jueves, 18 de enero de 2018

El libro del año: Esta noche toca Charly

(y un recuerdo sobre el mejor recital de la historia)
Conversación con Roque Di Pietro, el autor del libro definitivo sobre Charly García. Domingo 12 de la noche. La otra, Radio Gráfica, FM 89,3, online acá o acá


Hay que decir que Esta noche toca Charly es el libro del año. Yo no soy crítico literario ni anduve leyendo 28 libros en 2017, pero no hace falta ser muy vivaracho para darse cuenta. El objeto que Roque Di Pietro pretende abarcar, y lo hace admirablemente, es la obra integral, lo cual incluye todas las actuaciones en vivo que hubieran quedado registradas o de las que se tenga alguna noticia, junto con observaciones muy atinadas y atentas de la faz compositiva y los accesibles discos del más importante artista argentino vivo. Son 600 páginas y es solo la primera parte, ya que transita por los recitales de Charly entre 1956 y 1993, desde que daba sus conciertos infantiles en un conservatorio de Caballito hasta su mutación Say No More. Lo que sigue aparecerá en un segundo volumen ahora en preparación.

Primero está el objeto en cuestión, Charly. ¿Hay algo que se pueda agregar a esta altura sobre él? Sí, y la mayor parte está en el libro, como los refinados análisis de las mutaciones que va operando el quía en su arquitectura musical, que reúne tantas condiciones decisivas juntas que es improbable que se vuelvan a concitar en otro artista en las próximas décadas, virtudes poéticas, melódicas, hallazgos armónicos, desbarajustes rítmicos, exploraciones tímbricas, inspiración, crudeza, verdad, violencia, ternura, en obras de cuatro o cinco o seis minutos, para disfrute de las masas. Charly lleva el rock argentino a un registro de pulsación de una sociedad enferma y destructora, indócil e invencible. No es un simple star del rock, es un junco de una ambición de poder inhumana, que ninguna miseria ha podido quebrar.

¿Es posible hacer un libro sobre su vida/obra -difícil diferenciar- que esté a su altura? No sé, pero lo que hizo Di Pietro se le aproxima.




Hay que decir que yo viví una parte de ese trayecto, me crucé con Charly accidentalmente al menos tres veces por la avenida Corrientes, es decir, no como fan, no como artista y admirador (nunca hablé con él), sino como dos habitantes. No hay mérito en esto, solo privilegio de la disposición del universo. Un sábado a la noche estuve en un cine de Corrientes y Callao que ya no existe, dos filas atrás de Charly, viendo una película de Brian De Palma, Magnífica Obsesión. Él estaba acompañado solo por el bajista de La Máquina, José Luis Fernández, y, a pesar de que ya había llenado varias veces el Luna, nadie se acercaba a molestarlo ni a pedirle autógrafos, Charly era un transeúnte más de la ciudad. Cuando terminó la película me arrimé disimuladamente unos metros atrás de mi ídolo, no iba a hablarle, no, solo quería escuchar qué comentaba sobre la película. Escuché que dijo, refiriéndose al protagonista: "el loco tiene un mambo super-mental".

Yo lo había visto por primera vez en vivo un domingo a la mañana y lo vi por última vez en el Teatro Colón y, entre medio de todo eso, lo vi una cantidad indeterminada de veces, no las conté, con La Máquina de Hacer Pájaros en en la Bola Loca y en Unidos de Pompeya, con Serú Girán en el Auditorio Kraft, el Bauen, el Premier, en Valentín Alsina, en Pinar de Rocha, lo vi a principios de este siglo en ese boliche chiquito llamado Say No More, que duró unos meses en Palermo, solo él en una mesa, acompañando con su teclado el Album Blanco entero. Lo vi en las presentaciones de la Hija de la la lágrima, dos noches, una memorable y otra deprimente. Lo vi el 17 de octubre de 2004 en el Quilmes Rock, en medio de un aguacero de gloria. Estuve en Obras cuando tocaron juntos Spinetta Jade y Serú, y cuando Charly estuvo solo en medio de un recital de Gilberto Gil. Y antes vi como casi nadie entendía la presentación de Serú Girán, vi al publico de Charly salir cantando de Obras "nos cagó, y Charly nos cagó", porque no entendían "Eiti-Leda" o "Seminare" y pedían "El blues del levante". Vi la presentación sorpresiva de unos temas de La Hija de la Lágrima en el hall del San Martín -"Charly Rubio"- y fui a ver la presentación de Say No More en la que la sorpresa fue que no tocó, porque la noche anterior tuvo un brote en medio del segundo tema, en el Opera. Y lo fui a ver casi todas esas otras veces en las que todos lo vieron. Hay una vez que para mí fue la mejor de todas, una noche que me dura hasta hoy, pero después la digo.

Así que puedo atestiguar una cosa: prácticamente todo lo que yo recuerdo del período que abarca el libro de Di Pietro figura ahí. Es un libro hecho de acordes, de porrazos, de variaciones de arreglos, de letras cambiadas, de acoples, de momentos celestiales, de broncas, de críticos de mierda, de buenas vibraciones y de mala onda. Es decir, tratándose de Charly y de un registro tan minucioso, es un libro hecho de un pedazo del temblor argentino, de momentos oscuros y explosión de luces. Que en el libro conste la mayoría de eso, casi todo lo que yo recuerdo y, por supuesto, lo que no llegué a ver porque sucedió en otras partes o en lugares en los que no estaba, es prueba suficiente de un par de cosas: uno, que no puede haber sido editado este año un libro mejor.

