por Oscar Cuervo
Los primeros diez minutos son detestables. Después la película empeora drásticamente.
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Postdata:
Causa un morbo divertido leer las reseñas de los críticos argentinos (incluso de algunos muy respetables, dicho esto sin ninguna ironía) tratando de hacer alguna pirueta conceptual para transformar un guiso indigesto, como es la nueva película de Terrence Malick, en una experiencia al menos decente. Porque se trata de un producto cuasi-delictivo (a menos que se declare a su autor legalmente insano), que se filtra en el mercado cultural por una mezcla de confusión colectiva, tilinguería extrema y mala conciencia.
Malick ocupa un lugar curioso, el de la caricatura de un autor excéntrico, de una pseudo-integridad radical, un espacio vacante en Hollywood desde la muerte de Kubrick. El director de La naranja mecánica vendió durante décadas esa imagen: el mito de que controlaba obsesivamente todos los detalles de su obra, hasta la proyección en la última sala de Argentina donde sus películas se exhibieran, era parte de su marketing. Un mito igualmente risible se repite ahora con Malick:
Malick ocupa un lugar curioso, el de la caricatura de un autor excéntrico, de una pseudo-integridad radical, un espacio vacante en Hollywood desde la muerte de Kubrick. El director de La naranja mecánica vendió durante décadas esa imagen: el mito de que controlaba obsesivamente todos los detalles de su obra, hasta la proyección en la última sala de Argentina donde sus películas se exhibieran, era parte de su marketing. Un mito igualmente risible se repite ahora con Malick:
"Se dice -cual leyenda urbana- que el director de la película, Terrence Malick, anduvo de incógnito por el sur de Francia controlando la calidad de las proyecciones y otros detalles, pero lo cierto es que jamás se lo vio en público". (La Nación, acá completo).
Es insostenible ese fraude del "perfeccionismo obsesivo", sobre todo por tratarse de un tipo increíblemente auto-indulgente, capaz de seguir adelante con cualquier huevada que se le ocurra, sin someterla a un mínimo examen. El árbol de la vida abunda en huevadas. Refiero una sola, colocada en el primer tramo, que después se repetirá hasta el empalago: Sean Penn camina entre rascacielos con cara de agobio, seguido por una steadycam en contra-picado, mientras se escucha su voz en off susurrando solemne: "el mundo está mal... todo es codicia... y cada vez empeora". Mientras tanto, suena un acorde orquestal, larguísimo y pomposo. Corte y de ahí a imágenes galácticas que parece que le hubieran sobrado a Douglas Trumbull desde el año 1968, porque ya a Kubrick no les habrían parecido aceptables. Y esto es solo el comienzo de algo que se repetirá durante insufribles 141 minutos.
Se dice que Malick tenía un lugar reservado para presentar El árbol de la vida en Cannes 2010, pero que no llegó a tiempo, justamente por su "perfeccionismo obsesivo", y siguió trabajando durante un año más. Y uno se pregunta: ¿para esto? La estructura de la película es tan contrahecha que yo no puedo creer que su autor haya estado trabajando más de un año en ella, a menos que el tipo esté absolutamente loco. El asunto es que no solo en Cannes lo esperaron un año, sino que... ¡lo premiaron con la Palma de Oro! Si la película puede considerarse como el resultado del encuentro de un hombre que no está en sus cabales con productores necesitados de invertir un dinero (32 millones de dólares, lo que tampoco es tanto para el cine americano) en un "autor prestigioso", el premio en Cannes parece más bien un síntoma de algo que está muy mal en la industria cultural. Cannes liquida todo resto de prestigio al premiar este mamarracho. El jurado: Robert De Niro, Olivier Assayas, Mahamat-Saleh Haroun, Jude Law, Nansun Shi, Uma Thurman, Johnnie To, Linn Ullmann. y hasta nuestra Martina Guzmán. Un tribunal internacional los debería procesar por asociación ilícita.
