo aquel se le trababa la lengua de decir macanas.
Ricardo Zelarayan
Dice Jorge Quiroga en La otra 21: "Publica en el 2008 su tan esperada novela Lata peinada en Editorial Argonauta. Su escritura es personal y arbitraria. En ella su estética se muestra desnuda y extrema. Novela para releer y llamar la atención acerca de lo que no es otra cosa que resonancia, reminiscencia, y puro lenguaje desencadenado. Una de las obras más instigadoras y desterradas de esta época".
Hace unos días lo leí y lo conocí por primera vez. Un poema larguísimo en voz alta. Fue un viaje de ida. No sé si volví. Igual no es para tanto, acá estoy. Washington Cucurto tiene un libro que se titula Zelarayán, en honor a Ricardo, o al menos, en alusión.
ResponderEliminarRecomendable, muy avant-garde el señor.