miércoles, 30 de septiembre de 2009
no creo que siquiera me lo pueda imaginar
puedo esperar
puedo esperar
puedo sentarme a tratar de saber
en qué cosa del mundo estás pensando
no creo que siquiera lo pueda imaginar
después de todo
el acohol
las bonitas palabras que derivan
en puteadas y gritos de borracho
no creo que siquiera me lo pueda imaginar
es algo así como una última frontera
nunca sabes qué clase de pelea va a aparecer
que una vez comenzada ya no se puede ganar
perdida de antemano y ya van 10 rounds
no creo que siquiera me lo pueda imaginar
los golpes sin fuerza que doy en el aire
no puedo conectar, sí, ya lo sé
puedo esperar
puedo esperar
puedo sentarme a tratar de saber
en qué cosa del mundo estás pensando
no creo que siquiera lo pueda imaginar
martes, 29 de septiembre de 2009
Ruta 181, fragmentos de un viaje por Palestina-Israel
En 2002, Sivan y el director palestino Michel Khleifi filmaron las escenas de Ruta 181, el extenso documental que estrenarían un año después. Para Sivan, esta película es en cierto modo la síntesis de su largo proyecto. Su título completo incluye el comentario habitual: Ruta 181, fragmentos de un viaje por Palestina-Israel. El guión que une -y separa, pero ese es otro problema- los nombres propios es por supuesto una inscripción de orden ideológico. Sivan ha hablado siempre de un Estado binacional como alternativa a las soluciones etnocráticas que se promueven para la región. No hay muchos analistas políticos que consideren viable tal opción, pero al cine le corresponde otra tarea –la crítica de ese consenso-, y los directores la llevan adelante con una furia que terminó en un juzgado.
Después de ver Ruta 181 en el canal francés Arte, el filósofo Alain Finkielkraut declaró en una entrevista radial que Sivan era un judío antisemita y que Ruta 181 era un llamado a matar judíos para permitir “la emancipación de todos los hombres”. Dijo también esta curiosa frase: “Cuídense aquellos que hayan cosido una esvástica en sus pechos y deseen reclamar para sí una estrella amarilla”. Sivan llevó a Finkielkraut a juicio por difamación. Ante el juez, el filósofo declaró, entre otras cosas: “Hamas tiene escrito en su charter: ‘Cada judío es un blanco’. La película dice sí, cada judío es un blanco, porque Israel es un largo crimen”. Claude Lanzmann declaró como testigo de la defensa.
A continuación algunos fragmentos del proceso judicial:
Finkielkraut: Vi esta película en Arte y me resultó insoportable. Descansa enteramente en una analogía entre el destino de los palestinos desde 1947 al presente y el destino de los judíos bajo el régimen nazi. Es un constante plagio a la película de Lanzmann [Shoah]. Propone una representación del sionismo como un fraude gigantesco y una empresa genocida, y los ataques suicidas como actos de resistencia contra una política de humillación diaria. Llegué a la conclusión de que una lógica asesina trabaja en este film.
Hamas tiene escrito en su charter: “Cada judío es un blanco”. La película dice sí, cada judío es un blanco, porque Israel es un largo crimen. Esto legitima el paso a la acción. Es responsabilidad de los cineastas y de Arte dirigir las emisiones, en vez de circular este film sin el menor debate, sin oponentes, sin discusiones. Este documental es presentado como la realidad histórica. Ésa es una responsabilidad extremadamente seria. Desde [la Conferencia Mundial contra el Racismo del 2001 en] Durban, ha habido un brote del odio anti-racista contra los judíos, a quienes se los caracteriza como racistas: “El Estado judío es un estado racista y todos los que lo apoyan son racistas y nazis”.
Al principio de la película, un palestino – encantador y presentado como una víctima – dice: “Los palestinos vivían del pan y el olivo, tenían corazones buenos y puros; los judíos, por el contrario, viven por el trabajo y el dinero…” Los únicos personajes positivos en el film son judíos sefardíes que han sido estafados/engañados por Israel. Todos los demás son expuestos al ridículo, diseñados por el odio, todo esto mientras estamos en este periodo de paso a la acción [en efecto, están ocurriendo en este contexto actos verdaderos de anti-semitismo].
Fiscal: En su opinión, ¿la obra del querellante legitimaría el paso a la acción?
Finkielkraut: Estamos viviendo en tiempos de paso a la acción en Israel, pero también en Francia. Si Israel es un crimen, entonces los israelíes son cómplices del crimen, en consecuencia, la violencia es inexcusable. Éste es el paso a la acción al que me refiero. Vea una opinión de Sivan de unos meses atrás…
Presidente del Jurado [a Sivan]: Según usted, ésta es una crítica que va más allá de la crítica al trabajo intelectual y que lo afecta a usted personalmente.
Sivan: Enseño cine en Israel. Esta película fue exhibida en mi universidad en Israel. Abrió el año académico. Nunca nadie se atrevió a expresarse en esos términos. He vivido los últimos veinte años entre Francia e Israel y he filmado películas sobre mi país. Mis films provocan polémicas, debates. Ese es el sentido de mi trabajo como cineasta, como luchador. No hubiera planteado este juicio si hubiera habido oportunidad de debatir, de expresarse. Alain Finkelkraut decidió no discutir, por ello es mejor asesinar a alguien cuando no se está de acuerdo.
Vengo aquí a defender mi honor, pero también el honor de mi familia. Ser llamado anti-semita es el peor insulto, proviene de un deseo de hacerme a un lado, de echarme de la comunidad humana. He aguantado muchos ataques, al punto de haber recibido amenazas de muerte.
Me gustaría llegar al problema subyacente: la confusión con la Shoah [el Holocausto sufrido por el pueblo judío bajo el régimen nazi]. Crecí en Israel bajo la memoria de la Shoah y sus lecciones. En 1989, durante la primera Intifada [1987, levantamiento popular de los palestinos en los territorios ocupados por las fuerzas israelíes], yo estaba viviendo en Jerusalén, justo enfrente de una población palestina. Un día, hubo disparos, luego intentos de escape y lanzamientos de gases lacrimógenos. Había viento y el gas entró por nuestra ventana abierta. Mi madre la cerró y lloró. Ella dijo: “Ahora entiendo cómo nuestros vecinos alemanes cerraban sus ventanas.” Empecé con este marco, esta tradición judía de otorgar voz a los discursos repudiados.
Testimonio de Claude Lanzmann. Nacido el 27 de noviembre de 1925 en Bois Colombes, Francia. Cineasta, director del célebre film Shoah, escritor, director editorial del periódico Les Temps Modernes:
Laval [abogado de Finkielkraut]: El señor Lanzmann es el director del film Shoah, una obra maestra acerca de la exterminación de los judíos. ¿Cuál es su reacción ante el punto de vista que afirma que la película de Sivan y Khleifi es un plagio o una caricatura de la suya?
Lanzmann: Vi la película nuevamente ayer como preparación para esta audiencia, y fue una experiencia infinitamente dolorosa, aún más dolorosa que la primera vez que la vi. Traté de medir la enormidad del insulto hacia mí, como autor de un trabajo que ha tocado corazones y mentes en todo el mundo. (...). Yo pienso que se burla de los palestinos, no siente compasión por ellos. Es una película mala, fastidiosa, irritante, negadora del Holocausto, profundamente inmoral y deshonesta, y está centrada en un hilo conector/conductor, la ruta 181, que nunca existió. Él omite decir que el 15 de mayo de 1948, el día de la creación del estado de Israel, cinco ejércitos árabes invadieron el país y hubo 6.000 muertos entre los 600.000 israelíes que formaban el país. Las señales de la deshonestidad: nunca sabemos dónde estamos, en terrenos baldíos, en tierra de nadie, nunca vemos Israel, no sabemos quién está hablando, no se da ningún nombre en la película. En los films del señor Sivan, los testigos no firman sus testimonios.
