P3ND3JO5: Perrone logró una película extraordinaria. Deja pistas que remiten a muchas y muy variadas tradiciones cinematográficas, desde el primitivismo hasta la extrema contemporaneidad, pasando por el expresionismo, Dreyer, Godard, Pasolini, Antonioni, Favio, Coppola, Gus Van Sant y, claro, el mismo Perrone. Sin embargo, la película no se parece a nada en el mundo, ni siquiera a su filmografía anterior. Su cámara parece haber entrado en un estado de gracia: la espiritualización que logra extraer de las caras de sus pendejos no puede comprenderse en términos de marcación actoral ni tampoco de registro documental. Hay manifestaciones del espíritu que solo pueden verse desde cierto ángulo y en un momento fugaz: Perrone parece haber estado ahí en el momento indicado. Bresson lograba extraer el aura de sus modelos, Sokurov lo hizo en sus Voces Espirituales. El Perro se inscribe en ese pequeño grupo. No logro figurarme una técnica que explique estas capturas, unas instrucciones para lograr algo parecido. Me inclino por la hipótesis de una posesión.
Hay dos rupturas claras respecto de sus películas anteriores: los espacios, las calles, las casas, las paredes y los objetos perdieron su presencia dominante: esta vez Perrone tiende a abstraer los rostros del entorno. P3ND3JO5 es una sucesión de retratos. Está Ituzaingó. No podría no estar. Pero está más que nada en la cara de los pibes. La calle, la plaza y las casas funcionan como un fondo difuso. La otra ruptura es la que va del color saturado de su trilogía anterior hasta este blanco y negro que, una vez más, lo aleja del realismo y transforma a sus modelos en fantasmas de luz y sombra.
Y el otro elemento es la música. Es el medio líquido en el que P3ND3JO5 fluye. Su mezcla de Haendel, Puccini electrónica y cumbia le confiere a la película una tonalidad inaudita. Es una música muy potente y el gran soporte de este extenso arco dramático. Perrone se recibe de músico.
Tantas innovaciones a esta altura de su filmografía nos permiten volver a pensar el concepto de autor más allá del perezoso recurso de las "constantes temáticas". Un autor no es nunca previo a la obra: es la obra la que hace al autor.
Y una última: Perrone no podría haberse permitido una obra tan libre sin haber construido durante años su libertad artesanal irreductible.
Postdata: no tengo tiempo ahora de analizar en detalle las siguientes películas, pero las recomiendo con fervor: Arraianos (Eloy Enciso), Outrage Beyond (Takeshi Kitano) y Mekong Hotel (Apichatpong Weerasethakul).
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