Primero de marzo, comienza la temporada política oficial con la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso. Inevitable comparar esta jornada gris y chata con la enorme movilización popular de hace un año, la última apertura de sesiones de Cristina, aquella inmensa convocatoria que se convirtió en un hecho político en sí mismo. La plaza vacía de hoy no es solo un dato de color o un intento de ganar en la plaza lo que se perdió en las urnas. Que macri ganó en las urnas es una noticia de noviembre pasado cuyos efectos sentimos con precisión hoy. Su electorado no va a movilizarse en las calles nunca, por su adhesión de baja intensidad política y su concepción de la representación como una delegación circunstancial del poder que se ejerce cada cuatro años. El resto del tiempo el ciudadano cualunquista lo mira por tv o lo tuitea. El desafío del campo popular es ahora traducir la cualidad de su compromiso político en cantidad de voluntades, reconstruir una mayoría junto a los sectores que el macrismo está empujando al abismo de su futuro cívico. No se trata solo de esperar hasta ganar las elecciones de medio término de 2017. Reducir el ejercicio democrático al sufragio es ceder el resto de los días a la predación que en estos dos meses y medio mostró su rápido poder destructivo. Hay mayorías que se construyen en la calle, en la unidad de acción con los pauperizados, los despedidos, los avasallados en sus derechos y los traicionados.
La plaza casi vacía de hoy contiene otros mensajes si se la lee con la atención que el vértigo de la televisión impide. En la calle, mientras macri daba su discurso, había más manifestantes contra las medidas del gobierno, que no pudieron llegar a la plaza por el impresionante despliegue de las fuerzas represivas. El despliegue no fue solo disuasivo: hubo represión concreta, con balas de gomas contra los manifestantes de la Bancaria. Un inicio de sesiones legislativas con represión en las calles a menos de 100 días de la asunción del gobierno es síntoma.
La evidencia es que el macrismo ya puso toda la carne en el asador. Durante las últimas semanas los medios oficialistas instalaron un supuesto debate interno del oficialismo acerca de la conveniencia de dedicar la Asamblea Legislativa a desarrollar un relato sobre la "pesada herencia" que dejó el gobierno anterior. El debate es impostado. Desde hace muchas semanas todos los voceros del gobierno vienen repitiendo el latiguillo de la pesada herencia. Ese recurso se acentuó cuando las primeras medidas políticas y económicas de Prat Gay mostraron resultados decepcionantes incluso para las expectativas del oficialismo. Las noticias que recibió su electorado en estos pocos meses fueron prácticamente todas malas.
El presunto "éxito" de la salida del cepo que llegó a postular el inolvidable traidor Diego Bossio debe medirse en realidad con la disparada inflacionaria, consecuencia directa de la liberación del mercado financiero. No una sino dos brutales devaluaciones. Hoy el dolar superó la barrera de los 16 y los precios de la canasta familiar (que ya no son medidos de ninguna manera desde la implosión del INDEC autoinfligida por Todesca) van subiendo a la par. La presentación de las medidas tomadas por el gobierno como un plan antinflacionario se refutan ante los hechos cotidianos. La inflación se venía desacelerando en los últimos meses de 2015, a pesar de que durante ese período kirchnerista la emisión se elevó. No era la emisión entonces la causa de la inflación. En cambio, sí empezó un nuevo período inflacionario más alto que el anterior a causa de las dos sucesivas megadevaluaciones macristas. En enero el gobierno pretendió aplacarlo con la receta de unas paritarias regidas por la inflación a futuro, un invento que la reciente Paritaria Nacional Docente hizo trizas la semana pasada. La ausencia de todos los sectores gremiales en la Asamblea de hoy indica que macri en estos meses, con su falta de medidas que atenúen la suba de precios y la engañosa presentación de una falsa mejora para los trabajadores sobre el Impuesto a las Ganancias, perdió rápido los aliados sindicales con que contaba en diciembre.
Ayer Prat Gay presentó el preacuerdo con los buitres como un triunfo logrado en tan solo dos meses, "después que el gobierno anterior no pudo solucionarlo en 12 años". El supuesto triunfo de Prat consiste en la rendición incondicional ante las exigencias buitres. Es el triunfo del partido del endeudamiento. Griessa dio un ultimatum al Poder Legislativo argentino: el 14 de abril a las 12 del mediodía, si Argentina no pone el efectivo, el acuerdo se cae. Prat Gay agrega terror al chantaje: si la rendición con los buitres no es aprobada por el Congreso, vendrá un ajuste brutal, como si lo que vivimos en estos meses hubiera sido otra cosa que un ajuste brutal.