Esta es una película-trampa, la cámara en sí misma es una trampa – en esas locaciones remotas, se convierte, por su sola presencia, en un instrumento de la falsedad (la gente desea presumir ante la cámara). Además, Sivan no dice quién es él, jamás se presenta. Se expresa en hebreo: el lenguaje como un instrumento del engaño. A veces un entrevistado se da cuenta de eso; uno de ellos dice: “Deje de decir estupideces”, y la película corta y sigue su camino. Toda la película está centrada en esto: ya sabe todo, no descubre nada. Tiene una idea fija desde el inicio hasta el final: la inversión maligna, para citar a Michel Tournier. Para él, los israelíes son los nazis de hoy, y los palestinos, los judíos de hoy. El alambre de púas, las torres de control, los ghettos, la masacre de Lod. Por eso es que digo que esta película niega el Holocausto. Cuando Alain Finkielkraut habla de coser esvásticas, eso es exactamente lo que este hombre está haciendo, constantemente. Es lo opuesto a un film pacifista, es un film de guerra. El pecado original es la creación del estado de Israel, es la sentencia de muerte de un estado, que significa sangre. Sangre que ya ha sido derramada, que todavía se sigue derramando, y que se llama a seguir derramando. Hay escenas horrendas, como una en el puesto de control –él ama frecuentar esos puestos de control– donde filma sin presentarse, sin autorización. Algunos jóvenes soldados interrumpen: “Ey, no tienes derecho a seguir filmando”. Él responde: “Soy periodista, tengo todos los derechos”. “Muestra tus papeles”. “No tengo papeles”. La conversación continúa y él le pregunta al soldado: “¿Por qué haces esto?”. El joven soldado responde: “Estoy haciendo mi trabajo, sirvo a mi país”. Entonces él dice: “¡Todos los ejércitos dicen eso al cometer atrocidades!”.
Alain Finkielkraut tiene razón, existe un anti-semitismo muy real: los judíos anti-semitas existen y han existido desde hace mucho. Este hombre es anti-semita. No veo por qué se indigna cuando se lo dicen, ya que es la verdad. Él interpreta lo que uno de los entrevistados [judío israelí] dice para dar a entender “Sólo me interesa el dinero”. Éste es un viejo cliché.
Comte [abogado de Sivan]: Existen muchas maneras de hacer cine. ¿Quién le otorga a usted el derecho de decir que esa gente fue engañada?
Lanzmann: No tienen nombre, ni los palestinos ni los israelíes. ¿Por qué? La ética del documental es la ética de la verdad. Para él – tiene esta idea fija –, Israel es un fabricante de alambre de púas, un guardia de una prisión nazi.
Comte: ¿Acepta usted que un cineasta israelí pueda tener una visión alternativa de su propio país?
Lanzmann: Por supuesto.
Comte: Y entonces, ¿hay que ir tan lejos como decir que Sivan quiere asesinar a todos los judíos?
Lanzmann: Yo nunca dije eso. Yo digo que él dijo que Israel debe ser barrido, y para barrer Israel, usted tiene que matar un montón de judíos. No sé si todavía podemos considerar israelí a Sivan.
Testimonio de Haïm Nachman Bresheeth. Nacido el 6 de agosto de 1946 en Roma, Italia. Reside en Londres. Profesor de cine y medios.
Comte: ¿Qué razones personales lo motivaron a testificar hoy?
Bresheeth: Soy hijo de dos sobrevivientes del Holocausto. Mis padres estuvieron en Auschwitz. Nací en 1946 en un campo de refugiados en Roma. Como resultado de ello, me siento capaz de entender a los refugiados y siempre he estado interesado en el Holocausto y en los genocidios. No conozco a los dos cineastas [Sivan y Khleifi], pero admiro su trabajo. Cuando viví en Israel, participé de un buen número de jurados de selección y siempre admiré la calidad y el coraje de sus trabajos cinematográficos.
Un miembro palestino del Knesset israelí [Parlamento] afirmó en una publicación cuán importante es que los palestinos entiendan el Holocausto, porque de lo contrario, jamás entenderán a los israelíes, y si no entienden a los israelíes, nunca podrán lograr la paz. Él dice que comprender el Holocausto es esencial. Lo que esta película hace es entender el otro lado del problema. Diez mil libros han sido publicados sobre el Holocausto, yo mismo escribí uno, porque estamos obligados a explicarlo para que no ocurra otra vez, pero existen menos de veinte libros que traten la catástrofe sucedida a los palestinos en 1948. Esto ha sido invisible por casi cincuenta años. Si los israelíes no comprenden la situación de los palestinos, no tendrán oportunidad de lograr la paz. Cuando leí por primera vez las palabras de Alain Finkielkraut, no las entendí, me resultaba incomprensible que un intelectual razonable y respetado pudiera decir semejante cosa acerca de esta película. Me sentí avergonzado como judío, como israelí, de que alguien de su importancia pudiera decir lo que dijo sobre el film.
A lo largo de muchos años cada lado ha formulado su punto de vista sin la menor consideración por el punto de vista del otro. La película es muy fuerte pues nos dice: “Necesitamos entendernos y luego hablar del Holocausto y de la tragedia palestina”. Diciendo esto, no digo que sean la misma cosa, pero sí que son hechos decisivos y formativos para ambos lados. Es verdad que los judíos se molestan y enojan cuando alguien insiste en negar el Holocausto. Del mismo modo puedo entender lo que un palestino siente cuando nosotros negamos su propia tragedia. Es muy raro para un israelí y para un palestino hablar juntos de sus tragedias, también porque los israelíes son responsables de la tragedia de los palestinos y no a la inversa. Estos dos cineastas nos recuerdan que los israelíes son responsables por lo que les pasa a los palestinos desde 1948. François Truffaut decía que “un cineasta es un autor, no un periodista.” Podríamos decirles a Zola o Dickens: ¿Por qué no muestran los lados buenos de Francia e Inglaterra?” Zola y Dickens tienen una historia para contar, una historia social, política que está relacionada con las responsabilidades de los intelectuales. Es así como yo interpreté esta película. Es diferente de los que interpretó Alain Finkielkraut.
- La traducción al castellano de los fragmentos que publicamos ha sido realizada por Candelaria Naveyra © 2009.
José Miccio ha escrito un estudio muy completo sobre la filmografía de Eyal Sivan que está publicado en el número 21 de revista La otra.
lunes, 28 de septiembre de 2009
Santa Fe socialista
Elecciones municipales: llora el bloque Clarinista
Santa Fe: el frente de Binner volvió a triunfar sobre el PJ de Reutemann. Tanto en Rosario como en la capital provincial, los candidatos socialistas superan claramente a los reutemistas.
Binner: "Es un espaldarazo importante a la gestión de gobierno"
Reutemann: "Las elecciones importantes fueron las de junio"
Un par de días después de que el bloque de diputados socialistas que responden a la conducción de Hermes Binner diera su apoyo al proyecto de ley de servicios audiovisuales, un despechado Julio Blank, alcahuete principal del Grupo Clarín, dejaba entrever en TN su deseo de que en las elecciones municipales que se llevaron a cabo ayer en Santa Fe el electorado socialista le pasara factura a Binner por haber apoyado la "ley K para controlar a los medios". Lo hacía en un estilo de pseudoperiodismo típicamente extorsivo que en estos años Clarín ha llevado hasta límites casi diabólicos. (TN puede desaparecer????)
Un desaforado Quintín (tan desquiciado como se suele mostrar en estos años de su decadencia) en su blog La Lectora Provisoria llamaba "putos entreguistas" a los socialistas que votaron la nueva ley de medios (un alarde politológico propio de una mentalidad europea como la suya).
El empresario Tomás Abraham, que se autopostulaba como filósofo de cabecera del binnerismo, escribía indignado en Perfil: "Había muchos que no querían ser confundidos con la derecha. Los socialistas dicen ser coherentes con su tradición, pero puede suceder que a veces ser tan tradicional se convierta en un problema. El amor a lo público no es todo".
Una contracturada Elisa Carrió, reponiéndose de los disturbios neuropsiquiátricos que la atacaron después de las elecciones en que salió tercera en Capital, también condenaba al socialismo: "Yo pedí el voto por ellos en Santa Fe. Siento vergüenza ante los que votaron. De la izquierda lo único que digo es que ser la segunda amante del kirchnerismo es patético".
Binner pudo derrotar este domingo al frente político mediático que cree que el mandato popular impone hacer antikirchnerismo a ultranza. El socialismo defraudó las expectativas derechistas, se mantuvo fiel a sus banderas antimonopólicas de siempre, y fue premiado por su coherencia.
Santa Fe: el frente de Binner volvió a triunfar sobre el PJ de Reutemann. Tanto en Rosario como en la capital provincial, los candidatos socialistas superan claramente a los reutemistas.
Binner: "Es un espaldarazo importante a la gestión de gobierno"
Reutemann: "Las elecciones importantes fueron las de junio"
Un par de días después de que el bloque de diputados socialistas que responden a la conducción de Hermes Binner diera su apoyo al proyecto de ley de servicios audiovisuales, un despechado Julio Blank, alcahuete principal del Grupo Clarín, dejaba entrever en TN su deseo de que en las elecciones municipales que se llevaron a cabo ayer en Santa Fe el electorado socialista le pasara factura a Binner por haber apoyado la "ley K para controlar a los medios". Lo hacía en un estilo de pseudoperiodismo típicamente extorsivo que en estos años Clarín ha llevado hasta límites casi diabólicos. (TN puede desaparecer????)