Dos, que Di Pietro se mandó un trabajo monumental, que solo puede explicarse no porque sea un historiador avezado y obsesivo, sino porque ama el arte de Charly. No hay otra manera de explicarlo.

Tres, que ese amor no basta: Di Pietro tuvo una idea genial, a saber: que a un artista como Charly no puede abarcárselo solamente por sus discos, que la intensidad de las noches en que toca Charly en tu ciudad, en lo que va hacer, en lo que va a decir, en lo que se le va a ocurrir sin que estuviera previsto y en lo que pueda ocurrirle, son imprescindibles para comprender a este artista. Los discos, algunos, muchos, geniales, son como fotos de una mutación permanente. Lo que hace Di Pietro es advertir que si no queda constancia de esa mutación continua hay algo que queda sin contar, no sobre la carrera de Charly, sino sobre la vida argentina o algo así.

El solo tiene una pobre antena que le trasmite lo que decir. Y eso no para de andar cuando un disco o como mierda se llame ahora el cosito donde se escucha música se apaga. Charly sigue encendido, Di Pietro advirtió lo que difusamente sabíamos y con eso hizo un libro.

No creo que se escriba otro mejor sobre Charly. tendría que ser una cosa que no cabe en mi imaginación: algo mejor que todas las noches en que tocó Charly... imposible. Eso me pone un poco triste: ya no saldrá sobre Charly otro libro mejor, a lo sumo la segunda parte de este, el período Say No More, un poco más truculento, más entrópico.



Por supuesto en el libro figura esa noche en la Charly estuvo mejor que nunca, el recital más caliente, más duro, más dramático, el más rockero y furioso que se haya dado en Argentina -"la gente se asusta porque nunca vio rock and roll en serio"-, el lunes 14 de octubre de 1985 a las 3 de la madrugada, en Velez, después de tres jornadas catastróficas: después de que el viernes una moneda le hiciera sangrar la cara a Miguel Abuelo, el mismo día en que tocó por única vez en Buenos Aires Nina Hagen, después de que por la lluvia del sábado la cancha se convirtiera en una ciénaga asquerosa, con miles de personas con en el barro hasta las rodillas, después de que la gente se descargara tirándole barro a los músicos que no eran de su agrado, como pasó cuando Miguel Mateos dijo "No nos tiren barro, que no somos ingleses", después de una olvidable actuación de INXS. El domingo a la tarde, antes de Soda Stéreo, tocó Sumo y Luca puteó porque "unos boluditos me tiran baro [sic] porque tienen una vida difícil", tengo su voz todavía en mi cabeza. Faltaba Charly, pero Sumo estuvo bárbaro y Soda estuvo bien. Y nosotros chapoteábamos el barro. Entonces a la noche se larga un vendaval, con granizo y todo. Se corta la luz en Velez, pánico y locura en Liniers. ¿Y ahora? Para la tormenta y sigue la llovizna, estamos hechos percha, en el mismo lodo. Con la luz de la cancha cortada, sin micrófono, con un impermeable, sube al escenario Charly y se las arregla para hacernos entender que nos quedemos tranqui, su figura espigada haciendo mímica en medio de una cancha oscura y sin sonido es lo único que nos puede tranquilizar, porque nadie se va. Charly nos ha pedido con señas que esperemos, que esto sigue. Cuando vuelve la luz hay que bancarse a un grupo gallego y otro brasileño que no terminan nunca. Y así llegamos al lunes a las 3 de la mañana cuando hace Charly el mejor recital que yo haya visto. Ahora ya no nos calma, hace falta que alguien lo calme a él. No importa la hora, el cansancio, el lunes, el granizo, el enchastre: esta noche toca Charly.





Terminó a las 4 y media de la mañana del lunes. Por supuesto que las 15 mil personas que se fueron de Liniers estupeactas ese día faltamos todos al trabajo. Creo que no debe haber habido en la historia argentina otro recital a esa hora. Lo que es seguro es que no hubo uno mejor a ninguna hora. Para mérito de Di Pietro hay que decir que todo eso está perfectamente contado a lo largo de 7 páginas. Para el asombro: Di Pietro no vio ese recital, porque recién empieza a ir a los recitales de Charly en el 86 u 87.

Hace poco junto a Maxi Diomedi conversamos con Roque sobre ese recital y sobre el libro, yo apenas empezaba a leerlo, así que nuestra conversación se basó más que nada en su insólita memoria de noches en las que en gran parte no estuvo, en todo lo que sabe Maxi y en mi memoria bastante intensa de las veces que sí estuve.

La primera parte de la entrevista salió al aire el 10 de diciembre pasado. Este domingo a las 12 de la noche en Radio Gráfica -online acá o acá- sale al aire la segunda parte, donde hablaremos entre otras cosas de esa noche increíbe y vamos a escuchar versiones rarísimas de los temas de Charly.

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