La conciencia de la fragilidad en los movimientos populares
¿Puede ganar el macrismo en las elecciones nacionales de este año? Sí.
Esta respuesta enerva y desespera a muchos compañeros.
Sostengo que no se la escucha con atención.
Primero, no digo: "va a ganar", sino "puede".
Pero esto no es una novedad de la que deberíamos enterarnos recién ahora.
El macrismo ya podía ganar en 2019 si lo preguntábamos el año pasado. La diferencia es que en noviembre de 2017 la percepción instalada era: "el macrismo se queda por lo menos hasta 2023, debemos prepararnos para intentar volver recién ese año".
Hay otra pregunta: un frente encabezado por el kirchnerismo ¿puede ganar este año? Sí.
Esto es una novedad: la percepción instalada desde por lo menos 2015 es "no vuelven más".
La noticia de este último año, desde el punto de vista de las percepciones electorales, es que el kirchnerismo es una fuerza electoral competitiva como no hay otra en la oposición a la derecha neoliberal.
Es un dato significativo porque el kirchnerismo hace que en Argentina exista una expectativa no improbable de presentarle batalla a la derecha neoliberal, posibilidad que no existe en la mayoría de los países de la región. Este dato está íntimamente articulado con las dificultades que encuentra la derecha neoliberal por instalar en el país su modelo de manera rotunda.
El macrismo logró aumentar la desigualdad, la violencia, la dependencia y la extranjerización de manera muy acelerada. También logró consolidar un núcleo muy consistente de población que se complace en vivir en una sociedad desigual, violenta dependiente y extranjerizada.
Pero eso no era todo lo que desde 2008 la derecha se propuso hacer. Quisieron desarticular la organización popular cuando lograran expulsarla del estado. Y lo están intentando desde 2008 al menos.
Quisieron hacer una revolución cultural: esta es la única consigna en la que fueron sinceros.
Quisieron que la cultura meritocrática, impiadosa, dependiente y violenta se volviera hegemónica y hasta el día de hoy no lo lograron. Tampoco es seguro que lo logren aún cuando ganaran en 2019.
Muchos compañeros se enervan y desesperan porque aún hoy, con el aumento de la violencia, la desigualdad, la extranjerización y la dependencia nacional, el macrismo no haya sido repudiado por la mayoría del pueblo. O para decirlo más precisamente: que no haya logrado articularse aún una mayoría popular que expulse a esta derecha del gobierno.
La pregunta es: ¿qué indicaba que el macrismo fuera a ser expulsado tan fácilmente?
Una mirada un poco más fría nos dice que la reacción de la derecha en el país empezó a plantear una ofensiva brutal desde 2008, el año en el que empezó a hablarse del fin del kirchnerismo. La fuerza que aplicaron para lograr ese fin es descomunal. La fragilidad de la construcción política del kirchnerismo en el contexto de un mundo feroz -miremos Brasil si no queremos ir más lejos- era visible en 2003 y muy visible en 2008. Era muy visible una semana antes de la muerte de Néstor en 2010. Nunca dejó de serlo. La sorpresa es que en 2010, primero con el fenómeno popular del Bicentenario y a los pocos meses con la muerte de Néstor, es algo que sorprendió a quienes lo daban por terminado en 2008. Diez años después de esa ofensiva el kirchnerismo muestra ser una construcción política persistente.
De esa persistencia descreyeron no solo los sectores de la derecha más reaccionaria, sino que gran parte del establishment de la dirigencia peronista (gobernadores, sindicalistas, intendentes) y la gran mayoría de los analistas políticos pseudo-neutrales estaban convencidos de que el kirchnerismo se desarticularía cuando perdiera el cobijo del estado. Esta predicción ha sido refutada con mucha fuerza en el último año. Esto sí que es una novedad.
Daniel Arroyo, un político que hasta hace poco formó parte del Frente Renovador, dijo la semana pasada que la única identidad política que percibe en los barrios como oposición a la ofensiva reaccionaria es el kirchnerismo. No dijo: "el peronismo". Dijo: "la gente en los barrios es kirchnerista, esa es su identidad política".
Esta observación tiene el valor de un político que durante los años anteriores se movió en el universo no kirchnerista, muy probablemente convencido de que el kirchnerismo no persistiría sin el cobijo de los despachos estatales. Por esa proveniencia es que él está en condiciones de detectarlo mejor que muchos kirchneristas.
Porque desgraciadamente muchos kirchneristas en 2011 se creyeron que el 55% del electorado era kirchnerista. Supongo que hasta Cristina lo creyó y de ahí vienen la mayoría de los errores políticos que ella y su círculo más cercano cometieron. La creencia en un 55% K llevó a muchos compañeros a pensar "ahora vamos por todo", un objetivo erróneo, porque en política ese pensamiento suele ser el antecedente subjetivo de las derrotas.
