por Lidia Ferrari (Fotografía: Héctor Martínez)
El sábado pasado, soleado y fresquito, estaba ideal para pasear por Venecia, en este incipiente otoño. Vivimos cerca, así que nos tomamos el tren después de almorzar. Mientras esperábamos el tren en Treviso un señor se nos acerca (no había nadie en el andén) y nos pregunta del tren para Venecia. Sergio, que tiene un oído finísimo para los idiomas, y es catador especial del argentino porteño, le dice al señor. ¿Usted es argentino? El señor asiente y Sergio me presenta como otra argentina más. Y nos subimos al tren.
Venecia es el lugar donde se pueden escuchar las más disímiles lenguas. Si uno se para en un puente y aguza el oído escuchará los idiomas del mundo. Pero este sábado nos deparó una sorpresa. De esa cantidad de lenguas se destacaba una: el porteño o argentino. En un bar al aire libre de una plaza (campo se llaman en Venecia) había una pareja de argentinos que hablaban muy fuerte comunicándose con otra pareja que estaba sentada en otra mesa. Se habían encontrado allí. Los veíamos conversar y protagonizar el murmullo de la plaza. Caminando por un puente, pasan casi rozándonos una pareja con una niña pequeña en su cochecito y su perro. La madre le arroja sin prolegómenos un “pero sos boludita, vos?” a esa niña que no tendría más de 2 años. El “boludita” no sólo confirmó la procedencia lingüística de la madre, sino que permitió entrever su cariñosa relación la niña. Fue así que en el curso de 3 o 4 horas de paseo nos cruzamos con tantos argentinos que no podíamos dar fe a lo que veíamos/escuchábamos. Como me viene sucediendo algo similar cuando salgo de paseo por Europa en estos últimos tres años, siempre estoy tentada de aproximarme a esta gente y preguntarles por quién van a votar o por quién han votado. Suponiendo, malamente, que una mayoría debe ser gorila. Pero no lo hago. A mis planteos un amigo italiano me increpa. Bueno, no podrán ahorrar en razón de la inflación. Argumento bastante fácil de rebatir. En primer lugar los argentinos no somos muy ahorrativos, en segundo lugar, tantas épocas de inflación e hiperinflación que hemos pasado y, sin embargo, los argentinos no viajaban como lo hacen ahora. Tanto que leí por ahí que es deficitario el balance entre los dólares que ingresan por turismo de los que egresan, siendo Buenos Aires y Argentina una plaza muy fuerte turísticamente en los últimos años. Los argentinos no viajaban en épocas de inflación porque no tenían plata para hacerlo. Conozco gente de más de cincuenta años que por primera vez ha viajado a Europa, y lo naturaliza diciendo: el año que viene voy a ir a Estados Unidos. Conozco docentes que lo hacen en cualquier momento del año. Impensable en Italia donde los docentes jamás podrían viajar fuera de los períodos de vacaciones porque no pueden hacer uso de licencias para ir a pasear.
Las veces que me ocurre este encuentro con la argentinidad de paseo, quisiera que se dé a conocer la estadística de toda la gente que está viajando, en primer y esencial lugar, porque tiene el dinero para hacerlo. Eso es un indicio de que están bien. Pero no, pobre gente, no puede comprar dólares para viajar. ¿Se sincerarán de una vez por todas y reconocerán que esto es debido a un momento único de bienestar producto de la política económica de los Kirchner?
Treviso, 26/09/2013
Totalmente de acuerdo con el post.
ResponderEliminarMuchos sueños se realizan, gracias a la política económica de este gobierno...!!
Ah! sí, y también se venden más autos porque la gente pretende conservar el valor de su dinero...
ResponderEliminarBueno, yo a esa gente no le pedidría consejo financiero. :)
Lo que me impresiona es que conozco gente que pudo viajar por primera vez, que se compra una casa con crédito al que accede por primera vez, que está mejor que nunca y, sin embargo, son acérrimos antiK. Leí por ahí que es la misma clase media que asciende o la clase baja que accede a otra posición socio-económica que se identifica con los valores de una clase media dominante y se “derechiza”. No sé si esto es rigurosamente así, pero sería interesante indagar en los vericuetos socio-psicológico-culturales para entender a esa gente que vota en contra de sus propios intereses. Digo, indagar sobre lo que sucede con los ingenuos que están atrapados en una lógica gorila y no sobre los canallas.
ResponderEliminarLidia: creo que los medios cumplen un rol fundamental en lo que está sucediendo: hay un verdadero "lavado de cerebros" y muchos "cantos de sirena"...
ResponderEliminarEn mi opinión, también se agregan algunas torpezas comunicacionales del gobierno, empañando una gestión que, en líneas generales, ha permitido sacar al país del estado ruinoso en el que se encontraba en el 2001.Si a esto se suma cierta tradición gorila que persiste...el combo está completo.
Bueno, están, como menciona Liliana, los medios y las torpezas del gobierno, y también está esa cosa de que "yo crecí por mi propio y exclusivo esfuerzo" del tipo que pudo mejorar su nivel de vida y de trabajo y está convencido que todo lo consiguió gracias a sí mismo.
ResponderEliminarPor ejemplo he conocido gente que estudia en la UBA porque no puede pagarse una universidad privada y lo hace vergonzantemente porque están convencidos de que "el Estado no tiene que mantener a la educación".
Entonces yo digo que no sólo votan en contra de sus intereses, sino que no tienen conciencia de clase y tienen una ideología que va en contra de su propio desarrollo.
Colonización mental al mango.