Ciclo Fassbinder: Lili Marleen, María Braun, Lola, Veronika Voss
En una entrevista de 1971 Fassbinder dice: “El trabajo es el único tema que existe. ¿Qué otro? La mayoría de la gente trabaja cada día a lo largo de cincuenta años de vida, y sigue trabajando cuando vuelve a casa. Difícilmente esta gente tenga una vida privada de la que hablar. Se podría decir que el trabajo es su vida”. Van Gogh escribe en una carta a su hermano Theo: “siento hasta el extremo de quedar moralmente aplastado y físicamente aniquilado la necesidad de producir”. Vincent lo llama “el mal de producir”. Este mal es verdaderamente un bien, porque abre la desesperación que, de otra manera, quedaría confinada al mundo privado.
Las películas de Fassbinder exponen casi siempre casos desesperados. Pero si su cine abre la desesperación, no es principalmente por la temática que toca, sino porque en sus películas la desesperación es puesta a trabajar. Fassbinder abre la desesperación porque la pone en obra; es decir, despliega su energía, no como mera ostentación de fuerza, sino abriéndose paso a través de un mundo que, por otra parte, está cerrándose continuamente.
El trabajo, la obra: esa es la clave formal y material de la prodigiosa cantidad de películas que Fassbinder filma en menos de 15 años. Pero su prodigio no radica principalmente en la cantidad (para Fassbinder no había vacaciones ni fines de semana largos: "ya dormiré cuando esté muerto"), sino en su tenaz indagación de las formas cinematográficas y dramatúrgicas, en su voluntad de forjar estilos (no hay solo un estilo Fassbinder), procesando influencias y transfigurándolas: su voracidad lo lleva a apropiarse de todo lo que encuentra a mano: Brecht, Douglas Sirk, Bresson, Godard, G. W. Pabst, Alfred Döblin, Visconti, Genet... y subsumirlo todo bajo su propio sistema. Clásico, moderno y contemporáneo, todo junto: sin embargo hay algo en su temperamento artístico que recuerda el ímpetu de los primitivos.
Y hay algo todavía que nos lo vuelve imprescindible: su claridad para asumir el carácter político de toda intervención artística. Fassbinder ya era molesto en Alemania de los 70, porque había renovado el vínculo entre radicalidad artística y radicalidad política en una sociedad que quería olvidarse. Su política siempre fue desafiante, ante todo para el sentido común, para los convencionalismos de toda clase, para la comodidad que separa el cine de autor del de los géneros, los sentimientos de las ideas, la intimidad de la política.
En sus últimos años se había propuesto contar la historia alemana a través de una serie de películas protagonizadas por personajes femeninos: una serie que bien podría empezar en el nazismo, con Lili Marleeen, para atravesar la posguerra y el "milágro económico" alemán (El matrimonio de Maria Braun, Lola, El ansia de Verónica Voss). Y que después seguiría...
Lo que en esta posible tetralogia hallamos es un concentrado de todos sus procedimientos, desde el realismo llano hasta el kitsch más saturado, desde la distancia irónica hasta el tono elegíaco: siempre haciendo foco en la economía de los sentimientos y su articulación con trabajo alienado. Las criaturas fassbinderianas quieren amor y ese deseo las lleva a comprometer su fuerza productiva.
Desde este sábado a las 18:00 hs. empezamos un ciclo de la tetralogía de las mujeres alemanas: Lili Marlene, El matrimonio de Maria Braun, Lola, El ansia de Verónica Voss.
Cuatro semanas consecutivas con las proyecciones de las películas completas, con presentación previa y debate posterior. En la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino, Pte. Uriburu 1345, 1° piso. Este es un curso coordinado por Mónica Giardina y Oscar Cuervo.
Comenzamos este sábado con Lili Marleen.
