por oac
"El Bafici siempre fue un festival político. Siempre fue un festival que discutió y construyó políticas estéticas, productivas, teóricas. Su fortaleza conceptual, la aceptación de sus criterios por parte del público y su prestigio local e internacional le permitieron salir indemne, en estos trece años, de los intentos por apropiarse de él" dice Sergio Wolf, director del Bafici, al diario La nación.
"El Bafici siempre fue un festival político. Siempre fue un festival que discutió y construyó políticas estéticas, productivas, teóricas. Su fortaleza conceptual, la aceptación de sus criterios por parte del público y su prestigio local e internacional le permitieron salir indemne, en estos trece años, de los intentos por apropiarse de él" dice Sergio Wolf, director del Bafici, al diario La nación.
El reportaje lo hizo Claudio Minghetti, quien aclara que Wolf dejó una pregunta sin responder: qué fue del proyecto de autarquía del Bafici, que el propio Wolf había declarado como su gran aspiración cuando comenzó su gestión. El Bafici ya está lo suficientemente maduro como para dejar de depender de las secretarios de cultura. Es un acontecimiento cultural porteño de máxima importancia, pero frecuentemente estuvo a merced de los vaivenes de la coyuntura política. Todos los directores que tuvo el festival se fueron en circunstancias traumáticas y, a pesar de eso, es notable que el Bafici saliera relativamente indemne de esas internas. Relativamente.
Parece que Wolf y la plana mayor del festival están pensando que no seguirían en sus cargos si el próximo gobierno de la ciudad no es macrista. Toda una definición política. Alguien podría decir "abrir el paraguas antes de que llueva"; pero pensar en voz alta "si se va Macri, nos vamos" es un posicionamiento político muy fuerte. Y el Bafici sin autarquía, después de sus años de gestión, seguirá dependiendo del próximo secretario de cultura de la ciudad.
Hernán Lombardi y Wolf pasaron un sofocón en la ceremonia de apertura, cuando Luis Ziembrowski subió repentinamente a escena para manifestar el repudio de los actores a la desastrosa gestión macrista en el ámbito teatral. Se dice que los controles para que algo así no pasara habían sido muy estrictos y que, a pesar de esos esfuerzos, Ziembrowski les aguó la fiesta. De hecho, Lombardi no puede aparecer en la mayoría de los eventos importantes que programa su secretaría, por temor al abucheo. El año pasado quiso colarse en el escenario en el extraordinario recital que dio Caetano Veloso en la avenida Sarmiento. El repudio del público fue atronador. Vistos estos antecedentes, Lombardi prefirió quedarse abajo del escenario cuando cantó Plácido Domingo en la 9 de Julio. El macrismo había intentado usar a Domingo como emblema cultural para darse un poco de lustre, pero le salió el tiro por la culata, el conflicto con los trabajadores del Teatro Colón les explotó en las manos, Domingo se solidarizó con los trabajadores y el saldo para el macrismo fue negativo.
El cine independiente argentino no tuvo su Plácido Domingo. Por alguna razón, Hernán Lombardi en el Bafici juega de local: la repolitización que atraviesa a la sociedad argentina queda afuera del festival. Wolf trató de hacer del Bafici una abstracción política: "un festival que discutió y construyó políticas estéticas, productivas, teóricas", según sus propias palabras. Trabajar para Macri, pero que no se note mucho, confiando en que el prestigio del festival le sirva de paraguas. El año pasado, con las películas de apertura y cierre (Secuestro y muerte, Los condenados), el festival se animó a dar un paso más explícito en su posición política y enarboló una versión de los años 70 estragada de cualunquismo derechoso. Se notó mucho. Creo que los cerebros del Bafici evaluaron mal el curso de los tiempos, apostaron tardíamente a un postkirchnerismo que no fue lo que parecía, se movieron en 2010 como si aún fuera el momento de apogeo de la Mesa de Enlace pero los vientos ya soplaban para otro lado. Lograron así que el festival en su conjunto quedara a la derecha de la cultura argentina. Hay una serie de nombres que se repiten con insistencia en esas últimas ediciones: Beatriz Sarlo, Filippelli, Llinás, Matías Piñeiro, Mitre... Excelentes, muy buenos, buenos o regulares... eso es debatible, lo que es obvio es que hay un sector de la cultura argentina contemporánea que está excluído del Bafici.
