De cómo el macrismo agarró el BAFICI, lo rompió y comenzó la tristeza y unas pocas cosas más. La otra.-radio del domingo pasado, segunda parte, para escuchar acá
Un aviso de la policía metropolitana que por estos mismos días lleva a cabo operativos de represión salvaje contra los trabajadores imprime para siempre y de manera inequívoca la pertenencia del BAFICI a un dispositivo político de opresión y disolución social. El aviso de la policía de Larreta en el que muy pocos repararon aparece en la página 2 del cuadernillo de programación del festival, para que quede claro quién lo patrocina.
El macrismo rompió una gran institución artística porteña, el festival de cine independiente que supo hacerse fuerte incluso y sobre todo en los años de la anterior crisis, durante 2001, 2002 y 2003. Paradójicamente, aquellos años en los que el país tambaleaba terminaron por ser los mejores que el BAFICI vivió. Desde 2007 empezó un ahorcamiento inducido por el gradual ahogo presupuestario impuesto por el gobierno amarillo en la ciudad, del que los sucesivos directores artísticos del festival (Wolf, Panozoo, Porta Fouz) se hicieron cómplices, mediante una política de maniobras distractivas que intentaron disimular la evidencia de su empobrecimiento. Como la rana a la que se le calienta el agua de a poco hasta que ya no puede reaccionar y muere quemada, el macrismo fue arruinando el festival año a año, hasta que el fracaso estruendoso del proyecto político de la derecha ajustadora viene a coincidir hoy con la degradación de categoría artística que el festival ya no puede disimular. El BAFICI ya no es una fiesta del cine: es un festivalucho.
¿Les hicieron creer que Buenos Aires podía tener un festival a la vanguardia del cine contemporáneo? El macrismo nos vino a sincerar finalmente que eso no es posible. Lo que hoy nos quedó es una tradición entrañable y extrañable y un festival de cuarta.
El empobrecimiento no consistió solamente en una disminución del presupuesto que impide la posibilidad de acceder a la mejor programación posible, sino al deterioro de las condiciones de exhibición, la pauperización de su personal y sobre todo la desarticulación geográfica del festival, que fue perdiendo centralidad, al desplazar su sede central hacia la periferia rica de la ciudad, rompiendo el eje de la avenida Corrientes (al principio el Abasto, la Lugones, el Cosmos, el Lorca, el Rojas, más su extensión hacia Callao y Santa Fe, con la inmensa sala del América y los Atlas Santa Fe 1 y 2, todos ellos hoy cerrados), que formaba un circuito posible para el recorrido diario de su programación. La mudanza a Recoleta primero y a Belgrano este año, con menos salas, con viajes muy complicados en las horas pico tanto como para salir de la zona en las últimas funciones de cada jornada, alienta la dispersión, impiden el encuentro y la conversación de quienes asisten a un acontecimiento que alguna vez se experimentó como fiesta del cine y que hoy oscila entre el recuerdo de lo que fue y una simulación bizarra acorde con la concepción cultural farsesca del Guasón que nos gobierna. Por ejemplo, tal como se anuncia sin vergüenza en la folletería del festival:
- La Maratón BAFICI, con talleres de peluquería para "peinarte como una de tus estrellas favoritas".
- El Stand "No es lo que parece. Maquillaje FX)": "Se simularán heridas, raspones, cortes profundos" que al final son muy parecidos a los que en la realidad ocasiona la policía de Larreta que patrocina la maratón.
- "Un baile de película": "¿Siempre quisiste bailar como los personajes de tus películas favoritas? En la maratón Bafici vas a poder aprender las coreografías de Dirty Dancing, Mamma Mia, Grease y Footloose".
- En una pantalla emplazada al aire libre en Cabildo y Vuelta de Obligado se proyectaron durante el fin de semana películas norteamericanas dobladas al español, como Jurassic Park, Footloose o Karate Kid, que nada tienen que ver con el espíritu de ese cine independiente que desde el comienzo animó al BAFICI. ¿De qué independencia habla esa "I" final del nombre, cuando desde Wolf hasta Porta Fouz, el festival se hizo más y más macrista?
- El corto institucional que antecede a cada proyección es de una fealdad tan rotunda que nos hace pensar en un autoboicot, muy lejos de las notables piezas que en otra época crearon especialmente para el BAFICI cineastas como Pablo Trapero, Gastón Solnicki o Lisandro Alonso, entre otros.
Aún así, en este panorama desolador en comparación con lo que el BAFICI supo ser, es posible, con paciencia y atención, conocer algunas muy buenas películas, de las que vamos dando cuenta en otros posteos.
En la segunda parte de La otra.-radio del domingo pasado intentamos explicar a los niños cómo se emparienta la idea de un festival con la de una fiesta del cine, cómo alguna vez se trató de algo mucho más estimulante que un amontonamiento de películas, cómo supo ser una ventana para conectarse con el mundo contemporáneo, cómo concitaba las discusiones y los encuentros más apasionados, cómo el macrismo agarró el juguete, lo rompió y comenzó la tristeza y unas pocas cosas más.
Para escuchar esta segunda parte del programa, clickear acá.
Muy acertado tu descargo. Casualmente pasé el fin de semana pasado por Juramento, y no pude evitar horrorizarme lo chato que se volvió un festival de tal calibre.
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