miércoles, 27 de agosto de 2014

Un paso mudo en el terreno de las sombras

Sobre Maut, de Lilián Cámera

Quién sabe lo que detiene esa sombra en el rincón? 
Tus pasos alejados como relámpagos de una playa que jamás visité. 
Espío en tu mundo las conversiones, los silencios de una imagen que insiste. 
Apenas para saber de qué desnudaré mis días.

LILIÁN CÁMERA, Maut


por Ana Arzoumanian *

El tango llegó a Europa, vía París, a principios del siglo XX, triunfó y se expandió por gran parte del continente. Una de las capitales que con mayor entusiasmo acogió esta nueva música fue Berlín, que en la época de entreguerras rivalizaba con París en ser la capital de la cultura del mundo occidental. El tango hizo furor en Berlín en los tiempos de la República de Weimar y continuó su popularidad tras la llegada de los nazis al poder en 1933. Eso sí, “alemanizando” música y letras. El paradigma de tal circunstancia es el tango “Plegaria”, el “tango de la muerte”. Su compositor, Eduardo Bianco, no era alemán, sino argentino. “Plegaria” era un tango ya conocido desde que en 1931 Bianco lo dedicase al rey Alfonso XIII y luego lo tocara frente a Hitler y Goebbels en 1939. Así “Plegaria” inició su funesta trayectoria. Era el tema preferido de los campos de exterminio para que las orquestas de prisioneros lo interpretaran cuando llegaban los trenes. Lo último que estos esperaban era ser recibidos con música.

La letra dice: “Plegaria que llega a mi alma / al son de lentas campanadas, / plegaria que es consuelo y calma para las almas desamparadas. / El órgano de la capilla embarga a todos de emoción / mientras que un alma de rodillas ¡pide consuelo, pide perdón! / ¡Ay de mí!… ¡Ay señor!… / ¡Cuánta amargura y dolor!”.

El primer poema que Celan publicara bajo su nombre en Bucarest y en rumano, antes que en alemán fue “Tangoul Mortii- tango de muerte que en alemán luego fue traducido como Todesfuge”.

Fragmento de Maut

Palabra, límite de lo oscuro, los sepultados en el aire, los nunca renunciables ruegan en el poema por un “hágase la luz”. Los artistas del proyecto Maut lo saben. De allí la composición coral y coreográfica de los grises, de allí “la palabra venidera” en un formato musical de voces que se entrecortan entre música y diálogo de sordos, como un tajo esa línea sobre el título. Línea que no borra lo que pasa, sino que hiere.

En los callejones sin salida, un gesto torcido escribe Lilián Cámera y cava un pozo. Ése es su arribar, sus maneras de desmadejar las mentiras de la luz. Así, da vuelta el reflector sobre la letra, al borde de la carretera su Mautstrasse, sin ningún cartel que autorice lo insoportable. El Mauthausen con el sello del “regreso no deseado”, con el testimonio feroz del canibalismo. Lilián sabe, Lilián siente ese “embestir con el hocico” y recibe “un paso mudo en el terreno de las sombras” como pago del un derecho. “Registrar la mínima espuma”, “plantar una duda a tus días” dice Lilián, de manera de dejarnos frágiles para la memoria. 


* Este es un fragmento del texto que Ana Arzoumanian en la presentación del libro Maut, de Lilián Cámera (Fotografías de Daniela Huerta y Leandro Quintero; diseño del libro del que aquí se reproducen algunas páginas: Anne Buchheister; dibujos: Martín Carpaneto). El texto de Arzoumanian puede leerse completo en el blog Un Largo, clickeando acá.

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