miércoles, 14 de abril de 2010

Bafici aperturas



por oac

Buen día, día (de Sergio Costantino y Eduardo Pinto) es la película con la que habría comenzado el Bafici (si yo fuera el director del Bafici). El festival se apunta un poroto al ofrecer el estreno mundial de la película, pero a la vez desdibuja este mérito asignándole un lugar marginal dentro de la programación. Quizá la intensidad poética de su protagonista, Miguel Abuelo, y el amor hacia el personaje que trasunta Buen día, día queden fuera de tono ante el predominio, en la programaciòn local, de un minimalismo rígido que imposta una idea de lo "nuevo". Miguel es un genio que tuvimos la suerte de cruzarnos por la calle, un artista que dejó en la ciudad marcas indelebles que la película se dedica a rastrear. Un artista de la independencia. ¿Qué figura sería mejor para abrir un festival de cine independiente de Buenos Aires?

No sé en qué formato fue filmada, pero la noche del estreno se ve en una copia de calidad deficiente, con unos inmensos drops que nos remontan a la época del vhs, en medio de un festival tan impregnado de digitalidad. Pero la vitalidad del arte de Miguel es tan potente que a los pocos minutos prevalece por sobre la imagen rústica. No siempre los films que invocan a grandes artistas son capaces de hacer presente esa grandeza, muchas veces sólo se habla de ella. No es el caso de Buen día, día: acá está Miguel en cuerpo y alma. Y también un manojo de personalidades fundantes de la cultura moderna porteña: Luis Alberto Spinetta, Pipo Lernoud, Alejandro Medina, Jorge Pistocchi, Andrés Calamaro, Daniel Melingo, Kubero Díaz, Gustavo Bazterrica. Artistas que en el film reconocen el influjo benefactor que sobre todos ellos tuvo Miguel. ¿Podría haber una carta de presentación mejor para un festival de cine de esta ciudad? ¿La había en esta edición del Bafici?

En cambio, el Bafici opta por dejar en sus márgenes el generoso desborde artístico y ceder su centralidad a una obra concebida desde la mezquindad, de un valor cinematográfico irrisorio: Secuestro y muerte se agota en un intento de provocación que sería pueril si no fuera porque sus artífices son gente mayor. Cada plano de Asesinato y muerte exhala el indisimulable aroma del resentimiento burgués. ¿Es el general Aramburu una figura que merece ocupar un espacio descollante en este festival que, por otro lado, es el evento político cultural más importante que sucede en Buenos Aires? ¿Es Filipelli un cineasta relevante? ¿Ocupa la Fuc el lugar innovativo que a fines de los 60 representaba la Cueva? Significativamente, los sucesos aludidos por Secuestro y muerte ocurren en una época cercana a la primera intervención artística de Miguel Abuelo. Pero el Bafici pone en el centro a Aramburu y su auto-defensa.

¿El recorte abstracto de un momento histórico reducido a broma sin gracia puede dar lugar a un debate interesante? Sobre la película de Filipelli, Sarlo y Llinás apenas puede decirse que se centra en la figura de un venerable estadista (cuya caracterización física y gestual recuerda más Alfonsín, el "Padre" de la democracia, que al jefe de la revolución fusiladora) quien argumenta frente a sus captores en favor de una reconciliación nacional; que el peculiar punto de vista construído desde el guión hace que los captores se vean inhibidos de hablar de política y se limiten a interrogar a la víctima; que este grupo de secuestradores parecen salidos del mundo de Todos mienten; que estos guerrilleros peronistas no dicen nunca "Perón" ni "el general", sino "el jefe"; que no dicen "los yanquis" sino "los americanos"; que conversan estúpidamente acerca de la (falsa) llegada de "los americanos" a la luna ("es una operación que la CIA le encargó a ese que hizo Odisea del espacio"); que los secuestradores no son capaces de decir "Evita" sino "esa mujer". Estas bromas sin gracia quizá hayan sido concebidas como piedras de escándalo, quizá sus mentores hayan tenido la expectativa de producir una airada reacción de parte de peronistas o de kirchneristas. Quizá se imaginen habitando en la resistencia. La película cuenta con el apoyo del INCAA y comienza con el logo oficial del "Cine Argentino". Y la polémica más agria que despertó fue protagonizada por las autoridades actuales y las anteriores del festival.

3 comentarios:

  1. (Oscar, ¿qué pasó, no hubo crítica de la película del querido Tsai? ¡La esperaba!)

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  2. Bueno, qué suerte que no ví la de Filipelli...
    De acuerdo a los "detalles" que contás, me salvé de ver un bodrio.

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