Un desaforado Quintín (tan desquiciado como se suele mostrar en estos años de su decadencia) en su blog La Lectora Provisoria llamaba "putos entreguistas" a los socialistas que votaron la nueva ley de medios (un alarde politológico propio de una mentalidad europea como la suya).
El empresario Tomás Abraham, que se autopostulaba como filósofo de cabecera del binnerismo, escribía indignado en Perfil: "Había muchos que no querían ser confundidos con la derecha. Los socialistas dicen ser coherentes con su tradición, pero puede suceder que a veces ser tan tradicional se convierta en un problema. El amor a lo público no es todo".
Una contracturada Elisa Carrió, reponiéndose de los disturbios neuropsiquiátricos que la atacaron después de las elecciones en que salió tercera en Capital, también condenaba al socialismo: "Yo pedí el voto por ellos en Santa Fe. Siento vergüenza ante los que votaron. De la izquierda lo único que digo es que ser la segunda amante del kirchnerismo es patético".
Binner pudo derrotar este domingo al frente político mediático que cree que el mandato popular impone hacer antikirchnerismo a ultranza. El socialismo defraudó las expectativas derechistas, se mantuvo fiel a sus banderas antimonopólicas de siempre, y fue premiado por su coherencia.
domingo, 27 de septiembre de 2009
Palestinos e israelíes
El nuevo ciclo de cine de La otra
Sábado 3 de octubre: Ruta 181, fragmentos de un viaje por Palestina-Israel (2002), dirigida por Eyal Sivan y Michel Khleifi.
Sábado 10 de octubre: Z 32 (2008), dirigida por Avi Mograbi.
Sábado 17 de octubre: Cómo aprendí a vencer el miedo y amar a Arik Sharon (1996) dirigida por Avi Mograbi.
Sábado 24 de octubre: Vals con Bashir (2008), dirigida por Ari Folman.
Medio oriente: esa zona caliente del mundo donde los conflictos son no necesariamente otros que los que nosotros vivimos. Quizá sean los mismos, sólo que más explícitos.
La televisión no puede ayudarnos a comprenderlo. El cine contemporáneo puede: no para contar la cantidad de cadáveres, no para reproducir los discursos de ocasión de los líderes mundiales, sino para sumergirnos en la vida cotidiana de los territorios ocupados, un espacio y un tiempo donde la guerra y la paz ya no son discernibles.
Hoy en La otra.-radio anticipamos el ciclo en diálogo con José Miccio (ver nota en revista La otra 21). FM La Tribu, 88.7. Medianoche.
Comienza el próximo sábado
Hoy lo anticipamos en la radioSábado 3 de octubre: Ruta 181, fragmentos de un viaje por Palestina-Israel (2002), dirigida por Eyal Sivan y Michel Khleifi.
Sábado 10 de octubre: Z 32 (2008), dirigida por Avi Mograbi.
Sábado 17 de octubre: Cómo aprendí a vencer el miedo y amar a Arik Sharon (1996) dirigida por Avi Mograbi.
Sábado 24 de octubre: Vals con Bashir (2008), dirigida por Ari Folman.
Medio oriente: esa zona caliente del mundo donde los conflictos son no necesariamente otros que los que nosotros vivimos. Quizá sean los mismos, sólo que más explícitos.
La televisión no puede ayudarnos a comprenderlo. El cine contemporáneo puede: no para contar la cantidad de cadáveres, no para reproducir los discursos de ocasión de los líderes mundiales, sino para sumergirnos en la vida cotidiana de los territorios ocupados, un espacio y un tiempo donde la guerra y la paz ya no son discernibles.
Hoy en La otra.-radio anticipamos el ciclo en diálogo con José Miccio (ver nota en revista La otra 21). FM La Tribu, 88.7. Medianoche.
sábado, 26 de septiembre de 2009
El domingo a la medianoche, The Beatles
6 de junio de 1957:
"Paul acababa de cumplir 15 años. Tenía la cabeza llena de rock 'n' roll, dominaba su guitarra y pudo hacer una demostración con Twenty Flight Rock, de Eddi Cochran, con la letra correcta y cambios de acordes; John Lennon, que entonces tenía 16 años, quedó pasmado. Paul continuó con Be Bop A-Lula, de Gene Vincent, y un popurrí de éxitos de Little Richard, todo lo cual había aprendido de memoria. El y John comenzaron a hablar con excitación; hasta ese momento ninguno había conocido a nadie a quien el rock 'n' roll le importara tanto. A pesar de la crucial diferencia de edad de 18 meses, John se dio cuenta de que lo que necesitaban los Quarry Men, si querían llegar a alguna parte, era contar en el grupo con alguien que supiera tocar un instrumento. Después de que los Quarry Men hicieron su segunda presentación, todos fueron juntos al pub, aunqeu Paul tuvo que mentir acerca de su edad.
"Unos días más tarde, mientras iba en bicicleta, Paul se encontró con Pete Shotton, uno de los Quarry Men, que le comentó que John quería que se uniera al grupo. Paul dijo que sí pero que primero se iba de vacaciones". (Barry Miles, Many years from now)
"La carrera de los Beatles fue muy corta. Transcurrieron apenas seis años desde el primer simple (Love me do, 1962) hasta el Album Blanco (1968), cuando ya había quedado atrás el período en el que Lennon y McCartney trabajaban juntos. Pero bastaron ocho LPs y unos cuantos simples para cambiarle la vida a mucha gente. Es poco probable que el sonido de un par de canciones pop cantadas en otro idioma vuelvan a producir un efecto semejante, a volarle la cabeza a buena parte de los adolescentes del planeta que no sabíamos de dónde venía lo que oíamos y aún nos sentimos arrasados por una emoción semejante". (Quintín)
"Los Beatles –para bien o para mal– patentaron la desde entonces casi obligada compulsión pop de transformarse sin cesar, de no quedarse quietos, de ver más allá. Alcanza, hoy, arrastrados por esta nueva marea revisionista, con observar en fotografías o filmaciones el constante y desenfrenado cambio en sus modales y looks. O volver a maravillarse con Rubber Soul y Revolver y Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, que ofrecen la versión definitiva del pop que se hacía entonces a cargo de cuatro músicos encajando las piezas de un rompe/arrasacabezas perfecto rematando con esa cumbre apocalíptica del presente que es “A Day in the Life”. O encandilarse con la blancura de The Beatles, que muy bien 10 puede entenderse y decodificarse como manual de todo lo que vendría incluyendo punk, heavy-rock, folk-pastoral, new wave, grunge, alt-country, indie, vanguardismo snob y, seguro, la tendencia de moda que se impondrá en el 2010, sin por eso privarse de parodiar cálida pero afiladamente a varios de sus colegas y –I’ve got blisters in my ears!– cómo grita ahora “Helter Skelter”. O escuchar las primarias y primales “She Loves You” o “I Want to Hold Your Hand” y comprender que son el equivalente a esas pinturas rupestres en las paredes de Altamira en las que alguien como Picasso supo ver el núcleo irreducible de la inmortalidad, de lo que no pasa ni pasará jamás de moda, de lo clásico coexistiendo con lo moderno y anulando la idea que tenemos del tiempo". (Rodrigo Fresán)
"Los Beatles no se han ido. Pero sin embargo vuelven. Se perfeccionan. Ahora se han remasterizado las tomas originales, antes del proceso de mezcla y no después, como se había hecho hasta el momento para la edición en CD de sus discos. Y todos vuelven a escucharlos y a sorprenderse y a pensar que por ahí los Beatles no fueron sólo los primeros sino también los últimos, o los únicos, o simplemente los mejores. Están los que dicen que prefieren el sonido original (¿el de un Winco o el de una bandeja Thorens con una cápsula altamente sofisticada y un amplificador Audio Research conectado a bafles de cuatro vías?). Están en su derecho. También hay gente a la que le gustan los trencitos en las fiestas de casamiento o que los azoten con látigos de varias puntas rematadas en plomo. Pero en este caso, con la remasterización de sus discos, no se ha hecho otra cosa (la traducción del Quijote a un madrileño vulgar diseñado por Anagrama) sino que se ha mejorado la misma cosa (las letras se hicieron más nítidas y legibles). No se transformó el concepto sonoro, no se llevaron los discos al caldo standard del pop actual, no se los igualó entre sí, ni se les puso nada que no estuviera ya en las grabaciones". (Diego Fischerman)
"Al resetear la vieja música, dotándola de la sonoridad que nos habituamos a registrar desde la invención de la tecnología digital, los Beatles quedaron en pie de igualdad con el resto de los artistas que grabaron desde los ‘70 hasta hoy. Y una vez puestos en la misma línea de largada, lo primero que salta al oído es hasta qué punto siguen estando a años luz de todo lo demás, dicho esto con cariño y respeto por otros artistas. No deberían ni siquiera tomarse el trabajo de sentir ofensa: con una “singularidad” es imposible competir, y eso es lo que fueron los Beatles, y lo que siguen siendo: un salto cualitativo tan inesperado, y tan irrepetible, que la ciencia sólo puede explicarlo una vez consumado". (Marcelo Figueras)
viernes, 25 de septiembre de 2009
El otro tan temido
Sector 9
por Eduardo D Benitez
Es extraño. Hasta ayer nunca me había sentido identificado con un alien. Nunca tuve tantas ganas de que se hiciera justicia asesinando a un humano en una película, como cuando vi Sector 9. Un sugestivo film de ciencia ficción (¿terror, thriller político?) que tal vez sea la apuesta de cine político del mes. Sector 9 viene de la mano de un director sudafricano, Neill Blomkamp, y de la producción de un ex cultor de cine clase B, Peter Jackson.