El cine independiente argentino no tuvo su Plácido Domingo. Por alguna razón, Hernán Lombardi en el Bafici juega de local: la repolitización que atraviesa a la sociedad argentina queda afuera del festival. Wolf trató de hacer del Bafici una abstracción política: "un festival que discutió y construyó políticas estéticas, productivas, teóricas", según sus propias palabras. Trabajar para Macri, pero que no se note mucho, confiando en que el prestigio del festival le sirva de paraguas. El año pasado, con las películas de apertura y cierre (Secuestro y muerte, Los condenados), el festival se animó a dar un paso más explícito en su posición política y enarboló una versión de los años 70 estragada de cualunquismo derechoso. Se notó mucho. Creo que los cerebros del Bafici evaluaron mal el curso de los tiempos, apostaron tardíamente a un postkirchnerismo que no fue lo que parecía, se movieron en 2010 como si aún fuera el momento de apogeo de la Mesa de Enlace pero los vientos ya soplaban para otro lado. Lograron así que el festival en su conjunto quedara a la derecha de la cultura argentina. Hay una serie de nombres que se repiten con insistencia en esas últimas ediciones: Beatriz Sarlo, Filippelli, Llinás, Matías Piñeiro, Mitre... Excelentes, muy buenos, buenos o regulares... eso es debatible, lo que es obvio es que hay un sector de la cultura argentina contemporánea que está excluído del Bafici.
Hay una camada de militantes de 20 años incorporándose a la política, existe una incidencia novedosa de las redes sociales de internet como instrumentos de la movilización, hubo una ley de matrimonio igualitario, una muy debatida ley de medios, la muerte imprevista de un ex-presidente se constituyó en un hecho político de primer orden. De nada de eso ha habido el mínimo eco en las películas del Bafici. ¿Los cineastas argentinos independientes miran para otro lado o estas películas están en alguna parte pero fuera de esta programación? No tengo una respuesta. Quizá con el correr de los meses se vea más claro. Lo que sí resulta claro es que Lombardi puede hacer de Figuretti en la entrega de premios, subir a cada rato a entregar algún galardón, y que ni los galardonados ni el público representen un riesgo de abucheo para el funcionario que en tantas otras partes es repudiado. Quizá sea que los chicos del cine independiente todavía son demamasiado tímidos, quizá sea que la política en sus aspectos más concretos y cercanos no les importa, o que temen poner en riesgo su lugar futuro en un festival de cine que suele sancionar las disidencias con un cruel ninguneo. Pero puede ser también que algunos de ellos se sientan a gusto con Macri. No sé, qué sé yo.
El encargado de poner los pies en la tierra fue el cineasta francés Sylavin George, el ganador de la competencia internacional con su film Qu'ils reposent en révolte (Des figures des guerres), cineasta y activista político. No estuvo presente, pero mandó un texto notable. Un amigo que asistió a la ceremonia me comenta: "los de acá no sabían qué hacer, como si la nota de George les recordara que el cine puede ser una máquina de visibilidad molesta, y así tuvieron que aguantar un discurso político". No todos lo aguantaron de buena gana, de hecho se vio a Nicolás Grosso (el realizador de La carrera del animal) y a otros integrantes de la patota FUC burlarse a viva voz del mensaje de George. Lo que los chicos FUC repudiaron fue este texto:
Las amistades extranjeras (carta al Bafici)
Buenas tardes/noches
Queridas amigos, queridos amigos,
Razones independientes a mi voluntad hacen que no pueda estar esta noche físicamente en este lugar con ustedes para recibir los premios que han sido atribuidos a mi película «Qu’ils reposent en révolte (Des figures de guerres)».
Esta película es mi primer película (mis otras películas han sido realizadas en paralelo), sobre la cual trabajo desde mis inicios cinematográficos hace ya cinco años, y en la cual toda mi energía, toda mi atención han estado concentradas estos últimos años.
Esta se centra en describir las consecuencias de las políticas migratorias actuales sobre las principales personas implicadas: los migrantes. Políticas que son ante todo políticas experimentales, como lo son los dispositivos encargados de traducirlas y luego susceptibles de dirigirse a la gran mayoría de ellos: tribunales y justicia de excepción, controles, hostigamiento y violencias policiales….
La acción se desarrolla en Calais, ciudad cuyo nombre es conocido a través de las fronteras. Una ciudad como una zona gris, un intersticio, un espacio de indistinción entre la excepción y la regla. Allí los individuos son tratados como criminales, son despojados, «desnudados» de sus más elementales derechos que hacen de ellos sujetos de derecho, y reducidos al estado de cuerpos experimentales, de «cuerpos puros», o «vida desnuda».
