Argentina en el Salón del Libro en París
por Lidia Ferrari
Un periodista de Le Monde le arroja sus dardos a la participación argentina en "Le salon du Livre", en París, donde Cristina comparte la Apertura con el Primer Ministro de Francia, después de reunirse con Hollande.
por Lidia Ferrari
Un periodista de Le Monde le arroja sus dardos a la participación argentina en "Le salon du Livre", en París, donde Cristina comparte la Apertura con el Primer Ministro de Francia, después de reunirse con Hollande.
Menciona la protesta y el inconformismo de intelectuales argentinos "de izquierda" que no han sido invitados, y habla de una elección signada por su lealtad al régimen de los que sí asistirán (lo que da a pensar que los escritores invitados no son de izquierda). Algunos de los intelectuales de izquierda citados son Martín Caparrós y Beatriz Sarlo. En un tiro por elevación cae en la volteada el peronismo y el populismo, que son fáciles de ser sospechados en un mundo como el europeo, en el que ciertas palabras viven de una significación decantada en decenios de rechazo.
En la nota destaca un título interno en negrita: “Alpargatas sí, libros no” (Espadrilles oui, livres non). El periodista traza una mini historia de ese slogan y, por lo tanto, del peronismo y de la expresión de su “anti-intelectualismo populista”, para culminar con una cita de Borges: los peronistas no son buenos ni malos, son incorregibles. Luego reconoce, casi susurrando, que desde Néstor Kirchner los tiempos han cambiado: hay estímulo al cine, a la ciencia, a la universidad y la libertad democrática están a salvo. Pero, siempre hay un pero, los responsables de la política cultural no pueden refrenar su tendencia a la instrumentalización de los creadores.
La nota podría ser leída de una manera por cierto público argentino, pero para el público europeo, que es quien la leerá, la nota dejará una estela de desaprobación hacia el perfil peronista de “anti-intelectualismo populista” (expresión acuñada e impuesta por el autor de la nota) que sigue vigente.
Uno se pregunta quién habrá escrito la nota de Le Monde. Quizá debido a la casualidad -no creo que se trate de una orientación deliberada del periodista-, las notas suyas hablan mal del gobierno de Venezuela, al que compara al de Ucrania, donde, dice que "ellos, los fascistas del gobierno, tratan de fascistas a sus adversarios" (Qui sont les « fascistes » au Venezuela et en Ukraine ?). Otra vez la apropiación de los significantes del Otro. Quien la escribe es el periodista Paulo Paranagua, experto brasileño de Latinoamérica radicado en Paris, que denuncia siempre que puede a la tiranía del régimen cubano. Pareciera que su carrera está bien sostenida con esta causa.
En su nota titulada “La Argentina en el « Salon du livre de Paris » suscita una polémica”, el periodista sólo se hace eco de esta polémica, no es que la manipula, por cierto. No vamos a pensar que se trata de una operación mediática para cuestionar, como otros hacen siempre que hay oportunidad para ello, a ciertos gobiernos de Latinoamérica.
Lo que sí queda claro es que el periodista fija en el lector una idea fuerte que expresa de manera delicada: “El peronismo tiene una historia, lo menos que se puede decir, conflictiva con la “intelligentsia”. En el lector se arraigará la idea de que todavía, en Argentina, se levantan las banderas de “Alpargatas sí, libros no”, y que los intelectuales de izquierda son excluidos como le sucedió a Borges. Una linda ensalada, pero siempre condimentada con la misma vinagreta.
Y bueno, si lo dicen en Francia (y si además lo dicen en francés!) entonces debe ser cierto...no?
ResponderEliminarY sí. Leer las noticias sobre Argentina en la prensa europea y especialmente francesa sule ser un dolor de estómago, por el "parti pris" (posición tomada) antipopulista y estereotipado evidente y constante.
ResponderEliminarParanagua escribió un excelente libro sobre cine latinoamericano "Tradición y modernidad en el..." Una lástima que escriba eso.
ResponderEliminarEs importante destacar que el slogan "Alpargatas si, Libros no" para nada significaba la anti cultura o educación, llevaba implicito el reclamo de inclusión (como simbolo) de una clase tratada con perversidad desde lo que por entonces se denominaban "Oligarquias".
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