Informes: 4822-4690, 4823-4941. Mail: fcpa@fcpa.org.ar
En una entrevista de 1971 Fassbinder dice: “El trabajo es el único tema que existe. ¿Qué otro? La mayoría de la gente trabaja cada día a lo largo de cincuenta años de vida, y sigue trabajando cuando vuelve a casa. Difícilmente esta gente tenga una vida privada de la que hablar. Se podría decir que el trabajo es su vida”. Van Gogh escribe en una carta a su hermano Theo: “siento hasta el extremo de quedar moralmente aplastado y físicamente aniquilado la necesidad de producir”. Vincent lo llama “el mal de producir”. Este mal es verdaderamente un bien, porque abre la desesperación que, de otra manera, quedaría confinada al mundo privado.
Las películas de Fassbinder exponen casi siempre casos desesperados. Pero si su cine abre la desesperación, no es principalmente por la temática que toca, sino porque en sus películas la desesperación es puesta a trabajar. Fassbinder abre la desesperación porque la pone en obra; es decir, despliega su energía, no como mera ostentación de fuerza, sino abriéndose paso a través de un mundo que, por otra parte, está cerrándose continuamente.
El trabajo, la obra: esa es la clave formal y material de la prodigiosa cantidad de películas que Fassbinder filma en menos de 15 años. Pero su prodigio no radica principalmente en la cantidad (para Fassbinder no había vacaciones ni fines de semana largos: "ya dormiré cuando esté muerto"), sino en su tenaz indagación de las formas cinematográficas y dramatúrgicas, en su voluntad de forjar estilos (no hay solo un estilo Fassbinder), procesando influencias y transfigurándolas: su voracidad lo lleva a apropiarse de todo lo que encuentra a mano: Brecht, Douglas Sirk, Bresson, Godard, G. W. Pabst, Alfred Döblin, Visconti, Genet... y subsumirlo todo bajo su propio sistema. Clásico, moderno y contemporáneo, todo junto: sin embargo hay algo en su temperamento artístico que recuerda el ímpetu de los primitivos.
Y hay algo todavía que nos lo vuelve imprescindible: su claridad para asumir el carácter político de toda intervención artística. Fassbinder ya era molesto en Alemania de los 70, porque había renovado el vínculo entre radicalidad artística y radicalidad política en una sociedad que quería olvidarse. Su política siempre fue desafiante, ante todo para el sentido común, para los convencionalismos de toda clase, para la comodidad que separa el cine de autor del de los géneros, los sentimientos de las ideas, la intimidad de la política.
En sus últimos años se había propuesto contar la historia alemana a través de una serie de películas protagonizadas por personajes femeninos: una serie que bien podría empezar en el nazismo, con Lili Marleeen, para atravesar la posguerra y el "milágro económico" alemán (El matrimonio de Maria Braun, Lola, El ansia de Verónica Voss). Y que después seguiría...
Lo que en esta posible tetralogia hallamos es un concentrado de todos sus procedimientos, desde el realismo llano hasta el kitsch más saturado, desde la distancia irónica hasta el tono elegíaco: siempre haciendo foco en la economía de los sentimientos y su articulación con trabajo alienado. Las criaturas fassbinderianas quieren amor y ese deseo las lleva a comprometer su fuerza productiva.
Desde este sábado a las 18:00 hs. empezamos un ciclo de la tetralogía de las mujeres alemanas: Lili Marlene, El matrimonio de Maria Braun, Lola, El ansia de Verónica Voss.
Cuatro semanas consecutivas con las proyecciones de las películas completas, con presentación previa y debate posterior. En la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino, Pte. Uriburu 1345, 1° piso. Este es un curso coordinado por Mónica Giardina y Oscar Cuervo.
Comenzamos este sábado con Lili Marleen.
Informes: 4822-4690, 4823-4941. Mail: fcpa@fcpa.org.ar
me acuerdo de Martha y ese giro impresionante que hace la cámara alrededor de ellos dos...
ResponderEliminar