Se sabe: José Pablo Feinmann ha escrito muchas cosas durante demasiado tiempo. Una lectura que vaya más allá de la cantidad de lo escrito constata que además escribe una alta proporción de tonterías por página.
Ayer sin ir más lejos se puso a hablar de los padres tiránicos de algunos músicos célebres y eso lo habilita para hacer consideraciones teológicas y exégesis bíblicas. Pero Feinmann haciendo teología es un dolor de huevos: quiero decir, bajo y rotundo .
Dice por ejemplo esta soberana pavada:
Sin embargo, ¿quién fue el Creador del Mal? Dios. ¿No debía contener Dios una gran parte de esa sustancia (el Mal) para crear al Diablo? Desde luego. Satán es creado con sólo una parte del Mal que radica en Dios. “Luego de Aschwitz”, dirá Karl Löwith, “es imposible imaginar una divinidad por completo bondadosa”.
Problematizar la idea de una divinidad "por completo bondadosa", señalando la existencia de la muerte y del mal en el mundo, eso lo ha hecho la antigua tradición judaica y después la cristiana, mucho antes de que Feinmann escribiera sus 10 primeras zonceras. Feinmann supone que los escritores de la Biblia no sabían lo que eran la guerra y la maldad. "¿Cómo es posible que Dios exista si un chiquito se muere de hambre?". Es como «Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie» de Adorno, una banalidad con aires de importancia. Así se trivializa tanto la poesía como la guerra, la injusticia y la muerte. Los autores de estas acotaciones podrían hacer una lectura atenta al pasaje del Génesis donde se relata la historia de Abraham y su hijo Isaac. O más explícito aún, el Libro de Job, donde el protagonista discute estos problemas con el mismo Dios. De pensar un rato sobre el asunto, Feinmann podría seguir escribiendo pavadas ya sin tanto énfasis.
Otra que dice:
Esta figura del Padre no es cuestionada en el Nuevo Testamento, que acepta en bloque al Antiguo.
¿Por qué se habrá propuesto hacer una exégesis de textos cuya complejidad lo excede? Si se detuviera a analizar el pasaje del huerto de los olivos, o la drástica reformulación que hace Jesús del precepto del amor al prójimo que aparecía en el Antiguo Testamento, se habría evitado otro papelón.
José Pablo; aparta de mí ese cáliz.
Es que le humano pre-X (Feinmann es X en este caso) era muy pelotudo. Sólo la interpretación moderna de sus textos tiene valor.
ResponderEliminarEs lo que pasa cuando un buen escritor de novelas negras se cree Sartre...
ResponderEliminarEl problema es todos los que compran sus libros y creen que eso es Filosofía con mayúscula.
Abrazo