La ingobernabilidad es el pueblo empoderado y la gobernabilidad es la rosca dirigencial. Editorial político de La otra.-radio, para escuchar clickeando acá.
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Este fin de semana el columnismo político se entregó con frenesí a lecturas dispares del fallo de la Corte que anuló el tarifazo del gas para los usuarios residenciales y lo dejó en pie para otros usuarios (pymes, universidades, clubes, grandes empresas, etc.). Lecturas discrepantes y hasta contrarias que se pueden encontrar a ambos lados del espectro político. Nuestro amigo/oyente de La otra.-radio, Alito Aep, anoche nos acotaba:
"El viernes, Roberto Caballero celebraba como si hubieran derrocado a MM. El sábado, en las antípodas, Aliverti decía casi que era un fallo para el gobierno".
Yo noté el mismo grado de contraposición entre las columnas que en La Nación del domingo firmaron Morales Sola y Fernández Díaz. El primero, que horas antes del dictamen de la Corte decía que si el tarifazo era volteado sobrevendría un apocalipsis letal para el país, ahora que la Corte hizo retroceder al gobierno 10 casilleros, cuando la presunta catástrofe ya sucedió, dice que en realidad no pasó nada y que, bien entendido, el gobierno salió ganando ("Macri y la Corte, sin vencedores ni vencidos"); mientras Fernández Díaz recomienda "Ahora el equipo debe reflexionar por qué perdió".
Yo creo que la clave no hay que buscarla entre líneas o pasando la cinta al revés para sentir el mensaje satánico. En el gran escenario de la disputa iluminada por todos los reflectores, el macrismo empeñó meses en naturalizar una desmesurada suba de tarifas que fue paralizada en los juzgados. El invierno pasó sin que las empresas de gas pudieran facturarlo y ahora, después de las obscenas presiones que el ejecutivo dirigió a la Corte, las tarifas residenciales siguen siendo las mismas que durante el mandato de Cristina. Lo que vaya a suceder de ahora en más respecto de las audiencias públicas, las tarifas para otros usuarios y para la luz y otros servicios, todo eso queda abierto. La Corte no hizo pasar este mal trago al macrismo porque le tenga mala onda; al contrario, lo hizo porque no tenía espacio para mantener el tarifazo tal como pretendía macri. Y esto es así porque Lorenzetti y su pandilla olfatearon el aroma de la calle. Si complacían al niño caprichoso, se quemaban ellos ante el pueblo. Y hay razones para pensar que Lorenzetti no quiere ser arrastrado por un eventual "que se vayan todos", dado que existe la posibilidad de una sucesión presidencial apresurada en la que él se anotaría.
El tarifazo quedó sin efecto por resistencia popular: solo hay que salir a la calle para percibirlo, macri lo sabe y por eso su movilidad yace bastante acotada.
Al tarifazo lo frenaron los empoderados. Que no es una página de facebook ni el nombre de una unidad básica cristinista, sino el pueblo que sale a ponerle límites a la arrogancia clasista del gobierno, desbordando a toda la dirigencia, sin siquiera esperar la fumata blanca de hoy de los gordos obispos de las cúpulas sindicales que aún no han decidido si este gobierno es antipopular. El elenco de legisladores y gobernadores no tienen ninguna participación en esta negativa popular, porque los cenadores pecetos y afines están preocupados por seguir siendo lo que siempre fueron: oficialistas. Ellos le allanaron el camino a los estropicios macristas, mientras los ruidazos, los piquetes y las marchas de las bases desbarataron toda intención de no hacer olas. Lorenzetti, en definitiva, parece hoy, después veremos, un poco más astuto que el cenador peceto, a tiro de escrache.
Cristina dijo en su última participación en la Asamblea Legislativa, el 1 de marzo de 2015, que dejaba un país incómodo para los dirigentes. Lorenzetti, macri y peceto pueden dar fe. De eso se trata el empoderamiento. Si el mejor equipo de los últimos 5000 años pergeña algún subterfugio para volver a meter el tarifazo que se cayó el jueves, o si siguen adelante con otras medidas antipopulares, con el aval del establishment político en funciones, el pueblo, los empoderados, van a volver a marcar el territorio.
Esa dinámica social a la que apuesta Cristina, que cualquiera con dos dedos de frente y un gramo de honestidad puede percibir, trasciende todos los arreglos de palacio y obra social.
