jueves, 31 de agosto de 2017

Quisieron vendernos gato por liebre pero no fue Gato: fue liebre

Al final nada fue el final, la cosa sigue



La cosa es así: como venimos diciendo desde hace muchos días, en la provincia de Buenos Aires , el más grande distrito del país, ganó Cristina. 

No alcanzó para evitarlo la agobiante campaña de demonización que los medios derechistas vienen taladrando en las cabezas de la población desde hace al menos ocho años. No alcanzó el obsesivo manejo tecnocrático de las redes sociales por parte del jefe de gabinete. No alcanzó con que la gran esperanza blanca de la derecha, Mariu, se involucrara personalmente en la campaña, ni con que ocultaran al candidato real de cambiemos. En estas PASO perdió mariu: macri la mandó a poner el cuerpo para una causa perdida. No alcanzó con que hayan nombrado en las autoridades de mesa a partidarios del oficialismo, cosa expresamente prohibida por la ley. No alcanzó con que en muchas mesas se escanearan telegramas sin firma o con un garabato insignificante, en los que se asignaba 0 votos a la boleta de Unidad Ciudadana. No alcanzó con que una cantidad indeterminada de telegramas hayan permanecido durante horas en un limbo virtual, mientras se retocaban los casilleros para restarle votos a Cristina. No alcanzó con que las autoridades de INDRA, el Correo Central y el propio juez federal con competencia electoral Juan Manuel Culotta fueran amigos, empleados o favorecedores del Grupo Macri. No alcanzó con el show televisivo que festejó una victoria que en la provincia de Buenos Aires era derrota. No alcanzó con que el escrutinio provisorio lo ganara el candidato que perdió el escrutinio definitivo. No alcanzó con que el candidato que quedó en tercer lugar -y muy lejos- ese domingo felicitara apuradamente por su triunfo al candidato que perdió. No alcanzó con que los candidatos "opositores" Sergio Massa y Florencio Randazzo orientaran su campaña contra Cristina en lugar de hacerlo contra el oficialismo.

No alcanzó la bizarra instrumentación de la familia judicial para acosar a Cristina con un cantidad inaudita de imputaciones sin pruebas. Ella ganó las PASO.

No les alcanzó. Menos de dos años después de terminar su mandato de presidenta por dos períodos, Cristina revalidó en las urnas su centralidad política, por la obsesión de sus perseguidores y por la fidelidad de sus partidarios. 

Este es un momento realmente interesante de la historia argentina: un caso ejemplar para ser estudiado por investigadores futuros, en su extrema tensión entre los poderes fácticos alineados como nunca por el intento de demolición política de una líder que, al final de cuentas, les ganó a todos juntos: a macri, Mariu, Bullrich, Massa, Randazzo, Stolbizer, Culotta, INDRA, Magnetto, Vilas, Manzano, Hadad, Lanata, Carrió, Legrand, Bonadío, Leuco, Majul, Fantino, Pagni...

La que nos gobierna no es un a derecha democrática porque durante el día de elecciones había (hay) un caso de desaparición forzada de personas. No lo es porque el estado desacata los reclamos de los organismos internacionales de derechos humanos para que Milagro Sala salga de la cárcel. Y porque el escrutinio de los votos ciudadanos fue sometido a manoseos fraudulentos en varios niveles. Estos tres pequeños detalles desmienten la caracterización apresurada que hizo el director de Le Monde Diplomatique cuando dijo que se trataba de una derecha democrática y cuando analizó en un set de televisión el resultado de las elecciones con un mapa que tenía a la provincia de Buenos Aires pintada de amarillo. No es una derecha democrática, Natanson.

A pesar de la derecha gobernante, de nula vocación democrática, todavía estamos en un régimen democrático en el que el inmenso poder que maneja al estado no puede evitar ser derrotado por la principal líder opositora. Pero atención: hay muchos indicios de la vocación oficialista para adulterar los resultados desfavorables. En octubre, el dispositivo que falló en agosto seguirá teniendo a su cargo el recuento de los votos. 

Todavía estamos en democracia pero Santiago Maldonado no aparece y el estado argentino obstaculiza la investigación, mientras los medios oficialistas repiten el patrón desinformativo que permitió en la década del 70 ocultar a la población la desaparición de decenas de miles de personas.

Estamos (todavía) en democracia, pero Milagro Sala sigue presa por un poder que desacata indefinidamente el mandato de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al que antes le había reconocido legitimidad para intervenir.

Este un tiempo histórico muy interesante, siempre que no se esté durmiendo en la calle, o detenido en una cárcel salteña, o apaleado por las fuerzas de seguridad. O desaparecido.

Es un tiempo muy interesante porque, pese a los denodados esfuerzos del régimen, aún no pudo diseñar una oposición a su medida, con tantos postulantes para ocupar ese extraño lugar de opositores complacientes. Todos esos opositores complacientes fueron derrotados: empezando por el pejotismo cordobés de Schiaretti y De La Sota, siguiendo por el gobernador de Entre Ríos Gustavo Bordet, el tigrense Sergio Massa, la errante Margarita Stolbizer y el tembleque Florencio Randazzo. Las PASO, con sus resultados enmarañados, difíciles de resumir en pocas palabras, mostraron que ser opositor colaboracionista es un mal negocio electoral, aunque se cobre por ventanilla. Tal como quedaron repartidas las barajas, es evidente que el voto más certero para oponerse en octubre a las políticas macristas será el que apoye a Unidad Ciudadana. Las alquimias del pejotismo metafísico se evaporaron. La liga de gobernadores anticristinistas quedó maltrecha y su jefatura está vacante.

El kirchnersimo no es una expresión electoral confinada al conurbano bonaerense. Hay que desconurbanizar a los columnistas despechados: el kirchnerismo también ganó en la tercera provincia argentina, Santa Fe, en el centro de la patria sojera, con uno de los dirigentes más coherentes a través de los años, Agustín Rossi. El kirchnerismo ganó las PASO en Río Negro, Chubut y Tierra del Fuego. Es difícil hacer sumas nacionales porque en una futura elección nacional hay provincias en las que el kirchnerismo todavía puede conseguir aliados de peso: Tucumán, San Juan, Formosa. Una gran cantidad de analistas políticos, no solo macristas, no solo gorilas, muchos socialdemócratas, pejotistas moderados y ex kirchneristas despechados, habían pronosticado hace no dos semanas sino cuatro años que el kirchnerismo solo podría sobrevivir al amparo del estado. Sin embargo, con todos los poderes fácticos hermanados en el control férreo y despiadado del estado, el kirchnerismo en el llano matiene una cantidad considerable de partidarios, con un incansable compromiso político cotidiano que exacerba el odio de la derecha gobernante. 

Los derrotados de estas PASO nos ningunearon como "minorías intensas". Tienen razón en algo: somos muy intensas, anótenlo. El kirchnerismo en el llano sigue siendo el principal escollo para que Argentina caiga rendida a la lógica del neoliberalismo global.

Al final nada fue el final, la cosa sigue.

Y va a seguir cualquiera sea el resultado de octubre, anótenlo, abombados: esto es lo que estas PASO les anuncian.

Va a seguir aunque el estado siga empeñado en obstaculizar la investigación por la desaparición forzada de Santiago. Va a seguir aunque el estado siga criminalizando la protesta social. Aunque los medios oficialistas sigan ocultando la realidad y tratando de enloquecer a la población, la cosa va a seguir.

La cosa va a seguir y eso los tiene muy preocupados.

Quisieron vendernos gato por liebre pero no fue Gato: fue liebre.

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