A estas zonas de excepción conviene responderles creando el verdadero estado de excepción: situaciones y espacio-tiempo singulares en los cuales la integridad física y psicológica de los seres y de las cosas son restituidas a sí mismas. Un individuo, sea quien sea, es profundamente irreductible; no puede reducirse a las representaciones sociales y raciales que una sociedad puede tener sobre él. El cine es un medio cuyos recursos profundos (juego sobre el tiempo y el espacio) permiten desnudar los mecanismos que actúan en las representaciones dominantes y mediante ellos mismos, iniciar un proceso de emancipación, un procesos revolucionario en el sentido profundo del término: la capacidad, en cada momento, de poder cambiar el curso de las cosas.
Al espacio preorganizado, disciplinado, se opone un espacio movedizo, caracterizado por otro tipo de distribución: una distribución «nómade», sin cercos ni medidas, en la cual los hombres se distribuyen en un espacio abierto, ilimitado, o al menos sin límites precisos. Este movimiento se definiría como un movimiento de liberación, continuo, siempre reiniciado, y que desborda permanentemente las estructuras y los marcos de pensamiento establecidos. Lo que cuenta, ya no es la asignación de perímetros fijos, sino el movimiento y las relaciones (discordantes) entre los seres y las cosas. La frontera se vuelve frágil, pasadizo, intersticio entre dos espacios y el territorio es inseparable de lo que lo excede, de la relación con su propio afuera. Orillas, umbrales se substituyen a las fronteras y a los corrales. El espacio ya no es homogéneo, sino heterogéneo y múltiple, y se le quita a la multitud una representación bio-política, disciplinaria, del cuerpo social, de la masa… Por lo tanto el tema es no tanto orientarse y ubicarse, sino más bien conocer gente.
A la reducción de los mundos a uno solo, visión autoritaria del poder político dominante, el cine propone un proceso de desmultiplicación del mundo.
Quisiera muy sinceramente agradecer al Bafici, a su director, a sus programadores, a todo el equipo, que tuvieron la bondad, fraterna y política, de seleccionar y programar mi película en competencia internacional. Es sumamente importante, hoy quizás más que nunca, que espacios como este puedan existir y dar a ver, leer y escuchar pensamientos, palabras, imágenes y visiones minoritarias.
Quisiera agradecer muy sinceramente a los miembros de los dos jurados que decidieron acordar estos dos premios a mi película. Con estos gestos, otorgan un espacio de visibilidad extremamente importante a una película considerada como «difícil», a veces «molesta», tanto por el tema como por el lenguaje cinematográfico empleado. Es también una recompensa a una empresa que fue extremadamente difícil de llevar a cabo desde el punto de vista material, económico y político. Más fundamentalmente, veo aquí un incentivo y una ayuda extremadamente importantes para mis inicios cinematográficos, y para las películas por venir.
Estoy muy feliz de recibir estos tan importantes premios en Argentina, entre otros motivos porque esta película sin dudas terminará su recorrido en los festivales aquí, en Buenos Aires. La primera proyección tuvo lugar en Francia en un gran festival, el Fid Marseille, con una primer versión que yo consideraba como todavía no del todo acabada. La última tuvo lugar acá, en este otro muy gran festival, el Bafici, con su versión definitiva.
Me alegro tanto más porque tengo una relación extremadamente singular con este país, ya que despierta en mí recuerdos muy profundos: en efecto, durante mi infancia y adolescencia, y como mis primeros gestos políticos, he participado en numerosos encuentros y fiestas de apoyo a los opositores a la dictadura en Argentina. Argentina era un país muy alejado y sin embargo extremadamente cercano. En el espacio y en el tiempo.
Para terminar, y ustedes me disculparán de querer brevemente pronunciar algunas palabras aparentemente simples y banales, quizás intrascendentes, pero que son para mí muy importantes. Quisiera ante todo saludar muy calurosamente a los demás cineastas presentes en el Bafici, en competencia o no. El hecho de que las películas no sean recompensadas no significa en lo más mínimo que sean menores, menos interesantes, importantes o significativas.