Como Cristina se coloca en esa dimensión, no necesita afiliar a los empoderados a ninguna lista ni ponerse a rosquear con Gioja, los Galamarini, Barrionuevo ni el Chino Navarro. Simétricamente, el régimen percibe que en esa línea invisible que enlaza la movilización social con la todavía vivaz sensación del gobierno kirchnerista se concentra el núcleo duro de la resistencia al ajuste. macri siente que no puede ya salir a la calle tranquilo sin recibir una lluvia de puteadas y entonces, perturbado por la precariedad de su marketing comunicacional, atribuye las turbulencias populares a un plan comandado por Cristina. O más bien finge eso, porque a menos que sea totalmente estúpido no se lo puede creer ni él.
Lo que todos perciben es que para el rediseño que la derecha conservadora se propone, con genocidas libres y militantes presos incluidos, con una baja sustancial del salario consentida por las cúpulas sindicales, Cristina es el elemento inasimilable. Por eso el hostigamiento mediático tribunal hacia ella no cesa ni el periodismo de guerra terminó. El kirchnerismo está vivo en la conciencia difundida de un piso de derechos sociales que ni siquiera gran parte de los votantes de macri quiere ceder. Empoderados. Por eso el régimen no se preocupa por el Frente Renovador ni por el Movimiento Evita, ya que tiene líneas de negociación abiertas con ellos y ellos tienen su precio y su góndola en el supermercado macrista. Los empoderados no.
¿Cómo sacarse de encima a Cristina? ¿Decir que ya fue y seguir hablando de ella todos los días, a toda hora? ¿Ponerla presa con traje a rayas, como sueñan las envidiosas Chichén Duhalde y Márgara Stolbizer? ¿Acusándola de Traición a la Patria y agente del Isis? ¿Poniéndola como villana en una tira de Polka? Más incluso que del gobierno, es un problema del opoficialismo, el peronismo modernizado, tal como confiesa el bloguero massita Omar Bojos:
"Ella no se va nunca de la política. El problema es el tiempo que te hace perder una persona que persiste. Menem en su momento, Cristina ahora, no nota la diferencia entre estar en el centro que estar en el medio. Al estar en el medio obstruye al peronismo". [Completo acá]
El régimen podría intentar hacer un gobierno que borre la memoria del piso de derechos que el pueblo conquistó durante los años de Néstor y Cristina, pero eso iría contra su naturaleza. Entonces piensa en mantenernos con una dieta estricta de tarifazos, carros hidrantes y denuncias a la corrupción K, dieta que está mostrando signos de agotamiento.
Ayer Pablo Papini, columnista del sitio ABC EN LÍNEA, peronista y Asesor en la Honorable Cámara de Diputados de la Nación me arrobó en una nota suya, "Qué, cómo, cuándo y dónde del empoderamiento", en la que básicamente se plantea qué hacer con 1) Cristina, 2) los empoderados. La preocupación no parece nacer de una inquietud politológica sino de las entrañas de la gobernabilidad. Lo que la nota trasluce con elegancia es que Cristina, con sus apariciones y sus alusiones al empoderamiento, les jode. Como que hay que cerrar la grieta y a la vez hay que cerrar las listas para el 2017, todo debe resolverse rápido entre los Honorables Representantes. En ese ámbito, el concepto de empoderamiento popular solo puede pronunciarse con cinismo o con fastidio. La ingobernabilidad es el pueblo empoderado y la gobernabilidad es la rosca dirigencial maniobrando el rumbo de una derechización negociada, en la que el mayor número de Honorables mantengan sus cargos.
Papini cita, sin encomillado, al poeta Martín Rodríguez:
"Martín Rodríguez plantea dudas en torno al peso real de los empoderados en las luchas en curso. Entiende que el kirchnerismo más bien fortaleció al Estado que a la sociedad, y que eso se demuestra en el avance parlamentario del macrismo, que, más allá del acompañamiento de segmentos peronistas no alineados a la jefatura cristinista, no ha sido frenado por movilización equivalente a la que la ha acompañado cada vez que la tolosana se lo ha propuesto".
La sintaxis enrevesada no puede achacársele al poeta, sino a quien lo cita sin comillas. No importa la autoría intelectual del planteo, lo interesante es que se trata de una hipótesis falsada reiteradamente. El freno al tarifazo es un ejemplo de cómo el empoderamiento le marca límites al régimen, a pesar de la buena voluntad de los Representantes. El Estado es el plantel de los que quieren acomodarse en la nueva distribución y lo que se está viendo en los surcos de la cara de macri y en su miedo a la bronca popular es que la nueva distribución no cierra con el pueblo adentro. Sería ideal un país de Honorables Representantes e inertes representados. El avance parlamentario del macrismo no puede atribuirse a un déficit de los empoderados, como sugeriría Martín Rodríguez, sino a los Representantes. Es extraño percibir la realidad de manera tan invertida.
