miércoles, 28 de octubre de 2020

4TRO V3INT3 - Perrone al filo del tiempo

4LGUNXS PIBXS: APERTURA Y CIERRE DEL DOC 2020




En el plano inicial de 4LGUNXS PIBXS el dedo de Raúl Perrone toca la pantalla táctil del visor de una cámara para darle fast forward a la imagen de uno de esos típicos pibes que vimos en muchas de sus películas a lo largo de años. El pibe deambula en un atardecer lluvioso de Ituzaingó, una geografía definitivamente familiar en su cine. Cuando llega al andén de la estación, se detiente, y la cámara lo toma de perfil. El pibe escupe. El dedo de Perrone encontró lo que su mirada buscaba. Este plano condensa los elementos que van a desplegarse en la hora siguiente. Perrone usa la cámara como instrumento reproductor del registro previo. El dedo toca la imagen y le devuelve su materialidad. El Perro busca algo en el gesto del pibe y también en su propia mirada y por ende en su estar en el mundo junto con esos pibes a los que siempre vuelve a mirar. Más tarde ese mismo pibe será captado buscando algo o a alguien con su mirada, hasta encontrarse con la mirada de la cámara y mirarnos así a nosotros. El plano retorna una y otra vez a medida que la película sigue. Obsesión, contacto visual, juventud, incertidumbre, anhelo y el cine como un modo de habitar el mundo y el tiempo. En 4LGUNXS PIBXS con estrategias levemente desplazadas de sus hábitos -acá trabaja con registros tomados hace años por él o por otros, no es una salida reciente a la calle, como de costumbre-, Perrone manifiesta aquello a lo que el cine da entidad mostrando el vínculo entre habitar, mirar y poetizar.

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4LGUNXS PIBXS es la película de clausura del vigésimo Doc Buenos Aires, edición dedicada a la memoria de su fundador Marcelo Céspedes, muerto en mayo de este año. Esta es también la segunda edición del festival porteño que en la que el director artístico es Roger Koza. Si la ausencia de Céspedes y la continuidad de Koza le dan a este encuentro anual con el documental contemporáneo de cada primavera en Buenos Aires su carácter de recuperación de una tradición renovada, las restricciones de la pandemia hacen que esta sea su primera edición online (vean acá) y que por eso tenga que afincarse en el ciberespacio y ausentarse de la Sala Lugones. 

La historia del Doc coincide casi exactamente con el período de la historia en el que el documental reconquistó una relevancia que el primer siglo del cine le había retaceado. Fue gracias al Doc que los porteños advertimos que muchos de los más creativos y lúcidos cineastas contemporáneos filmaban documentales, una praxis que hace lo contrario de los medios de masas. Los medios nos dan siempre el hecho, aquello que ha pasado, sin su posibilidad ni su potencia, nos dan un hecho en relación al cual se es impotente. Los medios de masas aman al ciudadano indignado pero impotente. Es la mala memoria, aquella que produce el hombre del resentimiento. Por ese motivo toda exploración sobre la mirada que posibilite el documental tiene a la vez un carácter poético y produce una crítica al modo de habitar el mundo por parte de la humanidad actual. 

El mejor documental no reproduce los hechos sino que produce posibilidades de mirar el presente. El presente es lo difícil de mirar porque aún no está hecho. El cine en su segundo siglo puede cambiar sus soportes, sus tecnologías de registro, reproducción y circulación. Lo que no puede es renunciar a su vocación de enfocar la mirada sin perder su diferencia, en una época saturada de pantallas en las que cada vez se deja ver menos el presente. El presente es todo lo contrario de la instantaneidad continuamente caduca de las imágenes etiquetadas de las redes sociales. El presente, lo que está adviniendo, no es un tiempo perfecto. El foco vacila, la imagen tiembla, el cuadro se desequilibra ante lo que adviene. No se aviene a códigos establecidos por una sintaxis reglada: lo que adviene resiste la captura y reproducción del hecho. El cine mira lo todavía no hecho. El presente es aquello hacia lo cual nos vemos arrojados. El hacer foco se visibiliza y se hace audible como tal en el cine, porque el presente es lo que siempre está a punto de irse de foco y el rumor de la época tiene la fragilidad de lo difícil de oír. No es metáfora: en el cine la mirada y la escucha están literalmente puestas a obrar; el foco, el cuadro y los planos del audio siempre son críticos. A pesar de que el proyecto industrial redujo drásticamente las posibilidades del primer siglo del cine y procuró huir rápido de la posibilidad de mirar el presente, esa posibilidad nunca dejó de aguardar su ocasión. En cada década aparecieron los cineastas y las películas, a veces desapercibidos, que recuperaron esas posibilidades y mantuvieron abierto el tiempo.

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Todo lo expresado en los párrafos anteriores se aplica con especial propiedad a 4TRO V3INT3, la nueva película (antepenúltima) de Raúl Perrone que justamente abre esta edición del Doc que cierra 4LGUNXS PIBXS. Todo este Doc transcurre como un paréntesis entre dos Perros. Y, ojo: Perrone no es un documentalista, ni tampoco se deja apresar en alguna etiqueta genérica. Su cine es post-genérico en varios sentidos. Su obra extensa e indetenida desde hace tres décadas, con una cantidad literalmente incontable de películas, puede tomarse como una lucha perpetua contra las expectativas genéricas. En los últimos años, Perrone pareció asumir esa misión con conciencia plena. El cine no está hecho, no hay que entregarse nunca a lo esperado. Cada película suya es una pelea cuerpo a cuerpo contra las visiones vencidas. Los principios, los finales, cada corte y cada título nos descolocan.