Quisiera también dirigir fraternos y trans-históricos saludos a un cineasta muy conocido en Argentina, pero que recién empieza a tener renombre en Francia. Un cineasta que descubrí hace poco en la Cinemateca Francesa y cuyo trabajo me interesó y maravilló profundamente. Un cineasta con una gran integridad y moral, desaparecido por la Junta militar. Me refiero a Raymundo Gleyzer.
Finalmente, quisiera dirigirme a ese joven, a esa joven, que no conoce a nadie, que se siente perdido, que no sabe adonde ir, que no logra encontrar su lugar en la sociedad, que tiene el sentimiento de arrancar de cero y de ser devuelto incansablemente a ese lugar aparentemente vacío. Que tiene 18 años, en el amanecer de su vida, y que sin embargo ya tiene la sensación de ser un anciano. Porque la rabia lo ahoga, porque la rebelión vive en él y se vuelve contra él. Quisiera dirigirme a ese joven, a esa joven, que piensa que ciertos mundos le están vedados, porque está preso en una clase social, forzosamente desfavorecida. A ese joven, a esa joven, que sueña por ejemplo con hacer películas, con hacer cine, pero piensa jamás poder lograrlo, ya que viene de un medio demasiado modesto, ya que lo frenan barreras culturales y simbólicas, a él, a ella, quisiera decirle que no pierda la esperanza, que no abandone, que permanezca atento a sus deseos. Estos deseos son océanos de llamas capaces de destruir las columnas del cielo, los mitos, las representaciones dominantes y estigmatizantes, también capaces de darle cobijo a lo desconocido, lo imposible. A él, a ella, quisiera decirle que no desespere, no abandonar, y pelear. Pelear por lo que uno cree. Pelear por uno mismo, como por los demás. Pelear por uno mismo como uno de los demás.
Frente a los mundos prohibidos, solo se pueden tomar caminos escondidos y extranjeros: «únicamente el capítulo de las bifurcaciones queda abierto a la esperanza» decía Auguste Blanqui, un gran revolucionario francés del siglo 19.
Caminos amigos, como solo pueden haber amistades extranjeras.
Les agradezco por su hospitalidad y por su atención.
Pronto volveré a la Argentina.
Sylvain George
Paris, 16 de Abril 2011
Sin mucho tiempo para escribir, leí tu posteo, y me pareció excelente. Gracias por compartirlo. Como cinéfila, lo comparto en un todo.
ResponderEliminarSaludos.
Que bueno que alguien que viene de afuera lo recuerde a Raymundo Gleizer, rescatado aquí por Fernando Martín Peña . Yo vi "La tierra quema" y "Los traidores" y me impresionaron. Martha
ResponderEliminarMe alegro que vuelva el cine!!
ResponderEliminarEstaré ahí por supuesto, ya estaba extrañando...
Che, qué bueno esto. Lo imprimí y lo venía leyendo en el tren. Realmente me emocionó la carta. Es increíble esta cuestión de la despolitización y embotamiento cerebral. Lo más trágico es que se haya en focos de pensamientos tales como la misma universidad. Nos estamos convirtiendo en intelectualoides desintelectualizados. Puro maquillaje, formas, etc. Qué bueno escuchar palabras con tanta pasión. Basta de la mediocridad Fuc!!!
ResponderEliminarSe burlaron porque no entendieron ni el 15% de lo que decía la carta.
Sofía: vos sos de la Fuc?
ResponderEliminarLeí el articulo y en algunas cosas coincido... otras no.
ResponderEliminarEs decir toda selección de películas encierra un discurso, cuales dejar dentro y cuales no.
Evidentemente los documentales de Canal Encuentro sobre la muerte de Kirchner no iban a estar, como reclamas "Hay una camada de militantes de 20 años ... la muerte imprevista de un ex-presidente se constituyó en un hecho político de primer orden. De nada de eso ha habido el mínimo eco en las películas del Bafici".
Pero por lo que he visto en la tv, no creo que sean precisamente documentales que cuestionen el género mismo o el lenguje cinematográfico, más alla del tema que aborden, son documentales convencionales. Además creo que la oportunidad de los festivales es ver aquello que no se consigue siquiera en internet, peliculas sin distribución comercial. Los documentales los puedo bajar de la web.
Si estoy de acuerdo en que hay toda una generación de cineastas argentinos (y artistas) que prefiere mirar a otro lado y reflexionar sobre los lenguajes artísticos mismos y no le importa si fuera de su estudio estalla el mundo.
