Estrena el 31/10 a las 22:00 hs. - Sala Lugones
por Oscar Cuervo
Un conjunto de figuras entrevistas por el fantasma fugaz de un Caravaggio blanco y negro habitan en Ituzaingó las ruinas de un edificio a punto de ser derribado. El cine de Raúl Perrone es enemigo de las sinopsis, por lo que la anterior aserción queda aniquilada por la experiencia. Ver y oír 3SCOMBRO5 es otra cosa. Podría haberse tratado de un edificio del cine de Coutinho en el que las ánimas invocan amores esperados de hace mucho y entonan canciones con las que buscan traducir su inquietud. Perrone en cambio se sumerge en el oscuro espeso de un tiempo suspendido en el que se topa continuamente con milagros: el milagro de la luz que hace estallar el marco de una ventana, el de los infinitos matices del plateado, el sobresalto del color moreno de unos talones deseados, el polvo rosa del ladrillo que tiñe la luz celeste. Las pieles obradas por el tiempo surgen apenitas del fondo negro y la devoción a la Virgen se dice en ritmo de rap. El delicado tejido sonoro –rumores, ladridos, pasos, gritos lejanos, cumbias, la voz que de vez en cuando narra, el jadeo del amor- le da volumen a la superficie plana de la pantalla. En un espacio desolado, todo es milagro.
Perrone es renuente también a las generalizaciones, por lo que en su filmografía innumerable ninguna fórmula sencilla puede abarcarlo. Pero como creador de una época en la que la cosa antes llamada cine atraviesa una mutación de su sintaxis con final aún incierto en cada una de las estaciones de su viaje hay una marca de este temblor. Para ver 3SCOMBRO5 hay que aprender a no saber casi nada.
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