El ajuste tarifario podría haberse implementado con mayor racionalidad y timing político, en favor de la fortaleza del gobierno ajustador. macri conocía (o su equipo debería haber conocido) el esquema energético que iba a tener que manejar si ganaba. Tendría que haber sido una de sus prioridades tácticas.
Lo racional (sigo hablando desde el punto de vista del oficialismo) era advertir que ese tema era muy sensible. Mucho más sensible que la salida del "cepo" o las retenciones.
¿Por qué debería haberlo previsto? Porque el tema afectaba a toda la población, a los sectores que en 2011 votaron a Cristina, en la primera vuelta a Massa y en noviembre a él.
De hecho, el problema energético fue la piedra estructural en el zapato del segundo gobierno de Cristina. Cuando ella en 2011 anunció "sintonía fina", se refería a un ajuste inteligente de tarifas que finalmente no supo resolver. La contradicción entre el fomento del consumo y el déficit energético, combinada con la restricción externa de divisas, marcó el tope que la política de Cristina y Kicillof no pudieron resolver. Contrafáctico: los dos motivos de la derrota del FPV son 1) no haber ajustado las tarifas de manera progresiva (grandes aumentos para los sectores altos, progresividad para los sectores medios y bajos) para ir bajando el déficit estructural; y 2) el choque del tren en Once. El kirchnerismo perdió la confianza de su propia base social y sostuvo los subsidios injustos los que inevitablemente seguirían estando en contra.
El macrismo debería haber leído esa falla y debería haber tenido un plan para resolverla. Si fuera cierto que se trataba de una derecha con inteligencia de gestión, como se presentó.
En cambio, macri actuó sorprendido por una victoria de una dimensión inesperada: sobre todo en la Provincia de Buenos Aires. Pensó en la gobernabilidad en términos de un antikirchnerismo furioso que sostenía su núcleo duro, el 25% que lo votó en primera vuelta. Se dejó seducir por la canchereada de Prat Gay de que los precios ya estaban dolarizados y puso como prioridades de gobierno en su "luna de miel" la devaluación y el arreglo con los buitres.
Creyó que ese esquema de gobernabilidad se sostenía con el alineamiento abrumador de todo el poder económico y mediático local y trasnacional y con la expectativa positiva con que cuenta todo gobierno triunfante.
Todo gobierno triunfante cuenta con una expectativa favorable si sabe interpretar el sentido de los votos que recibe. La racionalidad política aconseja consolidar ese voto y expandirlo hacia los desprendimientos del adversario en el momento posterior a su derrota.
Pero macri pensó que podía atar a las bases sociales negociando con los dirigentes: que los votos de Massa los tendría a su favor si arreglaba con Massa. Que iba a comerle base social al peronismo si arreglaba con senadores y gobernadores pejotistas. Y que compraba una tregua social si les endulzaba los bolsillos a las cúpulas sindicales.
Error: ni Massa ni los gobernas ni los burócratas de la CGT garantizan gobernabilidad si las medidas gubernamentales van contra sus bases. Hay un límite real que no se presta a ingenierías electorales: la vida del pueblo. Los alimentos, la luz, el gas, el agua son el piso de esa vida popular.
El kirchnerismo dejó un país complicado para los dirigentes.
La devaluación pareció suceder de una manera plácida. Error de percepción: disparó la inflación. Los precios no estaban dolarizados en noviembre. La inflación se aceleró falsando la hipótesis Prat Gay. ¿Tomaron la merca que vendieron? El 25% anual de inflación era inverosímil ya en febrero. Insistir con la expectativa del segundo semestre fue el principio de su auto-erosión. Los salarios, jubilaciones, pensiones y las asignaciones fueron derrotadas de manera aplastante por los precios. Ahí macri empezó a defraudar a por lo menos el 25% de los votantes que se había ido ganando desde agosto hasta noviembre. Prefirió gobernar para su clase y para el imperio y confiar en que el clima social se manejaba con redes sociales, televisión y diarios.
Tres fallas ostensibles desde su propio punto de vista: 1) el 51% no era todo antiK; solo un 25%/30% lo era; el 25% que recibió entre agosto y noviembre venía del massismo y de los desencantados del kirchnerismo (que no son los antikirchneristas).
2) La sociedad argentina es contenciosa tradicionalmente. Eso no cambia con trending topics, con snapchats, ni con arreglos cupulares pejotistas y cegetistas. El "mejor equipo de los últimos 50 años" debería haberlo sabido.
3) Un plan de actualización de las tarifas que fuera gradual, mínimamente progresiva y tolerada por sus votantes era más urgente para la solidez de su construcción política que el arreglo con los buitres y la devaluación.
Es evidente que el macrismo desconoció o subestimó la indocilidad social argentina y que no aprendió del gran obstáculo que complicó a Cristina en su intento de sintonía fina.
¿No tenía plan para salir del anterior esquema tarifario? ¿Pensó que podría hacer cualquier cosa con la protección de Clarín, La Nación y los call centers de Peña?