Es fácil decirlo acá con el diario del día después, pero la noche en que ganó en 2011 con una cantidad de votos y a una distancia abrumadora del segundo, lo prudente que Cristina debería haberse planteado era: ¿cómo hacer para corresponder este apoyo popular recibido?
Esta es una pregunta que debe hacerse siempre todo líder político popular. Un político como macri no tiene necesidad de hacerse esa pregunta; es más: no puede ni debe hacérsela porque sabe que en su naturaleza está el tener que defraudar a la mayoría de los que depositaron su confianza en él. La única pregunta racional e instrumental que políticos como macri o vidal tienen que hacerse es: ¿cómo hacemos para seguirlos engañando? Tienen una ventaja: disponen de recursos cuantiosos para estirar el engaño. Pero tienen dos enemigos: el tiempo y la verdad. La verdad resiste y retorna.
Piensen en videla, un dictador implacable y asesino, muerto en cárcel común, después de un juicio justo.
Piensen: ¿en los tiempos en los que videla estuvo encaramado en el poder alguna vez habrá vislumbrado que terminaría como lo hizo?
El caso de macri es distinto al de videla, porque videla era un instrumento del poder mientras macri es parte del poder. De una clase acostumbrada a haber zafado siempre. Pero también es cierto que nunca en la Argentina moderna un poderoso como macri tuvo que asumir en su propio cuerpo el manejo del estado. Por eso no entiende que le objeten su vocación por el descanso. Nunca hizo otra cosa.
La debilidad del macrismo se hace evidente aún en el caso de que ganara las elecciones de 2019. Por eso hoy está calculando maniobras electorales sinuosas: porque su revolución cultural no se impuso y el repudio popular que recibe crece lenta pero firmemente. macri debe intuir que su destino es ser repudiado, quedar como un miserable, concitar el desprecio de su solo recuerdo. macri no aspira al recuerdo, pertenece a una clase que dilapida su tiempo en diferir el momento en que la verdad lo alcance.
La perspectiva de un líder popular es bien distinta: la persecución es un destino casi inevitable. ¿Qué líder popular no fue perseguido, acosado, bloqueado, demonizado?
Entonces la desesperación de algunos compañeros al percibir que macri puede ganar se funda en no aceptar que nuestra lucha siempre será infinita, de que siempre seremos frágiles. Eso que Cristina pudo haber olvidado la noche en que recibió el 55%. Eso que Perón perdió de vista cuando volvió al país cobijado por multitudes después de 18 años de proscripción.
Quizá haya sido Néstor el líder popular argentino consciente de su propia fragilidad, más que nunca poco antes de morir. O quizá siempre, en todo momento. Puede que Alfonsín lo haya sentido con mucha fuerza pero a, diferencia de Néstor, terminó rendido y por eso hoy no existe el alfonsinismo.
Cristina está hoy pensando en su propia fragilidad, a pesar de que el liderazgo político que encarna la pone en un lugar único. Tiene que haber un desgarro trágico en su conciencia, como consecuencia de una tensión entre la persistencia de su liderazgo único y la conciencia de su propia fragilidad.
Muchos compañeros se enervan porque no pueden pensar en esa fragilidad, que es propia, es nuestra. Porque aún ganando cómodos en las elecciones de este año -posibilidad que no puede asegurarse- la tarea que nos espera es infinita.
Siendo (o creyéndome) un viejo peronista que reconoció y reconoce el (hoy aún incalculable) valor de la orientación general de los gobiernos de Néstor y Cristina no puedo menos que señalar que uno de los puntos que más ruido me produce del artículo es la diferenciación que se expone entre el kirchnerismo y el peronismo. Al respecto quiero señalar dos aspectos que no deben ser pasados por alto: 1) desde mi punto de vista no debe olvidarse de dónde surgieron y quien fue, si no el peronismo, lo que colocó a ambos como sucesivos gobiernos en el poder del Estado. Sin ello esto no hubiera sido posible 2) Es tan nocivo para el desarrollo de las luchas políticas populares y nacionales de la Argentina desconocer y/o dar por muerto al "kirchnerismo" como también lo es hacerlo con el peronismo. Porque después de todo uno es la expresión epocal y otro la matriz histórica, social y política de lo nacional y popular desde los últimos (tan denostados por el neocoloniaje) 70 años de la Patria. Por otra parte es tan árido, duro y hasta trágico el camino por la liberación nacional que no nos podemos dar el lujo de tirar por la ventana nuestra propia historia y despojarnos de ella gratuitamente.
ResponderEliminarCuidado con esas tentaciones puristas....hasta el propio Néstor dijo: "nos dicen kirchneristas para bajarnos el precio".