Creo que la descripción más precisa la proporciona Diego Battle en La Nación y es involuntariamente incriminatoria, ya que el ánimo con el que parece estar escrita es elogioso:
"El árbol de la vida arranca como un melodrama familiar ambientado en los años 50 (e inspirado en los recuerdos de infancia del propio Malick) sobre un matrimonio (Pitt y Chastain) que sufre la muerte de uno de sus tres hijos. Sin embargo, durante su segunda hora, el director propone un acercamiento más sensorial y una narración fragmentaria (se parece a un caleidoscopio y a un rompecabezas), que se permite desde un ballet cósmico sobre el polvo de estrellas, un documental sobre las maravillas naturales del planeta, un ensayo prehistórico (con dinosaurios y todo), y una mirada bastante solemne sobre el amor, la muerte, la culpa, el duelo y la redención".
Dios nos libre de redenciones así.
Cuervo, sos harto previsible, cantaste loas al bodrio de Apichatpong (que ganó en Cannes también) y le dás con un caño a Malick. Posta que malick puede ser incoherente y solemne, pero el ojo fotográfico que tiene para captar la belleza (cada plano es una maravilla) es indiscutible. Apichatpong es lo mismo en todo caso pero más exótico por eso te cabe, y seguro que un director menor al lado de Malick.
ResponderEliminarY vos sos un inepto para el cine y para la lectura de textos:
ResponderEliminar1) qué tiene que ver que el año anterior ganó Apìchatpong? Argumento más inatinente no podrías proponer.
2) Ojo fotográfico,,, ah! Ok, Creí que hablábamos de cine.
3) Apichatpong y Mallick son dos universos inconmensurables, no tiene nada que ver con el exotismo. No tienen un POMO que ver.
Eso sí, nobleza obliga, el trailer es honesto y te dejaba una sensación de "esta película está mal y se va a poner peor".
ResponderEliminarLo que quería decir: "Los primeros diez minutos son detestables. Después la película empeora drásticamente".
Es una contundente y prístina reseña, me la guardo para usarla cuando cuadre la ocasión (citando la fuente, claro). Estás avisado.
Me hizo acordar a los videoarte del comienzo de los 80 cuando el artista trabajaba con ese tipo de imágenes que impresionaban mas que nada porque no era habitual que alguien contara con la tecnología para producirlas.Hoy a estos productos no los producen ni natgeo ni an.planet ni discovery por vetustos. La historipoema como se podría llegar a decir ahora , es una serie de propósitos nobles con la tragedia diaria de la perdida. Es tan mala la impresión que me produjo que hasta intenté disculpar a Malik pensando que quizás habiendo filmado tan poco lo perjudicó el tiempo de elaboración de este absurdo (quizás me dije 5 años para la idea, 10 mas para la construcción del libro 8 años para arreglar todos los detalles y el resultado una película vieja por apoyarse en solo recursos perimidos.
ResponderEliminarLos últimos 10 minutos me dejaron pasmado,esa escena de la playa, con Pitt cruzándose con Penn...
Y después leer las criticas...Quedé tan confundido que me pregunté ¿Será que estoy saliendo poco y ya no se lo que es bueno?. Le di vueltas al asunto y no encuentro explicación.
Dusculpame que levante el tono para decir solo una cosita: M: SI TU MENSAJE ES TAN CLARO DE ACUERDO CON TU ELEVADO SENTIDO DE LA VIDA QUE PRESCINDE DE TODA LAS JERARQUIAS;PORQUE LO LLAMAS A PENN, (TE ACEPTO PITT)PARA CUBRIR AL PERSONAJE Y NO A JUAN DE LOS PALOTES?
¡Pagué $34!
Quien desconcierta ofende, decía Cocteau....
ResponderEliminarHay cosas (muchas, quizás las más importantes) que no se alcanzan con el intelecto. Así como la palabra es mitad de quien la pronuncia y mitad de quien la escucha, esta película exige tu parte.
El arte como el amor, con sus errores aún, insufla vida.Agudeza intelectual sin amor es seca y estéril.
Quizás llegue un día un progresismo cósmico que proclame ademas de LCD, LSD para todos!!
Madre, Padre siempre luchan dentro de mi, siempre lo harán.
Transwarp: muy bonita toda tu cháchara new age, pero la película es un bofe.
ResponderEliminarLos admiro por las ganas de ver estas pelis que ya de movida, pero de una , (se te embroca desde lejos, yo no sé si es la mirada) uno sabe que son una berretada.Si el cine no estuviera tan caro...me lo explicaría. En fin chicos...tendrán expíritu de investigación, a lo mejor. Martha
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