La grafía anómala que nos hace vacilar sobre cómo se pronuncian sus títulos condensa el desafío constante al trabajo nuestro con sus películas. En un par de años de su obra, Perrone puede mostrar que inventa cuatro, cinco nuevas formas de filmar. Con su sola producción de 2020 otros cineastas estirarían toda su carrera, pero sabemos que Perrone siempre se guarda un as en la manga: películas ya terminadas en las que volverá a barajar su noción del cine. Esa inquietud puede atribuirse a motivos personales pero no importa. De alguna manera, lo importante es que Perrone muestra cuan posible es el cine todavía. Es de 4TRO V3INT3, la que abrió este Doc, que quiero ahora decir algunas cosas.

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Empiezo por el título: alude a una jerga compartida por un sector juvenil que va a descubrirse rápidamente ni bien se vea la película. También es una marca horaria. Es una hora de la madrugada en la que el tiempo fluye distinto que en los horarios picos en los que funciona el sistema. Hora de nadie, puro presente, frontera temporal, un borde y el abismo del instante. Durante una hora el cine de Perrone dispone de un método para filmar ese fluir del presente como advenimiento. Ni día ni noche, en un trance en el que el tiempo como proyecto está abolido. La improductividad de los pibes es derroche, demora, deleite, juego donde los roles se diluyen como el humo. Este juego no carece de sombras ni se ausentan los fantasmas. Los pibes no saben muchas cosas pero hay unas pocas que saben muy bien: por ejemplo, saben construir un pliegue del tiempo y el espacio en el que son libres. Van por calles vacías, cruzan el puente de la autopista, surfean el ras del suelo, inhalan y exhalan: es decir, logran habitar ese tiempo no ocupado. No están al margen de la sociedad: ocupan un lugar que la sociedad descuida y sobre él se deslizan. El humo y la luz titilante son los objetos que los pibes mismos filman por pedido de Perrone. Como por un descuido a alguno de ellos se le escapa una palabra sobre la pandemia, pero al darse cuenta sonríen y siguen en la suya. La suya es una conversación en la que el erotismo y una inquietud un poco agazapada impregnan cada mirada, cada roce. 

Es totalmente adecuado que 4TRO V3INT3 abra este Doc, no tanto porque su forma responda a las tradiciones más reconocibles del documental, sino porque Perrone encomienda a estos pibes que hasta ahora él filmaba que esta vez se filmen ellos mismos. Que esto surja de las restricciones de la pandemia es una contingencia para la realización de la película, un dato exterior. El confín es distinto de aquel que hoy habla la tele. El prólogo -que últimamente Perrone suele utilizar para establecer una vía de acceso que varía la perspectiva de lo que va a venir- alude a un tornado que arrasó a la ciudad relatado por voces de un noticiero, justo ese tipo de relatos que clausuran los hechos. El tornado ocurrió efectivamente hace varios años y azotó no solo a Ituzaingó. Esa catástrofe ya ha sido relatada, como ahora se relata hasta el agobio el tiempo de la pandemia. De modo que el prólogo ejerce una conjugación temporal que no será la del resto de la película, ahí hay una tensión entre diversos presentes.

Los pibes de 4TRO V3INT3 son pibes de Perrone: pero no se parecen tanto a los de la trilogía de Ituzaingó, ni siquiera a los de P3ND3JO5 Ragazzi. La radicalidad de Perrone es tal que aquellos P3ND3JO5 parecen ya de otra era. Estxs son chicxs del siglo xxi que está empezando a asomar, sin que haya sido hasta aquí filmado, hijos de Labios de churrasco. Juegan con sus roles eróticos, manejan datos precisos del consumo cannábico, tienen una conciencia estética de su derroche. Son post-pop: vieron Gran Hermano e ironizan con el encierro y la salida; vieron varios reboots del Hombre Araña y fantasean con hacerle un trombón a alguno de los actores facheros que se ajustaron el traje del superhéroe. Son post-binarios, como ya se anunciaba al comienzo de Corsario


La mirada de Perrone no se adhiere a la de los chicos: ellos logran momentos de una luz que ningún crew técnico podría disponer, una magia del humo que remite al cine ilusionista de Melies, aunque It's All True. Viven un estadío de la estética que conjura la catástrofe relatada al comienzo. Puede que la muerte los asedie, como ha sucedido en otras de sus películas pero, si ellos lo saben, hacen que no les importa, no viven en función de ese miedo. El futuro está en alguna parte pero no parece ser problema suyo. Hay una astucia en ellos, algo de cinismo en el sentido de Diógenes, no en el de los chicos del Cardenal Newman. Bien mirados son todo lo contrario de los chicos del Cardenal. 

Pero la mirada de Perrone tampoco se identifica con la de ellos: él está en otro tramo de la vida y en otro lugar de Ituzaingó. Es un ejercicio de cine remoto. La edición de las imágenes y la dimensión sónica enrarecida trazan esa distancia que se abre entre los pibes y el cineasta. 4TRO V3INT3 es una transa en la que cada parte pone algo que el otro no tiene. La película es la tensión entre dos presentes. El futuro de los pibes, si lo tienen, queda fuera de campo; en todo caso Perrone admite que no le concierne. La mirada del cineasta se despliega sobre la perplejidad de la coexistencia entre los ritos estéticos de los pibes y la tarea insomne de mirar y escuchar del cineasta en su sala de edición, a unas cuadras de ellos.

Para las miradas más distraídas Perrone una vez más filma a esos pendejos. Quien habla así no entiende nada: Perrone se ubica en el borde del tiempo, a las cuatro y veinte, cuando no se sabe qué día nos espera, si acaso nos espera un día.


Nuevas oportunidades para ver 4LGUNSX PIBXS y 4TRO V3INT3: acá.

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