Ya se veía en noviembre de 2017:
"Lamentablemente veo cómo se va consolidando una impresión que tuve desde los primeros días en los que el juez Lleral se hizo cargo de la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado, después de la desastrosa primera etapa, llevada adelante por el juez Guido Otranto. El trabajo evidentemente obstructivo para que la investigación avance, el destrato a la propia familia Maldonado, la errática conducción de la investigación y las declaraciones periodísticas irresponsables y atentatorias de la obtención de justicia hacían previsible que el desempeño de Otranto llevaba al desastre y se perdía el tiempo imprescindible para obtener las pruebas necesarias que explicaran el crimen del que Santiago y su familia eran las víctimas.
Cuando asumió Lleral, el nuevo juez gozó del beneficio de la expectativa de que su desempeño fuera más cuidadoso y responsable. Las maneras de Lleral lograron calmar los ánimos de todos, que con Otranto estaban muy caldeados. Pero siempre pensé que no podía ser una cuestión solo de maneras: que el trato correcto a la familia, el recato en sus declaraciones y la cautela para moverse en un terreno sembrado de pistas envenenadas (porque el sospechado es el propio estado) eran solo el piso para buscar justicia y no su techo. Y Lleral logró enfriar el caso con unos pocos gestos.
Muy funcional con los intereses del estado presuntamente desaparecedor: el tiempo avanza y la verdad huye.
Cuando el cuerpo sin vida de Santiago apareció, empezó otra etapa: la de una autopsia conducida por el Cuerpo Médico Forense dependiente de la Corte Suprema de Justicia. La aparición del cuerpo produjo un shock colectivo que los modos suaves de Lleral lograron aplacar. La autopsia se inició con celeridad llamativa, el juez les pidió a todos los peritos que presenciaron la jornada preliminar que tuvieran suma cautela para comunicar a los medios lo que se estaba haciendo. Las partes acataron ese pedido. Sin embargo, Lleral salió de ahí y esa misma noche renunció a su cautela, declarando que el cuerpo de Santiago "no tenía lesiones visibles".
La pericia solamente había empezado: ¿era necesario que el juez emitiera semejante declaración, cualquier cosa menos cautelosa? ¿El pedido de cautela que hizo a los demás observadores de la pericia fue acaso una maniobra para arrogarse el monopolio de la comunicación y emitir dictámenes prematuros, pocas horas de las elecciones, en un momento tan altamente sensible?
Desde entonces empezó a correr la versión de que la cortesana Elena Highton de Nolasco había presionado al juez para que se ofreciera un resultado "preliminar" para la tapa del diario del sábado anterior de las elecciones." [Texto completo acá: "¿Lleral es otro tentáculo de Patricia Bullrich?"]
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Hoy, un día después de que la Policía de Horacio Rodríguez Larreta asesinara a la vista de todos a Facundo Morales y recibiera la inmediata legitimación de Alberto Crescenti del SAME, acreditando que se trató de una "descompensación de un paciente de riesgo en nada vinculada a la represión policial", EL Juez Lleral cerró el círculo absolviendo a los gendarmes asesinos de Santiago Maldonado. Como Molares, Maldonado se ahogó por razones ajenas a la represión estatal. Da la casualidad de que Lleral salió a propagar la versión del "accidente" que sufrió Maldonado la noche del viernes anterior a las elecciones de las PASO 2017, cuando regía la veda electoral. Lleral fue entonces funcional al gobierno macrista apresurándose a instalar la versión del "accidente" cuando el resultado de la pericia no se había hecho pero podía favorecer las chances electorales del macrismo exonerándolo del asesinato de Maldonado. Igual que Crescenti ahora.
El fascismo necesita no solamente una clase dominante dispuesta a cometer los crímenes necesarios para imponer sus intereses, sino un ejército de burócratas que firmen certificados, animadores mediáticos que los actúen para sus audiencias cautivas y un conjunto de la población dispuesta a hacerse los boludos para quedar en la retaguardia de la masacre.
No es una novedad de la era de las redes sociales: ya se puso en práctica durante la dictadura de Videla, Massera y Agosti, para posibilitar los crímenes de Lesa Humanidad.
Videla terminó cagando en un inodoro de una cárcel común. Los animadores siguieron animando las vidas cobardes de los que aprueban desde la retaguardia.
Textos complementarios publicados en 2017:
Caso Maldonado: mediáticas y obstrucción judicial, como en la dictadura (17/11/2017)
No hay otra: hay que apuntalar las opciones de izquierda, antes de que desaparezca. Por eso voto a Grabois.
ResponderEliminarhttps://www.casarosada.gob.ar/informacion/actividad-oficial/9-noticias/35471-el-presidente-mauricio-macri-anuncio-inversiones-en-energia-en-jujuy