por Pablo Ramos
(publicado originalmente acá)
A los escritores, conocidos-amigos y no tanto. Que a veces leo por interés (las menos), por compromiso (las muchas), por amor (las todas). Escritos casuales, libros publicados, diarios y comentarios, mesas y conferencias. Son tantas las veces que leo los duros relatos de la vida cotidiana, el asombroso descubrimiento de que la vida es dura, de que estamos solos, de que cada día se gasta casi a fondo en sobrevivir, que me cuesta tanto poner alguna esperanza en lo que puedan dar o en lo que pueda salir de tanta mente egocéntrica, de tanta alma empapada de la peor y más burguesa y más mezquina tristeza existencial.
La vida es dura.
La vida es injusta.
La vida no justifica, la mayor de las veces, el esfuerzo de vivirla.
Pero son sólo palabras, y las palabras son nada cuando el objeto oculto detrás de ellas es la mezquina vuelta de tuerca hacia una dudosa estética de lo cotidiano.
La vida no es dura para quien tiene tiempo de tomar conciencia de esa condición. Y no tiene sentido ni lugar ni mérito el escritor que observa esta obviedad para hablar tan sólo de sí mismo.
El escritor que a mi gusto vale la pena es el que observa esto en la realidad del pueblo al cual pertenece.
Dos hombres están despiertos a las seis de la mañana. Uno viaja para meterse doce horas en el pozo húmedo de los cimientos del edificio que el otro, años más tarde, va a describir con melancólica prosa poética.
¿De qué lado estás, escritor? Son lindos los trenes que corren como serpientes encantadas bajo la luz del amanecer que nos sorprende vaciando la última copa de champán. Son bellísimos, son sublimes, tienen un sólo defecto: llevan el pueblo que hizo tu casa hacia el anónimo matadero de todos los días.
Les dejo una respuesta de uno de los mejores músicos que dio el Uruguay: Gustavo Pena (El Príncipe). Sólo un alma luminosa, un hombre que sabe lo que es el hambre y la soledad porque la ha vivido en carne propia podría escribir una letra así:
Qué bueno está comer una polenta
con un frío de tormenta
algo así como andar confundido
y encontrarse a Dios
Qué bueno qué bueno está
Posdata: Revisen a este músico o vean el documental La cocina.
Éste Pablo Ramos es el que hizo el disco con Gabo, o nada que ver?
ResponderEliminarEscuchaste el disco que hizo el pibe Alan Plachta (Colectivo Argentino-Uruguayo)? Tiene un tema del Príncipe y está muy bonito.
Es el mismo que hizo el disco con gabo, además de una serie de novelas buenísimas.
ResponderEliminarA Alan Plachta no le escuché. Pero el Príncipe está siendo cada vez más versionado, por medio mundo.