El macrismo ya puso toda la carne en el asador. No tiene nada más para dar. La salida del "cepo" fue un rebrote inflacionario. La conflictividad social aumentó en estos meses de acostumbrada siesta estival. Lo único que macri tiene para proponerle a su propio electorado es miedo, escasez y balas. Su táctica política se mostró tan ineficaz como para dilapidar la luna de miel post-electoral en menos de los tradicionales 100 días. El encuentro con el Papa fue un estruendoso fracaso político y diplomático. (Es obvio que macri estaría hoy un poco mejor si no hubiera ido al Vaticano). La próxima visita de Obama va a engrosar una masiva concentración antinorteamericana a la que el gobierno solo podrá oponer amenazas y eventualmente represión. La intimación al Congreso a someterse a las órdenes de Griessa deja a los aliados que el operador Monzó había conseguido trabajosamente entre pejotistas y massistas en una situación enojosa y vergonzante. El tono de desaliento que hoy manifestaba el cenador Peceto después del discurso de Macri es elocuente de su propia incomodidad política. El único motivo por el cual un operador como él y otros de su clase pueden tener para asociarse a un nuevo período de endeudamiento y postración nacional es el soborno y un conveniente ocaso. ¿Querrá el veterano cenador inmolarse en el altar de los buitres? ¿Conseguirá quién lo siga? ¿Les resultará atractivo a los pejotistas tentados a la traición seguir el proceso de evaporación que empezó el radicalismo hace unos meses?
El BCRA ya gastó u$s 1700 tratando de frenar sin éxito la escalada del dolar. Las encuestas marcan el comienzo de la curva descendente en la imagen de quien ejerce la presidencia hace pocas semanas.
El endeudamiento que propone Prat Gay nunca se traducirá en inversiones productivas sino en una muy conocida espiral de endeudamiento. Los socios radicales de macri ya están entregados: su futuro es su pasado. A los Pecetos solo les queda un margen exiguo de futuro político, que se angostará dramáticamente en cuanto den el mal paso de ceder al soborno de macri y derogar las leyes que votaron en el período anterior. Cuando lo hagan, ya no tendrán palabra para decir. Es previsible que, a medida que los efectos contractivos de la economía se hagan inocultables, los massistas y pejotistas amigables se irán volviendo tan fantasmales como son hoy los radicales y crecerá el espacio político de los que hayan sostenido una posición firme contra el ajuste.
La señal clara de que el macrismo ya no tiene nada para dar es la coincidencia de la rendición con los buitres, la fallida expedición al Vaticano, la apertura de las sesiones, la vuelta del espía Stiusso y la sorprendente voltereta de la jueza Palmaghini, quien súbitamente quiere soltar la causa Nisman para que finalmente caiga en los tribunales que macri maneja. La maniobra jurídico-mediática tiene el claro fin de pedirle un último favor al malogrado Nisman: se tratará de entretener a una población hambreada con el show de acoso judicial a Cristina. Incluso la detención de Cristina (hipótesis extrema pero no imposible en el mundo/macri) solo logrará transformarla en una pesadilla para el futuro del régimen represivo.
Aprovechando un sorpresivo triunfo por escasísimo márgen, el cambio retrógrado que nos ha invadido casi por sorpresa, tanto para ellos como para quienes NO LOS VOTARON, ya está dando muy mal olor aún a menos de 100 días de asumir.
ResponderEliminarEs una manera estúpida de echar por la borda a la PRIMERA oportunidad de gobernar al país accediendo LEGAL y DEMOCRÁTICAMENTE a su gobierno.
Tengo la impresión de estar ante un grupo de desaforados que en su desesperación por tomarse revancha, por volver a arrebatar a los manotazos lo que otros gobiernos habían logrado distribuir entre los relegados de siempre, no dudan en actuar de la manera que sea, incluso recurriendo a la mentira burda, al oscurantismo mediático, a la persecusión y hasta a la violencia. Parece que no se dieron cuenta de que triunfaron mediante una elección y no gracias a golpe de estado. Supongo que será la falta de costumbre.
Se han dispuesto a gobernar CON la policía pero aún NO HAN ADVERTIDO que ni siquiera podrán gobernar A esa misma policía.
Amontonan como pilas de latas oxidadas a los miles de despedidos de un plumazo, mediante gendarmes, policías y listas negras, las burlas a leyes y normas, la primera presa política, el detenimiento de obras culturales y de infraestructura importantísimas, el comienzo del desguace de logros tecnológicos y - muy especialmente - de cualquier cosa que implique SOBERANÍA, ORGULLO NACIONAL.
En su monocorde perorata mal leida de ayer, el virrey dedicó casi una cuarta parte del palabrerío para volver a zarandear a "la pesada herencia" mientras a pocas cuadras de allí un grupo de bancarios estaba siendo reprimido.
Ni él ni sus cómplices tienen verguenza, sentido de la ética, de la responsabilidad o del respeto. Su exclusivo y excluyente monotema es la avara y egoista ecuación costo-beneficio con el que intenta manejar UN PAÍS CON 44 MILLONES DE PERSONAS como si se tratara de alguna empresa personal, como si fuera uno de esos emprendimientos familiares que ayudó a fundir con su vago talento de empresario vago que sólo transpira cuando se expone al sol en algún spa extranjero.
Y esto, señores, tan entretenido, tan divertido, RECIÉN COMIENZA.