La fuerza de las arpas dolientes que van en balsa

Sobre Paraná Porá, de Maruja Bustamente



por Alejandro Ricagno, en camalote

En un futuro de ciencia ficción apocalíptico, dos mujeres, la Gringa Bataraza (Monina Bonelli) y la Polaca Uk, remontan un río Paraná congelado, tratando de salvarse y llegar a Córdoba en una balsa hecha con cajones de manzanas. Son dos sobrevivientes y mujeres rivales; han compartido el amor de un hombre: El Santo. Una de ella está embarazada. Remontan un río plagado de peligros, con animales mutantes, pero también sus sueños, envidas, pesadillas, rivalidades, parecidos desafectos, al compás de la música de una arpista (Sonia Álvarez), presencia casi órfica, que las acompaña y guia a un costado del escenario-río.

Con estos elementos, Maruja Bustamante construye una pequeña gran obra, condensada como si de un “haiku guaraní” se tratara.

Paraná Porá ahonda en la cruza entre el humor y lo trágico, con retazos de leyendas autóctonas -y ahí está la canción Anahí, sobre la flor de ceibo, en un momento de inmensa belleza para ilustrarlo- como ya lo había hecho antes en su muy interesante versión de Hamlet/Hamleta, Adela esta cazando patos, con su cruza entre Pomberos, crímenes familiares, primas a la hora de la siesta y fantasmas que cantaban temas de los Ramones. Pero si en aquella obra brillaba su costado más pop, mientras la tragedia se resolvía más desde la dramaturgia que desde la puesta misma o las actuaciones, aquí en cambio, ese costado lúdico (que le permite a Bustamante jugar con cierta estética de comic) se va tiñendo de tragedia, sin miedo a ahondar en un lirismo que no le rehuye a lo emocional, ni en el texto ni la puesta, ni mucho menos en las actuaciones. Así, el universo entre onírico y pesadillesco de ese paisaje guaraní troquelado, que incluye bichos mutuantes, peces vaca, y bolsito de porro, sigue su curso poético (su ascensión, diría, siguiendo la metáfora fluvial de la obra) hasta arribar a un final profundamente conmovedor, teatralmente verdadero. Maruja Bustamante se mete en el barro de su propio río y se toma en serio sus criaturas para conseguir una construcción orgánica, profunda, entre puesta, texto, iluminación, música y sobre todo actuaciones.

Difícil sería imaginar otras voces y otros cuerpos para darle carnadura a la Gringa y la Polaca sin la inmensa presencias de Monina Bonelli y Valeria Lois. Bonelli consigue hacer de su Gringa una reencarnación autóctona de la Giuletta Masina de La Strada, con su mismo desamparo, su inocencia y su fragilidad chaplinesca. Lois, es su contrapartida exacta; oculta bajo su aparente fiereza un caudal de emociones encontradas que le van cruzando el rostro a chicotazos. En cada gesto, en cada palabra masticada, escupida, dejando asomar de a poco, como camalote en el agua, la culpa, la piedad, la ternura.

Sus monólogos de amor simultáneos hacia el mismo hombre que las engañó son momentos de una teatralidad poco usual en la generación del teatro de post 90, en el que el humor y el amor, por no decir la emoción, siempre están salpicados de un guiño canchero, del que Paraná Porá, por suerte, prescinde. Maruja y sus actrices se han tomado en serio el universo del comic de ciencia ficción junto a la tragedia de amor y solidaridad entre mujeres a la deriva. Cosa que se agradece, porque de ese modo dignifican el arte teatral contemporáneo; demuestran que aún hoy, en nuestra escena, se puede arribar a la tragedia poética, de un manera sencilla, sin solemnidad, pero con rigor, imaginación y entrega.

No quiero terminar esta reseña sin mencionar otro de los muchos hallazgos de la pieza; la presencia de la arpista Sonia Álvarez, suerte de encarnación de las fuerzas de la naturaleza y de todo el universo femenino que la obra despliega. Más que un hallazgo, es casi una aparición. Con todo lo milagroso que la palabra implica. Aquí debajo les dejo una pieza tocada por ella. Imaginénsela sobre el escenario vestida de celeste.



Apúrense, quedan pocas funciones. Pero si llenan el teatro, seguramente la van dejar mas tiempo.

Paraná Porá se presentá los días miércoles a las 21:00 hrs. en la Sala B de la Ciudad Cultural Konex. Entradas $35 – Estudiantes y jubilados $25.