¿De qué va la cosa? Una gigante nave extra-terrestre queda encallada, como suspendida en el cielo de Johannesburgo (Sudáfrica). Tras una supuesta avería en su móvil, los alienígenas recién llegados bajan a la Tierra y quedan por veinte años varados en este planeta, porque no pueden repararla para volver a su casa. Arreglar la nave y volver a su nido es lo que más desean estos seres extraños, mientras que los humanos paranoides esperaban un ataque de conquista interplanetaria (Hollywood puede imaginar mil maneras de fin del mundo, pero nunca el fin del capitalismo, escribió alguna vez Zizek). Al darse cuenta de que los aliens son en realidad bastante pacíficos, que lo único que quieren es morfar comida de gato mientras esperan por la vuelta, las autoridades de la ciudad “inventan” un sector de emergencia, una especie de campo de refugiados cercado con alambres electrificados. Este Sector 9 es una mini ciudad que se convierte en el vertedero de lo que la otra ciudad considera deshechos de la sociedad. ¿Quiénes están destinados a poblar los pasillos de Sector 9? No sólo los alienígenas, sino todo aquel sudafricano negro homologado obtusamente con el Mal. Campo de concentración, apartheid, masas de excluidos no reconocidos por un Estado ciego. Sector 9 quizás se presta a la alegoría, a la metáfora de lectura fácil.
La de Neill Blomkamp es una película que en su factura tiene toda la pinta de superproducción y está hecha con un presupuesto bajo para su resultado final. Es bastante innovadora, no por la lectura política que ofrece la superficie. No es novedoso sólo el hecho de que se le da a los monstruitos un sentido que difiere bastante de lo que históricamente esperamos de un alien en términos de verosímil de género. Uno pudo sensibilizarse con ET de niño y tener ganas de ponerlo en la mesita de luz. Pero estos bichos de lo más fuleros terminan haciendo encauzar el deseo del espectador con su propio deseo. Dan ganas de protegerlos, de abrazarlos cuando la pasan mal. Y eso es resultado de un gran trabajo de guión y de puesta en escena. También la forma con que está contada marca una novedad. Una cierta manera de utilizar distintos registros narrativos de manera exquisita. Al principio como un noticiero, uno va viendo una especie de informe especial sobre el único humano que se identificó con los aliens. Después aparece la ficción cruda, digamos… y sobre los veinte minutos finales se retoma ese registro de noticiero sensacionalista y bastante reccionario, a la hora de describir la diferencia. Sector 9 es más actual de lo que se cree. Tal vez su efervescencia no funcione más que para este momento, pero vale la pena verla.
Es extraño. Hasta ayer nunca me había sentido identificado con un alien. Nunca tuve tantas ganas de que se hiciera justicia asesinando a un humano en una película, como cuando vi Sector 9. Un sugestivo film de ciencia ficción (¿terror, thriller político?) que tal vez sea la apuesta de cine político del mes. Sector 9 viene de la mano de un director sudafricano, Neill Blomkamp, y de la producción de un ex cultor de cine clase B, Peter Jackson.
¿De qué va la cosa? Una gigante nave extra-terrestre queda encallada, como suspendida en el cielo de Johannesburgo (Sudáfrica). Tras una supuesta avería en su móvil, los alienígenas recién llegados bajan a la Tierra y quedan por veinte años varados en este planeta, porque no pueden repararla para volver a su casa. Arreglar la nave y volver a su nido es lo que más desean estos seres extraños, mientras que los humanos paranoides esperaban un ataque de conquista interplanetaria (Hollywood puede imaginar mil maneras de fin del mundo, pero nunca el fin del capitalismo, escribió alguna vez Zizek). Al darse cuenta de que los aliens son en realidad bastante pacíficos, que lo único que quieren es morfar comida de gato mientras esperan por la vuelta, las autoridades de la ciudad “inventan” un sector de emergencia, una especie de campo de refugiados cercado con alambres electrificados. Este Sector 9 es una mini ciudad que se convierte en el vertedero de lo que la otra ciudad considera deshechos de la sociedad. ¿Quiénes están destinados a poblar los pasillos de Sector 9? No sólo los alienígenas, sino todo aquel sudafricano negro homologado obtusamente con el Mal. Campo de concentración, apartheid, masas de excluidos no reconocidos por un Estado ciego. Sector 9 quizás se presta a la alegoría, a la metáfora de lectura fácil.
La de Neill Blomkamp es una película que en su factura tiene toda la pinta de superproducción y está hecha con un presupuesto bajo para su resultado final. Es bastante innovadora, no por la lectura política que ofrece la superficie. No es novedoso sólo el hecho de que se le da a los monstruitos un sentido que difiere bastante de lo que históricamente esperamos de un alien en términos de verosímil de género. Uno pudo sensibilizarse con ET de niño y tener ganas de ponerlo en la mesita de luz. Pero estos bichos de lo más fuleros terminan haciendo encauzar el deseo del espectador con su propio deseo. Dan ganas de protegerlos, de abrazarlos cuando la pasan mal. Y eso es resultado de un gran trabajo de guión y de puesta en escena. También la forma con que está contada marca una novedad. Una cierta manera de utilizar distintos registros narrativos de manera exquisita. Al principio como un noticiero, uno va viendo una especie de informe especial sobre el único humano que se identificó con los aliens. Después aparece la ficción cruda, digamos… y sobre los veinte minutos finales se retoma ese registro de noticiero sensacionalista y bastante reccionario, a la hora de describir la diferencia. Sector 9 es más actual de lo que se cree. Tal vez su efervescencia no funcione más que para este momento, pero vale la pena verla.
jueves, 24 de septiembre de 2009
Los dinosaurios van a desaparecer
por oac
"TN puede desaparecer" es la fase avanzada de la lucha por la continuidad del oligopolio. En este momento está Marcelo Bonelli diciendo que TN tiene 5 millones de espectadores y que con la nueva ley pasará a tener 500.000. El problema con el informante es que no informa, no explica, ni permite comprender, sino que defiende sus intereses comerciales y políticos bajo la apariencia de estar informando. Nunca como ahora ha quedado tan expuesta esta diferencia entre una cosa y la otra: un canal de noticias encara una campaña de publicidad institucional en defensa del mantenimiento de sus privilegios oligopólicos, propaganda basada en un slogan distorsivo, y pone todos sus contenidos y a todos sus empleados (que por un abuso semántico se siguen llamando "periodistas") en línea con ese slogan.
Clarín (propietario de TN y de la distribuidora de cable Multicanal/Cablevisión, entre más de 250 licencias, máximo exponente de la hiper-concentración de medios y, por ende, principal afectado por una legislación desconcentradora) confunde a su espectador, le oculta información o se la presenta de un modo interesadamente equívoco. ¿Dice la ley que TN debe desaparecer? No. La ley fija límites a la posibilidad de que una empresa de comunicaciones le impida al público acceder a otros emisores. Si hoy TN puede llegar a 5.000.000 de espectadores es en perjuicio de otros actores bien concretos en el proceso de comunicación: otros emisores y otros receptores que no son Clarín y que, ante el desborde de este grupo, queda en situación de extrema desigualdad. Multicanal, como distribuidor de señales acapara a 2 de cada 3 usuarios de cable y pone a TN en un lugar privilegiado de la grilla de canales; a esta concentración se suman otros canales de la misma empresa: canal 13, Volver, TyC, Metro, Magazine, Q, etc. (no hablemos de los diarios, de Papel Prensa ni de las ambiciones que tenía el Grupo de entrar también en el negocio de la telefonía, porque este proyecto de ley no abarca estos ámbitos).
