lunes, 9 de noviembre de 2009
Ah So!
por Jorge Dolinczuk
Luego de ver varias veces El sol, el film de Sokurov, investigué un poco la historia de su protagonista, ya que algo tenía y algo me faltaba sobre él; en el diccionario decía: "Hiro-Hito hijo de Yoshi-Hito, al que sucedió en 1926...".
Luego en internet me encontré con la foto de un señor de agradable presencia y, de paso, con un muy buen fotógrafo de retratos... También hallé su foto con el general Mac Arthur, que al pie decía "two of a kind" (cortados por la misma tijera, aproximadamente).
Entre las ilustraciones encontré la del emperador en su kimono dorado de ceremonias, con ese tocado que supongo debe equivaler a una corona, pintada por Robert Abbett quien, con esa eficacia tan norteamericana, lo hizo un poco más buen mozo. En la época en que las ilustraciones se hicieron (1969-70), los japoneses ya habìan invadido USA con sus cámaras fotográficas, televisores, equipos de audio y estaba en marcha la guerra por el mercado automotriz; muy lejanos estaban ya los tiempos en que un japonés se representaba con gruesos lentes circulares y dentadura de roedor.
Mientras tanto, en Japón los ilustradores evolucionaron vertiginosamente (como si se tratara de conquistar un objetivo militar...), pasaron de ser una pobre imitación de "los americanos" a tener un estilo que se apoyaba en el modernismo norteamericano y tomaba la línea hiper-realista con rasgos pop de los ingleses. Y fusionaban todo esto con su capacidad de diseñar en forma elegante y a la vez llamativa.
Ya para principios de los años 80 los ilustradores japoneses se habían ganado un lugar influyente en el mundo. De esa época encontré una "postcard" de K. G.Yanase hecha para promocionar un vinilo cuyo primer tema era "A-SO", muletilla de Hirohito, con influencias del inglés. Como sea, el anciano emperador está representado con humor, pero con cariñoso respeto.
Si me permiten, les comento que el film me pareció precioso, aquí Sokurov se pone de parte del personaje, transmitiendo la soledad en que se encontraba a la altura del fin de la segunda guerra, tratando de no quebrarse: no se ve un monje, consejero espiritual, médico o lo que fuera que le permitiera abrirse. El director expresa muy bien la extrañeza y lejanía que siente el emperador frente a la calva transpirada de su vestidor, y lo chejoviano del diplomático encuentro Mac Arthur - Hirohito, su mutuo pase de facturas, entre otras muchas situaciones. ¡Nada le salía gratis a este Emperador Sol retratado por Sokurov!
La genialidad de Sokurov consiste en presentar un Hirohito en el momento mismo de su quiebre, cuando debe capitular frente a las tropas aliadas. Inclusive, hasta se da el lujo de filmar... sus sueños!!
ResponderEliminarAterrado, Hirohito musita para sí mismo, y condensa en su persona el drama de todo un pueblo.
Me parecio maravillosa la pelicula. una vez mas Sokurov logra impactarme.
ResponderEliminargracias por hacerme descubrir a un grande!!!
besos.