No se puede vivir de recuerdos y tampoco en un presente estáticamente dichoso. Vivimos hace décadas en un país donde existe un empate hegemónico en el que dos proyectos opuestos, uno popular y otro oligárquico, no pueden vencer definitivamente a su contrario. Los que tienen suficientes años vivieron el primer peronismo, la fusiladora y los años de resistencia, la bizarra vuelta de Perón que terminó en masacre, el genocidio del 76, la guerra de Malvinas, la primavera alfonsinista y su putrefacción, la traición menemista, la debacle aliancista, los muertos de diciembre de 2001, un estallido regado con sangre popular, ninguna rebelión, saquearon a los chinos pero los grandes supermercados y bancos zafaron, no se fueron todos, vino la gris transición duhaldista que dio lugar a los doce años kirchneristas, que tampoco fueron un jardín de rosas sino sobresalto tras sobresalto. No se van a ir todos, probablemente no se vaya nadie y ojalá no haya un estallido que derramaría sangre popular, @juangrabois . Hay que dejar de patalear cómo chicos caprichosos y entender que por lo menos desde 1930 estamos en un balanceo que va de un lado para otro. El alto sentido de la política no es ni el recuerdo de un idilio que nunca existió ni el pataleo infantil del que se vayan todos, sino la firme paciencia de la lucha permanente donde a veces ganamos algo y a veces perdemos mucho pero no nos han vencido. El proyecto de la derrota popular es un deseo de la derecha que no debemos asumir a menos que seamos unos amargos incurables, así como tampoco lustrar la idealización de un peronismo que siempre estuvo lleno de claroscuros. Mejor dejar de llorar y hacerse de abajo, que la lucha que nos espera es larga y se necesita inteligencia y firmeza, no berrinches ni melancolía.
Excelente reseña. Comparto esa propuesta!
ResponderEliminartal cual, muy buena síntesis y llamado de atención para todos, todas y todes.
ResponderEliminary que el capítulo xx de la serie actual, sea redondito para ls q vienen perdiendo un poco o mucho