Cada una de las señales de Clarín está ocupando un lugar que así excluye a otro posible emisor: por ejemplo, Multicanal no incluye en su grilla a la cadena latinoamericana de noticias Telesur. No es verdad que los espectadores de las zonas en las que opera Multicanal elijan ver TN y no ver Telesur, porque no tienen esa opción: de hecho, en gran parte del país ni siquiera pueden elegir si quieren tener Multicanal u otra distribuidora de cable. Es Clarín, el grupo propietario de Multicanal y TN, el que decide que uno sí pueda ver TN pero no pueda ver Telesur. Lo mismo pasa con otro canal de noticias que es, teóricamente, competencia de TN: C5N. Hay ciudades del país que no pueden acceder a esa señal, porque el distribuidor de cable (del grupo Clarín también) decide no ofrecerlo en su grilla. C5N o Telesur no pueden llegar a esos espectadores porque no gozan del beneficio de pertenecer a un grupo que también tiene cautivo al 60% del público de tv cable del país.
Los que hoy defienden el statu quo (radicales, CC, Pro y otros sectores derechistas) hablan en nombre de la libertad de expresión, pero en realidad defienden la libertad de Clarín por imponer TN a sus cautivos e impedirles que vean Telesur o C5N. Hay una libertad protegida (la de Clarín por hacer su negocio y ejercer un poder permanente e intangible en la circulación de los discursos) y varias libertades lesionadas: la libertad de otros canales de noticias que, para llegar a su público, deben depender de las desiciones empresariales de Clarín; y la libertad de los cautivos de Clarín que no pueden elegir lo que simplemente desconocen.
¿Qué propone la ley para modificar esta situación? Que una misma empresa no pueda concentrar una cantidad tal de medios que les impida a otros sujetos ejercer el derecho a la comunicación. Por ejemplo: según la nueva ley una distribuidora de cable puede poseer una señal (y solo una) de alcance local. Si Clarín decide quedarse con Multicanal, puede tener un canal propio; ese canal puede ser TN u otro que el grupo decida. Y para el resto de los usuarios de cable del país, TN puede competir en igualdad de condiciones con C5N u otra señal de noticias. Si otras empresas de cable quieren comprar la señal de TN, C5N, Telesur o todas ellas juntas, lo hará. Cuanto más desconcentradas estén las comunicaciones, más posibilidades tendrán TN y otras cadenas de noticias de llegar a espectadores de cualquier zona del país.
Este criterio desconcentrador hace que la ley fije la imposibilidad de que una distribuidora de cable sea propietaria de la licencia de un canal de aire en la misma zona de cobertura. Clarín tiene un canal de aire en Buenos Aires, una distribuidora de cable que cautiva a 2 de cada tres usuarios de tv cable del país y muchas señales de cable de las que dispone a su arbitrio, dejando fuera de competencia a otros tantos canales que no tienen su capacidad económica, y que tampoco gozaron de las prebendas que a lo largo de las décadas los distintos gobiernos le fueron cediendo a Clarín.
Hoy tenemos un oligopolio de facto, pero además la posibilidad de que Argentina se dé una legislación que distribuya el poder de comunicación entre muchos más que los que hoy lo detentan. Para que entren más (canales comerciales, emisoras comunitarias, cooperativas, universitarias, sindicales, religiosas, municipales, provinciales, educativas, etc.) los grandes grupos concentrados deben hacerles espacio, es decir: ceder los privilegios que han concentrado en estos años. Es un proceso análogo al que se produce con la abolición de la esclavitud, el derecho al sufragio por parte de las mujeres, la patria potestad compartida o el fin del apartheid. Cuando se abuele la esclavitud, se afecta el derecho de propiedad de los amos de los esclavos, que hasta ese momento poseían. Cuando se pasa a la patria potestad compartida, los hombres tienen que compartir ese derecho con las mujeres y ceder parte de la potestad que hasta ese momento tenían en detrimento de las mujeres. Podemos imaginar al señor esclavista explicándoles a sus esclavos la inseguridad a la que serán arrojados cuando dejen de ser sus siervos, o a un padre machista asustando a sus hijos por los posibles conflictos que se desencadenen a partir de que la madre esté en condición de ejercer su potestad en igualdad de condiciones; esas situaciones son muy parecidas a la que viven hoy los cautivos de Clarín a los que TN les "explica" los peligros de la nueva ley.
En nombre de la "seguridad jurídica" y de los derechos adquiridos un hombre podría alegar que él era propietario de cinco esclavos y que ahora el estado limita su derecho a tenerlos. Cuando se aprueba el sufragio femenino, cada hombre podría decir que, a partir de ese momento, su voto tiene un peso relativo menor (la mitad) que el que tenía cuando las mujeres no podían votar. Pero principios como la igualdad de hombres y mujeres ante la ley, la abolición de la esclavitud o la patria potestad compartida implican un perfeccionamiento del principio universal de igualdad ante la ley. En el caso de los oligopolios comunicacionales, fueron creciendo ante un vacío legal que terminó por afectar la igualdad de las personas por ejercer su derecho a la información. Grupos concentrados, como Clarín, Vila, Prisa y algún otro, van a perder el derecho a imponerse deslealmente sobre otros sujetos de derecho. Es ese derecho a imponerse el que la derecha hoy defiende.
Una ley como esta adecua el principio constitucional de la igualdad ante la ley de cara a una nueva realidad tecnológica, inexistente en el momento en que se dictó la legislación vigente. Esta legislación no contemplaba (por razones históricas no podía preverlo) las posibilidades tecnológicas que la comunicación digital permiten. Esas posibilidades implican conflictos de intereses ante los cuales el concepto de "libertad de prensa" del siglo 19 resulta anacrónico. Lo previsible es que en pocos años la cantidad de emisores y receptores se multipliquen hasta límites difíciles de imaginar: tecnología es poder y el poder debe ser continuamente legislado. Lo que una sociedad debe decidir es si legisla en función de un perfeccionamiento de la igualdad o si privilegia el creciente desequilibrio de la desigualdad.
El uso que hacen los grupos concentrados del principio de intangibilidad de los derechos adquiridos impide a una sociedad adecuar el ejercicio de la igualdad a las transformaciones sociales y tecnológicas. Las leyes antimonopólicas son precisamente un recurso de las sociedades para hacer prevalecer la igualdad por sobre los derechos adquiridos. Leyes de esta especie se toman en el mundo civilizado; ejemplo de ello es la legislación antimonopólica que se da la Unión Europea en el campo de la informática: también en ese caso se le dio a Microsoft un año para adecuarse a la nueva legislación, cediendo los privilegios que acaparaba en detrimento del resto de la sociedad. Si se absolutizara la idea de una propiedad intangible de las licencias o de cualquier otro privilegio sectorial por sobre el conjunto de la sociedad, ninguna sociedad podría nunca poner fin a los monopolios de hecho.
El planteo de estos problemas requieren un modelo comunicacional más complejo, menos terrorista y más reflexivo que el que permite repetir a cada rato: "TN puede desaparecer".
martes, 22 de septiembre de 2009
Mes petites amoureuses
(Mis amigos)
Me enviaron esta foto desde el Festival de Cine de Río Negro. Mis amigos: de izquierda a derecha, arriba: Juan Pablo Sasiaín Huertas, Federico Godfrid, Jorge Leandro Colás, Salvador Savarese. Abajo: Caro Fernández y Marco Berger.
Me enviaron esta foto desde el Festival de Cine de Río Negro. Mis amigos: de izquierda a derecha, arriba: Juan Pablo Sasiaín Huertas, Federico Godfrid, Jorge Leandro Colás, Salvador Savarese. Abajo: Caro Fernández y Marco Berger.
Película de amor n° 10: Mes petites amoureuses (de Jean Eustache)
La última película de amor de este año
(Lo que viene es el odio!!!)
El sábado 26 de septiembre a las 19:30 en Lambaré 873.
COMO EL OCÉANO
por Gonzalo de Lucas
(Extractado del libro colectivo Jean Eustache. Un fulgor arcaico, editado por el BAFICI 2009)
Tras filmar Mes petites amoureuses, Jean Eustache ya no pudo dirigir otro largometraje. Siete años después, en 1981, se pegó un tiro en el corazón. Se ha visto recurrentemente una estrecha relación entre los dos hechos, el eco prolongado y persistente de su voz silenciada. Philipe Garrel sigue persuadido, sobre este punto, de que fue la industria del cine la que mató a Eustache. (...)
Me gustaría escribir sobre aquellas cosas que el cineasta filma, y el hombre ignora. Enfrentado a una inquietud primera -quizá una pérdida, la esencia del cambio-, el cineasta decide tender un puente hacia la complejidad, crear una forma que, sin dar una respuesta, contenga toda la extensión y hondura de la pregunta, una forma que aloje el misterio primero. El cineasta, según esta experiencia, acepta la precariedad de su condición y reconoce la radical independencia de la materia filmada. Serge Daney se refería a ello en una entrevista que concedió en 1977: «Llega un momento en que te das cuenta de que lo importante no es estar o no de acuerdo con la ideología explícita de un film, sino ver hasta dónde alguien es capaz de mantener sus ideas, respetando al mismo tiempo el material audiovisual que ha producido. Es un movimiento dialéctico: primero, el realizador -guiado por sus ideas, gustos y convenciones- produce un material determinado, pero luego este material es el que le enseña cosas al resistirse a él». (...)
