La oposición no pudo instrumentar su presencia. El gobierno debería meditar sobre sus errores políticos y despolarizar el caso.
por Oscar Cuervo
Desde el principio me pareció que en la sociedad argentina había al menos una persona cuyo interés íntimo e innegociable era que se avance en la determinación de la verdad acerca de la muerte de Alberto Nisman. Esa persona es Sandra Arroyo Salgado, en su carácter de madre de los hijas del fiscal muerto, ex esposa y jueza federal. Hasta ahora se había movido con máximo recato, lo que la sustraía de la sobreexposición y el descarado maltrato público, político y mediático que se hacía de la muerte. Las únicas palabras que se conocían eran las que dijo al llegar al país cuando expresó que no creía que se tratara de un suicidio; posteriormente en la ceremonia fúnebre de Nisman, Arroyo había dicho: "vamos a tratar de que se llegue a la verdad porque ninguno de nosotros creemos que vos hayas sido el hacedor de este final" y también: "como tu ex alumna, como colega del derecho y como trabajadora del Poder Judicial sé que también confiás en mí, y como magistrada debo pedirte perdón porque pertenezco a este poder, que no sé si estamos trabajando como se debe trabajar para llegar a la verdadera razón de este final”.
En el fárrago de dichos estridentes que se viene volcando desde que Nisman apareció muerto, Arroyo destacaba su inclinación a descreer de la hipótesis del suicidio y se animaba también, aunque de una forma algo imprecisa, a cuestionar el curso de la investigación llevada a cabo por la fiscal Fein y la jueza Fabiana Palmaghini.
Esta economía del discurso en medio de la catarata de operaciones que rodean al caso se exponía el riesgo de ser hablada por otros. Su silencio era sobreinterpretado por un activismo desenfrenado de los sectores golpistas que aprovechan esta muerte para desestabilizar al gobierno.
Arroyo Salgado, convocada a una audiencia pública por la oposición que está organizando una marcha para el 18 de febrero, se desmarcó del uso político de su presencia y pidió "prudencia, respeto y ética para la investigación y mis colegas"; y también "no seguir politizando un hecho en el que todavía restan muchas cosas por esclarecer". No estuvo solamente en esa audiencia, sino que también se presentó en el inicio de la sesión de la Cámara de Senadores que trataba el proyecto de la creación de la Agencia Federal de Inteligencia, y agradeció el homenaje a Nisman que le hicieron los senadores que dieron quórum y participan del debate.
La oposición esperaba sacar un gran rédito político que tenía como hipótesis de máxima su concurrencia a la marcha del 18; y hubiese deseado algún gesto de Arroyo en contra de Gils Carbó, cuya cabeza quieren hacer rodar, en una maniobra de pinzas entre los medios golpistas, parte de la corporación judicial y los voceros del poder permanente que representa la oposición.
El gobierno, desde la aparición del cadáver de Nisman, tuvo una estrategia de comunicación vacilante: la presidenta y sus funcionarios hablaron de más y a destiempo. Cristina innecesariamente arrojó hipótesis sobre la causa de la muerte a las que solo se puede llegar como resultado de una investigación seria, si es que el poder judicial investiga seriamente. Si el poder judicial no hace bien su trabajo, si se somete a operaciones de los sectores que quieren hacer un aprovechamiento de la muerte o si se hunde en la indolencia e impericia usuales en este tipo de investigacioes, llegará el momento de señalar esa falta de independencia o incapacidad. Hoy Arroyo Salgado marcó esas objeciones con palabras justas.