Ricardo: la nota no niega el peronismo ni la tradición y la lucha de la que provienen Néstor y Cristina. Reproduzco la frase de Arroyo porque me llamó la atención dicha precisamente por él, que viene de intentar una vía peronista no K que ahora da por terminada, por lo visto. Y me resulta verosímil que cuando va a los barrios el pueblo le hable de Cristina y no de Perón, por motivos meramente cronológicos. la línea histórica es tarea de historiadores, pero las identidades políticas se reconfiguran en cada presente. ¿Vos creés que hay muchachos de 20 o 30 a los que les significa algo más quue un ícono la cara de Perón o la marcha peronista? Por otro lado, Arroyo enfrenta otra cuestión: el abandono de las ilusiones de que haya un peronismo no K, un peronismo racional o perdonable. Tal cosa no existe como identidad política popular. En ningún momento de mi nota desconozco la historia peronista, pero restaurar una identidad fracturada sería tan eficaz como levantar hoy en las barriadas populares la identidad de los caudillos federales. Algo necesario en las escuelas, como conciencia de la historicidad, pero absolutamente insignificante cuando vas a escuchar al pueblo y no a enseñarle historia. Es cierto que los viejos peronistas van a seguir pensando en el general Perón y los viejos montoneros van a seguir cantando la versión montonera de la marcha. Pero no son esas las generaciones que nos van a dar futuro.
ResponderEliminarY por último, ninguna intención purista en la nota, soy partidario de un frente lo más amplio posible. Solo relato lo que dijo Arroyo de donde en los barrios se percibe hoy la identidad para oponerse al macrismo.
ResponderEliminarExcelente el articulo y excelente los aportes posteriores.
ResponderEliminarGerardo Gambone
Entonces la desesperación de algunos compañeros al percibir que macri puede ganar se funda en no aceptar que nuestra lucha siempre sera infinita, de que siempre seremos frágiles. Eso que Cristina pudo haber olvidado la noche en que recibió el 55%. Eso que Perón perdió de vista cuando volvió al país cobijado por multitudes después de 18 años de proscripción. CLARITO
ResponderEliminar¿No está claro que la lucha es infinita? ¿No está claro que macri puede ganar? ¿No está claro que aún cuando gane un frente popular las circunstancias serán muy difíciles? Esas son cosas que las sabe el que piensa apenas un rato, para el que no vive la política como un barra de fútbol bilardista. No hay que estar desesperado por ganar. Hay que trabajar para ganar. Me pregunto cuántos de los desesperados por ganar van a mover el culo en agosto y en octubre y van a fiscalizar en alguna mesa.
ResponderEliminarY sí, también está claro que Cristina perdió de vista que éramos frágiles la noche del 55%. Y que Perón no pareció preocuparse por dejar el país en manos de Isabel y López Rega tan solo 8 meses después de asumir. El que nunca dejó de tener clara nuestra fragilidad es Néstor: se lo veía marcado en la cara.
Lo que a mi juicio responde a la sorpresa de que el asì llamado kirchnerismo (¿por quienes?) 'muestra ser una construcciòn persistente' debe ser buscada en donde èste hunde sus raìces.
ResponderEliminarEn cuanto a la lectura de Arroyo es errònea, la gente en los barrios pide por Cristina y no por el 'kirchnerismo'.
De lo que concluyo que no existe ese tal 'kirchnerismo y sì una idea-fuerza polìtica de la que Nèstor y Cristina fueron intèrpretes.
Todo lo demàs es bajar el precio.
" macri no aspira al recuerdo, pertenece a una clase que dilapida su tiempo en diferir el momento en que la verdad lo alcance."
ResponderEliminarLos kirchneristas nos llamamos kirchneristas, sin vergüenza, aún cuando ese nombre se convirtió en estigma para la derecha reaccionaria, para las diversas alas del macartismo y para el peronismo racional. O mejor dicho: cuando con más orgullo nos llamamos kirchneristas es cuando esos cosos pretenden decir que esa palabra nos baja el precio. En los barrios no disocian a Cristina del kirchnerismo, lo que sería un último disparate. En cuanto a de dónde proviene el kirchnerismo, proviene de una cruza, como suele suceder con todo lo que está vivo, y no de un aparejamiento endógamo. Por eso las identidades son a la vez necesarias y frágiles y las esencias inmutables no existen.
ResponderEliminarAgradecido por lo de coso
ResponderEliminarHoy día, el "soy peronista" requiere de preguntas adicionales. ¿Cómo quién? ¿Bossio, Pichetto, Bárbaro, Amadeo, Monzó, Urtubey, Duhalde, Massa, Cúneo?
ResponderEliminarDecir que se es kirchnerista no baja el precio y deja claro desde qué lugar.
Un lujo la nota y las diversas opiniones posteriores, Ojalá todos los que deseamos que se consoliden los postulados Peronistas temporalmente aggiornados Kirchneristas, tengamos la lucidez de entender conceptos como los vertidos para unirnos y no fracturarnos....quizás entonces logremos generar generaciones con conciencia política para que este destino finito sea un poco más fuerte.
ResponderEliminarArroyo abreva en el RAP. Ojo.
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