domingo, 16 de agosto de 2015

La Nueva Provincia: la impunidad que resta

Los crímenes imprescriptibles y el mito de un gobierno "centrista"


En una nota publicada el martes pasado yo criticaba una idea muy repetida por estos días acerca de que el próximo gobierno, sea quien fuera el ganador de las elecciones, llevaría a cabo un "corrimiento hacia el centro" del espacio político, un presunto centro que reclamaría ocupar la sociedad en su conjunto. 

Por varios motivos, la idea de un gobierno centrista es un mito impracticable. Ante todo porque en política el centro no existe más que como posición ideal que marca el punto de choque de dos fuerzas contrapuestas. En segundo lugar, porque para postular un futuro centrista habría que conceder que el kirchnerismo es un extremo, pero precisamente los que hablan del corrimiento hacia el centro no aciertan a caracterizar qué tipo de extremo sería el kirchnerismo. Y en tercer lugar, porque no existe un reclamo que haga "la sociedad en su conjunto". La sociedad está atravesada por reclamos diversos y en algunos casos incompatibles. La jefatura del estado puede intentar diversas transacciones para hacer convivir los reclamos, privilegiar algunos, postergar otros y construir alianzas que hagan posible la convergencia de aquellos sectores cuyos reclamos no son contradictorios. Pero el resultado de la orientación de los conflictos nunca es neutro. Satisfacer a unos siempre será dejar insatisfechos a otros. Entonces, la idea del corrimiento al centro es más bien el intento solapado de construir una nueva hegemonía que permita desandar algunos avances logrados en estos años con el impulso del estado. La idea del corrimiento esconde un deseo de frenar o retroceder en ciertos procesos políticos en marcha.

Si existe un asunto que muestra que no es posible ningún centrismo, es el de los juicios por los crímenes de lesa humanidad. Desde el momento en que Kirchner pidió perdón en nombre del estado argentino a las víctimas del terrorismo estatal y respaldó ese gesto simbólico con un impulso muy firme de los procesos judiciales contra los terroristas de estado, se instaló una discontinuidad con las políticas de impunidad que los gobiernos post dictatoriales habían propiciado. Hoy hay en el país centenares de genocidas condenados y otros tantos procesados. La idea de que este proceso esté a punto de llegar a su fin se puede desmentir fácilmente, dado que hasta ahora la inmensa mayoría de los condenados y procesados han sido integrantes de las fuerzas armadas o de seguridad. La cantidad de civiles condenados o procesados es ínfima. Es decir: los sectores sociales que reclamaron, diseñaron y sostuvieron el terrorismo de estado de la última dictadura permanecen impunes. Estos sectores no son simplemente los "cómplices civiles" de la dictadura militar: son más bien los auténticos dirigentes de la dictadura, de la cual los militares fueron apenas el brazo ejecutor. Esos sectores fueron autores y beneficiarios del diseño de sociedad y de sistema económico que el terrorismo posibilitó. El terrorismo no fue un fin en sí mismo, sino un instrumento para instaurar en el país un plan económico de endeudamiento masivo, desmantelamiento de las conquistas sociales, flexibilización laboral, brutal transferencia de ingresos en favor de los sectores más ricos, privatización, primarización y extranjerización de la economía.

Los años kirchneristas marcaron el comienzo del fin de la impunidad. Pero este proceso no podría terminar ni siquiera cuando todos los militares represores hubieran sido condenados, si queda impune el núcleo de civiles que encabezaron este proceso criminal. No hablo acá de sectores sociales que omitieron hacer algo para impedir la masacre, sino de civiles que participaron activamente en la comisión de crímenes de lesa humanidad.

¿Se juzgarán a los dirigentes del ala civil de la dictadura? ¿Se discontinuarán los procesos ya iniciados contra empresarios como los Blaquier o los Massot, acusados de acciones criminales muy concretas, como coautores de homicidios con víctimas identificables? No hay corrimiento hacia el centro que pueda evitar la inexorabilidad de optar entre juzgar esos crímenes o dejarlos impunes. El próximo gobierno no puede buscar ningún centro. O deja que estos procesos avancen o propicia la impunidad. La importancia de este dilema no radica sólo ni principalmente en la necesidad de saldar conflictos del pasado. La impunidad de los criminales poderosos implica la perpetuación del crimen y funciona como condición de posibilidad de crímenes presentes y futuros. 