También fue un error político grave de Cristina no haber brindado sus condolencias a la familia del muerto sin necesidad de sobreactuar su pesar. Estos errores alimentaron las adhesiones al frente opositor. La causa de esos errores puede encontrarse en la tendencia del kirchnerismo a encarar todos sus desafíos mediante una apuesta a la polarización. La intervención de hoy de Arrroyo Salgado tiene la virtud de mostrar un camino de despolarizar el caso y ponerlo en un plano de racionalidad que no solo es objetivamente justo sino que, en esta encrucijada, le conviene al gobierno. La lucha en el barro contra los voceros de TN puede haber servido en el conflicto con la patronales agrarias de 2008 o en el debate sobre la Ley de Servicios de Comunicación audiovisual. En un caso que solo puede resolverse mediante un avance de la investigación, con esta estrategia el gobierno solo puede perder.
Las palabras de Arroyo Salgado más significativas:
“Yo concurro a este espacio, al que me invitaron, sin ningún tipo de internacionalidad política. No soy oficialista, no soy opositora y -en esta coyuntura que estamos viviendo este año- no tengo definición política. (...) No se me escapa que esta convocatoria es realizada por un consenso parlamentario integrado por los bloques de la oposición de la cámara de diputados y de senadores”.
“Quiero pedirles un trato prudente, ético y responsable a todos los miembros de las instituciones del Estado, de los distintos poderes, porque -de algún modo- todos somos servidores públicos y debemos fortalecer las instituciones; fortalecer la independencia de poderes, dar el ejemplo a la sociedad, respetar el espacio de otro Poder, dejar que la Justicia y el ministerio Público Fiscal trabajen tranquilos, y debemos creer en las instituciones de la República”.
"Todo juicio de valor, del ámbito que provenga, en nada contribuye, sino que condiciona el trabajo de todos los jueces y fiscales en el camino por la verdad y la justicia. (...) El tratamiento ético debiera ser la actitud no sólo de los funcionarios del poder ejecutivo, legislativo y la sociedad en su conjunto [sino también] de los medios de comunicación social que, no sólo condicionan el ánimo y la actuación de algunos funcionarios, su rol es súmamente importante como formadores de la opción pública".
Arroyo pidió a la jueza Fabiana Palmaghini y a la fiscal Viviana Fein que el proceso que tienen a cargo "se ajuste a los postulados que establece el Código de Procedimiento de la Nación" en materia de los "principios de publicidad" del caso, porque "la desmedida e inusitada exposición mediática que están teniendo cada una de las pruebas" fueron "desnudando el curso de la investigación", y esto "conduce a alejarnos de la verdad". "Publicar y anticipar el curso de la investigación conspira contra ese fin del proceso (...), que es la búsqueda de la verdad y en su caso la condena de todos los responsables si estamos ante un hecho criminal".
Este último condicional relativiza sus afirmaciones iniciales que parecían afirmar inequívocamente que sí se trataba de un homicidio.
El gobierno debería meditar sobre la necesidad de que voces como la de Arroyo Salgado se multipliquen y ayuden a despolarizar el caso.
En medio del tsunami de bosta una voz coherente, equilibrada y racional.
ResponderEliminartotalmente de acuerdo-
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con vos, Oscar.
ResponderEliminarLa situación es delicada. Es tiempo de mesura, de calma.
La polarización es inevitable en lo ideológico y en lo político. No hay necesidad de sumarle una sobre-polarización comunicacional que no conduce a algo positivo. Más aún: posiblemente nada le causaría más dolor de cabeza a cierta oposición (política, mediática, económica) que el encontrarse en orsai, gritando a voz en cuello mientras el gobierno habla poco y sin grandilocuencia. Dejarlos en orsai.
Dije que la situación es delicada, pero el gobierno no está contra las cuerdas. Así que creo que es más útil emplear este tiempo en pensar en estrategias para lo que vendrá en los próximos meses. Que no sé qué será, pero que será complicado, eso sí. Por ejemplo, definir de qué forma se reaccionará —a lo que sea que llegue— y se comunicará.
Abrazos,
Esther
Si es cierto, como acabo de escuchar en el editorial de Sandra Russo, que Arroyo Salgado va a participar de la marcha del miércoles, entonces esta mujer borra con el codo lo que escribe con la mano y con ese acto desnaturaliza toda su alocución en el Senado.
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