Cuando Martín Rodríguez vino a La otra.-radio, hace más de un año, dijo que era optimista porque tenía confianza en la clase dirigente argentina. ¿A quiénes se referiría?
Para escuchar nuestra columna editorial de anoche, clickear acá.
" Lo que la nota trasluce con elegancia es que Cristina, con sus apariciones y sus alusiones al empoderamiento, les jode."
ResponderEliminarNo. Lo que la nota plantea es, justa y exactamente, lo contrario: pedirle a Cristina mayor presencia para darle forma a la movilización popular. Sí, la movilización popular fue determinante en el freno al tarifazo, y de hecho yo mismo lo planteé 48 horas antes, en nota en la que también te arrobé (http://abcenlinea.com.ar/internas-y-amateurismos-ceocraticos/). Pero no alcanza con eso, con ponerle un límite al macrismo. Para derrotarlo definitivamente hay que pasar a la ofensiva, y eso no se logra sólo a base de movilización popular. Hace falta traducirlo de otro modo, en una alternativa concreta. Dicho sencillo, hay que volver a ganar las elecciones, y eso a su vez demanda una construcción electoral. De ahí que se plantea, en esta nota y en otras anteriores, que, sin ella, o sin que ella señale a alguien que exprese esa alternativa, el esfuerzo de la movilización popular cae en saco roto. Dicho sencillo: el 17 de octubre de 1945 el pueblo fue a empoderar a un líder, y no viceversa.
El 17 de octubre el pueblo fue empoderar a un líder. No a votar una lista. Ni tampoco el líder puede exigirle al pueblo que lo unjan líder. Si no, aparecerían perones y cristinas todos los años, porque postulantes sobran. Se le pide a Cristina mayor presencia que quién? Que a Peceto? Que a Massa? Que a Gioja? Que a Stolbizer? Que a Manolo Barge? Yo a Cristina la veo muy presente, lo que no la veo es rosqueando. Por otro lado veo como calla el pj por la cárcel a Milagro Sala, por los balazos a la Campora y Nuevo Encuentro, por los grupos de tareas contra Cynthia García, por el fascismo mediático contra Resistiendo con aguante. Y sobre todo veo cómo el establishment pejotista calla ante el continuo intento de demolición de la figura de Cristina. Veo a Gioja, Navarro, los gobernador y muchos senadores fastidiados porque Cristina volvió. Vi pedir a peceto que Cristina no abra la boca. No vi a otros pejotistas decirle a peceto que es el operador del macrismo en el senado. En fin, veo una enorme necesidad de burlarse de los empoderados porque están subrepresentados en el Poder Estatal y sindical. Y un apuro por cerrar listas adecuándose a los ritmos que marca el régimen. No escucho del pejotismo tampoco que se reclame mayor presencia del moyanismo y el neovandorismo. Lo que veo es mucha hipocresía para desembarazarse de Cristina y, como dice Omar Bojos, sacarla del medio y hacer borrón y cuenta nueva. Los que la mantienen presente son justamente las bases que no están representadas en las honorables cámaras ni en los triunviratos cupulares.
ResponderEliminarPuede que yo erre en eso, pero, en cualquier caso, la intención de mi nota está tergiversada.
ResponderEliminarEstimado Pablo D:
ResponderEliminarEs ella estimado!! No se dio cuenta todavia?. La cuestion no es en este momento electoral para "C" . En cuanto a este pibe M:R:
no sabia que era tan religioso...
Martín Rodríguez, mal que le pese a Mario Wainfeld, analizando el peronismo, y sobre todo el peronismo kirchnerista y su base de sustentación extensa, es como yo queriendo competir con Usain Bolt en los cien metros llanos (me gana con una pierna atada).
ResponderEliminarPor algo en su momento estuvo lado a lado con Omix trabajando para el Employee de La Embajada, ese que tiene buena imagen entre los votantes de Isidoro Blanco Villegas como Gunga Din la tenía con los colonials británicos de la India, porque de allí a que lo voten la distancia es sideral.
Nunca menos y abrazos