lunes, 18 de febrero de 2008
Fassbinder y el amor
Es sabido que la cultura moldea las relaciones entre los seres humanos. Y que cada época aporta un sello que le es propio. En nuestra experiencia cotidiana, gran parte de esta determinación queda del lado de lo invisible. Uno de los desafíos que se propone Rainer W. Fassbinder, a través de su filmografía, es hacer visible el revés de esa trama que llamamos “amor”.
En Las amargas lágrimas de Petra Von Kant aparece un mundo femenino donde el maquillaje se hace sospechoso de enmascarar la imposibilidad brutal de una relación sin repliegue narcisista. La suntuosidad de las vestimentas expresa un barroquismo de la imagen, y el amor se convierte en una ficción manipuladora donde víctima y victimario intercambian sus roles rápidamente, hasta el punto en el cual es imposible determinar quién es quién. Fassbinder despliega aquí los mecanismos mediante los cuales las relaciones de pareja se dejan infiltrar por los clishés de lo que culturalmente es aceptado como “amor”, y que constituye en realidad un virus que “corroe el alma” (como la angustia) y nos aleja de un vínculo con el otro donde la posesividad esté ausente.
Este tema es retomado en La ley del más fuerte. Su protagonista es Franz Biberkopf, (y aquí Fassbinder elige, no casualmente, el mismo nombre del personaje de la novela Berlín Alexanderplatz de Alfred Dôblin, que más adelante filmará para la televisión), quien juega su deseo homosexual en una relación amorosa. El ingenuo Franz ama, pero este sentimiento de primera mano es mellado por una sociedad que ha convertido al dinero en su valor fundamental. Biberkof cobra importancia a los ojos de los demás cuando gana una fortuna en la lotería. Vale su peso... en plata. Perteneciente a la clase proletaria, él mismo se deja deslumbrar por el refinamiento de las costumbres que ostenta una clase social, cuya riqueza se ha sostenido en la explotación del hombre por el hombre. Y este esquema vuelve a repetirse bajo el ropaje del “amor”. Franz es expoliado más allá de su muerte, y la lección es dura: sólo hay un lugar en este mundo si alguien puede ser usado como prenda de intercambio en la economía de mercado. Ni proletario, ni proveedor de dinero, engañado por su amante, Franz se convierte en un deshecho y su muerte carece de dignidad humana, en una escena desoladora... en la cual ni los niños se salvan.
“Toda mujer ama a un fascista”. Este verso de la poeta Silvia Plath podría ser el epígrafe de Martha. En esta película, el cineasta alemán apela a la ironía y al humor ácido para poner al descubierto una relación de poder que se desarrolla en nombre del “amor”. Si el deseo toma el atajo heterosexual, ¿dónde se extravía una mujer? ¿Quizá en el momento mismo en que busca un ideal paterno, masculino y sin fisuras, crea su amo y busca complacerlo? ¿Y cuánto de la determinación social de su género contribuye a esta situación, operando inclusive desde el interior mismo de la mujer y naturalizando una dependencia del hombre que suele derivar en una sujeción violenta, de dominio y sumisión? Con un tono de melodrama sadomasoquista, Martha pone negro sobre blanco esta especie de “amor”, fatalmente invalidante.
Para mostrar el revés de esta trama, el recurso a la exageración forzada y llevada al límite parece ser válido. Puesto a jugar en el artificio, Fassbinder deliberadamente quiere que se note la puntada, única posibilidad de reflexionar (y eventualmente deshacer) la costura mal hecha del “amor”. Costura que intenta suturar (fallidamente) la herida de separación yo-otro, siempre al borde de la nostalgia por la fusión perdida.
LILIANA PIÑEIRO
liliana: excelente post. muy buen análisis de las tres pelis.
ResponderEliminarla verdad es que ayer acusé recibo de tantas películas de fassbinder. y "en un año con trece lunas" fue como el knockout. me sentía mal y no sabía por qué. estaba triste, rara... y es que ver a fassbinder no es inocuo... viajando en el colectivo de vuelta a mi casa, pensaba: ¿qué es el amor? ¿es posible amar? ¿existe el amor más allá de la dependencia emocional o económica, de la necesidad nuestra del otro o la otra, del deseo de poseer, del ejercicio del poder, del deseo de complacer...?
en fin. ayer vi querelle y me gustó. es una peli muuuyyy gay... por momentos, el actor que hace de querelle me parece hermoso y por otros momentos, me causa gracia esa musculosa blanca que no le tapa nada... hoy espero que "las alegres víctimas de fassbinder" me distienda un poco...
un beso grande. julieta.
pd.: odio las letritas.
oscar: dejaste el color azul de las letras y casi no se leen.
olvidé decir que en "la ley del más fuerte", fassbinder está muy muy lindo... le quedaba bien estar delgado. me encantan esos pantalones y chaquetas ajustados. me encanta su cara de nene, su sonrisa pícara, su boca tierna, sus ojos tristes y sus cachetes regorditos aunque esté flaco... y me encantan sus poses y movimientos precisos y exactos... en fin... es muy lindo...
ResponderEliminarEl revés del amor, Liliana, no puedo concebir obsesión creativa más profunda.
ResponderEliminarAl final uno se pregunta por el silencio de Dios o por ese momento en el que un cuerpo libidinizado se transforma en pretérito imperfecto.
O cómo resume el tango:
"¿Dónde estaba Dios cuando te fuiste?"
O, el mismo tanguero psicoanalizado, que pregunta:
"¿Dónde estaba yo?"
¿qué es ser una peli muuuuuuuy gay? ¿existen cosas gay?
ResponderEliminarhay cosas gay, cosas un poco gay y cosas mmuuyy gay. lo que no hay es cosas no gay
ResponderEliminarPor suerte, ver a Fassbinder no es inocuo. Ademàs de las esperables reflexiones sobre el amor, diò lugar a asociaciones sobre la
ResponderEliminarproporcionalidad de lo gay, Dios en el tango y un fatal desencuentro con uno mismo...
Liliana, un análisis con ese tono tan particular, me refiero al tono poético claro.
ResponderEliminar"hacer visible el revés de esa trama que llamamos “amor”"
acaso no es lo que intenta el poema?
re-velar o rebelar lo oculto en la trama?
me vino a la memoria cuando opinás sobre La Ley del más fuerte, la película que ganó en Cannes en 1965:El Coleccionista con Terence Stamp y Samanta Eggar.
Como Franz, el personaje principal gana la lotería, suceso que lo colocará en otra escala de la clase social. Le permitirá el surgimiento de un deseo replegado tras su fachada introvertida, de tímido empleado. En este caso, otra vertiente de esa "expolación" que lo convertirá en victimario.
y en Martha la asociación con Plath "la bota en la cara,/ el brutal, brutal corazón de una bestia como tú..." y esa sombra sadomasoquista que rodea algunas relaciones
el sufrimiento que cohesiona un andamiaje enfermo.
un abrazo
Lilián