Todo esto viene a cuento de una nota publicada por Máxi Diomedi ayer en su blog Patologías Culturales, en la que trata extensamente del juicio contra Vicente Massot, cabeza del grupo La Nueva Provincia en Bahía Blanca y acusado de ser partícipe necesario de varios asesinatos. Veamos un tramo de la nota:

Los que crean que las FF.AA. por sí solas van a arreglar este desquicio se equivocan de largo a largo. Constituyen nuestra reserva- y está visto que es moral y espiritual- pero necesitarán, y Dios sabe cómo, que esa ciudadanía (…) no ponga piedras, ahora en el camino…” (La Nueva Provincia, 25 de marzo de 1976).

"Todavía hay un pacto de silencio que calla este tipo de cosas"

Eduardo Hidalgo fue detenido y torturado en el centro de detención clandestino conocido como "La Escuelita", ubicado justo detrás del predio del V Cuerpo del Ejército. Su hermano y su cuñada, militantes igual que él, fueron asesinados después de un operativo militar la noche del 14 de noviembre de 1976. Actualmente es Secretario de la Asociación Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de Bahía Blanca, organismo símbolo de la lucha y la defensa de los DDHH desde su creación en 1985. 

Conocedor de la trama de complicidades entre militares y actores de la vida civil de la ciudad y la zona, una mañana de invierno nos sentamos a charlar sobre la historia de La Nueva Provincia, el Plan de Acción Psicológica puesto en práctica a partir de 1976, y cómo - a pesar del paso del tiempo, la importancia de los juicios y el cambio en el modo de leer los medios por parte de la población los últimos años- su grado de influencia, aunque en declive, sigue siendo determinante. En tanto no se haga justicia la dictadura continúa. En Bahía Blanca "ésto recién empieza".

(...)

- Llega el año 1976. ¿Cuál es la participación del diario?
 
- (...) En 1976, cuando llega Videla, ellos son parte de la estructura civil del golpe de Estado porque si hay algo que todavía no se ha desarrollado es que en realidad este golpe fue más civil que militar, no porque le quitemos responsabilidad a los militares sino porque los civiles son los que planificaron el golpe. LNP en Bahía Blanca asumió como medio gráfico lo que se llama el Plan de Acción Psicológica sobre la población. Para eso hay que sentarse y tomar 10 diarios de 1976 en adelante y allí aparece la manera en que ellos actuaban; cómo negaban la posibilidad de que hubieran detenidos desaparecidos; cómo fraguaban junto a los militares, en lo comunicados de prensa, los enfrentamientos (que no eran tales); cómo escondieron la apropiación de bebés; de qué manera atacaron la acción de las Abuelas de Plaza de Mayo mucho tiempo después, cuando decían que el tema de los hijos nacidos en cautiverio era un argumento inventado por ellas. Ese es el contexto. El Plan de Acción Psicológica en Bahía Blanca estuvo personificado en la familia Massot y el diario LNP.


Hidalgo recuerda que el 11 de marzo de 1973, día en que Héctor Cámpora fue elegido presidente, el diario avisa en un artículo que lo estaría vigilando y que de ser necesario intervendría. No fueron utilizadas esas palabras pero casi. El tiempo enseñó que con LNP no es necesario aprender a leer entre lineas, lo que piensan lo escriben, no lo camuflan. 

El 27 de julio de 2003, tres meses después de asumir Néstor Kirchner, volvieron a obrar de igual manera. En una media página sin desperdicio firmada por Vicente Massot que se titula "Pandora y el aprendiz de Brujo", le hicieron una advertencia similar a la de Cámpora. Pasó desapercibida porque fue publicada en un periódico del "interior" y su rebote (y poder de fuego) no es el mismo que el de las plumas que escriben desde Capital Federal. Arranca diciendo que "la figura que mejor se corresponde con el gobierno, en general, y con el presidente, en particular, es la del aprendiz de brujo", porque con su imprudencia desató "fuerzas oscuras y ocultas a las cuales, luego de convocadas, no sabe y, por lógica consecuencia no puede, dominar en tiempo y forma". Finaliza con la siguiente descripción:

"Existe hoy, a lo largo de casi todas las guarniciones del país, un clima de desasosiego y, al mismo tiempo, de tensión.

"Nadie conspira, pero todos conversan. Nadie se imagina con la cara pintada, pero son muchos los que no están dispuestos a hacer las veces de convidados de piedra. Nadie sospecha que la Argentina se encamine hacia el socialismo, pero nadie se llama a engaño sobre el rol protagónico que cerca del presidente - con su anuencia - tienen sus amigos montoneros.

"Alguien ha abierto la Caja de Pandora. Las consecuencias no se verán ni mañana ni pasado, pero tarde o temprano se harán sentir. No hay plazo que no llegue y deuda que no se pague
".

[Para leer la nota completa, "Entrevista con Eduardo Hidalgo de la APDH Bahía Blanca", hay que ir al blog Patologías Culturales, clickeando acá]

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