Universidad de Buenos Aires - CBC - Ciclo de Charlas abiertas a la comunidad - Libre y Gratuito
En la cátedra de Introducción al pensamiento científico que compartimos con los profesores Cristina Campagna, Mónica Giardina, Eduardo Laso y Valeria Espósito ayer tuve el gusto de dar una clase abierta sobre la revolución copernicana ¡a las 7 de la mañana! en un aula desbordada de estudiantes. Para mí fue por varios motivos un momento especial: mis hábitos son más bien nocturnos y esa noche venía de hacer el programa de radio que terminó a las 2 de la madrugada. La verdad es que nunca había dado una clase a las 7 de la mañana y cuando iba para la sede de Montes de Oca me preguntaba cuántos podría llegar a haber a esa hora cuando todavía el cielo está oscuro; y si los que estuvieran, en todo caso, podrían llegar a escuchar con interés una clase sobre el remplazo de la cosmovisión geocéntrica por la cosmovisión heliocéntrica en los inicios de la modernidad o si se dormirían con mi exposición. Llegué y el aula estaba llena, pero durante los primeros 10 minutos siguieron llegando estudiantes que tuvieron que traer más sillas y colocarlas en los pocos huecos del aula que quedaban. Y lo que me hizo sentir todavía más feliz, siguieron la clase con un interés que yo no era capaz de concebir en horas tan tempranas.
Pero es así: como la noche anterior decía Lidia Ferrari en la radio, tenemos que estar orgullosos de haber pasado toda una vida en la UBA, primero como estudiantes y después como profesores. Una institucion -más allá incluso de los manejos cuestionables de sus dirigentes- como pocas en el mundo. De educación superior e ingreso irrestricto y gratuito, con gente de todas las edades y clases sociales que, en el contexto de un país que pasa por un receso desalentador, sigue yendo a estudiar con entusiasmo.
Además, dentro de la UBA, el CBC es una experiencia que acentúa una producción de saberes verdaderamente democrática. En la práctica cotidiana se borran las enojosas y algo anacrónicas separaciones entre las mal llamadas "ciencias duras" y "blandas". Y esto no sucede en base a iniciativas personales y aisladas, sino como una auténtica construcción colectiva. Lo que desde hace ya años venimos practicando en el CBC, pensado como un dispositivo contrario a la idea de conocimientos "enclaustrados", es una prueba viva de la feliz contaminación de los saberes, una discusión abierta sobre las jerarquías epistémicas: astronomía, física, historia, política, teología, economía, crítica de la razón tecnológica. Recuperación de un auténtico iluminismo que se anime a cuestionar los dogmas ocultos del racionalismo y el cientificismo.
No se nos escapa que desde los claustros pretende cerrarse el saber sobre sectas de expertos y por eso esta experiencia es vista con recelo. Así como sabemos que estamos en la mira de los editorialistas de La Nación y de la clase dominante que en el presente tomó posesión de los resortes decisorios del Estado: sospechamos que si ese proceso político se fortaleciera en los próximos años, intentarían dar un zarpazo en dirección hacia la exclusión del pueblo de las aulas universitarias, en el mismo sentido que el actual régimen está signado por políticas de exclusión en todos los niveles de la vida social. Frente a esa amenaza que se cierne sobre la cultura y la educación popular no se nos ocurre mejor respuesta que elevar nuestra capacidad de trabajo, de creatividad y pensamiento crítico. Todo lo que sembremos en este período oscuro podrá ser cosechado en algún momento del futuro.
La idea de las clases abiertas a la comunidad va en ese sentido: muchas personas no saben que cualquiera puede asistir a una clase en la Universidad pública, ya que en esto consiste su carácter público: no hace falta estar inscripto en una materia ni estar cursando una carrera para asistir a una clase del tema que a uno le interese. Como esto es así pero no muchos lo saben, con estas clases abiertas (que no es necesario hacer en medio de la calle, porque las aulas tienen sus puertas abiertas) pretendemos poner a funcionar este derecho de todos.
Hoy a la noche, en otro horario extremo (de 21:00 a 23:00 hs.) repito mi clase sobre la revolución copernicana:
Alrededor de Galileo
Martes 30/ 8 a las 21:00 hs., aula 12
INTRODUCCION AL PENSAMIENTO CIENTIFICO - Sede Av. Montes de Oca 1120
Clase abierta a cargo de Oscar Cuervo
El tema que se va a tratar:
La revolución copernicana excede el carácter de una innovación puntual en el campo de los cálculos astronómicos–por importante que fuera ese aspecto-. Como mera innovación astronómica la pensó el hombre que le da su nombre a este proceso, el polaco Nicolás Copérnico (1473-1543), en su obra De revolutionibus. El se proponía incrementar la precisión y la sencillez de la teoría astronómica vigente adjudicándole al Sol la posición que hasta entonces se le había adjudicado a la Tierra: el de ocupar el centro del universo. Una visión heliocéntrica sería más precisa y elegante –conjeturó Copérnico- que el geocentrismo que la cultura europea había heredado de los antiguos griegos.