Y si el cine de Eustache fue un cine de la memoria es porque siempre entendió que la función de la memoria no es preservar lo vivido, sino seleccionar lo recordado, excluir hechos, en vez de conservarlos. Y si el cine selecciona, encuadra una parte de la realidad, no debía estar lejos de esa función. La maman et la putain es un film de exlcusiones, de descartes.
Trailer japonés en el que pueden verse algunas imágenes de La maman et la putain (b&n) y también Mes petites amoureuses (color).
Mientras, en la imagen peduran algunos sentimientos, cristalizados, evocando un instante de tiempo que el cineasta ignoró o no pudo comprender en su plenitud. Restos de tiempo que atraviesan, por ejemplo, las escenas de Mes petites amoureuses. Glosaré un movimiento de cámara. Una tarde de verano, durante su infancia, Daniel pasea junto a un amigo y dos chicas a lo largo de una carretera desierta. Una pandilla de chicos, tras ellos, sigue a las muchachas. Daniel y su pareja se adentran en el follaje y se tumban en el suelo. Su compañero y la otra chica se besan a pocos metros. La pandilla se ha alejado. Daniel se tumba en la hierba y la joven le besa. La mano de Daniel acaricia el cuerpo de la niña y se posa en las piernas desnudas. Cuando se incorporan, él le toca una mejilla con la mano. Pide a la muchacha que se tumbe para poder contemplarla. Y entonces la cámara asciende y deja los cuerpos de los jóvenes en el margen inferior del encuadre, y se desplaza cadenciosamente hacia la izquierda, mostrando un camino de tierra y la extensión de campo en la que el viento sopla moviendo las hojas. ¿Qué decir de ese movimiento inexorable? Daniel ya había besado a una chica, en una sala de cine, mientras se proyectaba Pandora, pero este beso frío nos remonta al beso arrobado de Henri y Henriette en Un día de campo de Renoir, y a los travellings y grúas de Mizoguchi, cuando la cámara abandona a un personaje para orientarse hacia otro lugar, diseminando el sentido del plano. En ese movimiento tras los primeros besos, Eustache sostiene -como Mizoguchi- que no se puede retener la mirada a un cuerpo, expresando la soledad e impotencia del hombre -del cineasta que evoca filmando- ante la ley de la gravedad, la condición sensitiva y carnal del amor como proceso irreversible, la certeza de saberse ínfimo polvo de estrellas. (...)
En otra secuencia, los muchachos sentados en la terraza de un café contemplan cómo las chicas pasan de largo y desaparecen tras girar por una esquina. Mes petites amoureuses es un film precioso sobre la formación de un cineasta, o cómo la vida se inmersa en un hombre que vivirá sus experiencias para el cine. Toda su obra sigue esa formación: partir del número cero, aprender a vivir y filmar, hasta que ya no haya otro plano de sutura. Seul le cinéma.
(Lo que viene es el odio!!!)
El sábado 26 de septiembre a las 19:30 en Lambaré 873.
COMO EL OCÉANO
por Gonzalo de Lucas
(Extractado del libro colectivo Jean Eustache. Un fulgor arcaico, editado por el BAFICI 2009)
Tras filmar Mes petites amoureuses, Jean Eustache ya no pudo dirigir otro largometraje. Siete años después, en 1981, se pegó un tiro en el corazón. Se ha visto recurrentemente una estrecha relación entre los dos hechos, el eco prolongado y persistente de su voz silenciada. Philipe Garrel sigue persuadido, sobre este punto, de que fue la industria del cine la que mató a Eustache. (...)
Me gustaría escribir sobre aquellas cosas que el cineasta filma, y el hombre ignora. Enfrentado a una inquietud primera -quizá una pérdida, la esencia del cambio-, el cineasta decide tender un puente hacia la complejidad, crear una forma que, sin dar una respuesta, contenga toda la extensión y hondura de la pregunta, una forma que aloje el misterio primero. El cineasta, según esta experiencia, acepta la precariedad de su condición y reconoce la radical independencia de la materia filmada. Serge Daney se refería a ello en una entrevista que concedió en 1977: «Llega un momento en que te das cuenta de que lo importante no es estar o no de acuerdo con la ideología explícita de un film, sino ver hasta dónde alguien es capaz de mantener sus ideas, respetando al mismo tiempo el material audiovisual que ha producido. Es un movimiento dialéctico: primero, el realizador -guiado por sus ideas, gustos y convenciones- produce un material determinado, pero luego este material es el que le enseña cosas al resistirse a él». (...)
Y si el cine de Eustache fue un cine de la memoria es porque siempre entendió que la función de la memoria no es preservar lo vivido, sino seleccionar lo recordado, excluir hechos, en vez de conservarlos. Y si el cine selecciona, encuadra una parte de la realidad, no debía estar lejos de esa función. La maman et la putain es un film de exlcusiones, de descartes.
Trailer japonés en el que pueden verse algunas imágenes de La maman et la putain (b&n) y también Mes petites amoureuses (color).
Mientras, en la imagen peduran algunos sentimientos, cristalizados, evocando un instante de tiempo que el cineasta ignoró o no pudo comprender en su plenitud. Restos de tiempo que atraviesan, por ejemplo, las escenas de Mes petites amoureuses. Glosaré un movimiento de cámara. Una tarde de verano, durante su infancia, Daniel pasea junto a un amigo y dos chicas a lo largo de una carretera desierta. Una pandilla de chicos, tras ellos, sigue a las muchachas. Daniel y su pareja se adentran en el follaje y se tumban en el suelo. Su compañero y la otra chica se besan a pocos metros. La pandilla se ha alejado. Daniel se tumba en la hierba y la joven le besa. La mano de Daniel acaricia el cuerpo de la niña y se posa en las piernas desnudas. Cuando se incorporan, él le toca una mejilla con la mano. Pide a la muchacha que se tumbe para poder contemplarla. Y entonces la cámara asciende y deja los cuerpos de los jóvenes en el margen inferior del encuadre, y se desplaza cadenciosamente hacia la izquierda, mostrando un camino de tierra y la extensión de campo en la que el viento sopla moviendo las hojas. ¿Qué decir de ese movimiento inexorable? Daniel ya había besado a una chica, en una sala de cine, mientras se proyectaba Pandora, pero este beso frío nos remonta al beso arrobado de Henri y Henriette en Un día de campo de Renoir, y a los travellings y grúas de Mizoguchi, cuando la cámara abandona a un personaje para orientarse hacia otro lugar, diseminando el sentido del plano. En ese movimiento tras los primeros besos, Eustache sostiene -como Mizoguchi- que no se puede retener la mirada a un cuerpo, expresando la soledad e impotencia del hombre -del cineasta que evoca filmando- ante la ley de la gravedad, la condición sensitiva y carnal del amor como proceso irreversible, la certeza de saberse ínfimo polvo de estrellas. (...)
En otra secuencia, los muchachos sentados en la terraza de un café contemplan cómo las chicas pasan de largo y desaparecen tras girar por una esquina. Mes petites amoureuses es un film precioso sobre la formación de un cineasta, o cómo la vida se inmersa en un hombre que vivirá sus experiencias para el cine. Toda su obra sigue esa formación: partir del número cero, aprender a vivir y filmar, hasta que ya no haya otro plano de sutura. Seul le cinéma.
lunes, 21 de septiembre de 2009
Historias extraordinarias
por oac
A veces lograr cierta distancia respecto del mundillo de los críticos cinematográficos y de la recepción inmediata de algunas películas tiene sus ventajas. Yo no voy a las privadas por motivos puramente fisiológicos: no puedo ver películas de mañana, excepto durante el BAFICI y el festival de Mar del Plata. Por eso muchas veces me llegan ecos de los entusiasmos o de las condenas súbitas que se suelen producir a la salida de las proyecciones de prensa. Me pasó con Los rubios, con la última película de Campanella y con Bastardos sin gloria. Mi experiencia me indica que el gremio de los críticos es altamente sugestionable y muy endogámico, y que esto genera globos instantáneos que al tiempo se desinflan. Este entusiasmo hiperbólico se acentúa en el caso de algunas películas argentinas. En los últimos años escuché y leí decir demasiadas veces que determinada película constituía un hito fundante en el cine nacional. Se comparó a Los rubios con Citizen Kane; Crónica de una fuga, se dijo, marcaba un antes y un después en las películas sobre la dictadura; pareció que tras Los paranoicos ya nada sería igual; los autores de Todos mienten y Castro fueron parangonados con Sarmiento, Borges, Godard, Hitchcock, Lamborghini, Rivette y Bogdanovich. En ninguno de estos casos, pasada la primera reacción tribal, se pudo sostener esa euforia. Y lamentablemente estas exageraciones perjudican ante todo a las películas y a sus directores, quienes a la postre no logran justificar semejante alharaca. Incluso directores que terminan por demostrar que son capaces de desarrollar una carrera respetable (como Lisandro Alonso) sufren el encono que provoca la canonización apresurada de sus óperas primas. Estoy convencido de que Lisandro ha conquistado detractores no por sus películas, sino por la desmesura de los que prematuramente lo elevaron a la categoría de genio.
