- Así como el caballo ve fuera de sí lo que está dentro de sí, tu mirada quiere subvertir el límite humano. Y encuentra en este animal deslumbrante su representación más fidedigna. Indómito, el deseo toma el ritmo de un galope salvaje, propio de su condición:
- Con la envidia del deseo mi rostro adquiría la nobleza inquieta de una cabeza de caballo (...)
En cuanto saliera del cuarto mi forma iría cobrando volumen y purificándose, y, cuando llegara a la calle, ya podría galopar con patas sensibles, los cascos resbalando en los últimos tramos de la escalera de la casa. Desde la calle desierta yo miraría: una esquina y otra. Y vería las cosas como un caballo las ve. Ése era mi deseo. (“Seco estudio de caballos”)
(Fragmento del texto "Dialogando con Clarice Lispector" de Liliana Piñeiro, que se puede leer completo en el blog Un Largo, clickeando acá).
(Fragmento del texto "Dialogando con Clarice Lispector" de Liliana Piñeiro, que se puede leer completo en el blog Un Largo, clickeando acá).
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