"El tiempo es una cosa rara. El tiempo es un ítem muy peculiar. Mirá, cuando sos joven, sos un chico, tenés tiempo, no tenés nada más que tiempo. Desperdiciás un par de años por acá, un par de años por ahí... ¿qué importa? ¿Sabés? A medida que vas envejeciendo, decís, Jesús, ¿cuánto me queda? Se fueron treinta y cinco veranos. Pensalo. Treinta y cinco veranos ".
Monólogo de Benny [Tom Waits] en Rumble fish
Agustín de Hipona (354 – 430), también conocido como San Agustín, a quien la Iglesia Católica considera uno de sus padres, logró formular de una manera concisa y penetrante el modo de preguntar filosófico. En un pasaje célebre de sus Confesiones llega a preguntar:
“¿Qué es, pues, el tiempo? ¿Quién podrá explicar esto fácil y brevemente? ¿Quién podrá comprenderlo con el pensamiento, para hablar luego de él? Y sin embargo, ¿qué cosa más familiar y conocida mentamos en nuestras conversaciones que el tiempo? Y cuando hablamos de él, sabemos sin duda qué es, como sabemos o entendemos lo que es cuando lo oímos pronunciar a otro. ¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Lo que sí digo sin vacilación es que sé que si nada pasase no habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos, pasado y futuro, ¿cómo pueden ser, si el pasado ya no es y el futuro todavía no es? Y en cuanto al presente, si fuese siempre presente y no pasase a ser pasado, ya no sería tiempo, sino eternidad”. (Confesiones, XI, 14, 17)
En muy pocas líneas Agustín instala una de las preguntas más sencillas y a la vez más difíciles de la historia de la filosofía y expone a la vez esa sencillez y esa dificultad, íntimamente relacionadas una con otra, que muestran las preguntas filosóficas. Porque en la época de Agustín y en la nuestra también, en las tareas cotidianas contamos con tiempo o sentimos que el tiempo nos falta, necesitamos saber qué hora es, cuántos años tenemos, cuánto falta para llegar al fin de semana o al fin del año. Una duda que asoma en momentos críticos de nuestra vida, pregunta difícil de encarar por su insoportable intimidad, nos lleva a preguntarnos cuánto tiempo de vida nos queda, cuándo se nos acabará el tiempo. Es que nuestra existencia consiste en tiempo y el tiempo que tenemos es limitado. Pese a esa familiaridad cotidiana e ineludible con el elemento temporal, la simple pregunta “¿qué es el tiempo?” nos deja perplejos por el solo hecho de ser formulada. “Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero explicárselo al que me lo pregunta, no lo sé" podría ser el rasgo más típico que nos permite reconocer los problemas filosóficos.
La vida supera al tiempo, sin vida no hay tiempo , por que la vida produce ese fenómeno llamado tiempo movimiento irreversibilidad no lo se .
ResponderEliminarHum.... Ese sería el tipo de aserciones que se alejan de la pregunta filosófica mediante un "saber" doctrinal.
ResponderEliminarpero si buscas una respuesta te alejas de la pregunta .
ResponderEliminarSi buscas una respuesta rápida y tranquilizadora sí.
ResponderEliminares una respuesta lenta dudosa.
ResponderEliminarEcontré un punta:
ResponderEliminar"Mientras no derrotemos al tiempo seguiremos siendo esclavos. Pero al tiempo se lo vence renunciando". Émile Cioran
creo que enamorándoos también, algo dijo Dolia.
Sr. Cuervo, bellísimo su libro de "intro. a Kiekegaard" de Edit. Cuadrata. Dan ganas de leer todo Sorem, y todo lo tuyo.
Gracias, Keki.
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