Además, las euforias súbitas generan una especie de inversión de la carga de prueba del valor de un film: si un montón de críticos se exalta desmedidamente ante la última película de Mariano Llinás, Historias extraordinarias, parece que aquel al que no le resulta tan maravillosa tuviera la obligación de exagerar sus objeciones. Pero no hay que demostrar que una película es aborrecible para sacarla de la zona de genialidad en que se la metió a empujones.
No pude ver en el Bafici Historias extraordinarias, porque sus cuatro horas y pico me resultaban inconvenientes cuando tenía que optar entre muchas otras posibilidades. Después tuve un par de intentos frustrados de verla en el Malba: vivo en la otra punta de la ciudad y la molestia de llegar hasta la puerta de esa sala para encontrarme con que se agotaron las entradas superaba largamente mis ganas de verla. Así que durante todos estos meses me quedaron flotando algunas palabras leidas sobre esta película. Por ejemplo las de Gustavo Noriega:
"Se trata de una película destinada a hacer historia en el cine argentino y a brindar una verdadera lección de inteligencia, imaginación, valentía y generosidad. (...) Euforizante y contagiosa, la película de Llinás es una suerte de manifiesto visual de cuatro horas de duración. Su aparición es importantísima para el cine argentino. Como sucedió en Mar del Plata con Pizza, birra, faso hace casi diez años, su presentación en el Bafici representó un acontecimiento histórico, que debería tener consecuencias en toda la producción nacional. (...) Algo ha cambiado para siempre".
Santiago Palavecino:
"Después de esta película habrá que filmar mejor y pensar mejor".
Roberto Gargarella:
"Una verdadera provocación a los numerosos compañeros de camada que articulan una película a partir de una única, modesta, y muy pequeñita idea; cineastas de «situaciones» o «climas», o más bien de «sensaciones», cineastas sin mayor pensamiento, cineastas sin mayor esfuerzo. Es como si Llinás les dijera: «¿Están buscando historias? Díganme por dónde les parece que empiece y sigo hasta donde haga falta». (...) Llinás terminó a las cuatro horas y cinco, no para asustar a los espectadores, sino por modestia, para evitar el riesgo de seguir humillando a los jóvenes de su generación." [Gargarella menciona, entre los colegas de Llinás que habrían sido humillados, a Alonso, Fontán, Rejtman y Acuña].
Marcos Vieytes titula su crítica sobre Historias extraordinarias: "La huella de Welles en la llanura bonaerense". Otras reseñas del film lo asocian a Borges, Bioy Casares y Hitchcock. Si la mitad de estos arrebatos estuvieran mínimamente fundados, nos encontraríamos ante un film y un cineasta prácticamente insoslayables en el panorama del cine contemporáneo.
Un año y medio después pude ver finalmente Historias extraordinarias. Y la verdad es que no es necesario exagerar algunos de sus notorios defectos para sacarla de ese pedestal en el que la pusieron. No es en absoluto una mala película, pero me cuesta percibir su excepcionalidad y estoy convencido de que no es, ni por asomo, una buena película. Es un film interesante, con algunos momentos logrados. Es posible captar en su resultado final el cálculo fundacional con que Llinás armó toda la movida. El tipo es estentóreo en sus declaraciones periodísticas y siempre muestra voluntad de llamar la atención. Hay algo en su película que invita a la desmesura: no sólo su duración, sino un principio estético inflacionario: demasiadas subtramas, muchísimas palabras dichas por las voices over, subrayados enfáticos, high profile... todo esto constituye un cierto acoso al espectador. Como si el film se postulara todo el tiempo a sí mismo como Un Gran Acontecimiento. Quizá los ditirambos que provocó en sus comentaristas tengan base en la propia película, más ambiciosa que consumada. Quizá sus mayores virtudes sean sobre todo potenciales.
Sus características más notorias son la proliferación de los relatos, la continua bifurcación de las líneas narrativas y el peso agobiante de su retórica novelesca. Básicamente se trata de una novela ilustrada, en la que la banda sonora tiene un peso desequilibrado respecto de la imagen. Llinás declara que sin estos narradores en off (que muchas veces cancelan el sentido de sus imágenes) la película no sería posible:
"no hubiera podido hacerse sin la voz en off; no creo que una película donde hay tantas cosas y tanta variedad que tiene algunas cosas tan laberínticas y todo eso hubiera podido hacerse sin el elemento del off (sic, EL AMANTE n° 192).
Es cierto, la película no podría tener "tantas cosas" sin esas voces. El asunto es si tener tantas cosas resulta de por sí un mérito apreciable. Mi experiencia con ella no me permite asegurarlo. Hay efectivamente muchas ideas en germen que resultan atractivas (como la historia de la chica que se relaciona con un tipo joven y un viejo o la de la Asociación de Mayo). Pero su atracción sólo resulta germinal: promesas de una buena película, podrían haber dado lugar a desarrollos apasionantes, pero Llinás, demasiado ansioso por impresionar al espectador con su ingenio, las abandona rápido, después de que el narrador ya leyó su escaleta.
Lo mismo puede señalarse a propósito de la historia más interesante que enuncia este film: la historia verídica del arquitecto Salomone, quien en los años 30 desparramó extrañas edificaciones por muchos pueblos del interior de la provincia de Buenos Aires. Uno se queda con ganas de que Llinás sea capaz de detenerse en ese personaje que promete ser fascinante, pero una vez que el locutor hubo expuesto su sinopsis y cuando ya se mostraron imágenes fugaces de sus obras arquitectónicas, el director ya pasó a otra cosa.
Algunos defensores del film alegan que la proliferación de la palabra no tiene por qué anular la potencia cinematográfica de una película. Es verdad, en abstracto. Pero en el caso específico de Historias extraordinarias la voz en off sofoca más de una vez el sentido de las imágenes o las hace directamente accesorias; por momentos funciona como un radioteatro. Se dice que la voz genera una tensión significante con la imagen: algunas veces en esta película sí pasa esto, se produce un contrapunto, se abre la posibilidad de una discrepancia o de fricción entre la voz y la imagen. Pero muchas otras veces sólo pareciera que Llinás apura el trámite para seguir agregando "muchas cosas".
El film tiene hallazgos ciertos: el descubrimiento de un espacio dramático sugestivo en la chata llanura pampeana, cierto tono crepuscular predominante, un suave absurdo que enrarece la verosimilitud de los hechos referidos. Pero aun estos hallazgos se devalúan por la insistencia con que Llinás los declama. Pareciera que asistimos al work in progress de un narrador ansioso e inseguro de su eficacia, a quien no le basta sugerir sino que siempre tiene que abundar en variantes de lo mismo. Esa compulsión por las variantes termina por anular el interés inicial: a pesar de que a lo largo de las cuatro horas y pico aparecen siempre nuevas historias, al final da la sensación de que en su primer tercio estaban expuestos todos los trucos posibles con que cuenta Llinás.
Se habló de un retorno a los géneros, pero Historias extraordinarias no ensaya ningún género, sólo los evoca mediante notas al pie, como si al costado de la pantalla un explicador cargoso nos hiciera acotaciones: "¿se acuerdan del spaghetti western? ¿se acuerdan de la búsqueda del tesoro? ¿vieron las road movies? ¿vieron como Borges construye los mecanismos ficcionales a la vista de su lector?". Sí, sí, Llinás, callate, dejame mirar tu película, no me hagas más guiños. Hay un personaje en el film particularmente logrado: un burócrata bonachón que es un conversador compulsivo, del que resulta imposible librarse sin escuchar su divague interminable por anécdotas y topicos, un verdadero pesado. Es inevitable pensar que en ese personaje se cifra el principio constructivo de Historias extraordinarias.
Mariano Llinás muestra su talento para la invención argumental. Es posible que algún día haga una gran película. Por ahora ha hecho un video largo.
domingo, 20 de septiembre de 2009
¿Será esta noche una noche cualquiera o será como una primavera?