El oficialismo dejó el tarifazo para el otoño. No previó que sería el otoño más frío en décadas. No previó la magnitud del efecto de la devaluación sobre la inflación. No es que él quisiera proteger los salarios, al contrario. Pero sí quería bajar la inflación. Inflación, baja estrepitosa del consumo por pérdida del poder adquisitivo de salarios y aumento autoprovocado del déficit fiscal contradice la biblia de un programa de derecha. Si en las próximas horas el tarifazo fuera aprobado por la Corte, eso traerá más inflación, menos consumo, más bronca en la calle. Los inversores estarán mirando ese cuadro.
Dejó las tarifas en manos de Aranguren, es decir: de Shell. Shell no se preocupa por los votantes de macri. Y macri subestimó a sus votantes.
Un detalle irónico de esta historia: la bizarra historia de José López apareció justo cuando estallaba el tarifazo. Eso envalentonó al oficialismo. Malinterpretó el efecto de esta noticia: solo podría erosionar al kirchnerismo, hasta un punto que en ese momento no podría preverse. Pero aun con el máximo de esa erosión, José López no legitimaba la acción del gobierno. Finalmente, ahora puede verse que la erosión de José López ni siquiera neutralizó ni mucho menos demolió el liderazgo de Cristina, quien sigue apareciendo como la principal opositora, con un grado de adhesión muy alto en su momento de mayor debilidad. Es decir: macri también se equivocó con el efecto José López. Lo distrajo a él y a su sistema de propaganda mucho más que al pueblo.
No hay snaptchat ni tapa de Clarín que distraiga de la noticia que llega a la puerta de tu casa con las facturas de luz, gas y agua.
La campaña que tardíamente emprendió macri con el pretexto del ahorro de energía, con sus estúpidas frases de andar en patas y vivir en casas frías, solo se le puede ocurrir a un grupo de principiantes en el manejo de call centers que no conocen la vida del pueblo.
Para colmo, el tope del 400% que puso después, cuando ya habían llegado facturas con más de 1000% y salieron las cautelares suspensivas, contradecía el propósito declamado del ahorro de energía. Si hay un tope del 400%, un gran consumidor puede gastar cualquier cantidad de gas más que el año pasado una vez que superó el tope de ese 400%.
Esta seguidilla de torpezas y la presión insólita que el oficialismo ejerció contra el poder judicial indica que macri tiene una preocupación mayor que resolver el esquema energético. Es una preocupación psicológica, que excede la racionalidad política: macri lucha contra el fantasma de De la Rúa y actúa con temor a ser desautorizado. La Corte no puede resolver el matete, porque haga lo que haga el problema seguirá siendo de macri con sus votantes.
En la calle hay mucha bronca. Cada día hablo con distintos taxistas que lo putean y me dicen que lo votaron. Ni que decir de los que ya no pueden viajar en taxi ni llegar con su sueldo o jubilación a fin de mes. El oficialismo intentó la última semana instalar la idea de una radicalización K que manejaría todo territorio y podria proponerse impedirle salir a la calle. Es obvio que si el kirchnerismo tuviera tal manejo de la calle, la conflictividad social sería ya mucho mayor. ¿Se cree macri que las puteadas son organizadas por Cristina y Máximo? Sorprendería que leyera tan mal la situación. Pero dejémoslo que siga creyéndolo: cuando el adversario se equivoca, no lo interrumpas.
No digas que "en la calle hay mucha bronca", che. Basta de poner ruedas en el palo.
ResponderEliminarEl otro día leí en un diario muy importante que se estaba creando trabajo de calidad y que cada día estábamos mejor. Lo que sucede es que AÚN NO NOS HEMOS DADO CUENTA.
Para ser sinceros, cada día que pasa estamos peor, lo acepto. Pero ¡HAY OPTIMISMO!
Éste gobierno y su destacado equipo son los mejores de los últimos 50 años, pero como tienen un perfil muuuuuy bajo, están tratando de disimularlo todo lo posible y por eso su labor espectacular NO SE NOTA NI UN CACHITITO ASÍ. O, mejor dicho, SI. SE NOTA. Pero por otros motivos.
Fijate en el caso de la vice-on-wheels, por ejemplo. Le habían robado unos pesitos y algunos dólares hace varios meses y ... ¿Vos te habías enterado? Perfil hiper-recontra-bajo. Nada que ver con la periodista ultra K ésa que porque le robaron algunos cachivaches y le acomodaron unos muñequitos, hizo un escándalo que se escuchó por todos lados. ¡Que aprenda sencillez y recato de nuestra Gaby, jefa espiritual de Farmacity, la del novio generoso y abnegado!
Yo creo que hay que esperar. No se bien qué, pero hay que esperar. No hay dudas que el futuro nos encontrará (si nos encuentra), mucho más delgaditos y pálidos de lo que acostumbrábamos a estar, pero ¡OPTIMISTAS!.
E, inesperadamente, la corte le falla en contra.
ResponderEliminarMás que palos en la rueda son patadas en el tujes...
Así no se puede.
"...cuando el adversario se equivoca, no lo interrumpas." Me encantó!
Creo que nuestro OPTIMISMO solo pasa por saber de antemano como termina esta forma de hacer economía, política etc.
ResponderEliminar1. Krieger Vassena- Alsogaray
2. Celestino Rodrigo
3. El Orejudo Martinez de Hoz.
4. Cavallo
5. Prat Gay
Si a cada uno de estos civiles ministros de economía le ponemos el político de turno sabemos su orientación económico/política y de paso les digo... tengo 54 años y solo rescato 15 años sin estos títulos.