El rol de Galileo Galilei en esta revolución fue socialmente más resonante, dado que a él le correspondió transformar una discusión de expertos en una polémica pública. Su talento literario y su astucia política lo llevaron a poner el problema del heliocentrismo al alcance de las personas comunes. Escribía libros en los que, en lugar de los cálculos abstrusos e incomprensibles para la mayoría que usaba Copérnico, ponía a discutir a personajes que hablaban en una lengua comprensible para la mayoría. Por eso, Galileo puede considerarse –en términos actuales- un "divulgador" (sin que esto vaya en desmedro de sus numerosos aportes al desarrollo de la asronomía y de la física), pero también un activista de la revolución copernicana.
Galileo durante varios años emprendió giras por las ciudades europeas en las que explicaba a públicos no iniciados argumentos para hacer admisible la idea del movimiento de la Tierra. En 1609 se le ocurre una idea inesperada: observar el cielo a través del telescopio, un instrumento que él no inventó. Unos pulidores de lentes holandeses habían combinado dos cristales para aumentar la visibilidad de los objetos lejanos. En principio, el telescopio era usado por los navegantes, pero al enterarse de su existencia Galileo probó sus propios modelos y apuntó con su telescopio al cielo. El resultado fue asombroso, porque el cielo mostró un aspecto enteramente nuevo: las manchas solares, los cráteres de la luna, el movimiento de las mal llamadas "estrellas fijas", las distintas fases de Venus, los satélites de Júpiter (lo que le permitió observar un modelo visible de cómo podía llegar a ser el sistema solar). El universo se dejó ver más variado y sorpresivo que lo que hasta el momento ningún astrónomo había soñado. La Vía Láctea, que hasta ese momento se había considerado un resplandor difuso, era en realidad una gigantesca colección de estrellas demasiado débiles y juntas como para ser percibidas a simple vista en su singularidad.
Ninguna de estas observaciones constituía una prueba directa del movimiento terrestre, pero lo que Galileo logró es desplazar el foco de la discusión entre los geocentristas y los heliocentristas desde una especulación teórica hacia la contemplación de un universo concreto y tangible. Con la fascinación de esas novedades, invitó a las personas comunes a observar por el telescopio y ver un nuevo cielo.
Por este activismo auténticamente político, la contribución decisiva de Galileo desbordó el plano de la hoy llamada “historia interna” de la ciencia. A diferencia de Copérnico, casi un siglo después del iniciador de este proceso, con Galileo la innovación exhibió su carácter realmente revolucionario. En libros como Diálogo sobre los dos sistemas máximos pone en escena una lucha dialéctica. El contrincante a vencer es el escolástico que cree que en los libros del viejo Magister Aristóteles se hallan las respuestas a todos los enigmas de la naturaleza. Para Galileo, la verdad no hay que buscarla en los libros, sino en el mundo, al que considera otro texto, distinto al de los libros escolásticos, abierto ante los ojos de todos:
“La filosofía está escrita en este libro que tenemos continuamente abierto ante nuestros ojos (el universo, yo digo), pero que no puede entenderse si antes no se aprende a entender la lengua y conocer los caracteres en que está escrito. Está escrito en lengua matemática, y los caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas sin cuyo medio es imposible humanamente entender una palabra: sin ellos, todo es errar vanamente por un oscuro laberinto”. (Galileo, Il Saggiatore)
Obviamente, la propuesta de Galileo demandaba una transformación profunda del modelo del saber vigente: no se trataba solo de que los aristotélicos estuvieran equivocados porque estaban leyendo los libros incorrectos. Estaban equivocados porque no es en los libros que hay que buscar el saber. Así, se desafiaba al mismo tiempo al geocentrismo y a la escolástica. Aceptar su propuesta implicaba una verdadera subversión política: cada individuo era capaz de producir el saber fundándose en sus propias facultades, sin apelar a las autoridades externas.
Las jerarquías católicas se habían ido endureciendo desde la época de Copérnico, sobre todo porque había ocurrido el cisma teológico que dio lugar a la reforma protestante. La iglesia católica inició una persecución de toda posible “desviación herética”. El tribunal de la “Santa Inquisición” emprendió, bajo el clima represivo de la Contrarreforma, una caza de herejes en la que cualquier pensador mínimamente disidente podía terminar en la hoguera.
Contra ese obstáculo pujó Galileo.
¿Y cómo le fue?
De eso vamos a hablar hoy a las 9 de la noche en un aula de Barracas. Pueden venir los que quieran, que serán tratados bien.
Bibliografía: "La revolución copernicana: un nuevo modelo de saber" del libro Para pensar la ciencia y la técnica. Una introducción a la tecnociencia, Editorial FEDUN
Próxima clase abierta: a cargo de la profesora Cristina Campagna, sobre “Ciencia, Política y Economía”
Lunes 5/9 // 9:00 hs. Aula 25
Miércoles 7/9 // 11:00 hs. Aula 25
CBC - UBA - - Sede Av. Montes de Oca 1120
Un verdadero aljibe de donde surgen aguas reconfortantes para el conocimiento en medio de tanta mediocridad de esta inquisicion actual.
ResponderEliminarGracias