La otra.-radio / hoy a las 23:59
FM La Tribu / 88.7 / www.fmlatribu.com
FM La Tribu / 88.7 / www.fmlatribu.com
Te estoy esperando ansiosamente
no puedo creer que me estés fallando
por qué no venís ya
vení pronto
que estoy perfumado
estoy picante
será esta noche una noche cualquiera?
o será como una primavera?
luz de mis ojos, tengo un antojo
leche de mi sexo, tengo acceso
y en el fondo creo que llegarán todas
vestidas de plata, como una novia
será esta noche una noche cualquiera?
o será como una primavera?
no puedo creer que me estés fallando
por qué no venís ya
vení pronto
que estoy perfumado
estoy picante
será esta noche una noche cualquiera?
o será como una primavera?
luz de mis ojos, tengo un antojo
leche de mi sexo, tengo acceso
y en el fondo creo que llegarán todas
vestidas de plata, como una novia
será esta noche una noche cualquiera?
o será como una primavera?
La democracia no es su fuerte
Hoy a la medianoche en La otra.-radio (FM La Tribu, 88.7, www.fmlatribu.com) nos conectamos con FM de La Calle, la radio independiente de Bahía Blanca, para que Gabriel Cena, un integrante de esta radio amiga, nos cuente cómo se vive en una ciudad dominada por el multimedios de La Nueva Provincia, perteneciente a la familia Massot y de estrechos vínculos con la dictadura militar. El multimedios de los Massot fue la inspiración de la viuda de Noble cuando empezó a construir su emporio comunicacional. Aquí un anticipo: un post tomado del blog de FM de la Calle, donde se cuentan los vínculos de Vicente Massot y la Sociedad Rural de Bahía Blanca con la última dictadura militar:
El director de La Nueva Provincia visitaba la ESMA durante la dictadura. No está solo en Bahía Blanca. Un dirigente de la Rural local dijo en un acto que “estamos en democracia gracias a las Fuerzas Armadas que eliminaron a la subversión”.
por Diego Martínez
“Nos dicen que debemos dejar de ser habitantes para empezar a ser ciudadanos pero nadie nos enseña cuál es el camino para ser un buen ciudadano y dónde hay que participar.” El reclamo lo formuló el martes el productor agropecuario Orlando Arrechea Harriet (h), ansioso por integrarse al mundo a sus 61 años, luego de 38 en la comisión directiva de la Sociedad Rural de Bahía Blanca. El actual presidente de la entidad fue el anfitrión de la “charla abierta sobre participación política” que organizó la SRA con la consigna “el ‘no te metás’ no existe más. Ahora es ‘metete’”. “La idea es que el encuentro se transforme en un taller práctico de compromiso político en el que se expliquen desde las distintas formas de participación hasta qué cargos se elegirán en las elecciones legislativas”, anticipó al diario La Nueva Provincia.
Para desentrañar semejante intríngulis no disertaron profesores de educación cívica sino el presidente y el secretario de la Rural, Hugo Biolcati y Arturo Llavallol, el consultor Felipe Noguera y el “analista político” Vicente Massot, como los diarios La Nación y Clarín rotulan sus columnas de opinión.
Director de La Nueva Provincia, dueño de la empresa de seguridad Megatrans y ex ministro de Defensa de Carlos Menem hasta que reivindicó la tortura, Massot fue en los ’70 editor de la revista Cabildo y colaborador de la revista Verbo, que tradujo y publicó los textos de los capellanes franceses de la guerra de Argelia que justificaban con argumentos teológicos la tortura y la ejecución de prisioneros, y en plena dictadura visitaba en la ESMA a su director, almirante Jacinto Chamorro.
En junio de 1976 los obreros gráficos Enrique Heinrich y Miguel Angel Loyola, que habían encabezado las reivindicaciones de los trabajadores de La Nueva Provincia, fueron secuestrados, torturados y asesinados, noticia que el diario publicó en veinte líneas y nunca más volvió a mencionar. El juez Alcindo Alvarez Canale admitió que son crímenes imprescriptibles pero no investigó a los únicos enemigos que tenían las víctimas.
Cuando uno ve en la convocatoria el nombre de Massot, con la historia que ello implica, se pregunta qué puede aportar esta persona a la democracia y qué pueden aportar ustedes a la democracia le planteó el periodista Mauro Llaneza a Arrechea Harriet (h).
Bueno, ése es el punto de vista suyo, lo acepto –concedió–. Vicente Massot es una persona muy conocida y respetada en nuestra zona y en la Argentina también (sic), y habrá sectores que estarán de acuerdo y otros que no, así como pueden estarlo con Buzzi o con Biolcati –cambió de tema.
El 3 de octubre de 1976, durante la inauguración de la 92ª Exposición de Ganadería e Industria de Bahía Blanca, Arrechea Harriet (h) era director suplente de la Rural bahiense, que presidía Juan Carlos Harriet. En pleno auge del “no te metás”, con el secretario de agricultura Jorge Zorreguieta, el comandante de operaciones navales Luis María Mendía y el jefe del Cuerpo V general René Azpitarte en el palco de honor, se escucharon algunos reclamos conocidos: “Que las reglas de comercialización sean claras y adecuadas al sistema de libre comercio, que todas las retenciones sean eliminadas, que los impuestos alienten a producir”, pidió Juan Rebollini, tesorero de Carbap, quien admitió un cambio de rumbo con respecto “al último período, en que se procuraba únicamente la conquista de las simpatías del pueblo denunciando a honrados, decentes señores productores”. El dirigente celebró que “la esperanza está puesta otra vez en los frutos de su tierra, pero cuidado”, alertó: “No olvidemos que estamos en guerra para salvar nuestro sistema social de vida, amenazado por la estrategia de las izquierdas internacionales. Guerra que simula ser ideológica pero no es más que económica, pues lo que ambicionan es apoderarse del manejo de esas mismas fecundas tierras para proveerse de alimentos baratos”.
El actual director de la Rural bahiense, martillero Juan Roberto González Biocca, no oculta su nostalgia por aquellos tiempos. “Estamos cansados de palabras por lo cual voy a ser muy breve”, anunció meses atrás durante una asamblea cuyo audio registró la FM de la Calle. “Esta señora que tenemos hoy de turno (en referencia a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner) ha tocado un tema muy hiriente hacia nosotros, y lo dije y lo digo acá en voz alta a todos los políticos y las pongo acá (sic) sobre la mesa: ¡Estamos en democracia gracias a las Fuerzas Armadas que eliminaron a la subversión!”. La paisanada lo ovacionó.
sábado, 19 de septiembre de 2009
Los marineros ebrios
por oac
Esta bonitísima canción es un viejo tema anónimo que se hizo muy conocido a través de la versión que los Beach Boys grabaron en la época de su disco Pet Sounds de 1966, una de las obras cumbres de la música pop de todos los tiempos. Un fan de la música folk, Alan Jardine, fue quien le sugirió a Brian Wilson, el alma mater de Beach Boys, que grabaran la canción, cuyo presunto origen se remonta a 1927.
We come on the Sloop John B
My grandfather and me
Around Nassau town we did roam
Drinking all night
Got into a fight
Well I feel so broke up
I want to go home
So hoist up the John bs sail
See how the mainsail sets
Call for the captain ashore
Let me go home, let me go home
I wanna go home, yeah yeah
Well I feel so broke up
I wanna go home
The first mate he got drunk
And broke in the capns trunk
The constable had to come and take him away
Sheriff john stone
Why dont you leave me alone, yeah yeah
Well I feel so broke up I wanna go home
So hoist up the john bs sail
See how the mainsail sets
Call for the captain ashore
Let me go home, let me go home
I wanna go home, let me go home
Why dont you let me go home
(hoist up the john bs sail)
Hoist up the john b
I feel so broke up I wanna go home
Let me go home
The poor cook he caught the fits
And threw away all my grits
And then he took and he ate up all of my corn
Let me go home
Why dont they let me go home
This is the worst trip Ive ever been on
So hoist up the John bs sail
See how the mainsail sets
Call for the captain ashore
Let me go home, let me go home
I wanna go home, let me go home
Why dont you let me go home.
Es una historia de marineros borrachos y el Sloop John B es el nombre de un barco. También los Beach Boys dejaron esta asombrosa versión a capella del tema, con esos juegos de voces en los que fueron insuperables.
Pero resulta que en 1959 esta canción había sido grabada por Johnny Cash con el título "I wanna go home", atribuyéndose la autoría en los créditos del disco. ¿Cuál versión les gusta más?
Fue grande mi sorpresa cuando descubrí, al cabo las agotadoras cuatro horas y medias de Historias Extraordinarias que su director eligió terminar el film con una versión de Sloop John B interpretada por Pablo Dacal, Alvy Singer y los caracoles. Lamentablemente no tengo esta versión para incluirla en este post.