La otra.-radio 18-02-2013. Un programa para descargar clickando
allá ===> ACÁ (1ª parte)
y ahí ===> ACÁ (2ª parte)
allá ===> ACÁ (1ª parte)
y ahí ===> ACÁ (2ª parte)
Háblame
que no te oiga.
Quiéreme
que yo no sepa.
Cuídame
que no lo vea.
No me mires
no me escuches
haz de cuenta que no existo.
Cúrame,
que no sane.
Vierte en mi
tu indiferencia.
Cálmame
que en mí se agite
el deseo como un fuego
y me muera por besarte.
Llámame
no me respondas.
Sáciame
que no me alcance.
Déjame,
que yo me rinda
que te siga
que te ruegue
y después te dé la espalda.
Cúrame.
Una operación no idéntica pero análoga hace José Luis con La chica del sur. Corea: otra nación fracturada por obra de los intereses geopolíticos de la postguerra, aún hoy uno de los lugares más calientes del planeta. Y otra vez el director no cuenta este desgarro histórico en un sobrevuelo historiográfico, sino a través del rescate de una experiencia personal, la de Lim Sukyung, la chica del sur, la flor de la reunificación que no ha de producirse. Los caminos de Lim Sukyung y José Luis se cruzaron en determinado momento de sus vidas y de la historia del siglo. De ese cruce nace la película en cuyo centro hay algo que no cierra, una conversación fallida, sostenida a través de los años y los hemisferios, entre el Norte y el Sur, en una especie de limbo que la Historia no termina dede asimilar.
que no te oiga.
Quiéreme
que yo no sepa.
Cuídame
que no lo vea.
No me mires
no me escuches
haz de cuenta que no existo.
Cúrame,
que no sane.
Vierte en mi
tu indiferencia.
Cálmame
que en mí se agite
el deseo como un fuego
y me muera por besarte.
Llámame
no me respondas.
Sáciame
que no me alcance.
Déjame,
que yo me rinda
que te siga
que te ruegue
y después te dé la espalda.
Cúrame.
La presencia del cineasta José Luis García anoche en el programa sirvió para hablar de sus dos películas, Cándido López, los campos de batalla y La chica del sur. También estuvieron Alejandro Kim, historiador coreano-argentino que co-protagoniza La chica... y Gabriel Kamenieky, productor de la misma película. El notable interés de nuestra conversación radica no solamente en la gran calidad de ambas películas y la oportunidad privilegiada de charlar largamente con sus hacedores, sino en los elementos en común que estas películas empiezan a mostrar en cuanto se las piensa juntas. García filma en primera persona pero se vale de personajes que abren sendos mundos a la vez extraños y próximos. El Paraguay de Solano López es visto a través de la mirada de un pintor; Cándido López, cuya existencia histórica ocurre en una especie de limbo: entre la guerra y la pintura, entre Argentina y Paraguay. La mirada singular del pintor (en la que la cámara de García procura ponerse) es testigo de un pequeño país desmembrado por una alianza trasnacional que no pudo permitir su autonomía y lo destruyó literalmente, porque como dijo Sarmiento "la guerra del Paraguay concluye por la simple razón de que matamos a todos los paraguayos mayores de diez años". Nosotros, los argentinos, matamos.
(Abro paréntesis: ayer cuando yo tuiteaba el anuncio del programa, Palo Pandolfo me comentó: "Esa es la base de lo que llamamos República Argentina.Hay qu ir pa atrás y tomar otro camino : Belgrano, Artigas, Castelli, San Martín... En 2012 toqué en Asunción del Paragua: ellos tienen la herida abierta de la guerra atroz que Argentina Uruguay y Brasil le tiraron encima". Cierro paréntesis)
Es decir: hay una fisura constitutiva en nuestra identidad nacional y aún está abierta. Cándido López, los campos de batalla tiene la virtud de ponerla en evidencia. La película la pueden ver completa acá:
Una operación no idéntica pero análoga hace José Luis con La chica del sur. Corea: otra nación fracturada por obra de los intereses geopolíticos de la postguerra, aún hoy uno de los lugares más calientes del planeta. Y otra vez el director no cuenta este desgarro histórico en un sobrevuelo historiográfico, sino a través del rescate de una experiencia personal, la de Lim Sukyung, la chica del sur, la flor de la reunificación que no ha de producirse. Los caminos de Lim Sukyung y José Luis se cruzaron en determinado momento de sus vidas y de la historia del siglo. De ese cruce nace la película en cuyo centro hay algo que no cierra, una conversación fallida, sostenida a través de los años y los hemisferios, entre el Norte y el Sur, en una especie de limbo que la Historia no termina dede asimilar.
Déjame,
que yo me rinda
que te siga
que te ruegue
y después te dé la espalda.
Cúrame.
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