Entrevista a Liliana Herrero en revista La otra nº 25
A dónde te irás volando por esos cielos
bracita negra que lustra la claridad
detrás de tu vuelo errante mis ojos gozan
la inmensidad, la inmensidad.
Veleros de las tormentas se van las nubes
en surcos de luz dorada se pone el sol
y como sílabas negras, las golondrinas
dicen adiós, dicen adiós.
Vuela, vuela, vuela golondrina,
vuelve del más allá,
vuelve desde el fondo de la vida
sobre la luz, cruzando el mar, cruzando el mar.
Un cielo de barriletes tiene la tarde
el viento en las arboledas cantando va
y desandando los días mis pensamientos
también se van, también se van.
Cuando los días se acorten junto a mi sombra
y en mi alma caiga sangrando el atardecer
yo levantaré los ojos pidiendo al cielo
volverte a ver, volverte a ver.
Vuela, vuela, vuela golondrina,
vuelve del más allá,
vuelve desde el fondo de la vida
sobre la luz, cruzando el mar, cruzando el mar.
- Yo entiendo que la interpretación es desarmar algo ya hecho y ver si tiene alguna voz nueva para hablarnos. Las canciones dialogan con el mundo contemporáneo aún cuando no pertenezcan a él, aunque pertenezcan a un pasado muy remoto. Esas son las más fáciles de desarmar para mí. Es más complejo cuando te encontrás con canciones de autores contemporáneos que ya están muy arregladas, y entonces es difícil volver a intervenirlas. En general lo intento, a veces me sale y a veces no.
- ¿Y de qué modo lo intentás?
- Acá en casa con el piano o con los músicos con los que trabajo. Voy tratando de pensar algo que no estaba pedido. Las canciones a veces no piden nada, pueden ser cantadas como son o como han pasado a la historia. ¿Qué sabe uno cómo son o cómo es la forma estrictamente original de un tema? Pero sí puede armar y desarmar, es como exhalar e inhalar, es como una respiración que a veces tienen los temas. Algunos se prestan más que otros para hacerlos estallar, a mí me parece que al hacerlos estallar, al intervenirlos, aparecen nuevas posibilidades. Lo cual no desmerece a la canción en su formato “original”, al contrario, una canción es poderosa cuando permite una nueva interrogación. Por eso se equivocan los folcloristas ortodoxos cuando piensan que es una falta de respeto hacer un tema con otra sonoridad. Yo creo que es al revés: es tan buena la canción que permite una nueva interrogación, nuevas preguntas, nueva intervención. La canción es tan poderosa que resiste una nueva mirada y otra y otra. Ya cada uno verá qué hace con la historia, con ese puñado de canciones que tiene la cultura musical de un país. (Fragmento de la entrevista que Maxi Diomedi le hizo a Liliana Herrero y que se publica en este número de La otra).
"Yo entiendo que la interpretación es desarmar algo ya hecho y ver si tiene alguna voz nueva para hablarnos. Las canciones dialogan con el mundo contemporáneo aún cuando no pertenezcan a él, aunque pertenezcan a un pasado muy remoto."
ResponderEliminarUn placer leer las reflexiones de Liliana Herrero...
M. Diomedi ha sabido escucharla. La nota es muy buena.Felicitaciones.