El arte argentino estuvo dividido por esta diyuntiva desde el grupo Florida y el grupo Boedo. Por un lado los artistas comprometidos con su tiempo y por otro, los artistas que reflexionaban dentro del arte y seguían el camino de las de las vanguardias europeas.
El cine no es ajeno a esto, lo vemos reflejado en el cine militante de Pino Solanas o el cine de autor siguiendo la Nouvelle Vague de Torres Nilson.
Creo que elegir uno u otro es reduccionista.
Podemos pensar en el caso de Sergéi Eisenstein cuya pelicula Ivan el terrible (segunda parte) no fue aprobada por el gobierno de Stalin. La imagen que presenta Eisenstein de este zar torturado, que se cuestiona si el poder proviene de Dios o del pueblo no le gusto nada a Stalin, quien preferia las peliculas de propaganda, en tono realista, más faciles de digerir para el pueblo que el montaje dialéctico que proponía Eisenstein.
Yo prefiero el cine que me invita a pensar, que deja puertas abiertas, preguntas sin responder y reflexiona sobre su tiempo cuestionándolo.
Despues agregas: "Quizá sea que los chicos del cine independiente todavía son demamasiado tímidos, quizá sea que la política en sus aspectos más concretos y cercanos no les importa, o que temen poner en riesgo su lugar futuro en un festival de cine que suele sancionar las disidencias con un cruel ninguneo. Pero puede ser también que algunos de ellos se sientan a gusto con Macri."
Yo no creo que los realizadores independientes que participaron del Bafici esten con Macri. Pero evidentemente el director frances Sylvain George era consciente del impacto que su carta causaría en los realizadores del festival. Una carta con ideas incomodas para la derecha. Ideas que, sin embargo, no le impidieron ganar la competencia.
Me encanto la carta! Y me encanto el festival! Y me encanto que los chicos de la FUC se molesten en la entrega de premios!
Porque por sobre todas las cosas me gusta el cine que genera incomodidad.
Andreítas.
ResponderEliminaryo no pretendo que los cineastas hagan otra cosa más que lo que necesiten hacer, después en todo caso vemos lo que se ha hecho y pensamos en lo que falta. Porque lo que falta siempre es tan significativo como lo que está. Además, si seguís mínimamente este blog o te fijás apenas en los últimos posts, verás que para nada creo que el cine tiene que subordinarse a una militancia preestablecida. Pero un fenómeno como el Bafici se presta a lecturas no puramente estéticas. De hecho, la presencia de Lombardi en la entrega de premios, la invasión del color amarillo en los posters, la preferencia que el bafici desde hace tres o cuatro años le otorga a los productos de Llinás y la FUC en la vidriera del festival, los nombres recurrentes de la cultura argentina que siempre responden en jurados y mesas redonda a la derecha cool, todos estos son signos a interpretar políticamente.
Por último el cine independiente tiene, entre otras propiedades, el de constituirse en sismógrafo de los conflictos políticos y sociales del mundo contemporáneo, con una mirada distinta a la de la tv. Mi pregunta es, dado que desde hace tres años el país está atravesado por una ola politizadora que abarca a todas las generaciones, y muy especialmente a los jóvenes, por qué será que Bafici no registra ni mínimamente esa politización. Tengo dos hipótesis y no sé cuál es cierta, si es que alguna lo es: o esa generación de jóvenes militantes aún no han descubierto el cine como parte de su experiencia (como sí descubrieron por ejemplo los blogs o la literatura) o esas películas están en alguna parte pero por alguna razón el Bafici las repele o no las convoca. Esto es notable sobre todo porque entre la selección se pueden ver algunas películas boludísimas cuya única explicación de existir es que con las cámaras digitales filmar una pelotudez es facilísimo. Pelotudeces vi varias, pero alguna película sobre el matrimonio igualitario, el velatorio de Néstor , la ley de medios, el trabajo esclavo en el agro, de eso no vi aún nada en el Bafici.
Impresionante la carta de S.George, y que cierta gente se burle de ella indica lo que son, de dónde vienen, qué pretenden, cuáles son las miasmas de sus cerebritos envenenados.
ResponderEliminarMe la llevo para compartir, de la complacencia de cierto público y/o cineastas para con el macrismo, sólo puedo decir que es tristísimo, pero no me sorprende porque buena parte de la sociedad porteña tiene la misma complacencia, indiferencia e inacción con la que creo una de las peores gestiones que hemos tenido en Capital.